02/04/2016 (día 2): día de caminata sin pausa visitando el inmenso Châteaux de Versailles y de visitar lugares que quedaron en el tintero como el Centre Georges Pompidou.
Esta noche ha sido genial, ¡nada de tos! Que viva la drogaína que me dio el farmacéutico ayer 😛 Nos levantamos a las 8,30h. A pesar de estar en abril, en París sigue haciendo frío así que nos abrigamos con todo lo que podemos y salimos a cargar pilas antes de visitar el Châteaux de Versailles y el Centre Pompidou.
Hoy vamos a desayunar a una pastelería que vemos cerca del hotel dónde tomamos un menú (4,5€ pp). Incluye café con leche, zumo y dos croissants que ¡están de vicio! Cogemos el RER en la estación de Luxembourg hacia Châtelet y allí hacemos transbordo hacia la línea C con dirección a Châteaux de Versailles – Rive Gauche (3,5€ pp). En unos 35 minutos llegamos al primer destino del día y que quedó en el tintero la primera vez que visitamos la ciudad en 2008. Vamos a visitar el Palacio de Versailles.
Caminamos unos 5 minutos desde la parada del RER siguiendo a toda la troupe que se dirige hacia allá. Menuda rasca hace hoy. El cielo está bien encapotado, esperemos que no llueva…

Como os explicaba en los preparativos, compramos la entrada por internet hace unos días (25€ pp todo), así podemos entrar directamente por la zona A sin hacer colas. A pesar de que recomiendan visitar el palacio a partir de las 12h para poder disfrutarlo con menos gente, hace bastante frío, por lo que decidimos empezar por aquí y esperar que al salir hacia los jardines haya subido un poco la temperatura.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace más de 30 años, el Châteaux de Versailles constituye una parte importante de la historia de Francia. Fue sede oficial del poder francés hasta 1789. Construido originalmente como pabellón de caza por el Rey Luis XIII. En 1682 su hijo Luis XIV lo transformó creando el Palacio que vemos hoy, e instaló la Corte y el Gobierno de Francia en él. Desde entonces y hasta la Revolución Francesa, distintos los reyes que fueron sucediendo el trono, fueron embelleciendo su palacio hasta crear la joya arquitectónica que es hoy.
Se pueden visitar la mayoría de las estancias, aunque las más famosas son la capilla, los grandes aposentos del Rey y de la Reina, y la «joya de la corona»: la Sala de los Espejos. Accedemos por unas bonitas escalinatas hacia el interior.
La primera estancia que visitamos, es la bonita capilla con grandes columnas de mármol y una cúpula impresionante.
Recorremos las estancias del Rey. Este palacio nos recuerda a otros que hemos ido conociendo en Europa, como el Rey Loco y Neuschwanstein en Múnich. Después, pasamos a los aposentos de la Reina y de las Infantas.
Y llegamos al lugar más importante del Châteaux de Versailles, la Sala de los Espejos. Una gran galería de 73 metros de longitud decorada con 375 espejos situados frente a los grandes ventanales que dan a los Jardines del Palacio. La luz que entra por ellos, junto a las que producen los grandes candelabros y lámparas de techo, dan una imagen casi mística a la sala. Pero no sólo es conocida por su belleza, si no porqué aquí se puso fin en 1919 a la Primera Guerra Mundial con la firma del tratado de Versalles.
La pena es que hay muchísima gente y es un poco rollo hacer la visita así porque tienes que hacer cola para poder ver cada sala. Y como veis en las fotos, nada tiene que ver con las que sueles encontrar en los libros. Pero aún así el Palacio es realmente bonito y nos gusta poder visitarlo. Si me tengo que quedar con una estancia, es la Sala de los Espejos sin duda. ¡Es impresionante!
A eso de las 12h salimos hacia los jardines. Ya desde la explanada del Palacio nos queda claro que se trata de una basta extensión… nada más que unas ¡800 hectáreas!
Las obras para su creación se iniciaron en 1661. Tardaron unos 40 años en poder finalizarlas ya que el terreno estaba ocupado por bosques y pantanos. Dicen que se necesitó del trabajo de miles de hombres para transportar tierras, crear los distintos parterres y jardines que hay. Y plantar las variedades de árboles de todo tipo y de traídos de todo el mundo que encuentras en los jardines del Palacio.
Bajamos por una gran escalinata de mármol. Echamos la vista atrás hacia el Palacio. Y luego, nos encaminamos hacia el interior de los jardines. A pesar de que justo empieza la primavera, los jardines ofrecen un verdor espectacular. Imaginamos que más entrado el buen tiempo, con todas las plantas en flor, debe ser aún más bonito si cabe.
Visitamos los parterres y los bosquetes de la derecha del Palacio hasta llegar al inicio del Gran Canal. Muy cerca de aquí encontramos una pequeña cafetería y nos compramos un par de cafés para entrar en calor (4€). Hace bastante frío a pesar de ser mediodía y además empieza a chispear…
Tras otra buena caminata, llegamos al Pequeño Trianon. Madame de Pompadour, que quería «distraer al rey», fue la instigadora de este pequeño palacio edificado por Ange-Jacques Gabriel entre 1763 y 1768. Para complacer a la marquesa, el arquitecto del rey rompió con la estética de la época y lo construyó con forma cúbica y líneas puras, al más puro estilo griego que empezaba a despuntar entonces. Hacemos una pequeña visita a las salas más importantes del «pequeño» Palacio.
Decidimos no visitar los el resto de Palacios de Trianon a pesar de tenerlos incluidos en la entrada, estamos un poco saturados a estas alturas 😛 Así que nos vamos derechos al Dominio de la Reina María Antonieta.
Se trata de una aldea al estilo inglés la mar de bonita dónde la esposa de Luis XVI, María Antonieta, disfrutaba de una vida sencilla y campestre. Si conocéis un poco la historia de Maria Antonieta, sabréis que era poco amante de las grandes pomposidades y prefería la vida discreta. La verdad es que debía estar bien tranquila la Reina en esta zona del Palacio 🙂 La casa principal está en obras de restauración por lo que no se puede apreciar… pero si disfrutamos del resto de edificaciones que hay aquí.
En condiciones normales, hay varias entradas al parque situadas cerca de los distintos puntos de interés. Pero hace pocos días hubo un nuevo atentado terrorista en la ciudad y está activado el Estado de Emergencia anti-terrorista en nivel V. Por lo que tan solo hay un acceso de entrada y salida del recinto, de modo que nos toca volver de nuevo hacia el Palacio.
Estamos cansadísimos, ya hemos andado varios kilómetros hoy, yo sigo con un trancazo impresionante y está chispeando. Vaya que no tenemos ganas de volver a caminar los 4 km de distancia que hay de aquí al Palacio, así que subimos al trenecillo que une los distintos puntos del recinto (4€ pp). Existe la opción de coger para ir y volver -aunque nosotros no nos habíamos enterado de ello…-, por 7€, y puedes subir y bajar tantas veces como quieras.
Decidimos bajarnos junto al Gran Canal para echar alguna foto ya que antes no lo hicimos porqué había un pelotón de turistas aquí. Nos acercamos hasta la fuente central y vemos cómo se pierde la vista en el horizonte. ¡Es inmenso! Y desde aquí también hay una buena panorámica hacia el Palacio.
Cuando acabamos de ver esta zona, vemos que faltan 20 minutos para poder coger el siguiente tren que nos acerque al Palacio. Son más de las 14h y hace horas de desayunamos, así que decidimos ir a comer a un restaurante que hay frente a la parada. Tomamos un fish & chips y un bistec con unos refrescos (29€). Aunque no mata demasiado, nos saca del apuro.
Salimos del restaurante cuando justo llega un trenecillo y lo cogemos sin pensarlo para que nos acerque al Palacio. Una vez en el edificio principal, caminamos hasta la salida y de vuelta a la estación del RER. Compramos el billete de vuelta (7€ los dos) y en unos 35 minutos estamos en París de nuevo.
Son las 16h y aprovechando que el tren para en Châtelet-Les Halles, decidimos aprovechar la tarde lluviosa para ver el Museo Nacional de Arte Moderno, más conocido como Centre Georges Pompidou.
Tenemos que hacer un poco de cola para acceder porque hay controles de seguridad anti-terrorista aquí también. Una vez pasado, compramos las entradas en las máquinas (14€ pp) y accedemos a la gran galería de arte que es el Pompidou.
Mi marido es muy fan de Jackson Pollock, así que le localizo sus cuadros en la app del museo y vamos derechos a verlos. Vimos obras suyas en el MoMA de Nueva York el año pasado, y también años después en Kurashiki, Japón 🙂
El museo es enorme y cuenta con muchísimas salas de exposición con obras de grandes artistas de todo el mundo. Echamos un vistazo a las obras más relevantes que acoge de Marcel Duchamp, Otto Dix, Frida Kahlo, Henri Matisse, Yves Klein o Louise Bourgeois.
A eso de las 18,30h y agotados tras todo el día de pie y caminando, decidimos darnos un capricho. Nos tomamos un capuccino y un carrot cake buenísimo en la cafetería del museo (12€).
Luego salimos a la calle. Sigue chispeando pero aún así decidimos ir hasta el hotel dando un paseo y disfrutando de poder volver a recorrer estas calles tan entrañables del centro de París. Entramos en algunas tiendas a mirar, y vamos reconociendo calles y lugares visitados durante el 1r viaje, como La Conciergerie, el río Sena, Nôtre-Dame y la Tour Saint-Jacques.
A eso de las 20h llegamos al hotel. Subimos a descansar un poco y a las 21,15h bajamos a cenar. Ahora llueve un poco más y hace bastante más frío, así que nos decantamos por un restaurante chino que tiene buena pinta y que está justo la puerta de al lado del hotel. Cenamos la mar de bien, unos platos que nos recuerdan a los que comimos en Hong Kong el año pasado (34€). Tras la cena, regresamos al hotel. Toca ducha y un merecido descanso tras todo el día de caminata.