16/09/2017 (día 4): nuevo día de grandes caminatas conociendo los grandes templos de Beijing: Templo de los Lamas, Templo de Confucio, Templo del Cielo y la Qianmen Pedestian Street
¡Por fin una noche de dormir del tirón! Nos levantamos a las 8,30h y como ya es costumbre, bajamos a desayunar al Starbucks que hay frente al hotel (94Y). Hoy dedicaremos el día a recorrer los grandes templos de Beijing y a empaparnos de su cultura y religió. Visitaremos el Templo de los Lamas, el Templo de Confucio y el Templo del Cielo.
Cogemos el metro línea 5 hasta la parada Yonghegong. Salimos a la calle hacia el Templo de los Lamas. Compramos las entradas (25¥ pp). Accedemos al recinto rodeados por una nube de incienso que me recuerda porqué me gustan tanto los templos budistas 🙂
Vemos que a la entrada regalan una caja de incienso por persona. Como mi intención era poner incienso para mi familiar hospitalizado como le prometí, me viene de perlas 🙂
Se trata del templo budista tibetano más importante fuera del Tíbet. Fue construido durante el siglo XVII como Palacio para el príncipe Yongzhen. Y convertido en 1744 en un importante monasterio para los monjes lamas. En la actualidad el monasterio es el refugio espiritual para un grupo de monjes mongoles dedicados al estudio de la astronomía y la medicina.
¡¡El templo es inmenso!! (como todo en China). Está formado por varios edificios tradicionales lacados en rojo con tejados dorados. En los patios que se encuentran entre los edificios, hay grandes quemadores de incienso. En ellos, los fieles colocan cientos de varillas que producen un penetrante olor y una humareda considerable. Yo aprovecho una de las cajas que nos han regalado para poner unos inciensos por mi familiar frente al Buda protector de los enfermos.
El Pabellón Wanfu Ge, el más grande del recinto, aloja la más valiosa de las posesiones del templo. Cuenta con una impresionante estatua de Maitreya, el Buda del futuro. Una escultura de 18 metros de altura tallada a partir de una única pieza de madera de sándalo. Es realmente impresionante… ocupa todo el interior del gran edificio. No permiten hacer fotos y es una pena, porque es realmente impresionante. Es tan alto como el techo del edificio.
Con muy buen sabor de poca, tras más de una hora recorriendo el recinto, salimos hacia la calle de nuevo. Este lugar nos ha encantado. ¡Cómo echaba de menos los templos asiáticos, los Budas, y ese olor a incienso que lo invade todo…!
Caminamos unos pasos por una calle tradicional repleta de tiendas de amuletos budistas y llegamos al Templo de Confucio.
Tras pasar por las taquillas (30¥ pp), entramos a otro gran recinto sagrado dedicado al padre del confucionismo. Esta filosofía es un conjunto de doctrinas morales y religiosas. Se basan en que el cosmos regula las estaciones y la vida (animal, vegetal y humana) de forma armónica. Si esta armonía se ve afectada, genera graves consecuencias en la vida.
Un ejemplo común de esta doctrina dice que si un gobernante contradice el orden natural y viola el mandato del cielo, pierde su legitimidad. Y puede ser depuesto por otro que recibirá el mandato de restablecer el orden. Fue la religión oficial de China hasta el siglo VII y a día de hoy, mantiene un gran número de seguidores.
El recinto cuenta con varios edificios y bonitas estatuas rodeados de centenarios cipreses. Uno de ellos es famoso por ser considerado el revelador de los gobernantes corruptos… ¡si traemos a los nuestros se muere el árbol fijo! 😛
Entre las estatuas que decoran el bonito jardín de aspecto zen, encontramos al gran Confucio. Realmente, transmite muchísima paz.
El punto más importante de este templo son las rocas inscritas con las reglas del confucianismo, algo realmente imponente… 187 bloques de mármol de una sola pieza. En ellas, las 63.000 palabras chinas más sagradas de este pensamiento religioso, inscritas golpe de martillo y cincel… Y aún impresiona más si pensamos que datan de 1302.
Sin duda este templo no es lo habitual en Asia. Aquí no encontrarás Budas ni símbolos budistas. Si no las bases de la enseñanza de Confucio y su simbología. Lo que también le da encanto y te muestra algo diferente 🙂
Salimos del recinto y volvemos al metro caminando por la tranquila calle de acceso al templo. Tomamos de nuevo la línea 5 pero esta vez en dirección sur hasta la parada TiantanDongmen (4¥).
Salimos hacia el inmenso parque que contiene el Templo del Cielo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Construido en 1420 como lugar de oración al cielo para tener buenas cosechas y tras ella, como lugar de agradecimiento. Compramos las entradas (34¥ pp) para poder acceder al parque Tiantan y a todos los edificios que conforman el templo.
Comenzamos una eterna caminata hasta el 1r punto, el largo corredor. Con más de 500 metros de longitud, a través de él se llevaban las ofrendas al templo. Durante las Dinastías Ming y Qing, los Emperadores venían aquí a hacer ofrendas por buenas cosechas. Volviendo en otoño a agradecer lo obtenido.
De ahí accedemos al Salón de Oración por la Buena Cosecha (en chino Qi nian dian). Se trata del edificio más grande y famoso del templo.
Es una estructura circular construida completamente de madera. Una de las curiosidades es que los pilares de madera que sujetan el techo no tienen ni clavos ni cemento. Toda una obra de ingeniería si pensamos que tiene 38 metros de altura y 30 metros de diámetro. Lo que nos lleva la memoria al Kiyomizudera de Kyoto (Japón), construido del mismo modo.
Emprendemos el camino que une el salón de la Oración con el siguiente punto. De verdad que las distancias aquí son inmensas, parece que nunca llegues a los sitios…
Después de caminar al menos 2km a la solana, llegamos a la Bóveda Imperial del Cielo. También conocido como Pabellón del Eco. Este era un lugar de culto donde los emperadores rezaban a sus antepasados. El recinto lo complementan el Palacio del Ayuno y el Almacén de los instrumentos musicales, además de unos bonitos jardines.
Como veis tiene aspecto similar al anterior pero es de menor tamaño y está rodeado por un muro circular que produce eco. Dicen que se puede escuchar lo que otros hablan desde cualquier punto del muro… Y aquí ya veis a un montón de chinos pegando voces. No sé exactamente qué pretenden, si que otros oigan su berrido o conseguir su propio eco 😀
Subimos la escalinata y entramos al interior del edificio que es realmente bonito. Y ofrece unas vistas muy chulas de esta parte del Templo del Cielo.
Caminamos otros tantos metros hasta llegar al último edificio más importante del templo, el Altar Circular. Construido unos cien años después que el resto de edificaciones. Destinado para las ofrendas a los dioses a cambio de buenas cosechas. Está formado por 3 terrazas concéntricas de mármol blanco. Formadas por 9 escaleras cada una (el 9 es muy importante en China). En la cual la terraza superior simboliza el cielo y es un mosaico de 9 anillos. Cada uno formado por 9 piedras, de manera que el noveno anillo equivale a 81 piedras.
Decidimos hacer un parón para comer, necesitamos sentarnos un rato y cargar pilas. Vemos un par de chiringuitos de comida en los jardines que hay junto a la Bóveda Imperial. Nos decantamos por uno en el que comemos unos espaguetis a la boloñesa con un agua y una cerveza (108¥). No está nada mal y las mesas están a la sombra, y corre un poco de aire que nos ayuda a refrescarnos un poco de los 31ºC que hay al sol.
Después de comer, decidimos dar por concluida la visita al templo. Estamos agotados de tanto caminar bajo un sol abrasador… pero aún tenemos que caminar otros 30 minutos a paso ligero por el parque Tiantan. Al fin, llegamos a la salida este que queda junto a la boca del metro.
Vemos que a pocos pasos está el mercado de las perlas y vamos a echar un vistazo… Se trata de un edificio de 4 plantas repleto de tiendas de bolsos de imitación, joyería, perlas y seda (o eso se supone). Y lleno hasta la bandera de turistas intentando conseguir una ganga… Nosotros nos vamos derechos a la terraza de la 4ª planta dónde leímos que se ve el templo del Cielo. Pero la vista no mata mucho porque los árboles del parque son casi tan altos como el edificio en el que estamos.
Antes de volver al metro, paramos a tomar un té y retomar fuerzas en un Starbucks. Después de un delicioso frapuccino de té verde (ya os dije que me volvería adicta a esta bebida en este viaje…), tomamos el metro de la línea 5.
Hacemos trasbordo a la línea 2 hasta la parada de Beijing Railway Station (3¥). Venimos hasta aquí a hacer un pequeño trámite… Salimos del metro y nos dirigimos a las taquillas de la principal estación de tren de Beijing.
Nos equivocamos de taquillas para hacer el trámite y nos mandan de malas formas a las correctas. Situadas a la derecha de la entrada principal de la estación.
Ahora si, presentamos la reserva de los trenes que nos compraron los chicos de la agencia DIY China Travel, junto a los pasaportes. Y en un momento nos cambian la reserva por los billetes de tren de Beijing a Pingyao, y de Pingyao a Xi’An. Tenemos que pagar 10¥ por cambiarlos antes de la fecha del viaje. Pero preferimos pagar esa miseria a ir con apuros el día que toque coger el tren hacia el siguiente destino.
Estamos agotados, hoy hemos caminado muchísimo y decidimos volver al hotel un rato a descansar. De nuevo tomamos la línea 2 de metro y hacemos trasbordo otra vez a la 5, hasta Sinshekou (3¥). En la estación compramos un agua y un Redbull en las máquinas de bebidas que hay (12¥), para recargarnos un poco de energía 😉 Cuidado muchas máquinas de bebidas de las estaciones sólo aceptan monedas (ni billetes ni Beijing Card).
Justo frente al hotel vemos una sucursal de China Unicom, una operadora móvil local. Decidimos entrar a ver si conseguimos comprar una tarjeta SIM local para poder tener internet todo el tiempo. En el aeropuerto no encontramos ninguna oficina, y aquí no hay wifi en ninguna parte… Tengo que deciros que aquí vivimos toda una experiencia, de esas que piensas «si lo consigo, ya puedo ir a cualquier parte del mundo» 😀
Cuando entramos en la tienda, vemos como los dependientes se miran entre ellos rifándose quien es el pringao al que le toca atender a los guiris que acaban de entrar… Nos envían a uno de ellos que chapurrea algo de inglés. Ellos se deben sentir aliviados, pero nosotros también de encontrar alguien que ¡nos entienda! Aunque sea un poco 😛
Tras pedirle lo que queremos, nos hace una fotocopia del pasaporte, nos da un ticket y nos envía a unas mesas dónde hay más dependientes. Hay 3 chicas libres y todas se hacen las longuis, nos queda claro que no hablan inglés… Finalmente una de ellas accede a atendernos pero llama a otra compañera que también habla algo de inglés.
Después de mucho esfuerzo conseguimos nuestro objetivo: ¡¡comprar una tarjeta de 100MB de datos, 50 minutos de llamadas para 1 mes por 50¥!! Toda una experiencia que a nosotros, una vez en el hotel, nos da por reír mientras se lo explicamos a los nuestros por Whatsapp… vaya situación surrealista. Algo que puede parecer sencillo, ¡en China se convierte en toda una hazaña!
Descansamos una hora, y luego salimos de nuevo hacia el metro. Línea 5 hasta Dongsi (3¥). La idea inicial era visitar un cat cafe pero tras otra buena caminata no damos con el lugar que buscábamos… Vvolvemos al metro línea 5, luego trasbordo kilométrico a la línea 2 hasta Qianmen (3¥) y salimos por la A.
Vemos a nuestra derecha la enorme plaza de Tian’namen iluminada. Pero nosotros vamos hacia la izquierda haca Qianmen Pedestian Street, la calle comercial más antigua de Beijing.
Recorremos unos metros rodeados de casas de aspecto tradicional, un antiguo tranvía y tiendas de todo tipo. Han conservado la esencia y la arquitectura originales y es un placer pasear por ella.
Entramos en la 2ª calle a la derecha donde vemos varios restaurantes y nos decidimos por el Master Kong. Un restaurante sencillo en el que tomamos un plato de arroz con unos encurtidos y un refresco (84¥) la mar de buenos.
Salimos de nuevo a la calle y nos encaminamos hacia el metro. Frente al inicio de la calle se encuentra la antigua puerta de Zhengyangmen.
Punto muy importante en la historia de la ciudad ya que se trata de la puerta más alta de la muralla de Pekín. Se conserva de origen junto a una de las torres de vigilancia. Como curiosidad, decir que esta puerta coincide con el punto 0 de las autopistas de toda China.
Nos arrastramos literalmente de camino al hotel. Ya no podemos con nuestro cuerpo… Tomamos de nuevo la línea 2 con su trasbordo interminable hasta la 5, y en unos 30 minutos llegamos a la parada del hotel (3¥).
Compramos agua en las máquinas de la estación (5¥) y nos vamos derechos a la habitación. Estamos realmente agotados, de nuevo hemos caminado un mínimo de 18km. Alucinamos en colores cuando nos damos cuenta de cómo están las suelas de nuestras bambas… Las mías tienen una semana y ¡mirad la suela después de 3 días de caminata por Beijing!
Las de mi marido están en un estado similar y solo hace un mes que las estrenó… Ducha y a dormir, mañana más caminatas para acabar de conocer la ciudad 😉