13/10/2013 (día 17): conocemos el santuario Meiji y Takeshita Dori en Harajuku, de compras en Omotesando y Odaiba y visita nocturna a Asakusa
Hoy es domingo y ¿¡a dónde se va los domingos en Tokyo?! ¡A Harajuku! 😛 Y hoy también disfrutaremos de un día entretenido en Omotesando y Odaiba, y acabaremos la jornada en Asakusa.
Nos levantamos con calma, desayunamos y nos ponemos en marcha. JR Yamanote hasta Harajuku y conforme nos vamos acercando a nuestro destino, el tren se va llenando más y más hasta que ya no cabe ni un alfiler… en Harajuku bajamos toda la marabunta. Creo que el vagón ha subido medio metro al bajar todos 😛
Nos dirigimos en primer lugar al santuario de Meiji Jingu. De entrada gratuita, es uno de los santuarios más importantes de Tokyo. Dedicado a los espíritus deificados del emperador Meiji y su esposa, la emperatriz Shoken.
Su construcción finalizó en 1920, ocho años después de la muerte del emperador. El santuario fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial, pero fue reconstruido poco después. El Emperador Meiji fue el primer emperador del Japón moderno. Nació en 1852 y ascendió al trono en 1867, cuando la era feudal llegó a su fin y el emperador fue restablecido en el poder. Durante el período Meiji, Japón se fue modernizando y occidentalizando para abrirse a las principales potencias mundiales. Falleció en 1912.
Y tras un poco de historia, continuo con el relato 🙂 Cruzamos una gran torii de piedra y en seguida encontramos algunos toneletes de sake ofrecidos por los fieles, así como unos barriles de madera repletos de arroz.
Seguimos paseando por un camino empedrado y rodeado de un frondoso bosque. Tanto el Meiji Shrine como el adyacente parque Yoyogi constituyen una gran zona boscosa dentro de la ciudad. Vemos las indicaciones para el jardín privado y la casa del tesoro pero no los visitamos…
Nos llama la atención la cantidad de niños y niñas vestidos con trajes tradicionales, así como el montón de familias que llevan a sus bebés para “bautizarlos”. Me encanta esa mezcla de modernidad y tradición que tiene la cultura japonesa 🙂
Al llegar a las puertas del santuario, vemos a un montón de turistas en modo paparazzi… y es que hay una boda tradicional sintoísta. Ei pues yo no voy a ser menos Algunas invitadas llevan kimonos realmente bonitos, otras llevan vestidos de fiesta como los nuestros, eso sí todos elegantísimos/as. Me acuerdo del capítulo de Callejeros Viajeros que mostraban bodas japonesas y los costes que conllevan. Mucho más elevados que lo que nos gastamos aquí.
Los novios y la comitiva nupcial entran al interior del edificio principal y cierran las puertas, así que nos quedamos sin poder visitarlo. Recorremos el resto del recinto y disfrutamos de los pequeños detalles…
Tras un ratito aquí, desandamos nuestros pasos hasta la entrada principal junto al puente de Harajuku y entramos al parque Yoyogui. Vamos a ver si hay suerte y encontramos algún cosplay, otakus y/o rockabilly que en el anterior viaje no hubo manera.
Nos compramos unos helados y nos sentamos en un banquito a descansar. Hay grupos de chicos y chicas que ensayan bailes musicales y obras de teatro, algún personaje disfrazado… pero no vemos grandes grupos de cosplay y otakus como habíamos leído… Es la segunda vez que vamos al Yoyogui y nos quedamos con las ganas de verlos. Así que con el intento frustrado 2, nos vamos hacia Takeshita Dori. Algo en el cielo nos llama la atención: ¡es un mini zeppeling!
Esta calle estrecha y de unos 400m de largo, está llena de tiendas y cafeterías dirigidas a los adolescentes. Se dice de ella que es un símbolo de Harajuku y el lugar de nacimiento de muchas de las tendencias de la moda tokyota.
Ya desde el principio de la calle vemos que está abarrotada. Se hace difícil poder andar por ella… entramos en algunas tiendas de juguetes en busca de mi peluche de Doraemon pero no hay suerte… desde luego, si te gusta ese estilo de ropa puedes encontrar ¡verdaderas gangas!
Tras recorrer la calle, nos dirigimos a Omotesando. Esta arbolada avenida de 1km de largo es conocida como los Campos Eliseos de Tokyo ya que cuenta con tiendas de grandes marcas, restaurantes y hoteles de alto standing. Aquí tenemos dos objetivos, entrar al Kiddy Land y al Oriental Bazar para hacer algunas compras.
En el Kiddy no acabamos de encontrar nada que nos guste y no tienen Doraemons… pero en el Bazar ¡arrasamos! Es una de las tiendas de souvenirs más grandes de Tokyo y puedes encontrar de todo en ella. La mayoría de cosas a un precio muy asequible. Compramos un juego de té, unos posa-palillos, un par de marca-páginas, unos posa-vasos de bambú, unas esterillas individuales y dos maceteros con semillas de bonsái de sakura y de arce, ¡todo por 4 duros, digo… 4 yens! Me llevo el hanami y el momiji a casa
Al salir, topamos con el colegio oficial de enfermería de Tokyo y deformación profesional… me hace ilusión 😀 Foto de recuerdo y para enviársela a mis compis 😀
Como vamos muy cargados, decidimos volver al hotel a dejar las compras. Cogemos la JR de nuevo hasta Shimbashi y descargamos. Aprovechamos que es la hora de comer para entrar al centro comercial que hay junto al hotel, el Caretta. Nos decidimos por un restaurante de tonkatsu, en el que por unos 2500¥ los dos, ¡comemos hasta reventar! Literalmente. Tomamos unos menús de sopa con bol de domburi-tonkatsu (carne empanada con arroz) y té de cebada caliente gratuito para beber.
Aprovechando que estamos en el triángulo JR-metro-Yurikamome, nos dirigimos hacia la estación del Yurikamome para ir a Odaiba. ¡Otro de nuestros barrios favoritos en Tokyo!
Nos bajamos en la parada que hay junto al Venus Fort (trayecto 360¥ pp). Ya de camino hemos visto que hay como una exposición de coches de rally, así que luego iremos a echar un vistazo.
Entramos en el centro comercial Venus Fort. La otra vez sólo lo vimos por fuera, y nos quedamos flipados con ese techo falso pero que parece ¡muy real!
Damos un paseo y ¡vaya flipe de sitio! De nuevo nuestro lema del viaje sale de nuestras bocas: “es muy friki pero mola”. Es como si emularan una ciudad italiana, con sus suelos de adoquines, su fuente y hasta la fachada de una iglesia.
Cogemos un mapa del lugar ya que es enorme, y nos dirigimos hacia la exposición de coches antiguos que hay con entrada gratuita. Menudos coches tienen aquí…
Pero ya lo flipamos del todo cuando vemos que hay un ¡¡¡DeLorean!!! La carrocería es de acero como el de la película y está muy bien conservado… Solo se fabricaron unos 8.000 en todo el mundo, así que ver uno es todo un lujo.
Después de hacerle mil fotos desde todos los ángulos, seguimos viendo el resto de la exposición. Me hace gracia ver un Mazda Carol, éste es tocayo mío 😛 También tienen una exposición de maquetas de coches y motos, así como información sobre la historia del motor japonés. Cuenta con mucha información, tanto en japonés como en inglés. Antes de salir, de nuevo nos acercamos al DeLorean. Disfrutamos como niños
Miramos algunas tiendas y entramos en todas las jugueterías pero sigo sin encontrar el peluche de Doraemon… empiezo a pensar que lo han retirado del mercado hasta que se acerquen las olimpiadas del 2020. O no lo entiendo.
Cambiamos de edificio y vemos de pasada la exposición gratuita de Toyota, no hacemos demasiado hincapié puesto que ya estuvimos aquí en el primer viaje.
Cruzamos hacia el Leisureland y entramos. Es una sala de recreativos enorme y tiene algunas “atracciones” al estilo del Joypolis. Vemos que hay una que es un castillo ninja y nos llama la atención. Nos acercamos con intención de entrar pero todos los carteles están en japonés… preguntamos a uno de los empleados y como puede nos dice que no está en inglés. Nos quedamos con las ganas… Pero nos damos un masajito de pies por 200¥ cada uno en las máquinas que ya probamos en el primer viaje, ¡nos sabe a gloria!
En la sala hay un montón de rockabillies, otakus y cosplays… ¡Ah!, ¿así que están aquí? Al salir del Leisureland, miramos los precios para subir a la noria pero vemos que ¡hay una cola de 1h! Pasamos de largo.
En los jardines que rodean el centro comercial vemos que hay un montón de grupos de cosplay por lo que llegamos a la conclusión que se han movido de barrio… supongo que en Harajuku se debían sentir un poco “observados” por los guiris y buscan aquí su rinconcito.
Vamos dando un paseo hasta el Divercity. Otro gran complejo de ocio, con tiendas y restaurantes y… ¡su Gundam escala 1:1! ¡Alucina! Está rodeado de gente echando fotos y “midiéndose” con él… pero vaya que los más altos apenas éramos como sus pies de altos.
Antes de entrar al centro, nos acercamos a una exposición de coches de rally que hay al lado, y vemos que también hay pistas dónde hacen derrapes y alguna carrera de karts.
Una vez en el centro comercial, nos miramos las tiendas. Vemos algunas de las marcas habituales que tenemos por aquí y como no, entro a todas las jugueterías que veo en busca de un peluche de Doraemon. De nuevo intento fallido… No lo entiendo.
Entramos a la tienda Kitty que hay, y me enamoro al instante de un gorrito de punto, y eso que yo no soy nada fan de Kitty… Se lo compro para mi “sobrina” postiza recién nacida y que conoceré cuando volvamos a casa. ¡Uff,qué poquito queda para la vuelta!
Tras la compra, nos tomamos un cafelillo en un Starbucks y salimos hacia la playa que hay en la bahía con intención de ver el atardecer desde allí. Pasamos por delante del Joypolis y estamos más que tentados de volver a entrar, pero decidimos no hacerlo porqué si no nos pueden dar las uvas allí 😛 ¡Odaiba es el distrito del vicio!
Llegamos a la bahía y nos sentamos en la playa para ver cómo cae el sol sobre la bahía de Tokyo, con el Rainbow Bridge, la Tokyo Tower y la Skytree sobresaliendo del skyline de la ciudad.
Es bonito ver cómo va cayendo el sol. Mientras en la playa algunos juegan a béisbol, unas chicas intentan hacerse una foto saltando, otros pasean de la mano… y nosotros pensamos en lo lejos que estamos de casa en estos momentos y de lo mucho que hemos disfrutado de Japón en estos 18 días.
Cuando empieza a anochecer, decidimos volver pero antes echamos un vistazo al ToysR’us por si por un casual hubiera un Doraemon para mi… pero tampoco… ¡qué mala suerte! ¿Cómo puede ser que no haya ni uno solo?
Esperamos a que acabe de caer el sol y echar un último vistazo al skyline antes de irnos.
Cogemos de nuevo la línea Yurikamome y volvemos a la estación de Shiodome (360¥ pp). Una vez allí decidimos coger el metro Asakusa Line e ir a echar unas fotos nocturnas del Senso-ji. En pocos minutos estamos frente al santuario…
¡Qué recuerdos del primer viaje otra vez! Lástima que la gran lámpara de papel está cubierta por una lona, pero por suerte ya la vimos en el 1r viaje.
Entramos al recinto y miro por las tiendas que venden peluchitos a ver si encuentro un Doraemon… veo uno en un escaparate pero ya han cerrado el puesto, ¡no me lo puedo creer!
Seguimos recorriendo la calle comercial hasta el santuario. Si ya nos gustó a la luz del sol en su día, visto de noche con todos los edificios y la pagoda iluminados ¡nos gusta mucho más! Además hay muy poca gente a éstas horas y podemos disfrutar del lugar tranquilamente.


Tras un buen rato recorriendo el recinto del santuario, volvemos al metro. De nuevo, línea Asakusa hasta Shiodome.
Estamos verdaderamente cansados, menuda caminata nos hemos pegado hoy, otra vez… Compramos cena en un kombini cercano y nos vamos al hotel a descansar que ya toca.