05/10/2014 (día 20): último día de tour por Bali descubriendo playas y templos que no dejan indiferente, y cumplimos nuestra tradición viajera de «McDonalds por el mundo»…
Aunque hoy no tocaba madrugar a las 9h somos incapaces de seguir durmiendo, así que decidimos levantarnos ya. Desayunamos los zumos y dulces que compramos ayer, tranquilamente en la habitación mientras vemos algún programa de la tele indonesia. Hoy esperamos cumplir nuestra tradición viajera de «McDonalds por el Mundo: Bali».
Sobre las 10,30h decidimos descubrir un poco la zona de Seminyak dónde nos alojamos. Nos embadurnamos de repelente de mosquitos y de protector solar como todos los días, y salimos a pasear un poco. Seguimos la calle abajo y descubrimos que apenas a 400 metros tenemos una bonita playa dónde seguro que acabaremos viniendo más de un día. Hace un calor terrible a estas horas, así que decidimos volver al hotel. Nos tomamos un rico batido de frutas (61.000 rupias los dos) junto a la piscina mientras esperamos a Dewa, que hoy nos recogerá algo más tarde de lo habitual.
Sobre las 12h llega Dewa a buscarnos. Ayer quedamos que como habíamos visto prácticamente todos los imprescindibles de la isla, hoy solo haríamos tour por la tarde. Éste fue el recorrido:
Como acordamos, nos lleva a realizar nuestra tradición de «McDonalds por el mundo«. Ya sabéis que en cada viaje que hacemos, al menos una vez comemos en la cadena de hamburguesas, y en este viaje aún no habíamos podido hacerlo aún. Y ayer le pedimos a Dewa que nos llevara a uno de los pocos restaurantes que hay en la isla… frikadas nuestras 😛 La historia empezó con la cosa de: ¿será igual la BigMc en todas partes del mundo? y se acabó convirtiendo en una tradición viajera. Mi marido siempre dice que no si no hacemos el «McDonalds por el mundo«, se acabarán los viajes 😀
Tras unos 30 minutos en coche, llegamos. Aparcamos y antes de entrar me echo una foto con mi amigo Ronald, Dewa se parte 😛
Le pedimos que coma con nosotros pero nos dice que él ya ha comido hoy… Nos pedimos un par de menús (98.000 rupias los dos), y nos sentamos a disfrutar de la comida. Mientras charlamos con Dewa que hoy por lo menos, acepta quedarse con nosotros mientras comemos.
Ayer ya nos comentó que ya que veníamos a esta zona de la isla, nos llevaría a un par de playas chulas. Así que hoy la condición era venir con el bañador y llevar en la mochila los escarpines y las toallas. Tras la comida, cogemos el coche y tras otro buen rato de camino, llegamos a la Playa de Balangan.
Aparcamos y Dewa nos indica por dónde bajar a la playa con seguridad. Nos deja un par de horas para estar aquí, y nos esperará en el coche. Cogemos los bártulos y la cámara pequeña y vamos hacia allá. Desde arriba ya vemos que no hay mucha gente pero la marea está baja y se ven zonas de corales y piedra en la orilla… suerte que llevamos los escarpines.
Bajamos a la playa y tras regatear un buen rato, conseguimos dos tumbonas por 50.000 rupias para 2h. Nos acomodamos y decido ir a darme un baño… Es algo complicado. Aunque llevo los escarpines, hay que andar casi 200 metros por encima de piedras y corales que patinan bastante, hasta llegar a una zona dónde poder bañarse.
El agua está buenísima y disfruto un rato del baño. El agua es cristalina y se ven los pececillos que nadan por el fondo. No me adentro demasiado porque veo una zona dónde rompen las olas con fuerza y de echo veo a algunos surfistas por allí. Tras un ratito de baño, vuelvo a la tumbona para que pueda bañarse mi marido. Le explico por dónde he ido yo hasta el agua y se adentra él.
Hay varias cosas que no me gustan nada de las playas balinesas. Lo primero es que hay unas corrientes brutales con el gran riesgo de ser arrastrado que ello comporta. En la mayoría de ellas hay piedras o corales en la orilla con lo que necesitas bañarte con escarpines y aún así vigilar que no te rocen las piedras. Y luego los pesados. Los que nosotros bautizamos como los excuse me. Es que es imposible poder estar tranquila en la tumbona sin que cada tres minutos te interrumpa un excuse me. Excuse me sarong, excuse me drink, excuse me massage... así con todo lo que te puedan vender ¡uff!
Tras un rato de baño llega mi marido. Decidimos hacernos los dormidos a ver si así no nos molestan tanto pero algunos incluso te despiertan. Y para colmo, en esta playa hay un montón de perros callejeros que no dejan de ladrar. Uno de ellos incluso se nos mete debajo de las tumbonas y no para de moverse y de echarnos tierra encima. Esto es lo que nos hace decirnos a volver al coche antes de tiempo, ¡qué pesadilla!
Dewa se queda un poco parado cuando aparecemos bastante antes del tiempo que nos ha dado. Le pedimos que nos lleve al siguiente punto porque estamos un poco agobiados del rato en la playa.
El siguiente punto es la cala de Padang Padang, conocida por ser uno de los escenarios de la peli de Julia Roberts «Come, reza y ama«. Viendo que esta playa es más de lo mismo de la anterior, le decimos a Dewa que nos acercamos a verla pero no nos quedamos. Él no acaba de entenderlo y le decimos que nuestro concepto de playa es estar tranquilo en la toalla. Podernos bañar juntos sin problema y que no nos molesten cada tres minutos. Cuestión de costumbres…
Nos asomamos a la playa y es bonita. Se encuentra entre dos acantilados de roca dónde chocan con fuerza las olas. Pero la playa en si es muy pequeña y está abarrotada de gente y de excuse me, ¡cómo no! Así que tras verla desde arriba, le pedimos que nos lleve al siguiente punto.
Volvemos al coche y tras un buen rato de camino, llegamos a otro de los grandes templos de la isla de Bali, el Pura Luhur Uluwatu. Aparcamos y Dewa nos dice que dejemos todo lo imprescindible en el coche. Por lo visto el templo está habitado por macacos cleptómanos. Pueden ser bastante agresivos y algunos hasta arrancan los pendientes de las turistas, gorras y todo aquello que lleves que ellos puedan coger.
Lo dejamos absolutamente todo (incluso mis pendientes) y tan solo nos llevamos un par de botellines de agua y la cámara de fotos. Compramos las entradas (20.000 rupias pp), nos colocamos los sarong que van incluidos (en mi caso solo un cinturón porque llevo pantalón largo). Y nos adentramos al recinto del templo.
Dewa nos recomienda empezar la visita por uno de los extremos del acantilado de 75 m de altura dónde se ubica el templo. Desde allí tendremos unas buenas vistas del lugar. E ir acercándonos al edificio principal del templo. En seguida empezamos a ver a los macacos y vemos que el guía se arma con una rama gruesa que coge del suelo. Nos dice que en ocasiones pueden ser agresivos y que alguna vez ha tenido que usar el bastón para alejarlos… ¡vaya, y eso que parecen inofensivos!
La verdad es que las vistas desde aquí son fabulosas… y nos reímos mucho con un macaco que empina el codo.

Vamos recorriendo todo el borde del acantilado que se encuentra junto a un muro de piedra. Dewa nos dice que esta zona es conocida como la «Muralla China de Bali» y que cuando lo veamos desde el templo lo entenderemos… Nos quedamos con la intriga hasta que conforme vamos avanzando vemos esa «muralla». Cuando años más tarde, visitamos la auténtica Muralla China, nos echamos unas buenas risas al recordar este día 🙂
Apenas hay sombras aquí y hace un calor terrible. Sin duda, recomiendo visitar este templo cuando el sol ya no sea tan fuerte e ir cargados con agua como hicimos nosotros. Tras una caminata de unos 20 minutos, llegamos a lo alto del acantilado dónde se encuentra el templo. Las vistas son espectaculares.
Nos adentramos en el recinto del templo. Está compuesto por varios edificios y a cada uno de ellos se accede por una gran puerta de piedra.
Hay zonas del templo junto a los acantilados, a las que no permiten acceder. Una pena porqué las vistas desde ahí deben ser alucinantes.
Vemos que los troncos de los árboles de Camboya que hay en el recinto tienen unas formas muy curiosas… Le pregunto al guía si es por algún motivo, y me dice que todos los años hacen concursos aquí. Aquél con la forma más elaborada, gana un premio. Los hay realmente curiosos y recuerdan a grandes bonsai japoneses.
Bajamos hacia otro de los edificios principales del templo y vemos como un mono cleptómano roba la comida de unas ofrendas que acaba de dejar un fiel, ¡qué manguis los bichos! En esta parte del templo hay muchos monos campando a sus anchas y nos reímos muchísimo con las ocurrencias de algunos…
Os dejo un vídeo de uno que intentaba beber de una botella. El tío lo consiguió, pero no de la forma esperada 😛
Después de un rato embobados mirando a los monos sagrados de este templo y de ver cómo le roban el bolso a una turista, seguimos caminando de vuelta al acantilado. Dewa nos dice que hay otro camino que rodea el acantilado por esta parte y desde el cuál también hay unas buenas vistas del templo. Así que allá vamos. Realmente merece la pena darse la caminata por esta parte también…
Me quedo embobada viendo cómo rompen con fuerza las olas contra el acantilado… ¿os he dicho ya que me encanta hacer fotos del agua, sus colores y sus remolinos?
Tras un buen rato observando las vistas de esta parte del acantilado, decidimos volver hacia el templo ya que de nuevo, aquí hay pocas sombras y aprieta fuerte el calor. De vuelta en los edificios del templo, nos sorprende ver que los monos tienen una piscina para ellos. La pena es no ver a ninguno allí metido ya que el guía nos dice que es de lo más gracioso.
Dewa nos dice que al anochecer hacen danzas con fuego en el recinto del templo y nos propone quedarnos. Pero todavía faltan varias horas para ello y estamos agotados por tanto calor. Preferimos volver al hotel y darnos un bañito en la piscina tan estupenda que tiene.
De modo que volvemos al aparcamiento. Compramos un par de refrescos bien fresquitos (35.000 rupias) y nos dirigimos hacia el coche. No deja de sorprenderme que los balineses coloquen ofrendas en todos los sitios imaginables… ¡incluso en la moto!
Ya en el coche ponemos rumbo al hotel, tenemos unos 3/4 de hora de camino y lo pasamos charlando amistosamente con Dewa. Tenemos que decir (y así se lo hicimos saber), que nos sentimos muy a gusto con él. Es como ir con un colega y nos gusta que se pueda hablar con él sobre todos los temas. Nos ha explicado cientos de cosas sobre su país, su gente y su cultura durante estos días. Y sin dudarlo, lo recomendaremos a todo aquél que quiera viajar a Bali con un guía de habla española.
Son las 17,30h más o menos cuando llegamos al hotel. Le pagamos lo acordado por medio día de tour (35€) más una propina por el buen servicio proporcionado estos días. Y con pesar, nos despedimos de Dewa.
Subimos a la habitación a dejar las cosas y tras una ducha para quitarnos la arena de la playa, nos tiramos de cabeza a la piscina. Ahora empiezan nuestros días de relax por Bali. Una última semana de viaje en la que pensamos cargar las pilas, y la maleta de souvenirs, antes de volver a casa.
Pasamos una horita de piscineo y luego subimos a la habitación. Nos damos una buena ducha y salimos a cenar. Nos decantamos por un restaurante cercano, el Passargar, dónde tomamos unos filetes con salsa riquísimos. Seguro que volvemos a este sitio. Se nota que Seminyak es una de las zonas más turísticas de Bali, hay mucho ambiente por la noche. En varios restaurantes vemos que sirven copas y en alguno hasta tienen música en directo.
Antes de volver al hotel, pasamos por un combini a comprar el desayuno para mañana y ahora si, nos vamos al hotel a descansar.
Me pasa como a vosotros xD esas playas me repelen!!! necesito tranquilidad xD