18/09/2017 (día 6): nos despedimos de Beijing en un Cat Café entre hutongs y nos trasladamos en tren bala a Pingyao
Hoy no me puedo levantar, ¡qué agotamiento! Son las 9h cuando conseguimos salir de la cama… cerramos las maletas, desayunamos en el Starbucks como de costumbre (101¥) y luego volvemos al hotel a hacer el check-out. Tenemos suerte y nos guardan las maletas hasta la tarde, así podemos aprovechar la última mañana en Beijing sin arrastrar maletas todo el día. Nos despedimos de Beijing y esta tarde nos trasladamos a la tradicional Pingyao.
Cogemos el metro hasta la parada de Andingmen (3¥) y tras caminar unos 10 minutos entramos en el Fensiting Hutong. Me sigue asombrando que a pesar de estar en la ciudad más poblada del mundo con 21.710.000 habitantes, estando en un Hutong tienes la sensación de estar en un pequeño pueblo…
Nuestro objetivo esta mañana es visitar un cat café que vimos ayer por internet. A pesar de que tenemos el mapilla, nos cuesta un poco dar con él. Pero gracias a una señora que nos ve buscando el número de la casa y nos señala por dónde ir, damos con el local.
Esto es algo muy curioso… aunque pueda parecer que esa «inocente» señora estuviera ahí de paso, en realidad, estaba controlado. Controla quién somos y a dónde vamos. En China, los vecinos colaboran con la policia en la vigilancia de sus barrios. Sobretodo, las señoras mayores. Cuando ven a alguien que no toca que esté ahí, avisan a la policia para que venga a ver. Probablemente, si no hubiéramos entrado en la cafetería y hubiéramos seguido paseando, en algún momento nos hubiéramos topado con un poli.
Entramos en el local y aunque solo hablan chino, por señas nos apañamos con la dependienta. Con la ayuda de su tablet conseguimos pedir un par de tés y un dulce (96¥) que nos tomamos rodeados por gatos que la dueña ha rescatado y cuida aquí.

A pesar de ser gatos rescatados de la calle, todos son muy dóciles y se dejan coger y toquetear. Son muy mimosos y si no los tocas tú, te vienen ellos y se ponen en tu falda para que los acaricies. Al poco de estar, llega una mujer con un peque y se sorprenden muchísimo al ver a unos occidentales aquí 😛
A las 12h volvemos al metro recorriendo de nuevo las calles del hutong. Como os digo son como pequeños pueblos. La gente tiene las puertas de casa abiertas, tienden en la calle y se sientan a hablar con los vecinos.
Bajamos en la parada del metro del hotel, la Senshikou de la línea 5 (3¥), y decidimos comer antes de recoger las maletas. Vamos al local dónde cenamos la 1ª noche, el Dunk. Pedimos un par de platos de pollo con arroz, un refresco y una cerveza (112¥). En realidad los platos valen menos que la bebida… los refrescos y el alcohol tienen un plus en China. La comida está deliciosa 🙂
Recogemos las maletas del hotel y volvemos al metro para ir a la estación de trenes del oeste, la Beijingxi (línea 7 del metro, 4¥). Al salir del metro, devolvemos las Beijing Card en las taquillas de atención al usuario puesto que no las vamos a utilizar más. Y nos devuelven el depósito y lo que nos quedaba de saldo.
Para entrar a la estación debes mostrar los billetes y el pasaporte en las taquillas de la entrada, ya que los billetes son nominales y con número de pasaporte.
Y debemos pasar un control de seguridad. Accedemos a un gran hall con pantallas que muestran las salas de espera de los distintos trenes.
Compramos un par de frapuccino de té verde en el Starbucks (52¥), todo un vicio en este viaje, y un agua en una tienda pequeña (3¥) y vamos hacia la sala de espera 10 según indican en los paneles.
Hay muchísima gente esperando ya y apenas hay asientos para unos pocos, pero vemos que la mayoría ya hace cola para el acceso al andén a pesar de que faltan 45 minutos para la salida del tren. Como ya hay muchísima gente esperando, decidimos hacerlo nosotros también por aquello de «dónde fueres, haz lo que vieres». A las 15h abren los accesos, pasamos el billete por una máquina y bajamos al andén.
Caminamos hasta el vagón 14 (de 16 que tiene el tren) y vamos a nuestro asiento. La verdad es que suerte que decidimos ponernos a la cola con tiempo porque vemos a gente corriendo por el andén y subiendo al tren in extremis.
Nos reímos solos al ver que es un intento de copia del shinkansen japonés, pero menos veloz (solo llega a los 241km/h) y menos confortable (asientos estrechos y sin reposa pies). Aun así, el trayecto se hace ameno. Dormimos un rato y compramos unos snack para merendar a mitad de camino.
El tren hace varias paradas de unos 15 minutos cada una… y tras 4h 15 minutos llegamos a Pingyao Old Town Station. Cuando nos estamos acercando al destino, vemos que mucha gente se prepara para bajar y nosotros también lo hacemos. Después de varias paradas de hasta 15 minutos, por megafonía avisan que aquí el tren sólo para ¡¡2 minutos!! Así que os recomiendo estar preparados cuando el tren llegue a la estación puesto que aquí baja mucha gente y la parada es realmente corta.
Cuando salimos a la calle el chico del hostal nos está esperando para llevarnos gratis con su coche hasta el alojamiento tal y como acordamos por mail. Escogimos el Pingyao Xiangshengyuan Guest House para nuestra estancia en la ciudad, con muy buenas puntuaciones tanto en Booking como en Trip Advisor.
El hostal se encuentra dentro de la Ciudad Amurallada, cerca de una de las puertas de entrada de la Muralla. Tardamos unos 20 minutos en llegar y ya desde el coche nos damos cuenta que este lugar tiene mucho encanto y que ha sido todo un acierto venir hasta aquí 🙂
Hacemos el check-in con ayuda del traductor del móvil y por señas. Algo surrealista pero la dinámica en China… Tras dejar pagada la estancia, nos enseñan la casa construida al más puro estilo tradicional chino, con su patio interior y su altar incluido. Y luego nos llevan hasta nuestra habitación, también de estilo tradicional.
Nos dicen que nos dan una de categoría superior por el mismo precio, lo cual agradecemos. El alojamiento lo regentan padre e hijo, y aunque hablan muy poco inglés entre su traductor, el nuestro y las ganas que le ponen, nos entendemos la mar de bien con ellos. La cama nos sorprende un montón, de estilo tradicional pero que resultará ser muy cómoda. Y el baño, del estilo a algunos que ya habíamos usado en Indonesia con la ducha abierta.
Dejamos las cosas y salimos a dar un paseo. Menudo lugar, te traslada a otra época…
Decidimos ir al cruce principal de la zona amurallada para cenar. Buscamos un restaurante que nos ha recomendado el chico del hostal y que se encuentra en el cruce de la East St con la South St. Se trata del restaurante Lui Shop.
Pedimos también por señas, decantándonos por un variado de 7 platos típicos de la zona cada uno, más un par de refrescos (86¥). Está muy bueno todo, pero para mi gusto es excesivamente picante…
Son las 22h cuando acabamos de cenar. Volvemos al hostal dando un paseo la mar de agradable rodeados de farolillos rojos y casas antiguas. Ducha y a dormir, mañana recorreremos la ciudad 😉