Hace ya un tiempo, mis padres nos regalaron una smartbox para hacer catas de vinos, y aprovechando nuestro aniversario de boda, decidimos disfrutarla. Entre todas las posibilidades que ofrecía la caja, nos llamó la atención ésta que incluía una visita al Castell de Montsonís y una cata de vinos de la DO Costers del Segre. ¿Y porqué nos llamó la atención? pues por 3 motivos:
- El castillo se encuentra en la provincia de Lleida, nuestra tierra.
- Hice la visita a ese castillo cuando tenía 7-8 años, y aunque no recuerdo cómo era, si recuerdo que me gustó mucho 😛
- Los vinos DO Costers del Segre son unos de mis favoritos…
Así que con todo esto, llamamos con antelación y confirmamos la posibilidad de gastar la caja en la fecha deseada.
Castell de Montsonís y Cata de Vinos DO Costers del Segre
El día en cuestión, nos levantamos temprano y en poco más de hora y media de trayecto en coche, llegamos a Montsonís desde Barcelona. El camino se hace casi todo por autovía, tan solo tenemos que recorrer una carretera comarcal que está bien durante unos kilómetros. Y el tramo final entre Artesa de Segre y Montsonís si que es carretera local, pero es poco rato y no hay nada de tráfico. En realidad hay dos opciones para llegar a Montsonís, una desde Artesa (que viniendo desde Barcelona es la más rápida), y otra desde Foradada (que es la de elección si vienes desde Lleida).
En el pueblo no se puede aparcar, pero hay espacio suficiente a la entrada o bien, en un aparcamiento gratuito viniendo desde Foradada en la parte alta del pueblo. Ya desde la carretera local hay unas buenas vistas de Montsonís.
Según Wikipedia, en 2006 Montsonís tenía tan solo 68 habitantes, así que ¡imaginad el tamaño del pueblo! Pero es un lugar con muchísimo encanto, restaurado manteniendo un aire medieval y en el que ofrecen posibilidades de alojamiento rural. Os dejo la web del pueblo por si os apetece un finde rural por la zona 😉
Pero lo más importante de Montsonís, es su castillo en el cual todavía viven los barones del Albi. Por este motivo, la bandera todavía hondea en la Torre del Homenaje.
Y junto a él, una antigua iglesia que hoy solo se utiliza en contadas ocasiones. El pueblo cuenta con otra iglesia que es la que se utiliza habitualmente para las celebraciones religiosas.
Construido por el Conde de Urgell, Ermengol II en 1024 con intenciones defensivas del valle del río Segre. Como os decía, todavía está habitado, algo que lo hace muy peculiar ya que diría que es el único castillo habitado del país.
Su dueño, Carles de Montoliu, señor de Montoliu y de Cabrera, y Barón del Albi, fue galardonado con la Creu Sant Jordi que otorga la Generalitat de Catalunya, en 1998. Este premio distingue a las personas que destacan por la defensa de la identidad cultural y/o cívica de Catalunya, y es que el castillo de Montsonís, a pesar de estar habitado, fue el primero en abrir sus puertas al público para mostrar su historia, y es además, la sede de la Fundación «Castillos Culturales de Catalunya» que organiza eventos y atracciones turísticas en estos lugares para mostrarlos al público.
No se puede visitar el castillo por libre. La visita guiada dura aproximadamente una hora y recorre las estancias no habitadas de la fortaleza. Comenzamos la visita por el gran salón en el que encontramos los escudos y armaduras más importantes de la familia, así como los retratos de todo su linaje.
Seguimos hasta el gran comedor en el que los barones organizaban grandes banquetes señoriales. Desde aquí hay acceso a la antigua habitación de los barones, en la que encontramos un gran armario y una cama con doble con dosel para proporcionar más calor por la noche. La guía abre el armario y nos muestra su contenido: trajes oficiales del barón y de las órdenes religiosas a las que pertenece.
Esta habitación tiene una peculiaridad, y es que tiene acceso directo a la iglesia del castillo. De esta manera, los señores no tenían que mezclarse con el populacho cuando acudían a misa. Hoy el acceso a la iglesia está cerrado, pero puede observarse desde este pasadizo.
Volvemos al comedor, y desde aquí podemos subir a lo alto de la torre del homenaje dónde hondea la bandera de los Señores de Cabrera. Desde aquí vemos las vistas privilegiadas sobre el valle del Montsec y el río Segre que tiene el castillo, y entendemos del porqué de su construcción en esta ubicación.
Bajamos dos plantas y llegamos a la cocina. Era de las pocas cocinas señoriales con un pozo en la misma estancia, que daba acceso al agua del río. También contaba con un gran fuego.
Desde aquí, encontramos acceso a las plantas inferiores en las que vivían los sirvientes. Encontramos el horno de leña que también era de acceso público, siempre y cuando pagaran un diezmo (una cuota por uso), y ofrecieran un pan de cada diez que hornearan a los señores. Seguimos bajando y encontramos dos grandes salas que hoy se utilizan para la organización de eventos pero que en su día, eran las caballerizas. Aquí vemos los escudos de los grandes señores de Catalunya, armaduras y armas de la época.
También encontramos una pequeña habitación para los peregrinos que seguían el camino de Santiago y querían pasar la noche aquí. Les ofrecían cama, agua y pan por una noche de estancia. Y desde aquí, también había acceso a las bodegas del Castillo. Hoy no se utilizan, pero encontramos toneles firmados por personalidades que han visitado el castillo en los últimos años.
En esta sala, encontramos escondido un pequeño pasadizo secreto que llevaba hasta el Santuario de Salgar, construido a modo de cueva en la roca, y a poca distancia del Castillo, sirvió durante la Guerra Civil como lugar de escondite para aquellos que intentaban huir hacia otros países buscando asilo político.
El Señor del castillo, no solo tenía poder sobre las tierras y el pueblo, si no que también tenía poder judicial. Por ello, encontramos una pequeña prisión en la planta inferior de la fortaleza.
Y también en la planta inferior, se encontraban los establos, reconvertidos actualmente en sala de eventos. La guía nos explica que los habitantes de Montsonís y de los pueblos cercanos, pueden usar la sala para realizar eventos. El día que nosotros hicimos la visita, estaban preparando la sala para una exposición de pinturas de un artista local.
Tras recorrer las 5 plantas visitables de la fortaleza, salimos a la plaza del castillo. La verdad es que el lugar, a pesar de no ser muy grande, esconde mucha historia entre sus muros y está muy bien conservado.
Volvemos a la tienda/recepción y nos sirven los productos de la cata: 3 vinos DO Costers del Segre de producción local, unas olivas de la zona, 3 tipos de olivada con tostadas y longaniza del país. Los vinos que nos sirven son: Castell de Montsonís (tinto), Cristiari (rosado) y Baró de l’Albi (blanco). Tanto los vinos como la olivada están deliciosos, aunque nos dejan un «poco tocados», así que decidimos comer aquí para que bajen un poco y poder coger el coche con seguridad.
El restaurante del pueblo se encuentra en una cueva y es un lugar con muchísimo encanto. Pedimos una ensalada con queso de cabra y miel, un trinxat, una butifarra y un revuelto de setas que ¡quitan el aliento! ¡Está todo delicioso! Salimos hasta los topes por 28€ los dos. La verdad es que lo que más me gusta de hacer escapadas por Catalunya es ¡lo bien que se come en todas partes!
Con la panza bien llena y sin efectos del alcohol ya, cogemos el coche y nos vamos para Lleida, aprovechamos que estamos cerca de casa para ir a visitar a nuestras familias 🙂
Sin duda, os recomiendo la visita y si podéis, echad el fin de semana completo y visitad otros lugares igualmente interesantes que se encuentran en los alrededores como el Castello de Montclar, y sobretodo, probad la gastronomía de la zona 😉