25/09/2014 (día 10): pasamos el día completo en Yogyakarta entre batiks, Sultanes y el Prambanan
Hoy tenemos el día completo para conocer los puntos más importantes de Yogyakarta y conocer el gran templo hindusita de Java, el Prambanan. Hasta las 9h no nos recogerá el conductor por lo que no tenemos que madrugar en exceso. Nos levantamos con calma, bajamos a desayunar y luego nos preparamos para la excursión de hoy. Es nuestro último día en Yogyakarta, mañana temprano volvemos a Bali. Y también hoy, tenemos contratado tour con Kioto.
El primer punto del día es otra de las visitas estrella del viaje a Indonesia: el Prambanan. Pero antes hacemos parada junto a un pequeño templo hindú cercano al Prambanan, el Candi Sari.
Tan solo lo visitamos por fuera, ya que hay que pagar bastante de entrada y preferimos hacerlo por el Prambanan.
Junto al templo hay una mezquita que bien podría pasar por iglesia ortodoxa…
Tras unos minutos por el caótico tráfico javanés, llegamos al aparcamiento del templo. Pagamos 18$ por persona y la entrada, igual que en el Borobudur, incluye el sarong necesario para la visita. En la sala dónde se compran las entradas hay una gran maqueta que muestra cómo era en su origen el Prambanan, con sus 240 templos.
Hacemos parada en boxes y luego damos un paseo de unos 10 minutos por un parque que rodea el templo hasta que empezamos a vislumbrar esta majestuosidad.
Considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, el templo data del siglo IX y está dedicado a los tres dioses principales del hinduismo. Es considerado templo madre de esta religión, aunque su verdadera función era la de ser un gran «cementerio» hindú. Nos quedamos sin palabras. Desde aquí podemos echar unas buenas fotos panorámicas del complejo.
Como ya vimos en otros templos, aquí también encontramos montones de piedras en los alrededores. Kioto nos dice que el complejo original ocupaba casi 1 hectárea pero que hoy en día apenas quedan estas pocas estructuras en pie. Y curiosamente, al ser Patrimonio de la Unesco no permiten volver a levantarlo.
Nos acercamos a la entrada principal dónde hay unos paneles informativos con datos del templo, fotos antiguas y proyectos de recuperación. Conforme te acercas al complejo, aún fascina más ya que empiezas a apreciar los relieves de cada uno de los templos que conforman el Prambanan.
Desde aquí se aprecia una buena vista del volcán Merapi, el más activo de toda Indonesia. Y se aprecia con bastante claridad esa forma cónica que le caracteriza y su cráter humeante, realmente impresionante.
Nos vamos adentrando en el complejo de templos que es el Prambanan y nos va fascinando un poquito más con cada paso que damos.
El complejo está formado por esos tres grandes templos centrales, dedicados a Shiva (el central) y a Visnhu y Brahma (los laterales). Está rodeado por otros templos dedicados a animales relevantes en la vida de estos dioses. Kioto nos relata las bases del hinduismo y nos hace un pequeño esquema sobre la tierra.
Al igual que ocurre con el budismo en el Borobudur, los relieves de todos los templos que conforman el Prambanan, relatan historias del hinduismo e ilustran la epopeya del Ramayana con un realismo que te deja sin palabras. ¡Sobretodo cuando piensas que el templo data del siglo IX!
Kioto nos va enseñando cada uno de los templos y nos explica a quién están dedicados, así como historias relacionadas con ellos. El lugar nos tiene maravillados.
Vamos entrando en los distintos templos y los rodeamos mientras disfrutamos de los bellos relieves que muestran.
Hace un calor espantoso y solo es media mañana. El día apunta maneras… Tras casi 2h visitando este fantástico lugar, decidimos con mucho pesar poner fin a la visita.
Siempre que visito un lugar que me fascina, echo un último vistazo y una última foto. Es como ese momento en que «me despido» de un lugar que seguro recordaré siempre… Y ésta es la foto de ese último momento en el Prambanan:
Kioto nos comenta que algunas noches realizan un espectáculo de luces y bailes javaneses con el Prambanan de fondo. Nos ofrece la posibilidad de verlo hoy, pero desestimamos hacerlo. El espectáculo es bastante caro, termina muy tarde y nosotros mañana volamos, y tendríamos que pagar taxi de ida y vuelta al hotel que con la distancia que hay, seguro que pica.
Volvemos a cruzar el parque que rodea el templo hacia la salida. Hay un cercado dónde tienen ciervos y también un mercado con ropa, comida, souvenirs, etc. Compramos un par de botellas de agua bien fresquitas (1.000 rupias) y Kioto nos invita a unas bananas.
Volvemos al coche y nos dirigimos al siguiente punto del día. De camino, paramos cerca de otros dos templos cercanos y de una típica casa javanesa para echar unas fotos.
El guía nos lleva a un taller de batik. Es una turistada del 15 pero queríamos comprar algún batik así que nos venía bien que Kioto incluyera un taller en la ruta. Los batik son telas teñidas con una técnica de reserva que se consigue con un proceso artesanal bastante laborioso. Aunque es típico de varios países del sudeste asiático, el de Java fue inscrito como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 2009.
El taller que visitamos es el Art Gallery Batik Painting, de un famoso artesano javanés, Kabul Wiji Hartono, que por lo visto tuvo una exposición en el Museo de Guggenheim de Bilbao hace unos años. El hombre nos explica el proceso en ¡ESPAÑOL! y nos deja echar unas fotos, algo que se agradece.
Nos cuenta que para hacer un batik, lo primero es dibujar la tela. Luego lo recubren con cera como veréis en las siguientes imágenes y le dan un baño de color. De esto modo, se tiñe toda la tela, excepto el dibujo que queda blanco. Luego, vuelven a «pintar» con cera aquellas zonas que no quieren que cambien de color, y le vuelven a dar un baño con un tono diferente… así sucesivamente hasta que consiguen pintar de distintos colores todo el dibujo del lienzo.
La verdad es que el tipo tiene verdaderas maravillas en su taller. Nos cuenta que un batik sencillo puede tardar una semana en hacerlo. Y uno más laborioso como el de los volcanes de la foto de arriba, hasta 3 meses. En el taller le ayudan 4-5 aprendices, pero nos explica que encargos muy especiales, los elabora él solo. Le decimos que queremos comprar alguno y nos invita a dar una vuelta por el taller.
¡Nos cuesta horrores decidirnos porqué todos son preciosos! Hay batik de todos los precios y tamaños. Vemos que los firmados por él son más caros que los firmados por los/as aprendices. Tras mucho pensárnoslo, decidimos comprar dos (80€ al cambio).
Nos envuelve los lienzos bien doblados y nos explica que cuando lleguemos a casa, los planchemos y los coloquemos en un bastidor de madera. Al ser de algodón y haber usado un tiente bueno, los podemos lavar en la lavadora y planchar sin problema. El lavarlo no lo he probado, pero plancharlo si y com nos dijo, sin problema.
Tras la compra, nos dirigimos al siguiente punto del día: El Kraton de Yogyakarta o el Palacio del Sultán. Y es que aunque pueda parecer curioso, Yogyarkata es la única región de Indonesia que mantiene como gobierno un sultanato de la época pre-colonial.
El Kraton es la vivienda oficial del sultán pero también se usa como lugar de reunión con el pueblo. Cuenta con salas de exposiciones y cedió las 30.000 hectáreas de su jardín a la gente menos pudiente de la región para que construyeran sus casas en su terreno. Es un sultán con devoción por ayudar a los más necesitados, lo cuál me gustó.
Pagamos la entrada para recorrer la zona visitable del palacio (12.500 rupias pp más 2.000 rupias por la cámara de fotos). Kioto nos explica que durante la visita, iremos acompañados por una guía propia del palacio. Una funcionaria del sultanato que nos explicará todo sobre el lugar y sus tradiciones, pero que a pesar de que supuestamente es gratuita, deberemos darle una propina de unas 30.000 rupias al finalizar la visita de 1h. Nos quedamos un poco flipados con esto, pero ya sabéis que son una panda de piratillas… así que nada, nos vamos con la señora.
La guía nos va explicando la historia del sultán de Yogya, así como cuáles son sus competencias y sus tradiciones mientras recorremos algunas salas, patios y jardines.
Hace un calor brutal hoy y se agradece que en la visita haya salas interiores y patios cubiertos. Hay varias salas dónde guardan los tesoros del Sultán, regalos de otras monarquías o jefes de estado así como algunas cosas de cuando el Sultán era niño, como ropa, libros, juguetes… Aunque parece un sultanato poco dado a las grandes riquezas, sí se puede apreciar en algunas salas que no deja de ser un palacio real.
Vemos también el «tambor» que usaban años atrás para avisar de algún peligro a la población.
Algunos tipos llevan una vestimenta peculiar y un sable a la cintura. Al preguntarle a la guía nos dice que son miembros de la Guardia del Sultán. Por lo visto, solo pueden ejercer como guardias los hombres y éstos no pueden dedicarse a nada más. Ni siquiera tener familia. Viven en el palacio o en las cercanías a éste y reciben un salario muy bajo por ello. Vemos chicos muy jóvenes pero también señores bien mayores.
Una de las salas de exposiciones está presidida por este gran mural con una foto del Sri Sultan Hamengkubuwono X, actual Sultán con su lema: «Tahta untuk rakyat» que significa «un trono para un pueblo».
Tras la visita y las explicaciones recibidas en inglés por la guía, le damos la propina que nos dijo Kioto y nos reencontramos con él.
Nos dirigimos al siguiente punto del tour de hoy: el Palacio de Agua Taman Sari. Construido en 1758 como un jardín de recreo para el Sultán y su familia. Estuvo abandonado durante años y su reconstrucción se inició en 2004. Pagamos 12.000 rupias pp más 1.000 rupias por la cámara de fotos, y entramos.
Hay varias estancias destinadas a reuniones, dormitorios, salas de estar distribuidas en dos pisos, así como dos grandes estanques con fuentes. Fue diseñado por un arquitecto portugués en la época colonial, de ahí que no tenga nada que ver con las típicas edificaciones asiáticas o javanesas.
No sé si fue el calor terrible que hacía, que las piscinas estaban casi vacías, que había hambre a estas horas o que no podíamos quitarnos de la cabeza la Alhambra de Granada… que a pesar de los grandes esfuerzos de Kioto, el lugar nos decepcionó sobremanera. Así que por mi, os podéis ahorrar unas cuantas rupias y pasar de largo.
Le pedimos a Kioto que nos lleve a comer antes de que nos dé una lipotimia. Nos dice que nos va a llevar a un sitio típico de la zona que se come bien. Pero tras un rato de coche, llegamos a las puertas de un verdadero antro. Sucio, con pinta de pegajoso, con la cocina en medio de la calle y sin indicios de higiene por ningún lado. Muy educadamente le pedimos que nos lleve a otro sitio si no le importa… Nos lleva a un restaurante tipo buffet en una casa tradicional javanesa muy bonita, en la que corre una brisita buena a través de las columnas de la sala y con más limpieza a todas luces. Nos sale caro, unas 200.000 rupias y la comida tampoco mataba pero al menos comimos tranquilos sin pensar en que cogíamos la triquinosis como poco :/
Tras la comida, nos dirigimos al último punto del tour de hoy: el mercado de las aves. La entrada es gratuita pero hay que pagar 3.000 rupias por el aparcamiento.
Tal y como su nombre indica es un mercado dónde venden aves, jaulas, comida y accesorios para el cuidado de los pájaros. Es un mercado bastante grande y con un montón de paradas. Todo el mundo nos mira, somos los únicos occidentales por la zona…
Vemos algunas especies que no conocíamos como el gallo negro, que por lo visto tiene una alta concentración de hierro en su sangre y ello provoca que todo él (patas, plumas, pico, ojos…) sea negro. Pero también venden otros animales, algunos en peligro de extinción. Y me siento un poco Frank de la Jungla al ver en qué condiciones tienen a los animales ahí… vemos búhos y murciélagos simplemente tapados con una sábana. Serpientes y tortugas apelotonadas, algunas en jaulas de cristal con poca ventilación. Perros y gatos amontonados en jaulas diminutas y sin agua ni comida. Hasta un dragón de Komodo y algunos luwak en jaulas… Todos en pésimas condiciones. Una pena.
En la mayoría de puestos no me dejan hacer fotos y otros directamente no nos dejan ni entrar… la consciencia tranquila que tendrían ¿eh? Este lugar va totalmente en contra de nuestro pensamiento de «Turismo Responsable» y así se lo hacemos saber al guía. No nos gusta que maltraten animales, y aquí está claro que lo hacen. Con 15 minutos de visita viendo lo que hacen aquí, tenemos suficiente, y le pedimos a Kioto dar por finalizada la visita. Nos dice de ir a algún taller de artesanos más pero desestimamos la idea. Todavía hace muchísimo calor y estamos agotados. Necesitamos descansar un poco tras varios días de trote.
Volvemos al coche y vamos hacia el hotel. De camino le pedimos que nos pare en algún cajero para poder sacar dinero. Aquí flipamos en colores… por dejar el coche en la acera 2 minutos mientras sacamos dinero nos toca pagar 3.000 rupias al jeta de turno en concepto de «parking», ¿¡perdona, pero la acera no es de todo el mundo?! Sin comentarios de verdad…
Al fin llegamos al hotel. Pagamos a Kioto el día de hoy más alguna entrada y aparcamiento que teníamos pendientes. El chico se ha portado genial, ha hecho verdaderos esfuerzos por explicarnos muchas cosas de su país y de su gente, y todo en un español más que bueno teniendo en cuenta que lo estudia de forma autodidacta.
Nos disponemos a darle una propina por su servicio pero la rechaza, nos dice que él se gana bien la vida y que si queremos, le demos la propina a Ajo, el conductor. Le decimos que se la repartan pero insiste en que mejor se la demos a Ajo. Así que salimos del hotel y vamos hacia su coche para darle la propina. Al hombre se le ve sorprendido y más que feliz, y mediante Kioto nos dice que ha sido un placer acompañarnos estos días. Nos despedimos de ambos con gran gratitud y volvemos al hotel.
Son las 17h y pensamos en bajar a la piscina, pero vemos en las normas del hotel que solo se permite ir con burkini… ¡lástima me lo dejé en casa! Como evidentemente, no tengo ninguno, nos quedamos sin poder disfrutar de la piscina del hotel. Nos echamos una siesta de ministros y a eso de las 20h bajamos a cenar. De nuevo, repetimos en el restaurante del hotel. No nos gusta demasiado el ambiente que hay en los alrededores. Preferimos pagar un poco más pero ir a lo seguro. Tras la cena, preparamos de nuevo las maletas… ¡mañana volvemos a Bali!
Vaya día mas completo! lástima lo de los animales…es terrible que tengan que sufrir eso 🙁
Puedes pasarles el post a los de FAADA turismo responsable si quieres, para que den a conocer este tipo de mercados nefastos 🙁
un saludo
Se lo pasaré aunque estoy segura que ya lo conocen, el mercado de las aves es uno de los pocos puntos turísticos de Yogya ciudad…
Buenas noches. Muchas gracias por compartir vuestro viaje. Voy con mi novia a Yogik en agosto y estoy buscando guía que hable español y conductor para 3 días, ¿podríais facilitarme los datos de contacto de Kioto? Muchas gracias de antemano.
Hola Daniel,
el mail de contacto de Kioto es sukiatto@yahoo.com espero que esté libre para los días que estaréis en Yogya, un saludo!