28/05/2011 (día 12): disfrutamos como niños del Museo del Ferrocarril de Omiya, conocemos el Tokyo Dome y probamos la experiencia de un love hotel
Antes de explicaros la etapa de hoy, tengo que decir que a mi marido le encanta todo lo relacionado con el mundo del ferrocarril. Su abuelo era ferroviario y a mi chico, desde muy pequeño le encantaba ir con él a ver las vías, los trenes, las estaciones y que su abuelo le explicara cosas sobre ese tema. A medida que fue creciendo, le siguió gustando ese mundillo, por lo que siempre que podemos, visitamos museos del ferrocarril. Conociendo su afición, el día de la boda le regalé una maqueta de la primera locomotora a vapor que consiguió el récord mundial en velocidad, junto a un vale por una visita al Museo del Ferrocarril de Omiya,uno de los más grandes del mundo, y que hasta el día de la boda él no sabía que había incluído en el itinerario 🙂
Así que podéis imaginar su cuando al levantarnos, le digo que hoy toca la visita al museo 😀 Tras un desayuno rápido, nos vamos para la estación JR Shibuya. Tomamos un tren hacia la zona norte de la ciudad y de allí otro tren JR hasta Omiya, en la cercana prefectura de Saitama.
Hace días que nos fijamos que en las estaciones de metro y en algunos centros comerciales hay carteles promocionales de un cantante con pinta de volver locas a las jovencitas… anoche estuvimos escuchando su canción promo y ¡nos partimos de risa! Os dejo un enlace para que podáis escucharla.
Tras una media hora de trayecto llegamos a la estación JR Omiya y ya vemos las indicaciones para el Museo del Ferrocarril. Debemos coger un monorail que hace de lanzadera con el museo.
Cuando llegamos vemos que ya pinta chulo… el suelo de la entrada está hecho con paneles informativos.
Compramos las entradas (1000¥ pp) en las máquinas que hay en la entrada, lo que agiliza bastante el proceso porqué hay bastante gente… Aunque pueda parecer difícil ya que a simple vista solo ves kanjis, es bastante fácil ya que hay un cartelito en inglés con el paso a paso. Además, si tienes una tarjeta de pre-pago (ICOCA o Suica) y tienes saldo, puedes pagar con ella. Si os interesa conocer más, os dejo la información de su web.
Mi marido va con los ojos como platos mirándolo todo 🙂 Disfruta como un niño, y la verdad es que yo también porque el lugar es muy interesante. El museo fue inaugurado en 2007 y cuenta con una superficie total de 28.200 m2.
Fue construido en un antiguo almacén adherido a la estación JR Omiya y, cuenta con 3 plantas enormes y un gran parque dónde también hay atracciones. Se puede hacer picnic y actividades con los más peques. Es un lugar muy dinámico, ya que además de tener decenas de trenes, vagones y locomotoras a los que se puede subir, se puede “jugar” con la maquinaria para ver cómo funcionan.
También tienen una locomotora de vapor antiquísima en el centro y cada hora la encienden para que se pueda escuchar su motor soplar, ¡una pasada!
La planta baja está repleta de trenes japoneses de todas las épocas, por lo que puedes ver la evolución que ha habido en el mundo ferroviario en el país nipón.
Este año se celebra el aniversario del 1r Shinkansen (tren bala japonés) y podemos verlo expuesto. Al parecer el primer tren bala lo diseñaron en 1941 pero al estallar la II Guerra Mundial y verse el país implicado, se paralizó su construcción. De forma que hasta 1954 no empezaron la construcción de la primera línea que uniría las dos ciudades más grandes del país. Y en 1964 el Shinkansen hizo su primer trayecto entre Tokyo y Osaka. Todo un avance si tenemos en cuenta que ya el primer modelo iba a ¡más de 200km/h!
Tras un par de horas entre esas locomotoras y vagones, subimos a la segunda planta dónde hay exposiciones de uniformes, paneles informativos, billetes de tren, la evolución de las tarjetas electrónicas para pagar, maquetas de trenes, instrumentos ferroviarios, etc…. Desde aquí hay unas vistas geniales sobre la planta baja de modo que puedes ver todos los modelos expuestos.
En un mostrador hay un señor que monta maquetas. Todas son chulísimas y de vez en cuando enciende alguna para que circule por unas vías que recorren todo el perímetro del Museo.
Subimos al tercer piso dónde hay un mirador desde el cual se ve todo el museo.
Aquí hay una zona para que los niños puedan aprender tocando. Y en la calle, hay más modelos expuestos y más zonas para niños pero no salimos porque llueve a cántaros…
Se nos hace la hora de comer pero el restaurante de allí está a rebosar de gente. Así que decidimos coger de nuevo el monoraíl y comer en la estación de Omiya antes de coger el tren de vuelta a Tokyo.
De camino recordamos que en uno de los trayectos que habíamos hecho en tren hace nos días habíamos visto un parque de atracciones y decidimos ir a buscarlo. Bajamos en la estación JR Suidobashi desde dónde se divisa el lugar, y vamos hacia el Tokyo Dome City.
Se trata de un complejo de ocio que incluye varias tiendas de cómics, un estadio cubierto dónde hacen conciertos, espectáculos y también partidos de béisbol (los japos son muy aficionados a este deporte), un mega centro comercial, un spa y un parque de atracciones impresionante.
Conforme nos acercamos, alucinamos con su montaña rusa. Y es que ¡cruza un edificio!
Están haciendo un espectáculo para niños y aquello está a petar de gente pero aún así, damos una vuelta. Tamibén hay una gran noria que ¡también la cruza la montaña rusa!, algunas atracciones para niños y una de agua que tiene muy buena pinta.
La pena es que por lo visto hubo un accidente mortal en el parque a primeros de año y está cerrado al público por la investigación que se lleva a cabo. Hay un cartel informativo que explica que 1 de junio vuelven a abrirlo, pero no podremos volver porque ese día volvemos a casa. Nos quedamos con unas ganas terribles de subir a esa pedazo de montaña rusa. Se va directa a la lista de pendientes para un próximo viaje.
Tomamos un café con un dulce en una cafetería y descansamos un poco antes de irnos. Como estamos ko y está lloviendo bastante, decidimos ir al hotel a descansar un rato. Son muchos días de tute y madrugones y a estas alturas estamos agotados… Cogemos un tren JR hasta Shibuya y de allí a nuestro hotel que está a 5 minutos a pie de la estación.
Nos echamos una siesta y después pensamos en probar una experiencia muy friki… vamos a ir a un Love Hotel para ver cómo son por dentro. Así que antes de salir, nos documentamos bien por internet sobre dónde se encuentran los de Shibuya.
A eso de las 20h, salimos a cenar y nos decantamos por un sitio de ramen cerca de la estación JR, y luego damos un paseo por el barrio. Nos encanta recorrer este lugar por la noche ya que están todos los carteles publicitarios encendidos, hay luces de neón por doquier y gente a diestro y siniestro.
Nos adentramos en las callejuelas de la conocida «colina del amor«, dónde se encuentran los Love Hotel del barrio. Hay que decir que los japos son muy discretos con mostrar afecto en público, y es raro ver a una pareja dándose un beso o cogidos de la mano por la calle. Así que han inventado este tipo de hoteles dónde puedes coger una habitación para toda una noche o sólo para unas horas, e ir con tu pareja y tener intimidad.
Los hay de todo tipo, sencillos con solo la cama y un baño, con jacuzzi en la habitación, con karaoke y consola, con tele y DVD, temáticos dónde puedes pedir disfraces… y la verdad es que están muy bien de precio. También los encontrarás en barrios como Shinjuku, Ikebukuro o Akiba.
Además son muy discretos. Junto a la puerta tienes un cartel informativo con el precio aproximado y unos dibujos con todo lo que cuenta la habitación. En el panel, si la luz está encendida es que la habitación está libre, si está apagada es que está ocupada. Una vez te decides por una, solo tienes que pulsar sobre la foto y automáticamente le sale una señal a la persona que hay en la recepción. Te diriges a ella, pero no te ves con esa persona ya que tienen un cristal opaco para que no se distingan las caras. Te da la llave de la habitación con las indicaciones para llegar, pagas y te dice el tiempo del que dispones en función de lo que pagues.
Nosotros fuimos a uno con jacuzzi en la habitación. También tenía una pedazo de tele de plasma con varios canales con porno japonés, con karaoke, un sofá y luego había un tocador con secador y amenities de todo tipo. Junto a la cama había un pack con toallitas húmedas y varios preservativos. Vamos que está claro para lo que son estos hoteles… son hoteles picadero 😀
Tras las fotos de rigor a la habitación, aprovechamos que hemos pagado y probamos el jacuzzi. Qué risa pasamos porqué al encender las burbujas se apagó la luz del baño y se encendieron unas luces psicodélicas dentro de la bañera.
Tras el rato pagado por la habitación, dejamos la llave en la recepción. De nuevo sin tener contacto visual con la persona responsable y volvemos a nuestro hotel que es dónde tenemos pagada la noche y ya toca descansar.