Cuando viajamos no sólo nos fijamos en las cosas que vemos en el destino, si no que también nos fijamos en los medios de transporte que tomamos para llegar a él y durante el viaje. Algo que me gusta hacer a menudo, es ir a ver aterrizar y despegar aviones en el mirador cercano al aeropuerto del Prat (os hablaré de él). Así que cuando nos enteramos que el Centro Cultural Aeronáutico del Prat del Llobregat que hay junto al aeropuerto se puede visitar, no dudamos en coger un día el coche e ir.
El centro es uno de los tres que la Fundació Parc Aeronàutic de Catalunya tiene. Esta fundación nació en 1997 con la iniciativa de Manel Pons Fontanillas al reunir a un heterogéneo grupo de personas y entidades del mundo de la aeronáutica en Catalunya, con el objetivo de recuperar y divulgar nuestro patrimonio histórico aeronáutico. Podéis descubrir mucho más en su página web.
La exposición histórica del Centro Cultural del Prat se puede visitar de forma gratuita los sábados y domingos de 10 a 13h, excepto durante el mes de agosto que permanece cerrado. Es una organización sin ánimo de lucro pero agradecen donativos para el mantenimiento de los centros y restauración de nuevas naves. Durante la semana además, aceptan visitas en grupo de escolares.
Al llegar, nos recibe uno de los socios y nos explica que en la zona de exposición hay dos compañeros más dando explicaciones sobre las aeronaves que tienen, y nos invita a pasar. Además de las apasionadas explicaciones de los socios, en toda la exposición hay carteles informativos para ampliar la información. Y en caso de ir con niños, permiten subir a muchas de las naves que tienen para que se sientan pilotos de aeroplanos y helicópteros por un momento, algo que les encanta a los peques que vemos por aquí 🙂
El hombre que nos atiende y que poco a poco va formando un grupo mayor de visitantes que le seguimos, nos explica que es un gran aficionado al aeromodelismo y además, ha trabajado durante más de 40 años en el mundo de la aviación. Nos enseña las muchas maquetas de aviones con diferentes escalas que hay en la exposición, todas montadas y donadas por socios.
Y se detiene a explicarnos con más detalle aquellas aeronaves históricas, como el HA-200 popularmente conocido como «la Saeta». Fue el primer avión de reacción construido por la industria aeronáutica española en los años 50.
También encontramos el primer motor de avión estadounidense que data de primeros de 1900, así como otras piezas interesantes.
Otra de las naves que el hombre nos enseña con orgullo es el helicóptero «Pepo», el AC-12. Un helicóptero biplaza que llevaba el motor delante del rotor principal y que realizó su primer vuelo el 20 de julio de 1954, convirtiéndose en el primer helicóptero que se construyó en serie y voló en España.
También nos muestra la maqueta del 1r avión de Iberia que cubrió el Puente Aéreo en 1927, construida por uno de los socios que hoy se encuentra aquí, y que por lo visto, en sus tiempos de juventud, fue un aventurero al volar naves tan curiosas como aeroplanos de «patín de cola», llamados así por no tener tren de aterrizaje si no una especie de patín que les hacía deslizarse por la tierra hasta frenar por la fricción que se ejercía.
Hay muchísimas piezas históricas y de coleccionista de lo más curiosas de ver…
Tras la visita guiada nos deja un tiempo para recorrer la primera planta dónde hay maquetas e información sobre la historia y crecimiento del Aeropuerto del Prat.
Pasamos una hora y media en el Centro descubriendo muchísimo sobre la historia de la aviación del país y quedamos con ganas de seguir sus recomendaciones de ir a visitar los otros dos centros que tiene la fundación en Ódena (Igualada) y en Sabadell, ¡seguro que iremos!
Nos despedimos de los miembros de la fundación que hay hoy en el centro agradeciendo sus explicaciones y el haber compartido su pasión por la aeronáutica con nosotros durante un ratito, y les dejamos un pequeño donativo para que puedan continuar su labor.
La de hoy ha sido una visita no muy larga, ideal para ir con niños, muy cerca de Barcelona, gratis y súper interesante… ¡¿qué más se puede pedir?! ¡Os la recomiendo!