25/05/2011 (día 9): conocemos la tradicional Asakusa, nos perdemos entre el ocio de la moderna Odaiba y acabamos el día con unas fascinantes vistas desde la Tokyo Tower
Hoy no madrugamos en exceso, estamos ko. Aún así, antes de las 10h bajamos a desayunar (incluido). Pedimos un zumo natural y unas tortitas al estilo americano para cada uno súper buenas. A lo largo del viaje, veremos que en ciertos aspectos se nota la influencia de los americanos tras la II Guerra Mundial en la cultura y gastronomía japonesas… Tras el desayuno, nos ponemos en marcha. Hoy veremos dos barrios totalmente diferentes de Tokyo: Asakusa y Odaiba.
Caminamos hasta la estación JR Shibuya para tomar el metro hacia el distrito de Asakusa, uno de los barrios más coloridos y culturales de Tokyo. Este barrio se desarrolló a principios del siglo XVII alrededor del templo Senso-ji y poco a poco, se ha ido convirtiendo en una de las partes más vibrantes y a la vez tradicionales de la ciudad. En él también se encuentra una de las lonjas de pescado más grandes del mundo (hasta octubre de 2018).
Tomamos la línea JR Yamanote hasta la estación JR Shimbashi y allí el metro de la línea Asakusa. Nos despistamos y bajamos por error una parada antes de la que tocaba… damos un paseo tremendo intentando ir hacia la dirección del primer punto a visitar y llegamos hasta la orilla del río Sumida, pero como vemos que andando no nos aclaramos, desandamos el camino y volvemos al metro, y tras una parada más, ahora si nos bajamos en la correcta, adentrándonos de lleno en el corazón del barrio de Asakusa. Al salir del metro nos topamos con esta estampa:
Están construyendo un nuevo mirador en la ciudad, la torre Skytree. Por lo que sabemos, será el mirador más alto de Japón cuando lo estrenen… habrá que volver para subir a lo más alto y disfrutar de las vistas de Tokyo…
A pocos metros, encontramos la Puerta de Kaminari-mon de la que prende una gran lámpara de papel que indica la entrada principal al complejo del santuario Senso-ji. Esta puerta esta dedicada al dios del viento y al del trueno, y fue construida originalmente en el año 942. En la época Edo los japoneses pasaban por debajo de la puerta para rezar por su salud, felicidad u otros asuntos.
Como curiosidad deciros que en la linterna se puede ver el logo de Panasonic®, ya que fue donada por ellos en 1995, mide 4 metros de alto, 3,4 metros de diámetro y pesa 670 Kg.

Tras cruzar la gran puerta, nos encontramos con la calle comercial Nakamise, un paseo de unos 250 metros repleto de tiendas y puestos de comida que conduce directamente a la Puerta Hozo‐mon y a la sala Kannon‐do. Es un lugar agradable dónde pasear y en el que encontramos tiendas de todo tipo, desde comida, a kimonos, katanas, abanicos, muñecas, etc., pero sobretodo venden linternas de papel.

Al llegar al final de Nakamise, cruzamos la puerta de la que también cuelgan bonitas lámparas, y encontramos un patio en el que se distribuyen los diferentes edificios del templo y una gran pagoda de 5 pisos.
Nos adentramos en el gran recinto que conforma el Senso-ji. Pero antes, como marca la tradición, nos purificamos en su fuenta. Ésta además, incluye instrucciones de los pasos a seguir.


Aquí se nos acerca un hombre un tanto peculiar y nos empieza a preguntar en un inglés bastante básico de dónde somos, cuál es el motivo de nuestro viaje, etc. Lo dejo con mi marido hablando y yo me voy a echar unas cuantas fotos de esta parte del templo. Tras unos 10 minutos, aún lo encuentro hablando con aquél hombre con una cara de agobio impresionante, así que muy educadamente lo rescato y seguimos con la visita :p


Vemos que en el interior y los alrededores del templo de Kannon decenas de monjes están celebrando una ceremonia, y hay cantidad de gente asistiendo a ésta. Nos quedamos unos minutos en un rincón observando la ceremonia que llevan a cabo y luego seguimos recorriendo el complejo del templo. Damos un paseo por sus jardines que son impresionantes, como ¡todos en Japón! La pena es que no podemos visitar el templo de Kannon ya que es dónde se lleva a cabo la ceremonia…
Junto al recinto de templos hay un parque de atracciones no muy grande, pero como vemos que no hay ninguna atracción interesante pasamos de largo. Volvemos a la calle comercial Nakamise y nos quedamos alucinados al ver a ¡¡¡unos ninjas!!! Mi marido les pide hacerse una foto y ellos aceptan encantados… Justo cuando voy a disparar la foto, veo que ¡¡sacan las katanas, ay que me quedo viuda ya!! ¡jajaja! 😀 ¡Qué graciosos! Suponemos que son actores o un par de frikis disfrazados, dudamos que los ninjas paseen tan tranquilos por las calles de Tokyo, o ¡¿no?!
De ahí nos dirigimos al muelle para tomar el barquito que nos lleve a la Bahía de Odaiba. Nos encontramos en la puerta de la terminal de ferry mirando las diferentes rutas y precios que hay desde aquí, cuando un hombre se nos acerca y nos pregunta en inglés de dónde somos y si necesitamos ayuda. Le decimos que somos españoles y antes de qué nos dé tiempo a decir más el señor nos dice «aaaah yo hablo español» ¡¡wooow!! ¡nos quedamos alucinando! El señor se nos presenta y hacemos lo propio. Nos recomienda una de las rutas para llegar a Odaiba y nos dice que él bajará una parada antes que nosotros por lo que si queremos nos puede acompañar un tramo del trayecto en barco. Aceptamos encantados y compramos los billetes con su ayuda.
Mientras esperamos a que llegue el barco, nos explica que es ingeniero aeronáutico y que además trabaja como intérprete español para la Embajada española en Tokyo, que a veces ha hecho alguna traducción de libros/documentos e incluso ha colaborado con la policía en algún caso dónde hubiera españoles que necesitaran ayuda con el idioma. Nos da la tarjeta de su página web y nos explica que en su tiempo libre hace de guía turístico por Tokyo con grupos de españoles bajo reserva.

Nuestro barco llega y subimos a bordo. No puedo dejar de sorprenderme viendo la ciudad desde este punto de vista y no puedo parar de hacer fotos 🙂 A estas alturas seguro que ya sabéis que me encanta hacer fotos, ¿verdad?

El embarcadero está frente al edificio de la compañía cervecera japonesa Asahi. El guía nos explica que por lo visto hay controversia con la estética del edificio, algunos ciudadanos lo ven como un edificio modernista y original que ven como si fuera un vaso de cerveza con la espuma, mientras otros le llaman el edificio de la «cagarruta» -en japonés claro- por la forma de la estructura amarilla, que cada cual escoja la que prefiera :p
El señor nos va explicando qué es cada edificio e incluso un poco de historia de cada lugar, ¡alucinamos con la amabilidad de este hombre! Aunque os tengo que decir que me sale la vena ratilla española y me quedo un poco pillada pensando en si realmente lo hace de forma altruista o luego nos intentará cobrar algo… Por lo bajini le comento mis pensamientos a mi marido, él me dice que no cree que nos cobre, supone que lo hace por gusto… y efectivamente, el hombre nos explicó con gran entusiasmo todo lo que él sabía, así como datos interesantes sobre su país, su cultura y los tokyotas. También él iba echando fotos para su página web. Lo siento, perdimos la tarjeta entre los papeles del viaje 🙁

Le preguntamos por la repercusión del tsunami y del accidente nuclear en la vida de los japoneses y su respuesta es: «lo que pasó fue una gran desgracia, pero eso ya pasó y está resuelto, así que podemos hacer vida totalmente normal. No entendemos ¡porqué no vienen los turistas!». Le explicamos la repercusión mediática que tuvimos en nuestro país y el miedo que hay aquí a viajar a Japón en ese momento, y nos explica que él hizo varias entrevistas para televisiones españolas explicando lo sucedido y diciendo que se podía viajar con total normalidad al país. Nos felicita por ser «unos valientes españoles que ignora a la prensa sensacionalista», ¡¡este hombre me cae bien!!

Llegamos a su parada, junto al Odaiba Seaside Park. Nos despedimos de él y le damos las gracias por sus explicaciones y su compañía durante el trayecto. Cuando el barco está a punto de zarpar, vemos que sube corriendo de nuevo para advertirnos que en la próxima parada que haga el barco debemos bajar y cambiar de embarcación si no volveremos al punto de partida. Le damos las gracias en español, en japonés y en inglés porque es impresionante hasta dónde llega la amabilidad de esta gente y nos despedimos de él.
Tras un ratito más, llegamos a la parada que nos advirtió, bajamos y esperamos al otro barco que nos llevará hasta la bahía. En este embarcadero hay atracado un barco estilo pirata. Aprovechamos para ir al WC y comprarnos una bebida fresquita de la máquina que hay en el embarcadero mientras esperamos al siguiente barco que nos llevará a la bahía de Odaiba.

Tras unos 30 minutos de viaje, llegamos a Odaiba. Se trata de una isla artificial construida en 1853 por el shogunato Tokugawa en la Bahía de Tokyo, ganando terreno al mar como una fortaleza marítima para proteger la ciudad ante posibles ataques marítimos pero con el tiempo, y sobretodo a partir de 1996 pasó a ser un distrito modernista, futurista, comercial y de ocio 🙂
Junto al embarcadero hay una playa, el edificio de una de las televisiones niponas y… una estatua de la libertad, ¡toma ya!

Nos hace mucha gracia ver una Estatua de la Libertad en Japón. Aún no hemos visto la más conocida, la de Nueva York (que visitaríamos en 2015 en nuestro viaje a la Gran Manzana), pero si la de París y ahora la de Tokyo 🙂
Hacemos fotitos de rigor, y vemos que en la playa hay bastante gente tomando el sol. Vamos dando un paseo tranquilamente junto a la playa hacia la zona comercial de esta parte de la isla. En uno de los edificios vemos que hay ¡¡una mini-montaña rusa dentro!! Nos quedamos alucinados y decidimos que tenemos que entrar ahí si o si.
Buscamos un sitio dónde comer puesto que son casi las 15h y nos decantamos por un bar americano dónde preparan hot-dog y batidos. Después de tantos días comiendo japonés nos apetece variar un poco. Descansamos un poquito las piernas mientras comemos, y después rehacemos los planes que teníamos para esta tarde… si, como te estarás imaginando, volvemos al centro comercial dónde vimos la mini-montaña rusa en su interior 😀


Tras un momento muy divertido, seguimos dando una vuelta por el centro y subimos a más simuladores de motos, de esquí, hay uno de carreras por el hielo con un Bobsleigh en el que nos montamos los dos juntos y damos unas vueltas que nos pone boca abajo y todo :p ¡mola! Cuando nos damos cuenta miramos el reloj y vemos que llevamos casi 3h allí metidos, ¡madre mía, cuánto vicio por favor!
Vemos un apartado dónde hay varias máquinas de fotos en las que puedes escoger un tema y luego editarlas a tu gusto e imprimirlas, nos damos cuenta de que es la atracción favorita de las chicas en todas las salas de juegos, así que decidimos imitarlas y nos metemos en una. Escogemos el tema «amor», seleccionamos dos personas y entramos. En la pantalla de la cabina te va diciendo las poses que tienes que poner para cada una de las 6 fotos que echa. Después salimos y nos vamos a la cabina de al lado, dónde puedes ver las 6 fotos y retocarlas, pero del rollo «dientes más brillantes» u «ojos pintados», y también puedes escribir sobre ellas o ponerles dibujitos sobre el tema «amor». Las decoramos y le damos a imprimir, por 200¥ tenemos nuestras 6 fotos por duplicado de recuerdo, ¡qué kawaii!
Terminamos nuestra estancia allí, pasando por unas máquinas de reflexoterapia podal que ¡¡son la caña!! Te hace unos masajes en los pies que te dejan como nuevos y después de tantos días de caminatas, no os imagináis qué placer, ¡repetimos 3 veces! Cada masajito vale 100¥ (unos 0’60€!) y salimos super relajados, no veo el momento de irme de esa máquina :p




En Tokyo hay básicamente dos grandes miradores, uno es la Tokyo Tower y el otro son los edificios del Gobierno Metropolitano de Shinjuku. Nuestro plan es subir a uno de noche y al otro de día para ver el contraste 🙂 Hay otros miradores, como el de la torre Roppongi aunque no cuenta con tanta altura como los dos anteriores. Decir que en 2011, cuando realizamos este primer viaje a Japón, aún no estaba terminada la gran torre Skytree, la que hoy en día cuanta con el mirador más alto de Japón y también el más caro de todos…
Vista en fotos ya impresiona, pero verla en directo es genial. Aunque es un clon de la Tour Eiffel de Paris, es algo más alta y pesa menos que la torre francesa. Éstos japos son unos crack’s, no solo la han copiado si no que además la han mejorado 😀
La torre cuenta con dos miradores, uno a 150 metros de altura y otro a 250m, y hay que pagar para acceder a cada uno de ellos (en 2011: 1420¥ para acceder a los dos miradores y 820¥ si te conformas con el inferior). Nosotros decidimos pagar por los dos.
Subimos con el primer ascensor hasta el primer nivel y nos maravillamos con las vistas de la ciudad, se pierde la vista entre las miles de luces en el horizonte, es alucinante ver el tamaño de la gran metrópolis que es Tokyo toda iluminada 🙂 Luego, tomamos el ascensor que nos lleva al segundo nivel.
Estamos muy altos y se nota en nuestros oídos, y las vistas desde aquí son sin duda, aún mejores. Es impresionante lo enorme que se ve la ciudad. Lo siento pero mi cámara de entonces hacía lo que podía y la noche no era su fuerte… así que apenas tengo fotos 🙁
Tras ver los 360º de Tokyo desde lo más alto, bajamos de nuevo al primer nivel. Vemos que hay unos cristales macizos en el suelo por dónde se ve la calle, la base de la torre y la gente que hay allí abajo. Ponemos nuestros pies encima del cristal y echo una foto… mientras algunos de los que nos rodean gritan un «aaah». Parece ser que no se fían mucho de la resistencia de ese cristal ¬¬’

Tras ese momento, nos damos realmente cuenta de lo seguro que es este país. Una vez de vuelta veríamos en varios lugares que Japón es el país con menos tasa de delincuencia del mundo.
Llegamos a la estación y cogemos un tren de la JR Yamante hasta la estación de Shibuya. Una vez en nuestro barrio tokyota, caminamos los 5-10 minutos que nos separan del hotel y nos vamos a descansar. Hoy ha sido un día ajetreado y ya toca descansar… mañana más Tokyo 😉