27/05/2011 (día 11): nuevo día en Tokyo recorriendo las tradicionales Yanaka y Nippori, el Ueno Koen y el archiconocido distrito de la electrónica, Akihabara
Hoy volvemos a ver los contrastes de Tokyo, la parte tradicional Yanaka, Nippori y Ueno, y el barrio de la electrónica, Akihabara. Así que tras desayunar vamos a la estación JR Shibuya y tomamos de nuevo la línea circular JR Yamanote hasta la estación JR Nippori.
Éste es un barrio muy tranquilo, formado por casitas bajas y ningún rascacielos… parece un pueblo dentro de la gran metrópolis y es que a pesar de que el gran terremoto de Kanto de 1923 y los bombardeos americanos en la II Guerra Mundial dejaron pocos edificios antiguos en la ciudad, en Nippori aún quedan alguos vestigios del pasado, con casas antiguas y decenas de santuarios y templos repartidos por sus tranquilas callejuelas 🙂
Nos dirigimos hacia el cementerio de Yanaka, el más grande de Tokyo. Yanaka es un barrio ubicado en el distrito de Nippori que data del periodo Edo (1603-1867). A pocos pasos de la estación JR se encuentra el Templo Tennoji en el cual no se puede entrar pero si visitar sus jardines que como todos en Japón, ¡son preciosos!
Caminamos por unas callejuelas por las que no pasa ni una alma, hasta llegar al Cementerio de Yanaka, repleto de tablas de madera y lápidas conmemorativas, algunas datan de finales de 1800… Atravesamos el cementerio por su calle principal hasta llegar a un barrio residencial.
Ya habíamos visto algún cementerio en Kyoto pero no habíamos caminado por ninguno y es realmente sobrecogedor, cuanta calma se respira en el lugar… el aroma de los inciensos llena el ambiente. Hay poca gente por aquí, y los que encontramos son japoneses que van a visitar las tablas de sus difuntos. El cementerio está repleto de cerezos, lástima que ya ha pasado la floración porque en pleno hanami debe ser espectacular…
Continuamos el paseo y llegamos a Yanaka Ginza Street, una gran calle repleta de tiendas de barrio, pequeños comercios de comida preparada, pescaderías, fruterías pequeñas y realmente auténticas. No nos acabamos de aclarar de por dónde debemos tirar para seguir la ruta que teníamos pensada, así que desandamos lo andado y volvemos a la estación de JR Nippori. Allí tomamos el tren de nuevo para ir al distrito de Ueno.
Junto a la estación se encuentra el Ueno Koen o Ueno Park, uno de los mayores parques de Tokyo y en el que se encuentran algunos templos, un zoo, el Museo Nacional de Tokyo, el Museo Nacional de Ciencia de Japón, el Museo Nacional de Arte Occidental, un gran lago y una sala de conciertos.
Vamos dando un paseo por el parque con intención de visitar uno de los grandes santuarios japoneses, el Ueno Toshogu, pero está en obras de restauración y nos tenemos que conformar con ver la lona que lo protege con un gran mural del templo. Si podemos disfrutar de las decenas de lámparas de piedra que hay bordean el camino al templo. Está claro, que habrá que volver…
Seguimos paseando, vemos a grandes grupos de escolares que están de excursión, una zona de ferias y llegamos a la altura del Zoo. En principio no teníamos pensado entrar pero al final decidimos hacerlo. No hemos ido a un zoo desde que éramos bien pequeños (con el cole) y tampoco somos grandes amantes de ver animales en cautiverio, pero al ver que hay osos panda, decidimos entrar.
Antes compramos en una tienda chiquitita justo al lado del zoo unas galletas rellenas de chocolate con forma de panda, típicas del parque. Empezamos a tener hambre y aún falta un rato para comer… ¡están riquísimas!
Pagamos la entrada que es bastante y entramos rodeados de escolares que van de excursión.
Nos hacemos con un mapa en la entrada y vemos que es bastante grande. Junto a la entrada, vemos unas cuantas especies de pájaros y nos ponemos a hacer cola para ver a los panda. Aunque hay bastante, avanza rápida y en seguida pasamos a ver los osos. No habíamos visto antes y son una chulada. Tienen pinta de ser mimosines, aunque los pillamos echando la siesta.
De allí vamos a ver los leones y los tigres. Luego vemos los gorilas que son muy graciosos, hay uno que no deja de echarse paja encima y de vez en cuando para y mira a la gente como buscando su aprobación. Y el otro lleva una toalla sobre los hombros, como si viniera del onsen 😀
Vemos los elefantes que se acercan a saludar a la gente, y los monos japoneses, como los que vimos en el Monkey Park de Kyoto.
Nos sorpende ver en la zona del aviario un templo tailadés… no habíamos visto ninguno antes y nos sorprende su estilo «más recargado».
Encontramos un puesto para comer y como son las 14h y ya aprieta el hambre, compramos unos yakisoba, un par de hot dog con unos refrescos. Todo está muy bueno y es bien barato.
Después de comer seguimos con la visita al zoo. Con los pingüinos nos pasamos un buen rato, son muy graciosos.
Entramos a la zona de los animales que necesitan menos luz y vemos una zarigüella que parece que esté posando a las cámaras de los visitantes.
Seguimos con la visita viendo a varias especies de animales hasta llegar a los lemures y de nuevo nos quedamos un buen rato mirando como se desparasitan en cadena 🙂
Luego vemos la zona de los reptiles dónde hay un cocodrilo de más de ¡7m! Uf, encontrarse un bicho así tiene que dar miedito ¡¿eh?! Y antes de terminar la visita, hacemos parada en boxes (wc, refresco y un heladito), y salimos del zoo para seguir recorriendo el Ueno Park, dónde encontramos algún templo más y un gran estanque cubierto de flores de loto.
Como aún es pronto, decidimos modificar un poco la ruta programada y decidimos visitar un distrito más, Akihabara o el barrio de la electrónica, conocido por los tokyotas como Akiba. Cogemos un tren de la línea Yamanote desde la estación JR Ueno hasta la JR Akihabara.
Éste es otro de los famosos distritos repletos de luces de neón y pantallas de televisión enormes, y de tiendas de electrónica. Y cuando digo tiendas, me refiero a enormes edificios con muchísimas plantas repletos de gadgets y electrónica en cada número de cada calle, ¡realmente impresionante! Un paraíso del merchandising y de los videojuegos que incitan al consumismo de una forma impresionante…
Pasear por sus calles es súper curioso. Ya no solo por sus comercios si no porque en las calles hay chicos y chicas disfrazados de todo lo imaginable haciendo publicidad, los dependientes salen de las tiendas y gritan sus ofertas, hay carteles de promociones por todos lados y pantallas de televisión enormes en los que anuncian sus productos de una forma muy llamativa. Nos deleitamos paseando por sus tiendas y a pesar de que es muy, muy tentador no compramos nada. Aunque no tengas intención de comprar electrónica, cómics o gadgets, el barrio bien merece una visita porqué es ver para creer.
Entramos a los grandes almacenes Yodobashi (ya habíamos ido al de Kyoto) y ¡qué pasada, nos encontramos con 8 plantas inmensas repletas hasta la bandera de gadgets y electrónica! Me miro con detalle las cámaras de fotos reflex, y realmente valdría mucho la pena (hay hasta 200€-300€ de diferencia con los precios de aquí) pero los menús solo están en japonés. Me quedo con las ganas 🙁 Lo que si compramos es un pen-drive de 64GB por bastante menos dinero de lo que cuestan en nuestro país.
Vemos que en la misma estación JR Akihabara hay un restaurante americano con una pinta tremenda y decidimos cenar aquí. Nos pedimos una carne a la brasa con un arroz gohan, ¡todo riquísimo!
Y después de cenar, tomamos de nuevo la Yamanote de vuelta a Shibuya. Al llegar y a punto de bajar del tren, veo de refilón a Carles Puyol en un anuncio por la ventana… me quedo súper pillada. Al bajar del vagón le digo a mi marido: “acabo de ver a Puyol en un anuncio”. No se lo acaba de creer y cuando se va el tren, efectivamente vemos un anuncio en el que salen varios jugadores del Barça. Nuestra tierra nos sigue 😛
Tras este encuentro inesperado, volvemos al hotel. Ya toca descansar después de otra gran caminata por Tokyo. Mañana será un día muy especial, le espera una gran sorpresa a mi marido 😉
Edito: tras haber visitado animales en libertad como los orangutanes en Borneo, dragones de Komodo, elefantes en Tailandia o pandas en China, debo decir que nos arrepentimos de haber visitado el zoo de Ueno. Creemos que los animales deben permanecer en su hábitat y si queremos verlos, debemos ir nosostros a ellos, no encerrarlos para nuestro disfrute. Como veis, esta es una de las cosas que te aporta viajar, aprendes a valorar mucho más la vida, tanto la tuya como la de los demás seres que habitan el planeta.
Para aquellos que no compartan estas reflexiones y quieran visitar el zoo, os dejo su web.