30/09/2014 (día 15): volamos a Flores para conocer a los Dragones de Komodo, hacemos un snorkel súper chulo en Kelor Island y vivimos uno de los mejores atardeceres viajeros
4,45h y suena el despertador… Vaya nochecita, no hemos pegado ojo. Toda la noche ha habido un vaivén de gente por los pasillos hablando a voces que no nos han dejado descansar. Aún así nos levantamos emocionados. Hoy cambiamos de isla, volamos a Flores en la región de Nusa Tenggara. Situada al este de Indonesia y formada centenares de islas entre las que se encuentra el Parque Nacional de Komodo y si, vas bien… si tenemos suerte, podremos ver ¡Dragones de Komodo!
Hacemos el check-out del hotel y pedimos un taxi para ir a la terminal de vuelos domésticos del Ngurah Rai Internasional Airport (43.000 rupias). No es que haya escrito mal internacional, es que los indonesios lo escriben así 😀
Nos dirigimos a los mostradores de Garuda Airlines. Allí cambiamos voucher que te mandan por email cuando compras los vuelos por los billetes, y facturamos las maletas (incluidas en el precio). Tras esto, pasamos a la zona de embarque. Como os comenté hasta final de octubre de 2014, Garuda incluía las tasas aeroportuarias en el precio así que nos evitamos pagarlas al pasar los controles de seguridad.
Aprovechamos que nos queda un ratito libre para ir a una cafetería del aeropuerto a desayunar (190.000 rupias los dos). Tengo que contaros que este es un trayecto que nos hace especial ilusión. Sumaremos un nuevo medio de transporte a la lista de los usados en nuestros viajes, y es que ¡volaremos en un avión de hélices! Puede que muchos piensen que estos aviones son más inseguros, pero al contrario, se ha demostrado que tienen una tasa de fiabilidad mayor que los convencionales. Y una vez probado, tengo que decir que para el tamaño del avión notamos menos turbulencias que en cualquier avión tipo A-320.
Nuestro vuelo sale puntual a las 7,10h de la mañana. Tenemos la hélice junto a nuestra ventanilla, así que podemos verla de cerca. El despegue es de lo más curioso, parece que le falte pista para coger velocidad y una vez en el aire le cuesta un poco más coger altitud. Esto te permite poder disfrutar con calma de las vistas durante la maniobra de despegue, pero no notas tanto ese «gusanillo» en el estómago al levantar el vuelo. Una vez en el aire, disfrutamos de las vistas sobre la costa de Bali.
Este avión es más pequeño de lo que estamos acostumbrados. Son unas 20 filas de 2 asientos a cada lado del pasillo. Los asientos son anchos y muy cómodos. A mitad de camino nos sirven un tentempié que no está nada mal.
Hemos tenido suerte, nos ha tocado el asiento en el lado izquierdo del avión y tal y como leí por internet antes del viaje, a unos 10 minutos de Bali se pude ver el cráter de un volcán que provocó una de las mayores erupciones registradas en todo el mundo. Fue tan bestia que hizo que cambiara el clima en ¡¡todo el planeta durante un año!!
Además, podemos disfrutar de las vistas de la costa de Bali, de las Nusa y Lombok y de otras islas que vamos sobrevolando… se nota que Indonesia está en el conocido «cinturón de fuego del Pacífico» porqué en la mayoría de ellas vemos cráteres volcánicos y montes humeantes… Durante el trayecto no podemos parar de hacer fotos y vídeos, ¡esto mola mucho!
Llegamos según lo esperado a las 8,45h al Aeropuerto InternaSional de Komodo y como es habitual, nos dejan en pista y nos dirigimos a pie hasta la terminal. Aquí descubrimos que muchos de los pasajeros se quedan en el avión porque es una especie de bus con alas y tiene ¡dos paradas! La primera es Labuan Bajo y luego sigue hacia otra isla. ¡Mola!

Cuando llegamos a la terminal, nos damos cuenta de algo… y es que vemos cómo descargan las maletas del avión y entre ellas, están las nuestras. Luego las llevan con un carrito hasta la terminal y las dejan en la única cinta que hay en el aeropuerto. De nuevo es una terminal pequeña de 3 salas, una para las llegadas, otra para el embarque y la de facturación, eso si se ve todo muy nuevo.
Una vez tenemos nuestro equipaje, salimos y nos encontramos con Franciska de la agencia Florescharm Tours & Travel con quien hemos contratado el tour para los dos días y medio que estaremos en Flores. Este es el tour que más caro nos salió (6.800.000 rupias) pero lo lleva todo incluido: guía de habla inglesa, barco a Rinca, entrada al PN de Komodo, snorkel, unas cuevas y unas cascadas, comidas, alojamiento y transporte. Quizá hubiéramos podido conseguir algo más barato contratando en destino, pero preferíamos llevarlo todo atado desde casa.
Franciska nos lleva en su coche hasta el puerto de Labuan Bajo, haciendo una pequeña parada de camino para tener una vista panorámica del puerto y de la pequeña localidad.
Al llegar, le pagamos el precio acordado y nos acompaña hasta el barco con el que iremos a la isla de Rinca y en el que nos espera Nis, nuestro guía para estos días. Nos ayudan a subir el equipaje al barco y nos ponemos cómodos. El trayecto hasta la isla es de 2 horas. Junto al embarcadero hay unos erizos con mucha pinta de mala leche, ¡vaya púas! Por lo visto son muy venosas…
El capitán del barco nos explica dónde está el bote y los chalecos salvavidas y cómo debemos usarlos en caso de necesidad. Zarpamos hacia la isla de Rinca. Aunque el mar está tranquilo, el barco es del estilo a los klotok de Borneo por lo que la barandilla es muy bajita y parece que te vayas a caer de un momento a otro… Hay dos bancos acolchados en la cubierta, nos ponemos cómodos y disfrutamos del trayecto. ¡Las vistas son espectaculares! Un mar azul intenso que varía de color en las playas que rodean las cientos de islas que conforman este archipiélago. Viendo todas las islas que nos rodean -y las que no llegamos a ver- entiendes porqué Indonesia está conformada por más de 17.000 islas… muchas de ellas son pequeñas y están deshabitadas.
Observamos que estas islas tienen un aspecto totalmente diferente a lo que llevamos visto hasta el momento,y recordamos que hemos cruzado la línea de Wallace…. la línea que marca un límite biogeográfico a través del archipiélago malayo (Indonesia y Malasia) y que separa los continentes de Asia y Oceanía.
A mitad del siglo XIX, Russell Wallace, observó cómo la fauna y flora eran notablemente distintas a cada lado de la línea a pesar de la cercanía entre islas y la relativa similitud climática, pero reflejaban historias evolutivas separadas de las especies que habitaban en cada zona. De forma que trazó una línea de separación que cruza entre las islas de Bali y Lombok, Borneo y las Célebes y llega al sur de Filipinas como podéis ver en la siguiente imagen extraída de Wikipedia:

¡Vaya rollo que os acabo de soltar! 😛 Como os contaba, observamos cómo la tierra es más árida en esta zona de Indonesia y el calor es algo más seco que en Bali, ¡algo que se agradece muchísimo! Ir a bordo del barco, con la brisita, maravillándonos con las vistas de todas las islas que nos rodean es fantástico. ¡La cámara ya saca humo!
Nis, nuestro guía de habla inglesa en Flores, nos explica muchísimas cosas sobre las islas de Flores, su ciudad Labuan Bajo y del Parque Nacional de Komodo al que nos dirigimos. Es un chico joven, de unos 18 o 20 años, habla un inglés la mar de bueno y le pone ganas… Se interesa muchísimo por cosas de nuestro país y pasamos el trayecto charlando, lo que lo hace la mar de ameno. Nos dice que a estas horas la marea está baja y por ello en algunas islas podemos ver la arena que las rodea. Nos cuenta que algunos hombres recorren esas zonas con rastrillos y redes para recolectar crustáceos… al estilo de los percebeiros gallegos, ¡vaya!
Tras 2 horas de trayecto súper agradable con estas vistas, llegamos a la isla de Rinca en la que se encuentra una parte del Parque Nacional de Komodo. Fundado en 1980 con el objetivo de proteger al dragón de Komodo, en el parque vive en total libertad. Cuenta con una superficie de unos 1.238 km² que abarcan las islas de Komodo, Rinca y Padar, y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1991 y una de las 7 Maravillas Naturales del Mundo en 2011.
En el embarcadero hay varios barcos atracados ya… Nos embadurnamos de repelente de mosquitos y protector solar, cogemos las botas de trekking, gorras y cámaras y ¡vamos allá! Para llegar al embarcadero hay que saltar de barco en barco, con cuidado de no caer al agua ya que nos advierten que puede haber cocodrilos de agua salada (con muy mala leche) y dragones de Komodo… Tras llegar al embarcadero sin sufrir bajas, debemos recorrer unos 10 minutos a pie hasta llegar a la entrada oficial del parque dónde como podréis imaginar cayeron varias fotos de rigor 😉
Y tras el momento «soy turista y se nota», Nis nos explica algunas cosas importantes que debemos conocer antes de acercarnos más al parque:
1. Los dragones solo ven tres colores: blanco, marrón y negro. ¡Fantástico, voy de negro!
2. Son sensibles a los movimientos en péndulo y a las cosas brillantes. ¡Fantástico otra vez, llevo la cámara al cuello y el objetivo brilla!
3. Si te persiguen -bastante probable en mi caso teniendo en cuenta los puntos 1 y 2…-, debes correr en zig-zag e intentar subir a un árbol cuánto antes. ¿¡A qué árbol si esto es un secarral?! ¡¿Correr, cuánto?! ¡¡Pero si estos bichos alcanzan los 20km/h!!
Madre mía, no sé si quiero seguir andando… 😀 Tras unos minutos más a pie, llegamos al campamento dónde viven los ranger del parque. Vemos que todas las casas de madera que hay en el campamento están elevadas. Como intuíamos, es para evitar la entrada de «intrusos no deseados» en las casas.
Hay tres recorridos por el parque en Rinca: el básico que dura una media hora y que recorre la zona cercana al campamento (aprox 1km); el intermedio que dura una hora y media y recorre unos 3km, lo que es buena parte del parque; y el largo que recorre el parque al completo (unos 5km) y dura dos horas y pico. Nos decantamos por el recorrido intermedio ya que hace un calor terrible y creemos que dará para ver bastante… Nis nos presenta al ranger que nos acompañará en el recorrido. Él nos esperará en el campamento.
Nada más presentarnos, vamos hacia el inicio del recorrido que pasa junto a las cocinas y ¡bingo! ¡Hay un montón de dragones echando una siesta! ¡Madre mía, si en foto ya impresionaban, en vivo ni te cuento! Los dragones de Komodo son los lagartos más grandes del mundo con una longitud media de 2-3m metros y unos 70 kg de peso. A consecuencia de su tamaño, son superpredadores de los ecosistemas en los que habitan. Se cree que es uno de los animales más antiguos del mundo y que su historia se remonta a hace 4 millones de años.
Cada bicharraco de esos es más grande que yo e impone de verdad. Están bastante quietos y el ranger nos cuenta que solo están así cuando hace poco que han comido. Por lo visto el solete les acelera la digestión -son rumiantes-. Aún así, vemos cómo más de uno saca la lengua y la mueve sin parar… ése es su sentido del olfato y de la orientación y según parece, pueden oler a una presa de 4 a 9km de distancia…
Por lo que había leído antes del viaje, los que hay junto a las cocinas son fáciles de ver… aunque la gente normalmente hablaba de uno o dos dragones… y me sorprende gratamente encontrar tantos. No sabemos si veremos más durante el recorrido ya que es cuestión de suerte, pero puedo decir que habiendo visto estos ya me doy por satisfecha. Estar a poco más de un par de metros de estos animales con aspecto prehistórico y poder observarlos con detalle ya es todo un hito para nosotros.
Nos encaminamos hacia el interior de la isla. El ranger nos advierte que debemos caminar tras él todo el tiempo. No detenernos si no lo hace él, no separarnos y no acercarnos a los animales a menos de 2-3 metros. Él lleva un palo robusto acabado en dos puntas. Nos dice que lo utiliza para bloquear la boca en caso de que un dragón se nos acercara.
El dragón de Komodo tiene una aceleración rápida por lo que te puede atacar en pocos segundos. Su modus operandi es morder a su presa, inyectando a través de su saliva varias bacterias y proteínas tóxicas que inhiben la coagulación, bajan la tensión arterial, provocan parálisis muscular e inducen a la hipotermia. Todo esto conduce a una pérdida de consciencia y a una parálisis. Momento que aprovecha para comerse a su presa. Por ello es altamente peligroso que te muerda un dragón y en caso de que ocurra, hay que actuar con urgencia.
Como os iba diciendo, empezamos el recorrido y a los pocos minutos el ranger nos avisa de que ¡ha visto uno! Se trata de una hembra cuidando de su nido. Nos colocamos tras unos árboles para estar más seguros. El ranger nos dice que podemos echar las fotos que queramos pero sin acercarnos más. Tampoco se me ocurriría la verdad… Nos explica que los dragones hacen varios agujeros en el suelo, de unos 2 metros de profundidad y colocan los huevos solo en uno. Así despistan a aquellos depredadores que se los quieran comer. La puesta suele ser en septiembre y hasta abril no eclosionan.


¡Qué pasada! Estamos teniendo mucha suerte 🙂 Tras unos minutos allí, seguimos con el recorrido. Sin poder evitarlo, te encuentras mirando hacia todos los lados intentando avistar alguno más y confundiendo las ramas que hay en el suelo o los troncos de algunos árboles con dragones 😀

Tras unos minutos más caminando con cuidado por la cantidad de raíces y ramas que hay por el suelo, llegamos a un claro entre varios árboles dónde veo a un búfalo. Lo comento con el guía y paramos en un lugar seguro para poder observarlo mejor.
Debe estar rumiando porqué está estirado en el suelo la mar de tranquilo. Nos mira pero no se mueve. Tiene un buen tamaño y nos llama la atención ver un búfalo aquí. No sé si os pasará lo mismo, pero nosotros relacionábamos a los búfalos con los peludos que hay por América del Norte.
En un punto del camino, vemos que hay varios árboles con cráneos de animales colgados. El chico nos dice que a algunos ranger les gusta coleccionar los que encuentran a veces en los recorridos de vigilancia que hacen y los cuelgan allí o a la entrada del campamento como ya vimos.
Cerca de allí vemos unos pájaros que los locales conocen como enamorados y dicen que son los animales más fieles que conocen. Por lo visto se emparejan de jóvenes y no se separan hasta la muerte. Y siempre van juntos a todas partes.
Seguimos caminando y pasamos la cuenca de un río por el que apenas pasa un hilo de agua (se nota que estamos en la época seca). Nos dirigimos hacia una zona más seca y menos arbolada. ¿Y si aparece uno ahora a qué árbol me subo si no hay? 😀
El ranger que nos ha tocado (no recuerdo su nombre) es la mar de majo. Es un chico de nuestra edad más o menos, y nos cuenta que lleva varios años trabajando en el parque. Su función no es solo acompañar a los que lo visitamos si no que también hacen seguimiento de todos los dragones que hay y de otras especies de animales. Vigilan que no estén enfermos o heridos y los protegen. Los dragones que viven en libertad están en peligro de extinción y son especie protegida por el gobierno de Indonesia.
Además nos explica muchísimas cosas sobre los dragones. Por ejemplo, nos cuenta que al nacer, las crías deben correr hacia los árboles y subir a lo alto de éstos cuánto antes para protegerse. De quedarse en tierra, su madre se los comería. Nos sorprende un montón este dato… la madre los protege mientras están en el huevo pero luego se los zampa si no espabilan… ¡alucina! Creo que es la única especie animal que no cuida de sus crías…
Los dragones más jóvenes viven en los árboles y solo bajan al suelo a buscar comida. Viven así hasta los 4 o 5 años de edad. Os dejo el enlace de Wikipedia sobre los dragones. Hay muchísima información por si os interesa saber más sobre estos animales.
Tras unos minutos más, nos encontramos con otro ranger que acompaña a otra pareja que están mirando a ¡otro dragón! Está echando una siesta sobre un tronco y la verdad es que cuesta verlo ¡¿eh?!
Los dos ranger se colocan a unos metros del animal y nos dicen que nos movamos con lentitud y que no nos acerquemos más de dónde están ellos, pero que podemos echar fotos con seguridad. ¡Qué pasada! Apenas estamos a 2-3 metros de él y podemos verlo con todo detalle. Su piel escamosa, sus garras, los colores, su cola que es casi tan grande como él… ¡todo!
Pasamos casi media hora aquí. A pesar del miedo que da el bicharraco, no podemos dejar de mirarlo y de pensar en lo afortunados que somos. Se trata de un animal salvaje, único en el mundo, en peligro de extición y nosotros tenemos la oportunidad de verlo en persona. Este viaje ha tenido momentos muy duros, momentos en que incluso llegué a pensar en irme antes de tiempo y en los que miré vuelos a otros países cercanos para darle un giro, pero poder estar aquí y ahora, hace que el viaje haya merecido la pena. Esta experiencia pasa sin duda a mi top ten viajero. Dudo que jamás pueda olvidar lo que siento en estos momentos…
El ranger nos dice de seguir con el camino, nos quedan unos 20 minutos de trayecto. No me puedo ir de aquí sin echar la mirada atrás y llevarme una última instantánea. Ha sido brutal.
Como nos dijo, en unos 20 minutos llegamos de nuevo a la zona del campamento y aquí hay algunos monos y ciervos a la sombra de los árboles. Hasta los animales se resguardan como pueden del calor sofocante que hace.
Una vez en el campamento, nos despedimos del ranger y nos reunimos con Nis en el bar-tienda. Nos compramos unas bebidas frescas (15.000 rupias los dos) y nos sentamos unos minutos para reponernos del calor. Nis nos pregunta por cómo ha ido y cuando le decimos todos los que vimos nos felicita. Por lo visto no es frecuente encontrar tantos en esta época del año.
Sobre las 12,45h, volvemos al embarcadero y subimos a bordo de nuestro barco que en seguida se pone en marcha en dirección a Labuan Bajo. Nis nos comenta que tras la comida tocará el snorkel. Nos cambiamos ya y nos ponemos más frescos y de nuevo, disfrutamos de estas maravillosas vistas 🙂
Una vez en mar abierto, el capitán nos sirve varios platos: tempuras de tofu, atún con una salsa agridulce, una ensalada, unos mie goreng, arroz blanco y berenjenas fritas. Comemos con Nis mientras el capitán sigue al timón. Todo está riquísimo y tras la caminata, entra la mar de bien. A eso de las 14h llegamos a la Kelor Island, una de las muchas islas que conforman la zona y en la que no vive nadie. Es una isla pequeña, rodeada de una playa de arena blanca en la que durante una hora y algo podremos hacer snorkel.
Entre el capitán y Nis atracan el barco a pocos metros de la playa. Nos ponemos el bañador y nos prestan unas aletas, unas gafas y un tubo, y nos ayudan a bajar del barco con una escalera. Estamos prácticamente solos aquí y nos parece un pequeño paraíso.
He hecho buceo desde pequeña con mi padre y es algo que me gusta muchísimo, en cambio mi marido no lo veía claro porqué nunca antes había hecho snorkel… Al ver que se trata de una playa tranquila y sin oleaje, con varios metros con poca profundidad y animado por mi que ya he empezado a ver pececillos y corales fantásticos, accede a hacerlo también. Le ayudo a ponerse el equipo y le explico cómo respirar por el tubo. Le digo que no se separe de mi y ¡allá vamos!
Vemos varias especies de peces nuevas para mi, de varios tamaños, de todos los colores y muchos son curiosos. Se acercan a nosotros y hasta nos rozan. Todo el fondo está cubierto de coral blanco y el agua está templada. Me sorprende que hay varios metros dónde casi vas rozando el cuerpo con el fondo de la poca profundidad que hay. Pero de repente, ves una caída al vacío, el agua se vuelve fría y no ves nada de lo profundo que es…
No conozco las mareas ni las corrientes de la zona y mi marido es la primera vez que bucea, así que evito acercarnos a esa zona por precaución y seguimos disfrutando de lo que vemos cerca de la orilla.
No tengo fotos ya que no llevo cámara acuática pero si os diré que mi marido acabó emocionado tras 40 minutos buceando, y salió diciéndome que cuándo repetimos 🙂 A mi me gustó mucho, hacía tiempo que no buceaba y poder ver peces y corales nuevos me encantó.
Empezamos a coger frío, así que decidimos salir y tomar un poco el sol. Le devolvemos el equipo al guía y le pedimos que nos pase la cámara y las toallas que dejamos en la cubierta antes de bajar.
Ponemos las toallas sobre la arena blanca y fina y nos echamos a tomar un poco el sol. Al poco llega una pareja de locales, ella lleva un burkini y se sorprende al verme a mi en bikini… Me llama la atención que no saben nadar, se mojan un poco las piernas y en seguida se van. De nuevo, nos quedamos solos sobre la arena. Cuando estamos bastante secos, decidimos recorrer la pequeña isla y echar unas fotos de este paraíso que no olvidaremos nunca.

Hay solo dos barcos más atracados en la isla por lo que estamos prácticamente solos. Tras recorrerla, cosa que se hace rápido porqué es una isla pequeña, volvemos al barco y ponemos rumbo al puerto de Labuan Bajo para dar por finalizado el tour de hoy. Sin duda hoy ha sido un buen día y seguro que no lo olvidaremos jamás 🙂
A eso de las 16,30h llegamos a puerto. Allí nos espera un conductor que nos lleva hasta el hotel que va incluido en el tour, el Hotel Laprima a las afueras de Labuan Bajo. Nis nos ayuda con el check-in y nos dice que nos recogerán a las 19,30h para ir a cenar al pueblo. Nos despedimos de él y subimos a dejar las cosas en la habitación. ¡Alucinamos con las vistas tan geniales que tenemos!
Decidimos acabar de pasar la tarde en la fantástica piscina que tiene el hotel. Cogemos las toallas y los móviles y vamos para abajo. Nos acomodamos en unas tumbonas y nos damos un baño, el agua está buenísima y apenas hay gente. La playa está a pocos pasos de la piscina y puedes oír el vaivén de las olas mientras te bañas en la piscina.
Hoy nos ha dado el sol de lo lindo a pesar de llevar protector solar 50+ y para muestra un botón:

Tras un buen rato de relax aquí, aprovechando el wifi gratis del hotel para ponernos al día en redes sociales y hablar con los nuestros, me acerco un momento a la playa qy me maravillo con la estampa del sol cayendo sobre el mar…
Le propongo a mi marido volver a la habitación para captar unas instantáneas de la puesta del sol sobre la bahía desde allí que estaremos más altos. Subimos y no me equivocaba, desde el balcón es mucho mejor la vista y disfrutamos de una puesta de sol fantástica.
En apenas un minuto, vemos como el sol se esconde entre las islas. Sin duda, ¡el colofón a un gran día!
Nos damos una buena ducha y nos arreglamos para la cena. Sobre las 19,30h bajamos al hall dónde nos espera Nis y el conductor -no recuerdo el nombre del chico-. Nos llevan a Labuan Bajo a cenar. Nis nos comenta que en el precio del tour entran hasta 150.000 rupias para la cena. Si la cuenta sube más, nosotros pagamos la diferencia. Nos parece bien y nos dejamos aconsejar por ellos sobre dónde ir ya que no tenemos ni idea… nos recomiendan un italiano, el Mediterráneo. El sitio está bien, la comida está buena y hay buen ambiente. Nos pedimos dos pizzas con unos refrescos. Cenamos la mar de bien (207.000 rupias, aunque solo pagamos 57.000).
Tras la cena, nos llevan de nuevo al hotel. La verdad es que suerte que nos llevan ellos porqué el hotel está bastante retirado del pueblo y la carretera por la que hay que ir está completamente a oscuras. Vimos a algunos turistas que iban a pie por aquella carretera sin nada de luz y pensamos que era bastante arriesgado lo que hacían… Llegamos al hotel, quedamos en la hora de recogida de mañana y nos vamos a dormir pronto. Hoy ha sido un gran día, de esos que difícilmente se olvidan…
Que pasada de día!!! En todos los sentidos: experiencias, paisajes….
Me he vuelto a reír con lo de los dragones xD me encanta como lo explicas jaja ha de dar un respeto que no veas…
Un abrazo
Si que fue una pasada y lo recuerdo con cariño 🙂
Gracias por tu comentario Vero! Un abrazo!