26/01/2019 (día 2:) descubrimos la Sainte Chapelle, la Conciergerie y las Catacumbas de París, y disfrutamos de nuevo de Nôtre-Dame y de la Tour Eiffel.
Hoy nos levantamos a eso de las 9h, la idea es visitar algunos top de París como la Sainte Chapelle, la Conciergerie y las Catacumbas. Desayunamos tranquilamente y salimos hacia la estación bien abrigadas a coger un RER de la línea A hacia París, de nuevo hoy hace un frío que pela. Bajamos en la Gare de Lyon y allí cambiamos al metro de la línea 14 hasta la parada de Châtelet. Recordad que llevamos las tarjetas Navigo por lo que tenemos trayectos ilimitados en todo el transporte público durante una semana.
Vamos a dedicar el día a pasarlo juntas redescubriendo la bella ciudad de París. Nos costó bastante encontrar lugares que no hubiéramos visto ninguna de las dos. Es mi tercera vez en la ciudad y mi amiga vive muy cerca de la capital… Pero dimos con algunos y al primero de ellos es al que nos dirigimos para comenzar la mañana.
Caminamos unos minutos hasta la Sainte Chapelle. Esta joya del gótico fue construida entre 1242 y 1248 para albergar las reliquias de la Pasión de Cristo, compuestas por la Corona de Espinas y un trozo de la Santa Cruz.
Compramos la entrada combinada para la Sainte Chapelle y La Conciergerie (15€ pp) y accedemos al interior del templo.
La iglesia de la Sainte Chapelle está compuesta por dos plantas. La capilla inferior es bastante oscura y sencilla y está presidida por una bonita estatua de la Virgen, patrona del santuario.
En el ábside de la izquierda aún se conserva un fresco de la Anunciación realizado en el siglo XIII, el mural más antiguo de la ciudad. Tras recorrerla, accedemos a la capilla superior a la que antiguamente sólo podían acceder el rey y sus allegados, ya que era el lugar dónde se guardaban las reliquias (actualmente se encuentran en Nôtre-Dame). Y aquí alucinamos con las fabulosas vidrieras que presiden toda la sala.
En las 15 vidrieras compuestas por 1.113 escenas se narran la historia de la humanidad, desde el Génesis hasta la Resurrección de Cristo. El lugar nos deja sin palabras, viéndola desde fuera no parecía que albergara tanta belleza en su interior.
Salimos del templo y nos dirigimos a la Conciergerie. Ubicada junto al río Sena, es también conocida como el Palais de la Cité. Construida como residencia real y sede del poder de la monarquía francesa durante los siglos X a XIV. Tras el abandono del palacio por parte de Carlos V y sus sucesores, en 1392 fue convertida en prisión del estado. Considerada como una de las prisiones más duras de la época en Europa. Durante sus años de funcionamiento fueron ejecutados 2.700 presos de todo tipo.
Al acceder al interior nos encontramos con una enorme sala con grandes columnas. Aquí era el lugar dónde se celebraban los banquetes del Palacio.
Luego hacemos un recorrido por una reconstrucción de las celdas de la famosa cárcel que albergaba el Palacio. Podemos ver que según el estatus social y económico del preso, las condiciones eran muy distintas. Desde celdas sin letrina en las que dormían hacinados en el suelo, hasta habitaciones individuales con camas, mobiliario y baño independiente.
La presa más famosa que albergó la Conciergerie fue Maria Antonieta. La princesa archiduquesa de Austria y reina consorte de Francia y de Navarra se casó en 1770 con Luis XVI de Francia, en un intento por estrechar los lazos entre dos imperios enemigos históricos. Era detestada por la corte francesa y el pueblo francés la acusaba de derrochadora, presumida y de influir en su marido en pro de los intereses austriacos.
Tras la fuga de Varennes, Luis XVI fue depuesto. La monarquía fue abolida el 21 de septiembre de 1792 y la familia real encarcelada en la Torre del Temple. Ella pasó una año de encarcelamiento en la prisión de la Conciergerie. Primero en una celda de la que hizo un intento de fuga y luego, en otra dónde dos guardias la custodiaban desde el interior. Nueve meses después de la ejecución de su marido, María Antonieta fue juzgada. Condenada por traición y murió en la guillotina el 16 de octubre de 1793. Y en la pequeña capilla del edificio, se conserva su tumba.
El antiguo Palacio Real, albergó el Palacio de Justicia y la sede del Tribunal revolucionario desde 1793 a 1795. Un gran incendio en 1776, destruyó la parte del edificio que se encontraba entre Conciergerie y la Santa Capilla. Tras su reconstrucción, el Palacio de Justicia adquirió una nueva dimensión política y social durante la Restauración.
Desde el reinado de Luis XVIII y Carlos X hasta la llegada al poder de Napoleón III el lugar fue adquiriendo cada vez mayor relevancia socio-política y con ello, mayor tamaño de sus edificios. Pero hubo otro gran incendio en 1871 que destruyó la práctica totalidad de los edificios que lo conformaban. También podemos ver en el edificio las huellas de la gran crecida del Sena de 1910 que inundó buena parte del centro de París.
Actualmente, en el edificio central se ubica el Palacio de Justicia de París y el Ministerio de Justicia francés.
Tras acabar la visita al interior de este histórico edificio, cruzamos el puente Pont au Change, para tener la panorámica del gran palacio desde el otro lado del Sena. Advertiros que en esta zona hay muchos/as carteristas, así que ¡vigilad vuestras pertenencias!
Estamos en la zona de la Île de la Cité, una de mis zonas favoritas en París. Callejeamos hasta llegar frente a la Catedral Nôtre-Dame, el templo religioso más importante de la ciudad. Ambas la hemos visitado así que nos conformamos con ver su bonita fachada principal de estilo gótico. Como vemos armillas amarillas concentrados, decidimos no acercarnos demasiado.
Cruzamos el otro brazo del Sena por el Pont des Coeurs desde dónde hay una bonita vista de la catedral. De nuevo en esta zona vemos a muchos/as carteristas, así que vigilad.
Caminamos hacia el barrio latino y vamos a comer unas crêpe a un lugar que conoce mi amiga. Se trata de la Crêperie Genia () dónde nos comemos dos deliciosas crêpes cada una, una salada y una dulce más una bebida (5€ pp). ¡Os recomiendo el lugar porque cumple de sobras con las 3B (bueno, bonito y barato)!
Tras disfrutar de lo lindo con la comida, caminamos pocos metros hasta la parada de Saint Michel Notre Dame de la línea B del RER y nos dirigimos a la estación Denfert-Rochereau. Vamos a visitar un lugar un tanto lúgubre pero para el que debemos hacer una ¡1h de cola y eso que es «hora valle»! Aunque según la web se pueden comprar las entradas por internet y permiten acceso preferente, no conseguimos comprarlas desde el móvil, de modo que nos tuvimos que comer la cola… Al fin llegamos a la taquilla y compramos las entradas (14€ pp, incluye audio guía en español). Accedemos al subsuelo parisino, y es que vamos a visitar las Catacumbas de París.
Alucinamos pepinillos con el lugar. Les Catacombes de París son una red de túneles que sirven como cementerio para miles de personas de distintas épocas. Se calcula que aquí hay enterrados los restos de más de 6 millones de personas en los más de 300 kilómetros de túneles que hay bajo la ciudad.
Si te paras a pensar lo que eso supone… son 300km de túneles más los otros tantos que debe haber entre metro, tren y alcantarillado… realmente el subsuelo de París es un auténtico hormiguero.
En sus inicios estos túneles eran canteras de piedra caliza que se utilizó para la construcción de gran parte de los monumentos y edificios de la ciudad. En aquella época los túneles se llamaban Les Carrières de Paris (las canteras de París). Pero en 1786 y frente a las diversas epidemias que asolaron a la población, se decidió trasladar los cadáveres y huesos de distintos cementerios de la ciudad a estos túneles. La mayoría provenientes del cementerio más importante de París, el Cementerio de los Santos Inocentes.
De los 300km de túneles que se conoce que hay, tan solo son accesibles una pequeña parte de ellos. Si hablamos de cifras, están construidas a 20 metros de profundidad por lo que hay que bajar 131 escalones y subir 112. Se pueden recorrer aproximadamente 2 kilómetros y una superficie de 11.000m2. Ni el descenso ni el recorrido por el túnel es apto para personas con movilidad reducida. El recorrido dura aproximadamente una hora y media. En verano hace fresquito en el interior, y en invierno como es nuestro caso, se está en la gloria en comparación con los -3ºC que hay en la calle 😛
El lugar es realmente impresionante y os recomiendo la visita si disponéis de tiempo en la ciudad. Salimos del osario de París sobre las 16h y queremos acabar el día en nuestro lugar favorito de la ciudad. Así que cogemos el metro de la línea 6 en Denfert-Rochereau hasta la parada Bir-Hakeim y desde aquí ya podemos vislumbrarla…
Caminamos unos 10 minutos hasta llegar al icono de la ciudad, la Tour Eiffel. ¡No me podía ir de París sin visitarla de nuevo!

Mi amiga quiere comprar unas cosillas para traer a los suyos, así que ojeamos las tiendas de souvenirs que hay junto a la base de la gran torre. De nuevo en esta zona hay muchísimos/as carteristas, así que vigilad. Y antes de que se vaya la poca luz que queda, cruzamos el Sena y nos dirigimos hacia Trocadéro para ver cómo poco a poco encienden las luces de la torre.
No puedo evitar acordarme de mi primera vez en París en 2008. Fue el primer viaje que hice al extranjero con mi marido. Por aquél entonces éramos novios y lo primero que hicimos después de dejar el equipaje en el hotel, fue venir hasta aquí a ver anochecer… Hay que ver ¡cómo pasa el tiempo! Y como él se ha quedado en casa esta vez, le envío algunas fotos. Mientras pienso en aquél día, mi amiga me captura destrangis 😀
Desde la terraza de Trocadéro disfrutamos viendo la torre y sus alrededores mientras va oscureciendo y la van iluminando.
Hacemos tiempo a pesar del frío que hace hasta las 18h, cuando coincidiendo con las horas en punto, hacen una iluminación especial. Mi amiga no conocía este detalle y queda enamorada 🙂 Esta iluminación especial solo la hacen por la tarde/noche.
Pasmadas de frío y tras un día muy chulo recorriendo juntas un trocito de la ciudad, cogemos el metro de la línea 6 en Trocadéro hasta Charles de Gaulle-Étoile. Allí cambiamos al RER A hacia Bussy. De camino, mi amiga propone bajarnos en Torcy dónde hay un gran centro comercial e ir a cenar japo. No puedo negarme a ello, así que así hacemos.
Tras la cena, cogemos el RER A de nuevo hasta Bussy y una vez en su casa, y tras una buena ducha para entrar en calor, echamos la charla hasta las tantas. Debo decir que ha sido un día agotador, tanto por la caminata como por el frío, pero también ha sido un día muy chulo compartido con ella.