04/10/2017 (día 22): llegó el momento de dejar China y volver a casa… ponemos fin a otro gran viaje que sin duda nos marcará para siempre
Hoy llega a su fin nuestra aventura por el gigante asiático. Tras 21 días viajando por libre, recorriendo un pedacito de este alucinante país y conociendo su cultura, llegó el momento de dejar China y volver a casa.
Nos levantamos a las 7,30h. Desayunamos en la habitación lo comprado ayer y hacemos el check-out. Cargados con las maletas y entre miles de chinos celebrando su Fiesta Nacional, cogemos la línea 2 hasta Longyang Road (3¥). Devolvemos las tarjetas de metro que compramos al llegar a la ciudad, en la oficina de la estación. Nos devuelven el depósito de 20¥ más 17¥ de saldo que quedaba en cada una.
Cruzamos la calle y entramos en la estación del Maglev. Al enseñar los billetes electrónicos del vuelo de vuelta en la taquilla nos aplican un descuento, por lo que nos cuestan 40¥ pp. Al igual que el día de llegada, ¡estamos emocionados de poder volver a subir en él!
Cogemos el siguiente tren que sale en 5 minutos, y esta vez si que tenemos suerte que alcanza los ¡¡¡¡431km/h!!!! ¡Qué pasada, menuda guinda al viaje! 😀 Disculpad por los vídeos, pero el móvil y la emoción del momento no permitieron más calidad…
En 6 minutos estamos en la terminal 1 del Aeropuerto Internacional del Pudong. Vamos hasta los mostradores de facturación. Nos topamos con un local haciendo tapón mientras se pelea con un policia vete tú a saber porqué (no hablamos chino) que nos alarga la espera más de 20 minutos. Al fin, conseguimos facturar sin problema.
Pasamos el control de inmigración después de otros 45 minutos de espera, y seguidamente el de seguridad. Una vez en la zona segura del aeropuerto decidimos gastar los yuanes que nos quedan. Compramos un par de botellas de agua, un par de frapuccino de té verde (¡los últimos!) con un dulce en un Starbucks, y aún nos quedan 12¥ que guardamos para el recuerdo. Al ser 1€ y pico no nos los cambian ni nos da para mucho más.
A la hora prevista empieza el embarque. De nuevo volamos con KLM vía Amsterdam. Y os aseguro que es el embarque en compañía europea más curioso que hemos hecho en la vida…
Las azafatas alucinan con los chinos cuando ven a uno colocándose con un termo de 3L en su asiento… Nos miran y se parten (somos muy poquitos los occidentales a bordo). De verdad es que nosotros también alucinamos al pensar que el tipo ha pasado por el control de seguridad con eso sin problema…
Despegamos puntuales y el vuelo transcurre tranquilo, nos dan un par de comidas que no están nada mal. Vemos un par de pelis y echamos alguna cabezada mientras corren las 12h a bordo.
Y poco antes de aterrizar, nos despiden con una galleta holandesa que ¡nos pirran!
Y los chinos se despiden con su costumbre de levantarse nada más tocar las ruedas del avión en el suelo. Les da igual que siga corriendo por pista que ellos se levantan ya a abrir los compartimentos para ir bajando sus cosas ¬¬’ Las azafatas se descojonan… es de esas situaciones que ríes por no llorar 😛 Una de ellas les invita a abrir las puertas también 😀 ¡Quita, quita, no les des ideas que te las cogen!
Estamos cerca de sus asientos y ante nuestra atónita mirada hacia los chinos a bordo, una de las azafatas nos pregunta si esto es solo en este vuelo o es habitual en China. Debe ser su primer vuelo con chinos a bordo 😛 Les explicamos que en China es habitual ver estas cosas en los vuelos domésticos. Nos confiesan que no lo habían visto jamás y entre risas les respondemos que nosotros tampoco hasta este viaje, la verdad. Ya veis que nuestros estándares de seguridad distan mucho de los de otros lugares…
Aterrizamos en la capital holandesa a las 18,30h. Pasamos el control de seguridad y de pasaporte en pocos minutos. Y accedemos a la zona B del aeropuerto de Schiphol. Nuestro vuelo sale anunciado en esta zona pero aún falta un rato hasta la salida.
Vamos a tomar un par de cafés, necesitamos cafeína para soportar el cansancio que llevamos ya en el cuerpo. Al cabo de un rato nos avisan por SMS de un retraso en la salida del vuelo, y a nosotros nos entran todos los males. Cada año nos pasa igual a la vuelta de los grandes viajes con esta compañía… Con lo cansados que estamos sólo nos falta esto.
En las pantallas de esta zona del aeropuerto ya no consta nuestro vuelo, así que deducimos que han cambiado la zona de embarque. Acabamos los cafés y vamos hacia el hall principal de la terminal. Efectivamente vemos que ahora consta en la zona C con 35 minutos de retraso…
La espera se nos hace eterna. Para nosotros el reloj nos dice que es de madrugada y estamos realmente agotados. Por suerte, no lo retrasan más y sale puntual a las 21,10h después de llevarnos en un bus recorriendo todo el aeropuerto hasta llegar a nuestro avión. ¡¡Ya pensábamos que nos llevaban a Barcelona en bus!!
El vuelo transcurre tranquilo. Nos dan un wrap con una bebida a medio camino como tentempié, y aterrizamos a las 23h en el Aeropuerto del Prat. Aunque nuestro reloj biológico ahora mismo está a las 5h de la mañana…
Las maletas tardan en subir a la cinta una eternidad. Por suerte llegan las dos bien y en pocos minutos podemos coger un taxi hasta casa (29€).
Son las 00,15h cuando tras todo un día de viaje, ponemos los pies en casa con aquello de «home, sweet home». Concluyendo así el increíble viaje por libre conociendo un pedacito de China. Avisamos a los nuestros, ducha, y a dormir hasta que el cuerpo diga basta.