20/05/11 (día 4): peregrinaje budista y sintoísta en Nara y «Mc Donald’s por el mundo: Japón»
El día de hoy lo destinaremos a la ver la ciudad de Nara. Nos levantamos sobre las 8h y vamos a desayunar al Café Francés de la JR Kyoto, ¡qué ricos están sus rollitos de canela!
Antes de coger el tren, pasamos por una parafarmacia a comprar un protector solar. A pesar de estar en mayo, el sol pega de lo lindo y con tantas horas de caminatas, tengo la nariz bien colorada… y ahora si, tomamos el tren JR que nos lleva a Nara. Es un viaje de unos 40 minutos. Para viajar a Nara existe también una línea privada de tren que hace prácticamente el mismo trayecto, pero nosotros aporvechamos que tenemos el pase JRP activo y por ello tomamos la línea JR.
Nara fue la primera capital permanente de Japón, entre los años 710 y 784. Debido a su pasado, está llena de tesoros históricos, incluyendo algunos de los templos budistas y santuarios sintoístas más antiguos e importantes de Japón, así como uno de los parques más grandes del país, el Nara-Koen.
Al llegar hacemos parada en boxes (wc y bebida) y nos dirigimos a la oficina de información turística que hay en la misma estación. Nos preguntan de dónde somos y nos dan un mapa de la ciudad en español ¡mola! Hay pases para un bus que recorre los puntos más importantes de la ciudad, además de los buses urbanos, y también hay opción de alquilar bicis en la misma estación, pero nosotros preferimos pasear y disfrutar del lugar de una forma calmada. Así que salimos de la estación por una de las calles principales y vamos andando hacia la zona de los templos por calles peatonales repletas de tiendas y restaurantes.
El primero de la jornada es el Kofuku-ji. Se trata del templo de la familia Fujiwara, el clan más poderoso de Nara durante gran parte de los períodos de Nara y Heian, y fue fundado al mismo tiempo que la capital, en el 710. En la cima del poder de los Fujiwara, el templo constaba de más de 150 edificios, hoy tan solo quedan un par de ellos…
Se puede entrar a la sala dónde se guardan los tesoros artísticos que se conservan del templo (500¥) pero nosotros no lo hicimos. Al adentrarnos al recinto vemos que están celebrando una ceremonia por lo que nos mantenemos algo alejados y no echamos fotos al lugar dónde están rezando por respeto.
Caminado entre los edificios ya encontramos los famosos ciervos de Nara. Según los carteles, los ciervos llevan más de 1000 años en Nara conviviendo con sus gentes. Se dejan tocar y se les puede dar comida, eso si, nos recuerdan que son animales salvajes y que pueden atacar, por lo que hay que ir con cuidado.
En este templo se encuentra la gran pagoda de Nara, con una altura de cinco pisos es una de las más altas de Japón y todo un símbolo de la ciudad.
Seguimos caminando, y entramos al Nara Koen, el gran parque de Nara. Seguimos viendo ciervos por doquier y a varios artistas que intentan captar la magia de los parajes en sus lienzos, grupos haciendo yoga y un montón de grupos de escolares de excursión.
De camino a la zona de templos, encontramos el Museo Nacional, al que no entramos, preferimos dedicar el día a los templos del lugar. Compramos unas galletas para ciervos en una paradita y se las damos, ¡son unos ansias! Es alucinante poder estar tan cerca de un ciervo… Vemos que los animales tienen predilección por los niños, les siguen a todas partes 🙂
El siguiente punto del día es el gran templo budista Todai-ji. Para acceder al recinto, atravesamos la gran puerta de Nandaimon.
Nos llaman la atención los Niō, dos dioses iracundos y musculosos guardianes de Buda que se encuentran junto a la puerta en cualquier templo budista. Se dice que son una manifestación de la deidad protectora Bodhisattva Vajrapāṇi, y según la tradición japonesa, los Niō viajaron con Buda para protegerlo.
Una vez cruzamos la puerta, ya estamos en el recinto del templo budista más importante de Nara… seguimos caminando entre escolares y ciervos hasta la taquilla.
Algo que no os he comentado y que es importante, el día que vayáis a visitar Nara vigilad de no llevar comida en la mochila ni papeles (o guías) en la mano. Los ciervos tienen una cierta predilección por comerse todos los papeles que vean y a más de un turista vimos cómo le quitaban la guía de la mano para zampársela o cómo perseguían a aquellos que llevaban comida en la mochila hasta que se la daban 😀
Llegamos a la taquilla del Todai-ji, conocido también como «Gran templo de oriente», es uno de los más famosos e históricamente significativos de Japón.
Se trata del edificio de madera más grande del mundo y alberga en su interior al gran Daibutsu, el buda de bronce más grande de Japón, y uno de los más grandes dentro de un edificio. Y ya desde la taquilla, la vista del templo es imponente.
Construido en 752 como el templo central de todos templos budistas de Japón y el responsable de que la capital nipona se moviera a Nagaoka en 784 por su gran influencia en los asuntos del gobierno. Pagamos la entrada (500¥ pp) y nos dirigimos al pasillo central que lleva a la entrada del templo. Aunque primero haremos parada en la fuente de purificación. Quizá os sorprenda pero nos gusta integrarnos en la cultura del lugar que viajamos y si ellos se purifican antes de entrar, creemos que también debemos hacerlo nosotros, aunque solo sea por respeto.
Junto a la entrada vemos una estatua de Buda de madera que da un poco de mal rollo, pero el cartel que lo acompaña dice que si frotas tu mano en su pie y luego lo pasas por la zona de «tu dolencia» tiene efectos curativos.
Nada más acceder al interior del templo nos encuentramos con el gran buda, una figura imponente de Daibutsu de 14,98 metros de altura y 500 toneladas de peso. Literalmente, ¡es enorme! Solo su cara mide 5,33 metros. De verdad que la foto no hace honor a la realidad…
Originariamente el templo era tres veces mayor, pero por lo visto los sucesivos ataques e incendios destruyeron una gran parte del edificio.
Junto al gran buda existe una columna con un agujero que la atraviesa. Cuenta la leyenda que el que pase por él tendrá grandes bendiciones en su próxima vida. Vemos que todos los niños lo atraviesan sin problemas pero los adultos cuesta más que se animen a intentarlo… y es que el agujero es realmente estrecho.
En la puerta y frente al buda, hay un gran quemador de incienso. Echamos unas monedas al cajón y siguiendo sus rituales, encendemos tres barras de incienso a la vez que pedimos un deseo al gran Daibutsu. Este lugar es realmente impresionante, y solo por su visita, ya vale la pena venir hasta Nara.
Antes de salir del recinto compramos unos souvenir en las tiendas que hay junto a la puerta Nandaimon. Seguimos dando un largo paseo por el Nara Koen, y nuevamente nos quedamos maravillados con sus jardines, sus estanques, sus puentes y la cantidad de gente que hay haciendo picnic en las sombras del parque.
Vamos siguiendo la ruta que hay trazada por el parque hacia el mayor santuario de Japón. De camino vemos una armería muy pequeña y entramos a ver las katanas y shuriken que tienen expuestas. El dueño de la tienda nos explica que la katana es considerada Tesoro Nacional en Japón, por lo que las originales no se pueden sacar del país. Hay la opción de comprar una réplica, y rellenando unos documentos podríamos llevárnosla como recuerdo, pero no lo vemos claro… Lo que si compramos es un shuriken para mi cuñado que en otra vida debía ser ninja porque le encantan todas estas cosas… Evidentemente no está afilado, es solo para decoración.
Tras un buen paseo por el parque, entramos en la zona del santuario de Kasuga Taisha, fundado por la familia Furiwara en el 768, y considerado uno de los mayores templos sintoístas del país, por lo que es lugar de peregrinación para muchos japoneses. Es impresionante ver la cantidad de faroles de piedra que hay a su alrededor y sus columnas rojas en madera lacada.
La entrada a los santuarios sintoístas en Japón es gratuita, pero en este caso si quieres recorrer todo el complejo, incluida la sala Hômotsuden (o sala del tesoro), debes pagar 400¥.
Junto a la taquilla vemos unos cuantos puestos dónde venden amuletos, como tablillas ema para anotar tus deseos o tiras de la suerte, unos papelillos en los que pone tu fortuna… Por 100¥ compramos un papelillo de la suerte -en inglés-, que viene con una figura pequeña de un ciervo tallado en madera. La tradición dice que si la predicción es buena te la quedas para ti y, si es mala, debes atar el papel a una estructura metálica que hay en el santuario para que los dioses te protejan. En nuestro caso, como nos da buena fortuna, nos la quedamos 🙂
Vamos recorriendo los diferentes edificios y patios que conforman el santuario, es un lugar realmente bonito y merece la pena visitarlo. Además hay muy pocos visitantes y se respira una gran paz. Vemos algunos monjes haciendo sus labores. Como curiosidad os diré que tanto en el budismo como en el sintoísmo, a diferencia de otras religiones, los monjes pueden ser hombres o mujeres.
Aquí hay un buda al que los japoneses vienen a pedir por sus males o por sus enfermos. Y decido seguir el ritual de oración para pedir por la salud de un familiar que no anda muy fino en estos momentos… El ritual consiste en echar una moneda en una caja de madera que hay frente al altar, hacer dos reverencias seguidas de dos palmadas; entonces se pide al dios tu deseo o petición, y se hacen dos reverencias más para terminar. En el caso de que haya una campana en el altar, en lugar de dar las palmadas se hace sonar la campana dos veces.
Sólo tengo foto de la zona dónde se encuentra el dios desde lejos porqué no se pueden hacer fotos de él, es el único que vemos en todo el viaje que no se puede fotografiar y suponemos que es por respeto a su «labor».
Seguimos recorriendo el santuario y disfrutando de las distintas salas y edificios que lo conforman. Así como del jardín zen de piedra que tiene en el centro. Hay un monje en esos momentos haciendo los dibujos en la arena con el rastrillo y nos quedamos literalmente embobados viendo cómo lo hace. ¡Qué destreza!
El sintoísmo se considera la única religión originaria de Japón e incluye la adoración de los kami o espíritus de la naturaleza. Por ello, sus santuarios suelen estar en armonía con la naturaleza y es fácil ver objetos de protección en árboles, estanques o figuras que representan animales.
Volvemos paseando por el Nara Koen pero esta vez con intención de ir a buscar un sitio para comer… en la guía recomendaban la zona de Nara-Machi, las calles comerciales por las que pasamos para llegar al parque cuando llegamos y que están repletas de tiendas y restaurantes, así que decidimos ir hacia allá. De camino vemos más ciervos… en un momento dado, me encontraba yo haciéndole una foto a unos de ellos cuando unos chicos que pasan por allí nos ofrecen una galleta de las que han comprado ellos para que hagamos la foto más chula, ¡qué majos, son la caña! Les damos las gracias y hacemos la foto con lengua fuera y todo (fijaos bien en el ciervo que hay delante) 😀
Seguimos hacia la salida del Nara Koen y vemos que hay montones de barriles de arroz y sake junto a la gran torii (puerta sagrada que marca la entrada a los santuarios shinto) del Kasuga Taisha. Se trata de donativos y ofrendas que hacen los fieles al santuario. ¡Me encantan esos barriletes!
Tras una buena caminata, llegamos a la calle comercial de Nara-machi. Entramos al primer sitio que nos parece bien y nos tomamos unas omurice (una especie de tortilla rellena de arroz) que aunque están buenas, no nos entusiasman demasiado.
Estamos cansados tras la caminata de la mañana y no tenemos tiempo para visitar más puntos de interés de Nara ya que todo cierra sobre las 16h y son más de las 15h cuando terminamos de comer, así que decidimos volver a la estación JR Nara y coger el primer tren que pase de vuelta a Kyoto.
Al llegar a Kyoto, nos vamos derechos al hotel. Necesitamos una ducha que menudo calor hemos pasado y, luego ¿qué mejor que echarse una siesta? Nos echamos un ratito que entre el jet lag que aún dura y la caminata bajo el sol de hoy estamos ko.
Después vamos a dar una vuelta por la zona de la JR Kyoto que tenemos junto al hotel. Entramos en ella y damos un gran paseo por sus más de 10 plantas repletas de tiendas y restaurantes, ¡es enorme!
Ya ha oscurecido y las vistas de la ciudad y sus luces de neón ¡son geniales! Otra faceta de Kyoto 🙂 Hacemos unas fotos nocturnas de la Torre de Kyoto y de la fuente luminosa de la estación y salimos a ver qué hay en los alrededores.
Junto a la torre encontramos un centro comercial enorme de sólo electrónica, los almacenes Yodobashi. Entramos y nos quedamos alucinados al ver ¡¡6 plantas sólo de gadgets y electrónica!! Todavía no sé como nos resistimos a salir de allí sin comprar nada…
Las plantas superiores del Yodobashi, están llenas de restaurantes de todo tipo pero hoy hemos decidido que romperemos esquemas y seguiremos con una tradición viajera, así que salimos de nuevo a la calle y frente a la estación encontramos nuestro objetivo para cumplir la tradición de «McDonald’s por el mundo». Lo que comenzó como una coña de «¿todos los big mac del mundo sabrán igual?», se ha convertido en toda una tradición viajera 😀 Tras la cena, volvemos al hotel, hoy ha sido un día muy chulo.
P.S: Mucha gente combina la visita a Nara con Fushimi Inari pero nosotros preferimos verlas en día separados para poder disfrutarlas mejor y verlas con calma.