10/10/2016 (día 10): tras varios días sin parar, comienzan nuestros días de relax absoluto en el paraíso llamado Railay…
El despertador suena a las 4h. Aunque ayer nos fuimos a dormir pronto, estamos ¡ko! Aún así nos levantamos de un salto porque llegan los días de relax del viaje, ¡nos vamos al paraíso llamado Railay! Cerramos las mochilas y bajamos a hacer el check-out.
Pedimos a la chica de recepción que nos pida un taxi para ir al aeropuerto, y mientras llama nos dice que vayamos hacia fuera con ella y el de seguridad a esperarlo. Nos dice que tardará unos 15 minutos y que por la hora que es, nos costará 300 baths. Es el doble de lo que teníamos apuntado, aunque entendemos que a estas horas debe tener algún recargo…
El de seguridad le dice algo a la reepcionista en thai y entendemos la palabra tuk-tuk mientras mira hacia la calle principal… Pero no decimos nada. Viendo que pasan los 15 minutos de espera y que por la calle principal están pasando tuk-tuks, le decimos a la chica que vamos a buscar uno. Se queda extrañada (suponemos que debe tener comisión con el taxista) pero le decimos que tenemos prisa y que no podemos esperar más.
Nos acompaña con el chico de seguridad hasta la calle principal y esperan a que montemos en uno que nos llevará al aeropuerto (150 baths). La chica nos deja súper sorprendidos al darnos un abrazo de despedida. Más que nada porque la acabamos de conocer… 😀
Montamos en el tuk-tuk con las mochilas y en 15 minutos estamos en el Aeropuerto Internacional de Chiang Mai. Pasamos el control de seguridad de la entrada y vamos a desayunar a un Starbucks, lo único que hay abierto a estas horas. Pedimos dos capuccino y dos cinamon roll (290 baths), que nos entonan el cuerpo a estas horas de la mañana.
Es un aeropuerto pequeño, pero todo está perfectamente indicado. A las 5,30h pasamos el segundo control de seguridad y nos sentamos frente a la puerta de embarque a esperar la salida de nuestro vuelo.
A las 6,10h empieza el embarque y a las 6,30h despegamos según lo previsto. Dormimos prácticamente todo el vuelo y a las 8,15h estamos en Krabi. Nos despertamos justo a tiempo de ver las fabulosas vistas de la costa de Krabi desde el avión.
Salimos en seguida del avión. Ventajas de ir con mochila y no facturar el equipaje 🙂
Como el traslado al hotel nos pareció algo complicado cuando hicimos la reserva, contratamos con ellos la recogida en el Aeropuerto de Krabi, y traslado al hotel en Railay. En teoría nos tendrían que estar esperando. Pero pasados 30 minutos y viendo que han recogido a casi todo el mundo ya, empezamos a pensar que se han olvidado de nosotros…
Tras casi 1h de espera decidimos llamar al hotel y preguntar. Nos dicen que ¡se han olvidado de nosotros! Pero que nos mandan a un transporte privado para nosotros (lo teníamos en grupo), por el mismo precio pactado. Vendrán lo más deprisa posible. Tras media hora de espera más, nos recogen con una mini-van y nos llevan hasta el puerto de Ao Man Mao.
Allí nos espera una barca rápida que nos lleva en unos 10 minutos hasta Railay East a través de la bahía. ¡Qué pasada! Aunque habíamos visto multitud de fotos de las montañas y acantilados de la zona, verlos en persona impresionan mucho más… ¡esto tiene muy buena pinta!
En el embarcadero este, nos espera un botones que nos lleva las mochilas al hotel que está situado en Railay West. Apenas tardamos 5 minutos a pie. El alojamiento escogido para las próximas noches es el Railay Village Resort & Spa.
Nos sirven una bebida a base de coco mientras esperamos a ser atendidos en recepción para hacer el check-in. La recepción da justo frente a la playa, ¡menudas vistas! Aunque el cielo está algo encapotado ya estamos felices pensando en los días de desconexión que vamos a tener aquí 🙂
Hacemos el check-in y ya pagamos también el traslado desde el aeropuerto (1600 baths). La chica de recepción nos pide disculpas en tres idiomas diferentes por haberse olvidado de nosotros… ¡Qué le vamos a hacer!, un error lo tiene cualquiera… Nos acompañan a la habitación. Y alucinamos pepinillos cuando en lugar de darnos una habitación doble con vistas a la piscina como contratamos, nos encontramos con ¡una villa fabulosa con jacuzzi incluido!
Entendemos que es una compensación del hotel por haberse olvidado de recogernos en el aeropuerto ya que hemos pagado lo mismo que teníamos en la reserva… ¡Todo un detalle la verdad, así se pueden olvidar de mi cuando quieran! 😛
En la habitación encontramos un poco de fruta fresca y agua. Nos dicen que cada día nos traerán una bandeja de forma gratuita, pero que vigilemos de no dejarla a la vista ni tampoco las ventanas abiertas, ya que hay monos cleptómanos en la zona.
Nos cambiamos de ropa y nos vamos derechos a la playa. Se está despejando el cielo, aunque hace algo de viento. Aún así se está genial y creemos que ha sido todo un acierto alojarnos en Railay West.
Tras dar un paseo por la orilla disfrutando de las fabulosas vistas del lugar, nos damos un baño. Toda la playa es de arena suave, sin apenas oleaje y con el agua templada. Y con esas vistas espectaculares. ¡Es toda una maravilla para los sentidos estar aquí! Además no hay «excuse me» como en las playas de Indonesia, ¡otro punto a favor!
Cuando nos damos cuenta se ha hecho la hora de comer. Hace ya unas cuantas horas que desayunamos en el aeropuerto de Chiang Mai y tenemos hambre. Vamos a lo fácil, nos apetece relajarnos estos días, lo necesitamos. Así que vamos al restaurante del hotel.
Comemos unas hamburguesas con cerveza y refresco (590 baths). Se nota que esta zona es más turística y que hay menos oferta de restauración porque los precios son más elevados. Aún así es barato si nos fijamos en los precios de cualquier ciudad europea y más teniendo en cuenta que estamos a pie de playa.
Tras la comida, vamos a la habitación a descansar un rato que con el madrugón de hoy estamos agotados. Dormimos un par de horas de sieta, y luego volvemos a la playa a darnos otro baño. ¡Se está genial!
El agua está templada y no dan ganas de salir de ella… Pasamos un buen rato en remojo. Y disfrutamos de una bonita puesta de sol entre baño y baño.
Una vez anochece, vamos a curiosear por la zona. Vemos que detrás del hotel hay una calle repleta de tiendas y restaurantes. Nos compramos un batido de fruta del dragón que me pirra y un coco (130 baths), y nos los llevamos a la villa. Nos sentamos en la terraza que tenemos y allí nos los tomamos a la fresca, ¡esto es vida! 🙂
A las 20h salimos a cenar. Tras echar un vistazo a los menús que tienen expuestos los distintos restaurantes, nos decantamos por el restaurante del hotel de al lado. Tomamos un par de bistecs a la pimienta deliciosos, con verduras y patatas, más dos refrescos (900 baths). Se está genial cenando a pie de playa, escuchando solo el oleaje y viendo como sube la marea…
Y tras la cena, nos espera un estupendo baño en el jacuzzi para acabar el día bien relajados 😀 Nos queda claro que nos esperan días de auténtico relax 🙂