14/09/2017 (día 2): conocemos la gran Ciudad Prohibida y sus alrededores con la Tian’namen Square, la Colina del Carbón y los hutongs del centro de la ciudad
Como sospechábamos a las 5h nos despertó el hambre, así que picoteamos algo de lo que compramos anoche y volvemos a dormir hasta las 9,30h. Nos levantamos y bajamos a desayunar al Starbucks que tenemos justo delante del hotel. Tenemos que cargar pilas porque hoy será un día de mucho caminar… nos vamos a visitar la Ciudad Prohibida y sus alrededores.
Tomamos un par de dulces, un capuccino y un frapuccino de té verde -será mi bebida favorita del viaje- (96¥). Nos cuesta un poco pedir porque el inglés de los dependientes es justillo… Pero ¡desayunamos como reyes! Igualmente, llevamos en la mochila algo más de picoteo. Ya sabemos de otros viajes, que con el jet lag, los primeros días, los horarios van locos.
Vamos a buscar el metro y tras un trasbordo eterno y un par de paradas más, llegamos a Tian’namen East Station (trayecto 3¥ pp). Si queréis salir hacia la plaza debéis salir por la D. Si queréis ir directos a la Ciudad Prohibida, tomad la A. Aunque no padezcáis que tanto si salís por la D como por la A, hay un paso subterráneo tras los controles de seguridad que comunican ambos lugares.
Mientras hacemos la cola para pasar el control de seguridad, disfrutamos de la vista tan chula que tenemos ya 🙂
Si, leéis bien… los chinos son unos neuróticos y tienen controles de seguridad casi en todas partes. Para acceder a la zona, tenemos que pasar las mochilas por un escáner y nosotros por un arco detector de metales.
Salimos del metro por la D, con la idea de visitar la plaza de Tian’namen. Considerada la más grande del mundo y símbolo de la nueva República Popular China, pero una vez allí y viendo su tamaño… decidimos que los 440.000 m² de plaza los veremos al atardecer. Así que, cruzamos por el paso subterráneo hacia la Ciudad Prohibida.
Hay que caminar un buen tramo, y cruzar varios fosos y puertas hasta llegar a las taquillas. ES IMPRESCINDIBLE LLEVAR PASAPORTE. Te lo pedirán al comprar la entrada (pagamos 60¥ pp). Registran a todo aquél que entra al edificio más importante del país, seas de dónde seas. Incluidos los chinos. Ya os digo que los chinos son bastante neuras con la seguridad…
Como seguramente ya sabréis, la Ciudad Prohibida fue la residencia oficial del emperador de china durante casi 500 años. Hoy alberga el Museo del Palacio. Cruzamos una gran puerta, y entre altos muros de piedra, nos adentramos en el conjunto de edificios.
Atravesamos una puerta más acabando de cruzar las murallas que protegen la Ciudad rodeados por tres millones de chinos. Y alucinamos con el tamaño de la plaza principal frente al pabellón de la Gran Armonía.
Durante 2h 30, recorremos los diferentes pabellones y plazas que conforman este inmenso Palacio Imperial. Disfrutamos de la sensación de estar en un lugar histórico y al que teníamos muchas ganas de venir.
Nos sorprende la cantidad de detalles arquitectónicos que hay, tanto en los edificios como en las barandillas y puentes. Algunas formas de los tejados, nos recuerdan a los templos visitados en Nikko (Japón) y Hong Kong. Aunque no podemos acercarnos demasiado, vemos el antiguo trono del Emperador en el pabellón de la Gran Armonía.
Intentamos estar lo menos posible en pabellones principales y movernos más por zonas laterales del Palacio. Éstas están menos concurridas. Hay muchísima gente visitándolo, sobretodo locales.
Recorriendo el complejo, descubrimos algunas curiosidades del lugar, como los Guardianes del tejado, estatuas situadas en las esquinas de los tejados, son los encargados de proteger el edificio en el caso de incendio.
Igual que en el Monasterio de Po Lin en Lantau, aquí también vemos parejas de leones Fu custodiando la entrada de los pabellones. Parecen iguales, pero no lo son. El león tiene una pelota bajo una de sus patas, mientas que la leona tiene un cachorro.
En el centro de las escaleras de acceso de los edificios principales, vemos estas rampas de mármol con dragones tallados. Forman parte de la Calzada Imperial, reservadas para el carruaje del Emperador.
Algo que llama mucho de la cultura china es la armonía numérica, también representada en la Ciudad Prohibida y basada en los números impares. Especialmente importante aquí el número 9. La ciudad posee 9.999 estancias y las puertas de uso imperial están decoradas con 81 tachuelas (9×9).
En el recinto, encontramos algunas tiendas de artesanías. Compramos una figura de madera que representa un Emperador (30¥). Ya tenemos nuestro primer recuerdo del viaje para casa 😉
En uno de los pabellones vemos expuestas estatuas que había en las distintas estancias del palacio. Son realmente bonitas y algunas son muy antiguas. La más, data del año 550 y se trata de un gran Buda de piedra. ¡Es increíble poder estar frente algo con tantos años de historia!
Llegamos a los Jardines Imperiales, con un aspecto zen muy cuidado. Después de recorrerlos, compramos una bebida isotónica y un agua (15¥). Nos sentamos un ratito a la sombra a descansar antes de salir del recinto.
Debo decir que el clima en China, como en muchos países asiáticos, es ¡tremendamente húmedo! Lo que da una sensación de calor agobiante y te hace ir todo el día sudando como un pollo… Veníamos un poco preocupados por el tema de la contaminación y traíamos mascarillas de alta filtración por si era necesario. Decir que sólo hoy las usamos un rato hoy. El resto de los días que estuvimos en China las cifras de contaminación no era más elevadas de lo que son en cualquier gran ciudad europea.
Tras un pequeño descanso, salimos pasadas las 13.30h por la Puerta Norte de la Muralla que rodea la inmensa Ciudad Prohibida. Nos parece una pasada haber podido visitar un lugar con tanta historia. Me voy con la misma sensación que cuando visité las Pirámides de Gizeh 🙂
Justo en frente de la Puerta Norte encontramos el Parque Jing… También conocido como la Colina del Carbón. Estos otros Jardines Imperiales fueron construidos sobre la tierra extraida para construir la Ciudad Prohibida. Viendo la altura de la colina, y del rato que llevamos caminando por la Ciudad Prohibida, deducimos que extrajeron unas pocas toneladas de tierra…
Compramos la entrada (2¥ pp). Vamos derechos a la escalinata que lleva a lo más alto de la colina.
En el camino, nos encontramos con otros edificios, como pequeños templos y casas de té.
Tras una buena sudada escalera arriba, llegamos a lo alto de la colina, junto al templo Wancheng Ting.
Visitamos el pequeño templo que alberga un bonito Buda y luego nos asomamos a la terraza, el mayor reclamo de este lugar. Y es que desde ella, tenemos unas fabulosas vistas panorámicas de toda la Ciudad Prohibida. Si desde dentro parecía enorme, ¡desde aquí se ve inmensa!
También hay muy buenas vistas de la ciudad de Beijing desde aquí arriba. ¡Esta ciudad es enorme! Estando aquí comprendemos porqué es considerada una de las ciudades más pobladas del mundo, con más de 21 millones de habitantes.
Tras un rato aquí admirando el skyline, bajamos hacia la entrada del parque. Cuando llegamos vimos un chiringuito dónde servían comida. Sin darnos cuenta se nos han hecho casi las 15h y tenemos hambre. Compramos un par de platos de fideos, un botellín de agua la mar de mono y un vaso de kéfir (40¥). Nos sentamos en unas mesas a la sombraa comer. Los fideos no están nada mal y menos teniendo en cuenta que nos han costado ¡2€!
Tras la pausa, salimos a conocer los alrededores de la Ciudad Prohibida. Callejeamos por los hutong, callejones que forman el casco antiguo de la ciudad. Muchos de ellos datan de las dinastías Yuan, Ming y Qing así que imaginad lo antiguas que son algunas casas… en los hutong, las casas se construyen de manera que toda la familia vive junta, en casas individuales construidas alrededor de un patio central cuadrado.
Muchas de las viviendas no tienen baño, por lo que usan baños comunitarios. Encontramos varios durante el paseo. Es un lugar con mucho encanto y pocos turistas se deciden a pasear por estas calles a pesar de que nos parecen seguras.
Tras otro buen paseo (madre mía aquí las distancias son enormes…), y cruzar una zona de hutongs más «pijillos», llegamos al metro.
Tras un par de paradas con un trasbordo súper largo entre medias, llegamos al hotel (trayecto 3¥). Son casi las 17h y entre el jetlag, el calor y la tremenda caminata que nos hemos pegado hoy, estamos ko. Nos echamos una buena siesta en el fresquito de la habitación, la necesitamos.
Luego, con las pilas recargadas, decidimos acercarnos a Tian’namen de nuevo. Hacemos el mismo trayecto de esta mañana (3¥), y salimos directos por la D. Pero para nuestra sorpresa, después de pasar el control de seguridad, vemos que muchísima gente viene hacia nosotros. Además, en el paso subterráneo, hay policías que no dejan pasar hacia la plaza…
Cruzamos hacia la Ciudad Prohibida a ver si averiguamos porqué no dejan pasar, pero no conseguimos enteramos del motivo. De modo que nos quedamos con las ganas de poder ver más de cerca los monumentos que constituyen la inmensa plaza.
Nos contentamos con ver un bonito atardecer sobre la Plaza (en la distancia) y sobre la entrada principal de la Ciudad Prohibida.
Volvemos al metro y bajamos en Wangfujing (2¥). Recorremos de nuevo la calle comercial, aunque hoy también pasamos de los puestos de comida. No nos llaman nada. Entramos en un gran centro comercial, el APM, dónde nos damos cuenta que los chinos son grandes consumistas también.
Damos una vuelta viendo las tiendas que hay y decidimos cumplir la tradición viajera de «McDonalds por el mundo». Tomamos un par de menús (56¥). Y aquí, tenemos la excepción que confirma la teoría que todas las Big Mac del mundo saben igual :O Estas hamburguesas están más bien malas… La salsa y el queso no tienen nada que ver con los que usan en el resto del mundo.
Son casi las 21h cuando volvemos al hotel. Llevamos varios kilómetros de caminata hoy y aún estamos algo tocados por el jetlag… ducha, charla con los nuestros y a dormir. ¡Mañana toca una visita muy esperada!