23/05/2011 (día 7): acabamos acongojados con la cúpula de la Bomba atómica y el museo de la Paz de Hiroshima, disfrutamos de los mejores yakisoba y nos enamoramos de la pequeña y mágica Miyajima…
Hoy nos levantamos muy pronto para tomar el shinkansen hacia un nuevo destino en la ruta. Hacemos el check-out del hotel, compramos desayuno para llevar en la estación JR Kyoto, y a las 7,20h estamos en el tren rumbo a Hiroshima.
El camino se hace ameno. Viajar en un shinkansen es una verdadera maravilla… 300km/h sin una sola vibración 🙂 Un auténtico placer para los amantes del mundo ferroviario. Tenemos casi 2h de trayecto, así que aprovechamos para comernos unos yatsuhashi, dulces típicos de Kyoto que compramos en la estación.
Llueve prácticamente todo el tiempo y mucho nos tememos que seguirá así cuando lleguemos a destino. Aún así, tenemos muchísimas ganas de conocer Hiroshima, un lugar de lo más relevante en la historia reciente del mundo, y la cercana isla de Miyajima, un paraje del que nos enamoramos ¡solo viéndolo en foto!
Como siempre llegamos a la hora exacta. No nos cuesta nada encontrar el hotel que tenemos reservado para esta noche porque está adherido a la misma estación JR Hiroshima.
Para nuestra estancia en esta ciudad, escogimos el Granvia Hiroshima , un hotel de 4* que reservamos a pocos días de cerrar el viaje aprovechando la bajada de precios post-tsunami. Es una cadena hotelera japonesa con alojamientos en las estaciones de tren de las principales ciudades del país. Mucha gente duerme en un ryokan (alojamiento tradicional) en Miyajima y realmente debe ser toda una experiencia, pero nosotros abogamos por la comodidad ya que mañana tendremos que coger el tren bien temprano y preferimos estar cerca de la estación.
Lo malo que tienen la mayoría de hoteles en Japón, es que son estrictos con la hora del check-in y además suele ser a partir de las 14-15h… por suerte nos guardan las maletas. Descargados, volvemos a la estación JR Hiroshima y tomamos un tren regular de la línea JR Sanyo hasta la estación JR Miyajima-Guchi dónde enlazamos con el ferry que lleva a la isla de Miyajima. Tanto el tren como el ferry nos entran en el Japan Rail Pass.
Entramos en la oficina de información que hay en la terminal del ferry donde nos dan un mapa en español de la isla. Vemos unas máquinas de bebidas y nos compramos unas latas de café caliente que ¡están riquísimos! Probamos varios a lo largo de los dos viajes, y me quedo con los de la marca Coca-Cola®.
Está mal visto eso de comer o beber por la calle, así que nos tomamos el café sentados en un banco junto a la terminal y una vez terminados, empezamos a descubrir esta maravillosa isla. Por el camino nos encontramos con una agradable sorpresa y es que aquí, al igual que en Nara, ¡también hay ciervos en libertad!
Nosotros preferimos descubrirla bañada por el agua. Es por ello que decidimos visitar la isla por la mañana. Desde el mismo paseo que rodea la orilla de la isla, nos hacemos unas fotos con la torii flotante de fondo. La O-torii tiene una altura de 16 metros, con unos pilares de 10 m. de circunferencia y fue construida en 1875.
Y la pregunta del millón es: ¿porqué esta torii está en el mar? Pues muy sencillo… el Santuario Itsukushima, del cuál es la puerta sagrada, está dedicado al dios sintoísta que vigila el mar y se supone que para llegar de forma «pura» al santuario, se debe hacer por mar, pasando bajo la gran torii y atracando en alguno de los pasadizos elevados sobre el mar del santuario.
Nos encontramos haciendo fotos por allí y disfrutando de esa estampa cuando veo a la pareja con quién iniciamos nuestro viaje sentados en un banco. ¡Menuda sorpresa! Nos acercamos a saludarlos y ellos también alucinan de habernos encontrado allí. Nos explican que han pasado la noche en Miyajima y hoy vuelven a Kyoto. Charlamos un rato con ellos y nos dan a probar unos dulces típicos que han comprado en la isla… de repente unos cuantos ciervos se acercan a nosotros para que les demos galletas ¡jajaja! ¡Menudos golosos y menudos interesados son estos ciervos!
Tras un rato de charla con ellos, seguimos descubriendo la isla. Vamos a ver el Santuario de Itsukushima (entrada 300¥ pp). Construido sobre el mar en el 593 y remodelado en 1168.
Nombrado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1996, tiene una construcción muy peculiar de estilo Shinden en las que todas las salas y capillas que conforman el santuario está conectadas por unos pasillos sobre el mar con una longitud total de 300 metros.
Desde los pasadizos elevados, se puede disfrutar de las vistas al océano y a la gran torii.
Desde su jardín se ven el templo Senjokaku o sala de los mil tatami, y la pagoda, construida en 1407 con cinco pisos y más de 27 metros de altura, siendo una de las más altas de Japón. Con mucho pesar no los visitamos puesto que queremos ver un poco de Hiroshima y teniendo en cuenta la paz que se respira en el ambiente de la isla y que nos faltará también por conocer el templo budista Daisho-in y el monte Misen, nos queda claro que habrá una nueva visita al lugar en un próximo viaje…
De vuelta a la terminal del ferry recorremos algunas callejuelas comerciales tan típicas niponas que nos vamos encontrando por el camino. Además huele a las mil maravillas ya que la isla es conocida por sus taiyaki, galletas con forma de pez y rellenas de lo que quieras (anko, chocolate, crema, etc.). Además, como las producen allí mismo, se puede ver todo el proceso artesanal de elaboración de los dulces a través de los escaparates. Antes de zarpar compramos unas cuantas cajas, ¡¡están buenísimas!!
Otro manjar típico de la isla son las ostras y las sirven cocinadas de mil maneras, pero no las probamos.
Y por el camino vemos a unos cuantos ciervos intentando atracar una tienda… ya os digo que son unos golosos y unos interesados 😀
Y ahora si, con mucho pesar cogemos el ferry y volvemos a Hiroshima. Una vez en la ciudad, desandamos nuestros pasos hasta la estación de tren, dónde de nuevo tomamos un tren de la línea JR Sanyo hasta la estación JR Hiroshima. Vamos con un poco de prisas porque a las 17h cierra todo y son más de las 13h, así que decidimos comer en plan fast food en un McDonnalds. Salimos de la estación y junto a ella, tomamos un tranvía hasta la zona del Castillo de Hiroshima, primer punto que conoceremos de esta ciudad.
Pero antes de continuar os cuento un poquito sobre la ciudad… Hiroshima es la capital de la prefectura con el mismo nombre, y la ciudad más grande de la región de Chugoku con 1 millón de habitantes. Enclavada junto al río Ota, se encuentra separada en nueve islas, tantas como brazos tiene el río. Hiroshima significa literalmente isla ancha y está construida sobre una serie de islas arenosas en el delta del Ota-gawa. Fue fundada a finales del siglo XVI y se convirtió en centro urbano durante la época Meiji. Desgraciadamente es mundialmente conocida por ser el escenario del primer bombardeo atómico en la historia al final de la II Guerra Mundial.
Como os decía, cogemos un tranvía en Hiroshima Station que nos lleva hasta la parada Kamiya-cho. De allí caminamos unos 10 minutos hasta llegar al Castillo de Hiroshima. Construido en 1589 por el clan Mori, fue completamente destruido por la bomba atómica, pero se reconstruyó parcialmente gracias a una donación privada. Aunque es un lugar bonito de visitar, para mi es totalmente prescindible su visita a no ser que seas un gran amante de los castillos japoneses.
Entramos gratis a una de sus torres que alberga un museo con una exposición de ropa, armas y una reproducción de habitaciones de como había sido el castillo en su época.
Tras esto, nos vamos a recorrer un trocito del jardín Shukkeien, de acceso gratuito. Y aunque parece un lugar interesante y es enorme, es un rollo visitarlo con el aguacero que ha empezado a caer… y sinceramente, preferimos visitar la zona de la Cúpula y el Museo de la Paz antes de que cierren.
Apenas hay unos 15 minutos a pie del parque de la paz, pero como diluvia, volvemos a la parada del tranvía y cogemos uno que nos deja frente a la zona 0. Ya desde la parada del tram se intuye lo que allí hay…
Pero conforme te acercas a la Cúpula de la Bomba Atómica, te quedas literalmente sin palabras y un escalofrío te recorre el cuerpo. Impresionante. Pone los pelos de punta ver hasta qué punto es capaz de llegar el ser humano… muy, muy impactante, de verdad.
Me impresiona tanto que hasta me sabe mal sacar la cámara para tomar unas fotos. Al ver esos gruesos hierros que hay en el interior de los pilares de hormigón del edificio retorcidos por el calor, pienso en aquél 6 de agosto de 1945 y en el horror que vivieron los habitantes de esta ciudad y sus alrededores.
El fenómeno se conoció como el Pika-Don (resplandor – ruido) porque en Hiroshima se produjo un increíble resplandor y a cientos de km se oyó un ruido ensordecedor, por lo que unos vivieron el resplandor y otros solamente el ruido. Hubo más de 250.000 muertos en aquel fatídico día, una ciudad casi al completo aniquilada en pocos segundos. Desde entonces se ha convertido en una ciudad comprometida con la paz y la abolición de las armas nucleares y cada 6 de agosto hacen una gran ceremonia con este fin, retransmitida por medios de todo el mundo.
El edificio, antigua Exposición Comercial de la Prefectura es el símbolo de la destrucción infligida a Hiroshima y fue uno de los pocos edificios que quedaron en pie tras la explosión. Declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1996, sus ruinas apuntaladas permanecen como eterno recordatorio de la tragedia. Fue el epicentro de la bomba conocida como Little Boy, que estalló a unos 100m de altura sobre él.
Ambos en silencio y ensimismados en nuestros pensamientos, vamos dando un paseo bajo la lluvia hacia el Parque Conmemorativo de la Paz.
El parque se construyó como lugar de conmemoración del lanzamiento de la bomba sobre Hiroshima para promover la paz mundial, y está ubicado dentro del área del epicentro de la explosión atómica, entre la Cúpula y el Museo. En el centro está situado el Cenotafio por las víctimas de la bomba atómica que contiene una lista de toda la gente que murió por la explosión o como consecuencia de la radiación. En el parque también puedes encontrar el monumento a los niños y el cenotafio por las víctimas coreanas. Lo recorremos bastante rápido porqué cada vez llueve más fuerte y nos lo pone difícil. Apenas tengo fotos porque diluviaba demasiado como para sacar la cámara…
Aún se me encoge el corazón al pensar en todo lo que el museo muestra… es un lugar duro, que muestra lo cruel que puede ser el hombre y la injusticia de las guerras, cuánta gente inocente murió o quedó herida… impactante, no puedo decir más.
Junto a la entrada hay dos grandes maquetas de la ciudad, una antes de la explosión y otra de cómo quedó Hiroshima tras el bombardeo. Escalofriante.
Son casi las 18h cuando salimos del museo (hora del cierre) con una mezcla de sentimientos entre pesar, furia y con el corazón en un puño… Junto a la salida escuchamos a una coral de jóvenes japoneses que cantan con tanto sentimiento que nos pone los pelos más de punta de lo que ya los llevamos.
Regresamos a través del parque de la paz hacia la parada de tranvía que hay junto a la Cúpula, y lo cogemos de nuevo para volver al hotel. Al igual que los buses de Kyoto, debes subir por la puerta de atrás.
Aquí nos pasa algo curioso y que nos tiene bastante rayados hasta llegar a la estación… en teoría, cuando subes a un bus/tranvía, junto a la puerta hay una máquina que saca un papel con el número de parada en la que subes y luego al bajar, te cobran en función del trayecto. Pues bien, resulta que aquí la máquina no saca papel y todo el mundo paga con la tarjeta contactless pero claro nosotros no tenemos tarjeta de prepago por lo que nos quedamos ¿¡y cómo lo hacemos nosotros?! Estuvimos preocuupados hasta llegar a la estación JR Hiroshima que era nuestra parada y también la última de esa línea, así que decidimos esperar a que bajara todo el mundo para poder ir con calma y explicarle al conductor como pudiéramos dónde habíamos subido para que nos cobrara el trayecto… así lo hicimos, y por suerte (¡es lo bueno de ser guiri!) nos había visto subir y nos dijo que no pasaba nada porqué no tuviéramos papel de subida, que nos cobraba lo que valía el trayecto que habíamos hecho. ¡Uffff qué susto! Le dimos las gracias con un sonoro «domo arigato» y bajamos relajados del tranvía.
Luego con el tiempo además nos enteraríamos que hay una zona de tarifa plana en Hiroshima. No sabemos si nos cobró lo que tocaba por ese motivo o porqué realmente nos había visto subir en aquella parada… misterios de la vida.
Llegamos a la estación y vamos hacia el hotel para hacer el check-in. En la habitación ya nos espera nuestro equipaje y es enorme para los estándares de Japón. Además tiene unas vistas muy chulas sobre la ciudad. Lástima de los nubarrones y la lluvia que no permiten disfrutarlas al máximo…
Después del madrugón de hoy, estamos bastante cansados a estas horas… así que perreamos un poco, aprovechamos para hacer copia de seguridad de las fotos, hablar con los nuestros y cuando se hace la hora de cenar, decidimos ir a lo cómodo y buscamos un restaurante en la misma estación.
Nos decidimos por uno de yakisoba y okonomiyaki que es bastante pequeño pero que ¡huele que alimenta desde fuera! Nos sientan en la barra, frente a la plancha. Al principio nos pareció un poco rollo eso de estar frente a la plancha pero luego nos encantó porque pudimos ver el arte que tenía el chef con las paletas y cómo se hacen los yakisoba y los okonomiyaki de Hiroshima, y ya me veis a mi tomando buena nota de ello para luego hacerlos yo en casa. Si, mis yakisoba y okonomiyaki caseros son al estilo de Hiroshima 😉
Lo siento, no tengo fotos del momento, me dejé la cámara cargando y mi móvil de entonces echaba unas fotos pésimas 🙁
Pedimos un yakisoba y un okonomiyaki para compartir y así poder probar ambos platos porque tenían una pinta estupenda los dos. Y os aseguro que ¡no los he probado mejores en mi vida! El lugar es 200% recomendable y si algún día volvemos a Hiroshima, tenemos claro que ¡volveremos a comer a allí! Tras una cena exquisita y de comer hasta reventar, pasamos por la oficina de Japan Railways y reservamos los billetes del shinkansen para mañana, y volvemos al hotel. Hemos tenido un día agotador y toca dormir que mañana ponemos rumbo bien temprano hacia la capital.
P.S: si tuviera que volver a hacer esta excursión, sin duda me hubiera concentrado en la zona commemorativa de la Paz de Hiroshima por la mañana, y luego hubiéramos ido a Miyajima hasta anochecer o bien, hubiéramos dormido allí y salido más tarde al día siguiente hacia Tokyo.
Tal y como lo hicimos, tuvimos la sensación de no poder disfrutar demasiado ni de una ni de otra. Con la organización que hicimos y el tiempo que disponíamos, nos sobraba el castillo y el jardín Shukkeien, así hubiéramos podido dedicar un poco más de tiempo al resto.
¿Lo ideal? Visitar Hiroshima por la mañana, luego ir a Miyajima y hacer noche allí, así puedes ver la torii con marea alta y marea baja. Por la tarde visitas el santuario, las calles comerciales y al día siguiente por la mañana, haces el ascenso al monte Misen y visitas el templo Daisho de bajada. Luego ya, siguiente destino 😉