30/05/2011 (día 15): recorremos la zona del Mt Hakone, divisamos el Mt Fuji y disfrutamos de la mejor experiencia nipona en el ryokan con onsen privado…
Hoy nos levantamos bien temprano y de un salto. Nos espera un día muy emocionante y muy esperado en nuestra luna de miel y es que nos vamos a Hakone, dónde seguro que disfrutamos del súper ryokan que tenemos contratado y de su onsen privado
Bajamos a desayunar y al terminar subimos a buscar las maletas ya que toca hacer el check-out del hotel Granbell de Shibuya. Hemos estado muy a gusto en este alojamiento y lo recomiendo. Anoche finalmente, decidimos que enviaríamos nuestras maletas hacia el hotel dónde pasaremos la última noche en Tokyo, y nos iremos a Hakone solo con las mochilas para poder ir más cómodos.
Quizá os suene extraño eso de enviar las maletas, pero cuando viajas a Japón es algo muy habitual y totalmente aconsejable. Hay un par de empresas de envíos que también llevan maletas por todo el país. Un servicio que aporta comodidad y practicidad y que además está súper bien de precio. Queda claro nuevamente que Japón es un país pragmático.
Bajamos a recepción, hacemos el check-out y la recepcionista nos echa una mano con la gestión del envío de las maletas. Nos ayuda a rellenar el formulario de envío con nuestros datos, las direcciones de origen y destino, y además llama al hotel dónde las enviamos para avisarle que nuestras maletas llegaran mañana y que nos las guarden en recepción si son tan amables. Una vez hecho el trámite, nos despedimos de ella con un gran “domo arigato”.
La empresa más usada por los viajeros es Yamato Transport (recientemente han abierto una oficina en Barcelona) que se identifica por el logo de un gato que porta a un gatito. Os dejo el ejemplo de cómo se rellena el formulario de envío que aparece en su web. Si vais a enviar las maletas con ellos, os recomiendo llevar esta chuleta encima porque aunque los japos estarán siempre dispuestos a ayudaros, en algunas zonas el inglés es limitado y podéis pasar un mal rato. Deberéis rellenar un formulario por cada bulto que envíes, se paga en el lugar dónde lo depositas (ya sea en la recepción de un hotel, un combini o la oficina de Yamato) y te quedas con una copia del formulario y del recibo del pago por si hubiera que reclamar.


Y tras este truco, continuo con el relato…
Nos dirigimos a la estación JR Shibuya dónde cogemos la línea circular JR Yamanote para ir hacia la estación central, la JR Tokyo, dónde tomaremos el Shinkansen hasta Odawara. Habíamos reservado los asientos la noche anterior, asegurándonos poder ir sentados en nuestro último trayecto en Shinkansen y es que hoy se nos termina el tiempo de uso del Japan Rail Pass.
Para ir de Odawara a Hakone y los pueblecitos de la zona, hay montada una ruta en tren, tranvía, funicular, teleférico, barco y bus… y para tomar todos estos transportes de forma econónima han creado el Hakone Free Pass, un pase de dos días que los incluye todo. Puedes comprarlo en la oficina que tienen en la estación JR Odawara, o bien en la estación JR Shinjuku en Tokyo y que además incluya el trayecto en tren hasta la zona de Hakone (interesante para aquellos que no tengan el JRP activo).
Una vez en Odawara, nos compramos unas bebidas en una máquina para tomarlas mientras esperamos el siguiente tren (ya drentro del pase de la zona) para ir a Hakone-Yumoto, dónde haremos el primer transbordo. Tomamos un tren tipo cercanías. El trayecto dura unos 30 minutos y al llegar a Hakone-Yumoto, buscamos el andén desde el cual sale el siguiente tren hacia Gora y nos quedamos alucinados al ver el tren en qué montaremos… es súper antiguo.


Pero aún alucinamos más cuando iniciado el trayecto vemos por dónde está construida la línea del tren. Y es que la vía pasa a través de un bosque un tanto frondoso, lleno de pendientes, dónde las ramas de los árboles tocan los cristales del tren continuamente… Pero debo decir que esta línea sube unos 300m de altitud y tiene mucho encanto 🙂
Tras unos 35 minutos de trayecto por la montaña llegamos a Gora. Nada más bajarnos del tren ya vemos las indicaciones para tomar el funicular hasta Sounzan que asciende 211 metros de desnivel en 1,2km. ¡Menuda pendiente! En unos 10 minutos llegamos a Sounzan dónde haremos el siguiente transbordo y es que ahora nos toca el teleférico.
Desde el teleférico se tienen unas vistas alucinantes de toda la zona. Podemos ver el valle de Hakone con sus minas de azufre y, sabemos que en días despejados se ve el Fuji pero nosotros tenemos un nubarrón justo dónde se supone que está el volcán más famoso de Japón y de momento no podemos verlo.
Este lugar es impresionante y creo que debe ser parada obligatoria para los amantes de la naturaleza. Aunque reconozco que tienen montada una turistada tremenda con todo el tema de los transportes. ¿Turistada? Si, pero mola mucho.
El teleférico tiene una parada a medio camino para disfrutar de las vistas sobre el cráter creado en la última erupción del Monte Hakone hace 3000 años, dónde se situan las minas de azufre de la zona con sus calderas humeantes.
Tras contemplar las vistas cogemos el segundo teleférico que lleva a Owakudani, el área alrededor del cráter. Aquí es tradición tomar los famosos huevos negros cocidos en agua volcánica, y se dice que al menos una vez en la vida hay que hasta aquí para comerlos. Por cada huevo negro cocido que te comes vivirás 7 años más. Si te comes dos huevos vivirás 14 años más; si te comes 3, 21 años; pero hay que tener cuidado porque si comes 4 huevos tu hígado comenzará a sufrir… Esta tradición hace que la zona se conozca como el Valle de la Longevidad.
Nada más salir a la calle notamos un fuerte olor a azufre. Hoy debe haber bastante porque en seguida nos pica la lengua.
En esta zona hay un ruta de unos 10 minutos a pie que permite acercarte más a la zona volcánica y situarte junto a las fumarolas. Por normativa de seguridad, hay un semáforo que indica los niveles de azufre en el aire y sólo se puede acceder en función de lo que marque. Hoy no tenemos suerte y el semáforo está en rojo, por lo que no se permite el paso… tenemos que conformarnos con verlas desde la entrada al camino que se encuentra vallado.
Hakone es conocida también por sus aguas termales que emanan de los volcanes que hay en la zona y aquí encontramos varias fuentes con agua termal.
Entramos en una de las tiendas y nos compramos un helado. Yo quiero probar los huevos pero los venden en paquetes de 4 y como a mi marido los huevos no le gustan, decido comprar un paquete de 6 que viene envasado al vacío para llevármelo a casa de mis padres y probarlos con ellos a la vuelta. Así les llevo longevidad a ellos también.
Nos sentamos en una de las mesas a comernos el helado y menos de 2 minutos, el nubarrón que hay sobre el Mt Fuji desaparece y ¡se deja ver, qué pasada! Esto si que ha sido toda suerte 🙂 Todos los allí presentes desenfundamos las cámaras para llevarnos una instantánea del icono de Japón. Es difícil de explicar pero sabes todo el simbolismo que tiene el Fuji para los japoneses, y una emoción te embarga.
Llevamos media hora en la zona y nos pica un montón la lengua y nos empieza a doler la cabeza por el azufre, por lo que volvemos al teleférico y seguimos con la ruta.
Descendemos hacia el Lago Ashi, en Togendai. De nuevo disfrutamos del trayecto con unas fabulosas vistas, con el lago allá abajo y el Fuji al frente. Este día está resultando uno de los más chulos del viaje. Al llegar a Togendai vemos atracado en el embarcadero el barco “pirata” que recorre el Lago Ashi de orilla a orilla tal y como ponía en la guía. Nos dirigimos al embarcadero para tomar el barquito, el siguiente transbordo en la ruta circular que recorre Hakone.
¡Qué pasada, menudo lugar! Sin duda me quedo con las vistas desde el barco, con todo el lago iluminado por los rayos del sol, rodeado de montañas arboladas, con el Fuji al fondo… ¡Es realmente bonito! Además hace un día estupendo (tras el diluvio de anoche en Tokyo) por lo que en la cubierta del barco se está de lujo
Tras una media hora de travesía llegamos al otro extremo del lago, a la pequeña población de Hakone-Machi. Desembarcamos y tras contemplar la estampa del barco pirata con el Fuji de fondo antes de zarpar, nos ponemos en marcha de nuevo.


Vamos dando un paseo de otros 35 minutos hacia Moto-Hakone. De camino, encontramos el Hakone Check-point, un importante punto de control de tráfico a lo largo de la ruta Tokaido, la antigua vía que unía Edo (Tokyo) con Kyoto durante el período Edo. Hace unos años lo restauraron y crearon el Museo Sekisko Shioryokan, un museo al aire libre representativo del antiguo punto de control. En él hay una exposición de objetos relacionados con la vía de paso y de las costumbres y modo de trabajar de la época.
No me pareció una visita imprescindible aunque si tienes tiempo, puedes conocer un poco más sobre el periodo Edo. Además cuenta con unas fabulosas vistas del lago.
Al terminar la visita nos compramos unas bebidas en una máquina y seguimos con el paseo hacia Moto-Hakone siguiendo la antigua ruta Tokaido. Conocida como la Old Tokaido, es una ruta rodeada de cedros milenarios que como os decía, antiguamente unía las dos capitales niponas. Hacemos el camino a solas y se respira mucha paz. Sin duda fue todo un acierto decantarnos por hacer la excursión a Hakone y aunque pueda parecer una turistada todo, la volvería a hacer sin dudarlo.
Llegamos a Moto-Hakone dónde continuamos deleitándonos con las vistas del lago desde el embarcadero. La pena es que el Mt Fuji se esconde de nuevo entre nubarrones… Nos encanta la sensación de estar rodeados de naturaleza después de varios días por la gran metrópolis.
Junto a la estación de autobuses de Moto-Hakone, encontramos una gran torii que marca la entrada al pueblo.
Son las 13,30h y empezamos a tener hambre. Ayer quedamos com los dueños del ryokan que llegaríamos sobre las 15,30h, así que decidimos buscar un sitio para comer antes de ir hacia allá. Nos decantamos por un pequeño restaurante con vistas al lago en el cuál vemos en su escaparate que tienen unos ramen con muy buena pinta. Entramos al restaurante y vemos que la planta baja es una tienda de productos locales y que el pequeño restaurante está en el primer piso.
Una vez pedida y servida la comida, la dueña nos viene con un recipiente lleno de cubiertos, no habla inglés pero se hace entender por señas. Con mucha educación los descartamos pero la señora que no queda muy convencida, y espera hasta ver que realmente sabemos comer con palillos 🙂
Comemos con calma, disfrutando de la comida que está deliciosa y de las vistas sobre el lago que hay desde aquí. Tras la comida, la señora nos sirve un vaso de té verde buenísimo. La mayoría de restaurantes sirven agua o té gratis con la comida y te rellenan tantas veces como necesites. En algunos además, vimos que nos invitaban a alguna bebida más tras la comida.
Sobre las 14,30h, nos despedimos de esta gente tan maja con un sonoro “domo arigato” (muchas gracias en japonés) y vamos hacia la estación de autobuses de Moto-Hakone. No nos acabamos de aclarar porqué en el mapa de las paradas que hay, no sale la que nos indicaban en la web del ryokan, así que entramos a preguntar al revisor que muy amablemente nos explica que recientemente han cambiado el nombre de la parada. Nos indica la línea que tenemos que tomar y nos marca en un mapa la ruta que seguirá el bus… ¡vamos como para perdernos! Le damos las gracias y salimos a esperar el bus que nos ha dicho.
En esas que llegan dos buses a la vez y exactamente iguales, y nosotros pensamos ¡¿y ahora cuál es?! Pero vemos salir al hombre corriendo de la estación para decirnos cuál de los dos debemos tomar, e incluso avisa al conductor de la parada en la que bajaremos por si nos despistamos. Nosotros alucinamos, ¿¡cómo pueden ser tan sumamente amables?! De verdad que tanta amabilidad hay momentos que nos abruma. Es una pena pero en nuestro país no hace nadie eso ni de coña… Nuevamente un “domo arigato” junto a una gran reverencia porque no sabemos otra forma de agradecerle toda su ayuda. Sin él aún estaríamos dando vueltas…
Subimos al bus, y vemos que todo el mundo nos mira… somos los únicos occidentales que hay a bordo del bus. A estas alturas del viaje ya no nos extraña esta situación puesto que nos ha pasado en varias ocasiones. Suponemos que como nos dijo aquél guía en Tokyo, es la repercusión turística del accidente nuclear. Muchos extranjeros han dejado de visitar el país por miedo a lo desconocido, y nunca podrán imaginar el daño que hizo a este nivel el accidente de Fukushima por la gran repercusión mediática completamente errónea que hubo en occidente…
Cuando nos acercamos a la parada que nos dijo el hombre de la estación, la solicitamos por si el conductor no se acuerda, pero al bajar como debemos pasar junto a él para pasar el Hakone Free Pass por la máquina y validar el viaje, nos dice que él en inglés chapurreado que sabía que tenía que dejarnos aquí. Le damos las gracias y bajamos… hemos llegado al ryokan 🙂
La parada del bus está en la carretera, y queda justo al lado de la entrada del alojamiento. Teníamos muchas ganas teníamos de llegar a aquí. Pero vemos que son las 15h y nos sabe mal llegar antes de lo previsto y damos un pequeño paseo por los alrededores. Al poco de adentrarnos por un camino de tierra, veo un cartel indicando un WC. Alucino un poco porqué estamos en medio del campo. Seguimos las indicaciones y llegamos una pequeña caseta con un baño. Pensábamos que al estar en medio del monte la higiene brillaría por su ausencia pero ante todo pronóstico me sorprendo gratamente al verme reflejada en su suelo de lo limpio que está. Nuevamente alucino con la limpieza y pulcritud de los baños públicos.
Vemos que junto a la caseta del «TOTO», hay un pequeño claro con una fuente natural y un estanque de agua termal.
Nos dirigimos hacia allá y otra vez alucinamos al ver que en un claro en medio del bosque han colocado dos bancos dónde poder sentarse y… ¡¡una máquina de bebidas!! Estos japos son la leche 😀 Aprovechamos para sacamos un café calentito de la máquina y nos sentamos a disfrutar de las vistas mientras nos los tomamos con el sonido de la naturaleza de fondo.
Son las 15,20h cuando vemos que se acerca un nubarrón terrible con una pinta de querer llover toda la tarde. Nos acabamos el café y nos dirigimos al ryokan. Qué emoción poder estar aquí, el caprichazo de nuestra luna de miel está a punto de verse cumplido.
Volvemos a subir hacia la carretera, la cruzamos y entramos a los jardines del Mikawaya Ryokan. Tiene una fuente preciosa frente a la entrada y el edificio es de construcción típica japonesa. Subimos las escaleras de la entrada y no nos da tiempo a llegar a la puerta que ya nos la abren con mil reverencias y palabras de bienvenida en inglés y en japonés, ¡madre mía!
Les decimos que tenemos una reserva y en seguida llega la encargada del ryokan a recibirnos. Nos indica que nos quitemos las bambas y nos pongamos unas zapatillas que nos presta para ir por el ryokan. Al quitarme las bambas hago intención de agacharme a cogerlas y antes de que me dé tiempo, la señora me lo impide y llama a un botones para que nos las recoja y nos las guarde. Nos dice que si tenemos que salir a la calle las pidamos en recepción que nos las guardan allí.
Nos llevan a una sala con vistas a los jardines y nos pide que la esperemos un momento. De nuevo siento que tanta amabilidad me abruma, desgraciadamente no estamos acostumbrados a este nivel.
Contaros que un ryokan es un alojamiento típico japonés. Hay diferentes modalidades, tipo albergue, casa privada con alquiler de habitaciones o tipo hostal/hotel. Puedes encontrarlos con habitaciones completas o que tengas que compartir el baño, éste puede ser termal o artificial, que estén en la calle o en una sala, de uso privado o público. Los precios son muy variables, todo depende de las comodidades del lugar y de las estrellas… los hay bien baratos, pero también los hay de gama alta como es el caso del Mikawaya.
Tras unos minutos regresa la señora -nos dice su nombre pero no lo recuerdo-, comprueba que en la reserva que hicimos esté todo correcto, y nos explica los horarios de la cena, del desayuno y del check-out. Hacemos el check-in y nos lleva a hacer un tour por el ryokan.
Nos enseña las diferentes estancias y salas compartidas (sala de lectura, comedor, salón…), los diferentes pisos y los baños termales. Entramos en el de mujeres y me explica cómo funciona y los pasos que hay que seguir para darte un baño típico japonés. Salimos y luego entra al de hombres con mi marido para explicárselo a él también tras dar un grito en varios idiomas avisando que entra.
De allí nos lleva a nuestra habitación, la “Hanna 1”. Al entrar vemos que hay una pequeña sala intermedia, como un descansillo dónde nos dice que debemos dejar las zapatillas. El suelo de la habitación es de tatami y hay que ir descalzos puesto que es muy delicado. Es nuestro primer ryokan y al entrar a la habitación alucinamos en colores, ¡qué pasada, es como estar en casa de Doraemon! 😀
En el centro de la sala hay una mesa bajita con dos sillas. Son unas sillas peculiares ya que no tienen patas, solo asiento y respaldo y están sobre el suelo de tatami. Lor armarios son de puertas correderas de papel. Hay una especie de galería con una mesa y dos butacones desde los que se puedes disfrutar de la vista de la terraza y del jardín del ryokan. En esta zona, hay un lavamanos y un cuartito dónde está el TOTO, dónde hay unas zapatillas de uso exclusivo para el lavabo.


Y después de enseñarnos esta parte de la habitación, salimos a la terraza. En ella hay una ducha con un cubilete y el onsen, el baño con agua termal natural proviniente del Mt Hakone.
Nos explica que el agua del onsen está a unos 40ºC y nos pide que tengamos la precaución de abrir un grifo de agua fría antes de meternos para evitar quemarnos, y que vayamos removiéndola de vez en cuando con una especie de pala de madera que hay, para que se vaya mezclando y no nos achicharremos. Nos explica de nuevo que también aquí hay que ducharse antes de meterse en el onsen.
Nos pide que la esperemos un momento y en seguida llega con dos yukatas y nos enseña a ponérnoslo correctamente ya que cada sexo lo cruza hacia un lado. Sale de nuevo, y vuelve con una chica más joven. Nos dice que ella se encargará de nuestra habitación y que si necesitamos alguna cosa contactemos con ella en un número de teléfono. También nos explica que será quién nos traiga la cena y el desayuno de mañana y, quién nos prepare el futón para dormir. A las 19,30h servirán la cena y nos pide que estemos preparados cuando llegue esa hora. Nos dejan con un té verde y un dulce japonés para merendar y nuestro onsen esperándonos 😛
Madre mía, qué mujer más amable… Los japoneses lo son, pero esta mujer supera la media. Una vez se marchan, nos ponemos cómodos y nos tomamos la merienda que nos han servido… Y en cuanto acabamos, ¡¡nos vamos de cabeza a probar el onsen!!
Las vistas desde la terraza hacia el bosque son fantásticas. Hace fresquito en la calle y da no sé qué saber que te estás duchando en medio del bosque pero son costumbres del lugar y nosotros nos adaptamos a todo.


Una vez bien duchados y aclarados, nos metemos en el onsen y… ¡oh my good, qué a gusto se está!
En la habitación tenemos un panfleto con todas las propiedades terapéuticas del agua termal de Hakone que no son pocas.
Nos pegamos 2h metidos en remojo… hasta se nos ha hecho de noche. Pero no hay quien salga de allí, se está súper a gusto. Verdaderamente ha valido la pena venir hasta aquí hoy y más aún dejar la visita a Hakone para el final del viaje, así nos recuperamos del cansancio de todos estos días y recargamos las pilas.
Con mucho esfuerzo salimos del agua y nos vestimos con los yukatas que nos dejaron. Molan mucho.


Después de cenar, vuelve la chica a retirar la mesa y las sillas, monta los futones para que los tengamos listos cuando queramos ir a dormir y nos dice que mañana volverá a recogerlo antes del desayuno. Nos dice que si necesitamos alguna cosa durante la noche que la llamemos al número que nos dijo antes y vendrá, ¡nos sentimos como reyes en este lugar!
Una vez se despide, no nos lo pensamos dos veces y volvemos al onsen. ¡Qué pasada! Menuda paz, qué relax, qué bien se está metidos en el agua caliente viendo las estrellas… hace fresquito pero al estar metidos en el agua apenas se siente. Tras otra buena hora y pico en remojo, y ya más arrugados que dos abuelos centenarios, salimos del onsen y nos vamos a dormir. Vamos a probar la experiencia del futón 🙂
Hoy ha sido un día agotador pero a la vez muy gratificante. Sn duda ha pasado directo al top ten de nuestras mejores experiencias viajeras y no nos cabe duda que este día lo recordaremos con gran cariño.
Quina passada m’ha encantat!!! Quina sort!
si! va ser tota una sort poder fer aquesta part del viatge 🙂 gràcies per llegir-me Ada!