Hoy os traemos un plan muy chulo a 30 minutos en coche de Barcelona. Y es que hace sólo unas semanas, descubrimos el Castillo y la Iglesia de Santa María de Cervelló. Una auténtica maravilla escondida entre estos bonitos bosques de la comarca del Baix Llobregat. ¿Te vienes a descubrirlos?
Castillo e Iglesia Santa Maria de Cervelló
Para llegar hasta allí, conducimos unos 30 minutos desde casa. La iglesia y el castillo están bastante cerca uno del otro, y ambos cuentan con un aparcamiento cerca. Así que puedes escoger por dónde empezar sin problema. En nuestro caso, comenzamos por la Iglesia. Así que dejamos el coche en el aparcamiento que hay a unos 300 metros y caminamos cuesta arriba. Lo que vemos a los pocos pasos, ya nos sorprende.
Iglesia Santa María de Cervelló
Conocida también como la iglesia de los Socorros, se sitúa bajo las ruinas del Castillo. Su origen se remonta al 904 cuando Wifredo II de Barcelona donó la iglesia a los dominios del Monasterio de Sant Cugat. Perteneció al Monasterio a pesar de los esfuerzos de los barones de Cervelló por ganar su dominio hasta finales del S. XI que pasó a su propiedad plena. En ese momento, cambió el nombre a San Esteban de Cervelló y fue consagrada nuevamente en 1230 tras unas obras de restauración tras el asedio del castillo por parte de Jaume I. Aún así, la iglesia conserva la estructura románica de origen.
La iglesia cumplió sus funciones hasta que en 1872 y coincidiendo con la construcción de la una nueva iglesia en el pueblo, está quedó abandonada. A comienzo del S. XX el municipio procedió a su restauración, y desde 1922 se reabrió al culto, bajo el nombre de Santa María de Cervelló. Nombre que ha mantenido hasta el día de hoy.
Según nos acercamos a ella, nos sorprende muchísimo el color rojizo de su piedra. Que queda camuflada junto a las rocas que la rodean. Y también, el estado de la piedra, ya que al ser arenisca, está bastante deteriorada por el paso del tiempo.
La Iglesia está rodeada de impresionantes cuevas y grietas, que dan hasta vértigo al pasar junto a ellas.
Junto a la iglesia, y en lo alto de un pequeño cerro, vemos un fragmento de un arco que debía ser de entrada a alguna casa. Subimos hasta él y disfrutamos con la vista panorámica que ofrece.
Vemos un cartel que indica que existen una tumbas antropomorfas de un antiguo cementerio medieval y no nos las perdemos. Así que nos adentramos un poco en el bosque que rodea a la iglesia, y damos con ellas.
Encontramos 2 tumbas de adulto, y una de niño. Nos sorprende muchísimo el tamaño de las de adulto. Está claro que en aquella época la gente tenía menor estatura que hoy en día. De vuelta a la iglesia, encontramos más cuevas en la montaña.
Así como otra bonita panorámica de la iglesia. Y podemos disfrutar del detalle de la puerta principal de estilo renacentista y que se cree que fue añadida alrededor de 1580, al igual que las capillas laterales.
Desafortunadamente, la iglesia está cerrada y no podemos visitarla por dentro. De modo que desandamos unos metros y buscamos el camino de ascenso al castillo. Pero vemos que tiene algo de desnivel y decidimos volver al coche a ponernos las botas de senderismo. Caminaremos más seguros y con menos riesgo. Una vez preparados, subimos cuesta arriba de nuevo hasta la entrada del camino de acceso.
No es que sea muy complicado, de hecho nosotros lo hacemos con el peque de 3 años y medio caminando. Pero si que si vas con carrito o tienes problemas de movilidad, no podrás hacerlo ya que además del camino, luego hay un buen tramo de escaleras.
Mientras caminamos por el pequeño bosque, nos sorprende encontrar lo que parece un trozo de vasija entre las piedras. No sabemos qué importancia arqueológica tendrá, pero nos hace ilusión dar por casualidad con algo así.
Seguimos ascendiendo pero hacemos otro alto. Y es que vemos unos carteles indicando la existencia de otra necrópolis medieval. No podemos resistirnos a desviarnos unos metros.
Necrópolis de Cervelló
Aquí de nuevo encontramos varias tumbas de distintos tamaños y también huecos en la roca en la que sujetaban vasijas y otros ornamentos.
Encontramos muchas más que antes, y es impactante ver cómo han resistido al paso de los siglos. En una zona, incluso hay unas escaleras picadas en la roca para facilitar el acceso a otras tumbas. También encontramos un pequeño montículo de piedra que servía como lugar para los homenajes. Aunque debo decir, que echamos de menos algún cartel informativo sobre lo que hay aquí y un poco de su historia.
Desde lo alto de estas rocas, también encontramos una preciosa panorámica a la iglesia de Santa Maria. Merece la pena el pequeño desvío 😉
Seguimos el camino, y aquí encontramos el que será el tramo más complicado. Aún así, el peque lo sube sin demasiada dificultad bien cogido a la cadena y supervisado por nosotros.
Y en pocos metros más, llegamos a la escalera que da acceso al castillo. Sin darnos cuenta, hemos ganado bastantes metros de altitud y conseguimos una buena panorámica de esta comarca barcelonesa.
Castillo de Cervelló
El castillo se encuentra en un estado bastante deprimente, y tan solo se conservan algunas ruinas. Al igual que la Iglesia, su origen se remonta al año 904. Cuando el conde Wifredo II de Barcelona lo utilizaba como su residencia habitual. En el 992, los condes Ramón Borrell de Barcelona y Ermengol I de Urgell, lo vendieron al linaje de los Cervelló. Pasando así a ser la sede de la baronía de Cervelló.
En el S. XIII el castillo fue asediado por Jaume I tras un enfrentamiento del barón de Cervelló con el Rey. Tras ello, la baronía y el castillo, fueron pasando por diferentes manos hasta la Guerra de Sucesión. En 1714 el castillo que en aquél entonces tenía una función de fortificación, quedó destruido. Y se cree que ha estado abandonado desde entonces. Aunque se puede pasear con cuidado por su planta principal, da pena ver el estado en qué está.
La entrada del castillo se situaba a poniente, el lugar más accesible dado que el resto estaba protegido por la orografía del terreno. Situado en lo alto del peñasco, disponía de una gran visibilidad de las tierras de alrededor. Además, estaba rodeado de altos muros, por lo que facilitaba su defensa. El recinto inferior cuenta con una capilla de la que se conservan las ruinas. Y también hay una sala con bóveda apuntada, conservada parcialmente junto al acceso a la planta superior.
A unos 340 metros de altitud, encontramos la planta superior y la torre del castillo. Aquí sólo se puede recorrer un pequeño trozo, ya que se encuentra en muy mal estado de conservación. De hecho, si te fijas en las piedras de sus muros, puedes ver cómo se desintegra.
Da bastante pena verlo así, y no sabemos durante cuánto tiempo será visitable si no hacen algo por conservarlo. Bajamos las escaleras que llevan a la planta principal, y bordeamos el castillo hasta dar con el aparcamiento que hay junto a él. Aquí, me siento a la sombra con el peque mientras mi marido baja a buscar el coche al otro aparcamiento. Hace muchísimo calor para estar a finales de mayo, y nos hemos quedado sin agua en la mochila. En pocos minutos, mi marido llega con el coche. Nos refrescamos y regresamos a casa, contentos por esta bonita e inesperada visita que tanto os recomendamos.