22/05/2011 (día 6): recorremos los templos de Higashiyama y Gion y subimos a lo más alto de Kyoto para contemplar las vistas en nuestro último día en esta ciudad
¡Hoy amanece el día lloviendo a cántaros! Vamos a la estación a desayunar y aprovechamos para comprar unos paraguas, sin duda los vamos a necesitar… Compramos también el pase diario del bus por 500¥ cada uno. Tomamos el bus 100 y nos dirigimos a los templos del este de Kyoto, en la zona de Higashiyama. Nos cuesta un poco encontrar nuestra parada porque ¡llueve tanto que no se ve nada a un metro de distancia! La idea para hoy es recorrer Higashiyama y el barrio de Gion.
El primero de la ruta, es uno de los templos más bonitos -a nuestro parecer- y también de los más importantes de Kyoto: el Kiyomizu-Dera. Este templo es relevante por dos motivos. Uno, por estar construido íntegramente con madera y sin usar ni un solo clavo para sujetar su estructura. Y lo segundo, es que aunque se trata de un templo budista fundado en el año 778 que alberga en su interior un santuario sintoísta, el santuario Jishu. Algo bastante peculiar y difícil de encontrar…
Pagamos los 300¥ pp de la entrada y comenzamos a recorrer el complejo de templos que conforman el santuario de Kiyomizu.
El primer edificio que recorremos es el principal del templo construido sobre enormes columnas de madera. Las vistas desde aquí hacia la ciudad y los jardines del templo son geniales. Aunque quedan un poco deslucidas por la cantidad de agua que cae. Es de lo más curioso ver cómo cae el agua desde el tejado hacia el río a través de unas cadenitas enlazadas que hay en los laterales de la balconada.
Kiyomizu (清水) significa agua pura. Su nombre viene de tres cascadas que hay en el complejo y de las que se forman 3 chorritos en las que puedes beber. La tradición dice que estos chorros aportan, de derecha a izquierda, larga vida, prosperidad e inteligencia a quien bebe de cada fuente. Pero sólo hay que beber solo de uno de ellos, ya que dicen que la desgracia se cierne sobre los avariciosos. Hay mucha cola para beber de la fuente y está diluviando, así que decidimos pasar de largo, ya habrá oportunidad en un futuro.
Si recorres un sendero que sale desde la fuente de los tres chorros, llegas a una pagoda, pero como os digo está diluviando. Por lo que nos decantamos en ir hacia la izquierda dónde se encuentra el santuario Jishu o del amor y así intentar cubrirnos a ratos, aunque a estas alturas ya estamos bien empapados…
Ésta zona está plagada de edificios con símbolos sintoísta, ¡este templo es impresionante! Es un lugar lleno de tradiciones y supersticiones. Encontramos por ejemplo estas dos piedras separadas unos metros la una de la otra. Cuenta la leyenda que si consigues llegar de una a otra con los ojos cerrados y sin caer, encontrarás el amor verdadero. Vemos varios grupitos de jóvenes intentándolo
De camino vemos la Pagoda Yasaka y nos compramos unos chubasqueros en una tienda chiquitina, nos estamos empapando a pesar de llevar los paraguas. Compramos unos refrescos en una máquina, y mi marido prueba otra bebida nueva.
Desde hace un rato, nos llama la atención una gran diosa kannon de mármol que sobresale por encima de los edificios Vemos que está muy cerca, y decidimos dirigirnos hacia allá.
Se trata de la Ryozen Kannon construida sobre un museo dedicado a las víctimas de la II Guerra Mundial. Es increíble el ambiente de paz que se respira en este lugar. Además ha dejado de llover y estamos solos en el recinto por lo que podemos recorrerlo con toda tranquilidad. Encendemos unos inciensos por las víctimas y los dejamos sobre un gran quemador que hay frente al altar.
Recorriendo el complejo, vemos un gran cementerio infantil repleto de tumbas con estatuas de Jizo (buda protector de los niños y también de los viajeros). Por respeto y porque nos pone los pelos de punta ver tanta tumba, ni nos adentramos ni sacamos fotos.
Seguimos con la ruta de hoy por las callejuelas empedradas y bien empinadas que conforman esta zona de Kyoto y en las que podemos encontrar casas casas típicas japonesas de dos plantas, al más puro estilo de Doraemon 🙂 Por suerte al dejar de llover podemos seguir con las visitas más cómodamente. Esta zona tiene un encanto especial y nos está enamorando igual que lo hizo Arashiyama. De tanto en tanto, encontramos estatuas-amuletos a las cuales se les puede pedir deseos siguiendo las instrucciones que hay junto a ellas. Junto a una de ellas, encontramos un mapa de la zona con indicaciones para llegar a todas ellas.
Llegamos al templo de Kodai-ji, por el que podemos pasear por su interior y deleitarnos recorriendo sus jardines que se ven verdísimos a causa de la lluvia de hoy.
La entrada cuesta 600¥ pp. Fue una mujer japonesa llamada Nene la que construyó el santuario en 1606, en memoria de su esposo fallecido, el guerrero Toyotomi Hideyoshi.
Recorremos los distintos jardines y edificios que conforman el templo conectados por un pasadizo de madera elevado. Es realmente relajante recorrer esos pasillos, oyendo tan solo el sonido del agua correr y de los pájaros cantar.
También este templo tiene un bosque de bambú en sus jardines… alucinante. Fue un lugar que nos maravilló y que recomendamos visitar.
Tras un buen paseo, llegamos al Maruyama Park. De entrada gratuita, se trata de uno de los parques más grandes de Kyoto. Recorremos el parque con calma y pasamos aquí un buen rato, ahora que ya no llueve es mucho más agradable seguir con la caminata.
Después de un ratito aquí, decidimos entrar al santuario Yasaka Jinja que se encuentra junto al parque. De entrada gratuita, su construcción se inició durante el inicio del periodo Heian (siglo VII) bajo el nombre de Santuario de Gion. El recinto está conformado por multitud de santuarios dedicados a distintas deidades sintoístas, pero nosotros tan solo recorremos la zona central.
El Honden es el salón principal del santuario Yasaka; tiene 15 metros de alto y un techo hecho enteramente de ciprés japonés hinoki. La estructura original es una reconstrucción de 1654. Cuenta la leyenda que debajo hay un estanque sin fondo en el que reside un dragón azul, guardián de la antigua ciudad de Kyoto. El estilo arquitectónico del salón principal es único por el hecho de que el tejado cubre tanto el salón de plegarias (haiden) y el salón principal (honden), fundiéndolos en uno. Un estilo que se ha llamado Gion-zukuri o construcción al estilo de Gion.
Y luego encontramos el Buden o Maidono, un escenario de danza adornado por unos 300 farolillos. Muestran los nombres de las grandes empresas y comercios de la ciudad que realizan donaciones al santuario para asegurarse buena suerte en sus negocios.
Nos llama mucho la atención que a los farolillos de papel les han puesto unos chubasqueros para evitar que se mojen con la lluvia.
Salimos del santuario a través de la puerta Nishiromon, la principal del santuario situada en la Shijō-dōri o 4ª Avenida, una de las principales calles de la zona de Gion. La puerta se pintó de su característico color rojo en 1497 y nos sorprende que no tiene forma de la típica torii sintoísta si no más bien un estilo budista. Por lo visto hasta 1868 ambas religiones cohabitaban sin problemas.
Decidimos ir a comer a la zona de Gion Corner a un restaurante de ramen. Vamos con la ropa empapada y nos apetece una sopa calentita.
Tras la pausa, volvemos hacia el parque Maruyama, pero esta vez para visitar el Templo de Chion-in. Se trata de un complejo formado por varios templos budistas. No podemos entrar en ninguno porqué hay una gran celebración y hay gente orando por doquier, de modo que ni nos cobran la entrada (600¥) aunque tampoco podemos ver nada. El templo fue construido en el 1234, y reconstruido en el siglo XVII. En él se encuentra la campana más grande del país que pesa nada más y nada menos que ¡74 toneladas!
Este templo es conocido porqué es uno de los templos dónde se celebran las 108 «campanadas» de fin de año, y necesitan de una docena de monjes para poder hacerla sonar. Hay varios vídeos en internet que merecen la pena verlos porqué es un acto de lo más curioso.
Además, la entrada principal se conoce por sus grandes escalones, que fueron los que subía Tom Cruise en la peli El Último Samurai en su visita al emperador. Si, momento friki 😛
Pero nuestro gozo un poco en un pozo al no poder visitar el templo ya que están haciendo unas celebraciones privadas y nos nos dejan entrar. Decidimos seguir con la ruta por Higashiyama. Nos dirigimos al templo Shoren-in, siguiendo las indicaciones que llevamos de subir por Jingu‐michi Dori. Compramos las entradas (500¥ pp) y nos adentramos en uno de los jardines más bonitos que encontramos en Kyoto. Se trata de un templo chiquitín pero muy recomendado por todas las guías de viaje, y es que ¡realmente es impresionante! Y se convierte en un imprescindible para nosotros.
La entrada al jardín nos sorprende puesto que es una puerta muy bajita. Nos tenemos que agachar para no golpearnos y cuando levantamos la cabeza nos encontramos con esta maravilla:
Éste, como muchos de los parques de los templos que hemos visitado durante estos días, también tiene un gran bosque de bambú adherido a sus jardines.
Se respira tanta calma en los jardines japoneses que se puede decir que estamos en el ¡paraíso zen! A las 17h suena la campana que avisa del cierre y con muchísimo pesar, salimos.
Y para terminar la tarde, decidimos ir a la Kyoto Tower y subir a su mirador antes de que anochezca. Así que tomamos un bus que nos lleva de vuelta a la estación de autobuses ya que la torre está enfrente. Se entra por el mismo edificio que al Hotel Tower, compramos los billetes en la entrada del hotel y subimos por el ascensor que nos indican hasta lo más alto del edificio.
¡Menudas vistas de la ciudad! Nos llama la atención que podemos ver todos los templos recorridos durante estos días. También nos sorprende ver la cantidad de templos que no hemos tenido tiempo de conocer, ¡sin duda hay que volver a esta ciudad!
A la salida, hay un photocall muy friki en el que nos hacemos unas fotos. Algunos locales nos miran sonriendo, y es que Japón es eso. Contrastes entre lo más friki e innovador, y lo más tradicional y cultural.
Compramos cena en la «lonja» que hay en los bajos de la estación JR Kyoto, dónde te preparan unas cajas de bento riquísimas a un precio muy económico. Como os explicaba en entradas anteriores, cuánto más se acerca la hora del cierre más rebajado está todo. Aprovechamos también para ir a la oficina Japan Railways para reservar los asientos del shinkansen de mañana.
Al llegar al hotel y mirar las noticias online, vemos que un tifón azota Japón… ¡Ahora entendemos el diluvio de hoy! Sabemos que en el mes de junio comienza la temporada de lluvias pero esto si que no nos lo esperábamos ya que la época de tifones suele ser otoño. Esperemos que no nos afecte demasiado a lo que nos queda de viaje…
Esta es nuestra última noche en Kyoto. Ciudad que nos tiene encandilados y que varios años y viajes después, podemos decir que es nuestra ciudad favorita del mundo 😉 Y de repente, pensamos que, sin darnos cuenta, ya llevamos una semana de luna de miel… Con estas reflexiones, nos vamos a dormir. Mañana toca conocer un nuevo destino de este fabuloso país que ya nos tiene enamorados.