04/10/2014 (día 19): seguimos con el tour por Bali y conocemos los arrozales de Jatiluwih, la cascada Munduk y los templos Taman Ayun, Brahma Vihara Arama, Pura Batu Bolong, Ulun Danu Bratan y Tanah Lot
Nos levantamos a las 8h, toca nuevo día de tour con Dewa para continuar conociendo la isla de los dioses. Hoy nos espera la cascada Munduk, arrozales en terraza y grandes templos. Entre ellos el Ulun Danu Bratan y el Tanah Lot antes de cambiar de hotel por última vez 🙂
Esta noche he dormido mejor. A pesar de oír varias veces como si picaran a la puerta, lo he ignorado al saber que eran los bichejos que habitan en el hotel :p De repente caigo en la cuenta de que hoy empieza nuestra última semana en Indonesia… ¡qué pasada, qué rápido ha pasado el tiempo!
Cerramos las maletas y vamos a disfrutar de un fabuloso desayuno que nos prepara la dueña del hotel de Lovina, el Villa Belindo. Igual que ayer, esas crêpes de banana me vuelven loca y repetiría si pudiera aunque solo fuera por gula 😛 Charlamos otro poco con los dueños tras el desayuno y hacemos el check-out.
Nos preocupaba un poco lo que pudiera subir el hotel ya que hemos cenado y desayunado aquí y en ningún momento nos hablaron de precios. Pero la verdad es que nos llevamos una grata sorpresa al ver la cuenta porqué el precio es más que ajustado para la calidad de lo comido. En total 1.500.000 rupias. Lo que equivalen a unos 100€ por 2 noches, desayunos, cenas, birras y disfrutar del relax de este lugar y de la compañía del matrimonio que lo regenta.
Sobre las 9,15h llega Dewa a buscarnos. Colocamos las maletas en su coche tal y como habíamos acordado con él ya que esta noche cambiamos de nuevo de alojamiento. El que será nuestro hogar los últimos días de viaje que nos quedan. Y tras despedirnos de la pareja del hotel que han sido de lo más hospitalarios, nos ponemos en marcha. Teníamos un itinerario pactado con Dewa para hoy, pero nos propone ver algún rincón del norte de Bali. Y si nos da tiempo, acabar el día viendo atardecer en el conocido Tanah Lot. Nos parecen bien los cambios y nos dejamos llevar. Os dejo una imagen de Google Maps dónde podéis ver el recorrido de hoy:
El primer punto del día es la visita al Templo Budista Brahma Vihara Arama que hay en Singaraja. Se trata de una «réplica» del Borobudur que han construido en Bali un grupo de budistas. No se paga entrada pero Dewa nos dice que lo correcto es dejar una propina. Dejamos 10.000 rupias en una urna que hay en la entrada y vamos a conocer el lugar.
El templo está conformado por varios edificios, varios de ellos rodeando una gran fuente.

Me llama la atención una escalera que sube hacia uno de los edificios principales del templo, con oraciones escritas en sánscrito en cada peldaño.
Subimos por ellas y llegamos a un edificio bastante grande dónde se encuentran tres budas. Uno de ellos en la posición de loto en el centro de la sala y dos tumbados en los laterales. La sala en sí es sencilla, pero podemos ver diferentes símbolos budistas que me sacan una sonrisa 🙂 Además, desde fuera hay unas buenas vistas del patio interior con la fuente central.
Seguimos recorriendo el recinto, esta vez por la parte alta y nos encontramos con varios Buda más rodeados de la naturaleza que envuelve el lugar. También hay una gran estupa.
Algunas partes del templo están en obras pero no nos estorban a la hora de hacer la visita. Seguimos caminando y llegamos a una zona del templo con la que al fin entendemos porqué le llaman el Borobudur de Bali… ¿qué opináis?
En menor escala, pero si, se parece mucho al Borobudur original que hay en Java. Además está rodeado de árboles de Camboya y huele a las mil maravillas 🙂 Rodeamos el templo y Dewa nos echa unas fotos. Es lo bueno de ir con el guía, que es el primer viaje en que tenemos muchas fotos de los dos juntos (que no sean selfies) 🙂
Se puede entrar al templo, así que tras bordearlo y acceder por una bonita puerta de madera tallada. Entramos en una sala fresca (lo cuál agradecemos) con un altar central con varios Buda en él.
Aquí me vuelvo a sentir en mi salsa como buena budista que soy. De nuevo dejo a Dewa boquiabierto cuando hago un donativo (500 rupias), enciendo unos inciensos y hago una reverencia a uno de los Buda del altar. Se está muy a gusto en esa sala, entre el fresquito y el olor a inciensos y flores… No vemos el momento de salir de nuevo a la chicharrina que cae hoy también.
Antes de irnos del templo, voy un momento al baño que milagrosamente está bastante limpio. Echo una última foto del templo y Dewa nos coge unas semillas de árbol de Camboya para que las plantemos al llegar a casa 🙂
Volvemos al coche y ponemos rumbo al siguiente destino del día, la cascada Munduk. Tras un rato de viaje por una carretera de montaña, llegamos. Dewa deja el coche en un mini-aparcamiento que hay junto a la carretera, pagamos la entrada (5.000 rupias pp). Y cruzamos la carretera para dirigirnos al inicio del camino que lleva a la cascada. Junto a la carretera hay varios árboles que huelen muy bien, y me resulta familiar. Dewa nos dice que son los árboles que dan clavo (la especia).
Nos comenta que toda esta zona es una plantación y nos lleva junto a una casa cercana para que veamos cómo secan las semillas al sol de un modo muy tradicional. Nos explica que la gente que se dedica a la cosecha del clavo vive bien ya que está muy bien pagada. Aunque es un trabajo muy duro porqué deben recoger la semilla en un momento de maduración muy específico, y deben hacerlo de una en una para que no se estropeen y pierdan aroma.
Y tras esto nos encaminamos por un pequeño camino que lleva hasta la cascada. Es un descenso de unos 10-15 minutos. No es muy empinado pero hay bastante humedad en esta zona por lo que hace bastante más calor que en la carretera.
En el camino nos cruzamos con un tipo que me saluda por mi nombre mientras Dewa sonríe. Sé que Riasa tiene esa costumbre de «sorprender» a la gente que hemos contactado con él pero vamos con otros guías… Y sin esperárselo, yo también lo saludo por su nombre, lo que lo deja descolocado 😛 Nos pregunta cómo nos va el viaje y si estamos satisfechos con Dewa. A lo que asentimos al unísono. También nos pregunta por Kioto (el guía de Yogyakarta que nos recomendó). Le decimos que todo perfecto a la vez que le damos las gracias por su contacto.
Hablamos del impresentable de Zunan -el guía que habíamos contratado en un principio para Yogya pero que descartamos por su actitud- y Riasa alucina con el tipo. Tras unos minutos de charla, le damos las gracias por todo y nos despedimos.

Dewa ya nos advierte que es probable que la cascada no tenga mucho volumen de agua y que el lago que hay a los pies esté más bien seco. Es lo malo de viajar en la estación seca… Tras pocos minutos, llegamos junto a un riachuelo que lleva una agua clara con pinta de estar fresquita.
Lo cruzamos por un mini-puente y llegamos a una escalera que da acceso a la cascada. ¡Guau! ¡Aquí si que se está bien! 🙂 Hay poquita gente por lo que podemos disfrutar del lugar. Dewa nos dice que subamos una escalera que lleva más cerca del salto de agua, con cuidado de no caernos. Desde aquí la vista es mejor 🙂
De nuevo Dewa nos echa varias fotos para el recuerdo y disfrutamos del frescor que nos da el agua que salpica al caer. No es una gran cascada, tiene un salto de unos 30 metros, pero es bonita y es un lugar muy tranquilo y refrescante. Rodeada de plantaciones de clavo, cacao, café y vainilla… ¡qué bien huele aquí!
Pasamos un rato admirando la vista, y luego decidimos desandar el camino, esta vez cuesta arriba. Aquí vemos a algún balinés encaramado a altas escaleras recogiendo clavo.
Al llegar arriba, vamos al baño (mejor no recordar el aspecto de este baño…), y comprarnos un par de refrescos bien fresquitos en una tienda que hay junto al aparcamiento. Volvemos al coche y ponemos rumbo hacia el siguiente punto del día.
Tras unos minutos de trayecto continuando por la carretera de montaña, llegamos a un mirador junto a la calzada. Desde allí se puede disfrutar de una buena vista panorámica de los lagos Gemelos de Gobleg. Hasta 1808 era un único lago pero una erupción hizo que se separara en dos.
Echamos unas fotos y volvemos al coche para dirigirnos a uno de los templos más importantes de Bali. Pero hacemos otro alto en el camino. Y es que Dewa ha visto a un grupo de macacos en el arcén, de esos que tienen mala leche y que son unos cleptómanos.
Desde aquí hay una bonita vista de uno de los lagos gemelos. Se nota que estamos en la época seca porqué el nivel de agua es bajo…
Tras echarnos unas risas con las ocurrencias de los macacos, volvemos al coche y emprendemos camino, ahora si, hacia el templo Ulun Danu Bratan. Dedicado a la diosa del agua y uno de los más representativos de Bali.
Nos cuesta encontrar hueco en el aparcamiento del templo porqué está llenísimo… me da que va a haber un poco de overbooking en este lugar. Compramos las entradas (30.000 rupias pp), y nos adentramos al recinto del templo. Está formado por varios edificios en distintos «niveles», separados como siempre, por puertas con unos relieves fantásticos y rodeados de parques bien cuidados.
Fue construido en el año 1634 en honor a la diosa del agua y de la fertilidad Dewi Danau y se encuentra en la orilla del lago Bratan.
Lo malo del lugar, además de estar masificado, es que hay pocas sombras. Y claro, a mediodía imagina el calor que pasamos… Vamos recorriendo el lugar mientras Dewa nos va explicando la historia y curiosidades del lugar. Nos llama la atención que es un templo de culto hinduísta y budista a la vez. Tras recorrer el recinto llegamos a orillas del lago dónde se encuentra el edificio más significativo del templo, el que sale impreso en los billetes de 50.000 rupias 🙂
Lo malo es que como estamos en época seca, el agua no rodea el templo como suele ocurrir durante la época húmeda. Se desluce un poco la visita al lugar. Pero aún así es bonito y le echo fotos desde todos los ángulos posibles ¡jeje!
Dewa también nos echa unas fotos para el recuerdo. Se puede acceder al edificio sobre el agua pero hay una buena cola por lo que desistimos. Seguimos recorriendo el templo disfrutando de sus rincones.
Es mediodía, y además del calor que hace, empezamos a tener hambre. Dewa nos propone coger el coche y desandar un poco el camino para ir a un buffet que conoce con buenas vistas. Él proponía lugares que conocía pero también aceptaba sugerencias. Debo decir que nos dejamos llevar en todo momento. Pensamos que él conocerá mejor los sitios y sabrá cuáles son más interesantes e higiénicos. Creo que en general nos llevó a sitios dónde comimos bien pero algún día (como el de hoy), la comida era justita… Hoy comemos por 200.000 rupias los dos, nos parece caro para lo que ofrecen. Después de comer, seguimos con la ruta.
Dewa conduce hasta Begudul. Se trata de un pueblo montañoso conocido por su colorido mercado de frutas tropicales y especias, el Pasar Candikuning. Sinceramente, nosotros no le vimos nada interesante. Está claro que este tipo de mercados no va con nosotros… Así que le pedimos al guía que nos lleve al siguiente punto del día.
Tras un buen trecho en coche, Dewa hace una parada en un lado de la carretera para enseñarnos los arrozales de Jatiluwih. Junto a los de Tengalang son las terrazas de arroz más bonitas de la isla. Nos sorprende ver un gran templo entre campos de arroz, dedicado a Dewi Sri, la diosa del arroz.
Estas terrazas de arroz están consideradas Patrimonio de la Unesco. Realmente la vista es espectacular, pero me quedo con los de Tengalang 😉
Tras la parada, emprendemos el camino hacia el penúltimo destino del día. También Patrimonio de la Unesco, visitamos el templo de Taman Ayun. Aparcamos junto a una gran estatua. Antes de dirigirnos a la entrada del templo, Dewa nos enseña una carroza que usarán próximamente en la festividad del pueblo en que nos encontramos. Es curiosa de ver, la verdad.
Compramos las entradas (15.000 rupias pp) y accedemos al que fuera el templo de la Familia Real. Fue construido en el 1634 y cuenta con unos grandes jardines por los que es muy agradable pasear.
Dewa nos explica que en una de las salas hacían peleas de gallos. Esta práctica es muy común en Indonesia y aunque actualmente está penada, en muchos lugares se realizan con frecuencia de manera clandestina. Nos cuenta que no hace mucho salió una noticia en los periódicos que un hombre había hecho prostituir a su mujer para pagar las deudas que él tenía por apuestas en peleas de gallos.
Me quedo alucinada y muy indignada. Él entiende mi reacción, pero dice que para muchos indonesios la mujer es propiedad del marido y debe hacer lo que él dice. Uno de los días de tour, nos explicó que tiene una hija, y cuando yo le digo qué haría si su hija le explicara que le hacen algo así, se encoge de hombros y me dice que esa es su tradición. Aún alucino más, la verdad. Le digo que mi padre cogería a mi marido por el pescuezo y se parte 😛
Vamos recorriendo el jardín que rodea el templo y el guía nos va explicando lo que son cada uno de los edificios que conforman el recinto.

Vemos un campanario bien alto y Dewa nos dice que si queremos podemos subir. Él nos espera abajo.
Merece la pena subir por la escalera de la muerte que hay, desde allá arriba hay una buena panorámica del recinto.
Volvemos con Dewa y seguimos recorriendo los jardines del templo hasta llegar a una gran puerta, que da una zona repleta de pagodas simbólicas de la jerarquía del dios del monte. A esta zona no se puede acceder ya que se considera sagrada, está rodeada por un foso y un muro de piedra.
Esta zona del templo me parece realmente bonita. Además estamos completamente solos y podemos disfrutar con calma del lugar. Quizá sea por las merus (o pagodas) del templo, por la vegetación que lo rodea o la luz que se refleja, que hace que este sitio merezca la pena ser visitado a pesar de no poder entrar en la zona más sagrada.
Vamos bordeando el complejo de edificios y pagodas que conforman esta parte del templo y disfrutamos del contraluz que nos da esta hora de la tarde. Además el lugar está rodeado de árboles de Camboya, y el aroma de su flor mezclado con el incienso de la ofrendas hace que aquí huela realmente bien.
Una vez bordeada esta parte del complejo llegamos a otro gran edificio dónde Dewa nos comenta que es el lugar de reunión de los fieles del templo. En los próximos días será la festividad de este templo y aquí encontramos dos carrozas hechas con unas figuras cubiertas con legumbres… Explicado puede sonar cutre, pero os dejo un par de fotos para que veáis que realmente eran muy chulas y ¡muy curradas!
Y tras un buen rato en este templo, decidimos dar por finalizada la visita. Dewa nos dice que nos da tiempo de llegar al Tanah Lot para disfrutar del atardecer allí. No nos lo pensamos y volvemos al coche para poner rumbo a otro de los grandes templos de Bali.
Tras un buen rato de camino ya que el templo se encuentra en la parte sur de la isla, llegamos al aparcamiento. Está lleno de coches… Dewa ya nos avisa que este lugar se llena hasta arriba al atardecer pero que las vistas lo merecen. Como todos estos días, nos dejamos aconsejar por él y si dice que merece la pena a pesar del gentío será cierto. Compramos las entradas (30.000 rupias pp) y accedemos al recinto.
La calle que lleva del aparcamiento al recinto del templo está repleta de tiendas y chiringuitos de comida y bebida. El guía nos dice que tenemos media hora aún si queremos tomar algo y como vemos unos cocos con pinta de estar frescos, le decimos de compartir uno con él a lo que accede encantado (15.000 rupias).
Allí se comen los cocos verdes, tal cuál los cogen del árbol abren la parte superior para poder beber la leche del coco que es muy ácida. Y se comen una membrana muy finita que cubre la parte interior de la corteza. Nos parece muy curioso y le explicamos a Dewa que aquí los comemos maduros, y nos comemos la carne del coco y que la leche es más dulzona. Alucina en colores y como no se lo cree, tenemos que buscar una foto por internet para que lo vea. Dice que no sabemos comernos el coco, pero yo creo que es al revés, como lo comemos aquí está más rico 😛
Tras el parón para comernos -como podemos porqué está demasiado verde para nuestro gusto- el coco, seguimos la calle hasta llegar al acantilado dónde se encuentra uno de los templos más famosos de Bali, el Tanah Lot. Y como ya nos dijo Dewa, el lugar está atestado de gente… pero no importa, ¡menuda maravilla para nuestra vista!
El Pura Tanah Lot o templo de la tierra en el mar es un templo hinduísta construido en una isla a 100m de la playa al que se puede acceder solo cuando la marea es baja. Ya que cuando sube, el templo queda aislado al estilo del Mont Saint-Michel en Francia.
Fue construido por un sacerdote hindú en el siglo XVI y está dedicado a los espíritus guardianes del mar. El guía nos explica que se cree que el lugar está protegido por serpientes marinas que habitan bajo él. Nos dice que aunque la vista es espectacular desde arriba, podemos bajar para ver con más detalle la isla y el templo. Bajamos con la condición de verlo y subir para tener la panorámica de la puesta del sol desde arriba.
Apenas podemos ver nada ni echar fotos desde abajo porqué hay un gentío impresionante… y es muy agobiante. Le decimos a Dewa que preferimos verlo desde arriba. Nos lleva por un camino hasta un acantilado entre el Tanah Lot y el templo aledaño Pura Batu Bolong. Este pequeño santuario ubicado en un montículo en el mar, se comunica con la orilla por medio de un puente natural. Y desde aquí la vista del Tanah Lot es preciosa, no me canso de echar fotos porque pienso que lugares como éstos, se ven una vez en la vida.
La marea empieza a subir y hay unas olas enormes, que junto a la luz de esta hora del día, le da un toque mágico al lugar… ¡alucinante! De verdad que nos dejó sin palabras.
Las vistas del Pura Batu Bolong también son geniales… Dewa nos comenta que la puesta de sol es más bonita sobre el Batu Bolong que sobre el Tanah Lot y que hay menos gente mirando hacia allá. Le pedimos que nos lleve a un buen sitio dónde nos sentamos a esperar ver caer el sol sobre la costa balinesa…
Y como una imagen vale más que mil palabras, no escribo más y os dejo con unas cuantas de las decenas de instantáneas que tiré con esos cambios de color en el cielo conforme bajaba el sol…
Os dejo también un vídeo… escucharéis gente hablando en español y es que estábamos rodeados por unos cuántos ¡jeje!
Y tras unos minutos contemplando, el sol se esconde definitivamente tras el océano mientras pensamos en lo afortunados que somos de poder vivir cosas tan maravillosas como ésta…
En este templo hacen unas danzas con fuegos al anochecer, pero hoy nos hemos pegado un buen tute y estamos bastante cansados a estas horas. Le decimos a Dewa que preferimos que nos lleve al hotel, a poder ser antes de que se vaya toda la marabunta y se lie un follón de coches impresionante. Él está conforme con nosotros y volvemos al coche para poner rumbo a Seminyak dónde se encuentra el hotel dónde nos alojaremos el resto de días que nos quedan de viaje.
Durante el camino, le decimos que tenemos una tradición viajera a la que llamamos «McDonalds por el mundo» y que no la hemos podido cumplir aún porqué no sabemos si hay esta cadena de restaurantes. En nuestros viajes siempre hacemos una visita a un McDonalds, la idea es comprobar si la «Big Mc» es igual en todo el mundo. Ya os adelanto que unos años después descubriríamos la excepción que confirma la norma 😀 Dewa se parte con nuestra ocurrencia y nos dice que si queremos, mañana nos lleva a comer a uno para que no rompamos nuestra tradición. ¡Nos encanta la idea!
En teoría mañana teníamos pactado tour de día completo también, pero Dewa nos cuenta que hemos visto prácticamente todo ya y si queremos nos recoge a mediodía, comemos según nuestra tradición y hacemos tour solo por la tarde. De esta forma, en lugar de pagar los 50€ del día completo, pagaremos solo 35€. Nos parece bien, y así tenemos la mañana para descansar un poco.
Lo notamos más callado que otros días y nos dice que es porque hoy se ha pegado una buena paliza de conducir… nos cuenta que él vive cerca de Denpasar por lo que para venir a buscarnos ha tenido que conducir casi 3h para llegar a Lovina. Más todo lo que ha conducido durante el tour luego. La verdad es que hoy se ha portado genial viniendo a buscarnos, y si cada día le hemos dado algo de propina, hoy es mayor por el esfuerzo extra.
Tras unos 30-40 minutos (a pesar de que hay poca distancia…) llegamos al último hotel dónde nos hospedaremos -qué fuerte suena eso…- en Seminyak. Nos despedimos de Dewa y quedamos en la hora de recogida de mañana, último día de tour con él. Para las últimas 6 noches escogimos el Ping Hotel Seminyak . Un hotel de 3* con piscina y muy bien ubicado, rodeado de tiendas, restaurantes y a unos 400m a pie de la playa. Nos salió bien de precio, unos 260€ las 6 noches sin desayuno.
Hacemos el check-in y ya vemos que la piscina la vamos a disfrutar… Dejamos las maletas en la habitación y decidimos ir a cenar por los alrededores. Necesitamos cash, así que primero pasamos por un cajero para sacar dinero, con tan mala suerte que se me bloquea la tarjeta de débito… ¡WTF! Sacamos dinero con la tarjeta de mi marido y ya veremos cómo resuelvo lo de la mía…
Decidimos cenar unas pizzas justo al lado del hotel, están riquísimas. Comemos la mar de bien con un par de Bintang (160.000 rupias).
Como no tenemos desayuno incluido en el precio, pensamos en hacer igual que en los viajes a Japón. Aprovechar que tenemos un combini junto al hotel para comprarnos el desayuno de mañana y tomarlo en la habitación. Necesitamos también aftersun que la piel empieza a notar el exceso de sol… y alucinamos al ver cómo le llaman aquí al Paracetamol:
¡¡ParaSetamol, con S!! ¡Qué ataque de risa nos coge a los dos en medio de la tienda! 😀 No podemos resistirnos y nos llevamos un paquete para enseñarlo a los nuestros, y seguimos con la coña en el hotel. Como os podréis imaginar, en casa quedó bautizado desde ese día como paraSetamol 😛 Pagamos 150.000 rupias por todo lo que llevamos y volvemos al hotel partiéndonos de risa…
Hago una llamada al banco aprovechando que con la SIM local tenemos incluidos algunos minutos en llamadas y que aún no los hemos gastado. La operadora alucina cuando le digo: «mire, tengo poco tiempo porqué ahora mismo me encuentro en Indonesia y las llamadas son muy caras, necesito que me desbloquee la tarjeta porqué la necesito para continuar con el viaje». La verdad es que esas palabras fueron mágicas porqué en menos de 2 minutos me había desbloqueado la tarjeta y deseado un buen viaje. ¡Adoro la eficiencia de ING, oiga! Y ya con el marrón solucionado, ducha y a dormir que hoy estamos ko. Mañana más…