02/10/18 (día 7): nos enamoramos de la cercana ciudad de Uji y su impresionante Byodo-in, visitamos la tradicional Obaku y recorremos Fushimi Inari de nuevo, aunque esta vez al anochecer.
Hoy es nuestro último día en Kyoto y vamos a hacer una excursión de un día para visitar dos templos y un santuario muy peculiares 🙂 Nos levantamos a las 8h y desayunamos en la habitación nuestro ya tradicional meronpan y un matcha con leche. Salimos hacia la estación JR Kyoto con los Japan Rail Pass (JRP) en mano. Hoy será el 1r día que los usemos en este viaje.
Cogemos el primer tren que pasa de la Nara Line y bajamos en la parada de Uji. Su proximidad a Kyoto y Nara, antiguas capitales, hicieron que Uji se desarrollara como un gran centro cultural durante el periodo Heian (794 a 1192), contando con la construcción del santuario más antiguo de Japón. Esta pequeña ciudad, también es conocida por sus inmensas plantaciones de delicioso té verde.
Caminamos los 10 minutos que separan la estación JR Uji de la zona céntrica. Llegamos a Omotesando, una calle tradicional repleta de tiendas de té verde, dulces y restaurantes que lleva al templo más importante de la ciudad.
En pocos minutos, llegamos al Byodo-in. Construido en el año 998 originalmente como villa de descanso del clan Fujiwara (gobernantes del periodo Heian). Su salón fue convertido en el actual templo Byodo-in unos años más tarde, cuando el budismo comenzaba a perder fuerza en la región. Y un año después (en 1053), se construyó su atractivo: el salón Amida o Amida-dō, conocido popularmente como el salón del Fénix o Hōō-dō.
Es un ejemplo perfecto de la arquitectura típica del budismo de la Tierra Pura y fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
Compramos la entrada combinada que da acceso al jardín y al museo (500¥ pp). Y una vez dentro, pagamos 300¥ pp más para acceder al interior del Salón del Fénix. Las visitas al interior del Ho-Yo son cada 20 minutos. Aunque las explicaciones son en japonés, vimos que las recomendaban muchísimo, así que nos apuntamos al siguiente grupo.
Y mientras, comenzamos a delitarnos con el bonito jardín Jodo-shiki que muestra la belleza del salón del Fénix reflejado en las aguas del estanque. El estilo de este jardín es típico del periodo Edo.
El nombre del salón principal del templo viene dado tanto por las dos estatuas de fénix doradas que decoran el techo. Así como por la propia forma del edificio, que para muchos se asemeja a una ave fénix con las alas extendidas.
Llegada la hora de nuestro turno, nos ponemos a la cola y ordenadamente, accedemos al interior del salón del fénix acompañados por el guía. Antes, nos hacen quitar los zapatos para no dañar la estructura de madera. Esta es de las pocas estructuras de madera que se conservan en todo Japón originales del periodo Heian. Cómo echaba de menos esto de hacer colas ordenadas después de haber estado en China el año pasado…
Aunque el tour es en japonés, nos prestan un folleto en el que están las explicaciones que da la guía en inglés. Así podemos saber que un poco más de la historia del lugar. Aprendemos que el salón del fénix es la única construcción original del templo que se conserva, ya que el resto quedó destruido durante la guerra civil de 1336.
En su interior alberga una imponente imagen de Buda Amida original de 1053. Se trata de un Buda sentado, de unos 3m de alto, tallado en ciprés japonés y cubierto de pan de oro. A su alrededor podemos ver una parte de las 52 tallas Unchu Kuyo Bostsu o santos budistas que lo acompañaban (la otra mitad están en el museo).
Entre los decorados de la sala, las formas talladas en la madera y la composición del buda es un lugar realmente hermoso. No permiten hacer fotografías para ayudar a su conservación. Sin duda, merece mucho la pena pagar los 300¥ y hacer esta pequeña visita guiada.
Al salir del salón, acabamos de recorrer el jardín alrededor del estanque que rodea el templo mientras nos maravillamos con las vistas. El Byodo-in es conocido por ser la imagen que aparece en el reverso de las monedas de 10¥, y así podemos comprobarlo 🙂
Este jardín es realmente bonito, de los mejores que hemos visitado en Japón.
Entramos al museo Hoshokan, un lugar muy curioso ya que está casi todo construido bajo tierra. Por lo visto lo hicieron así para no tapar las vistas del salón Fénix. En su interior, conservan artículos del templo, muchos de los cuales son tesoros nacionales.
La pena es que las explicaciones están sólo en japonés, con lo que no nos enteramos de nada… Lo visitamos bastante rápido. También aquí, está prohibido hacer fotos.
Acabamos de recorrer la parte posterior del jardín, y salimos de nuevo a la calle comercial. Aquí nos fijamos en las tapas de alcantarilla de la ciudad. Alguna vez os he contado que en Japón, cada localidad tiene las tapas decorados con algún símbolo de la ciudad y nosotros desde el 2º viaje nos aficionamos a hacer fotos de todas ellas para hacer colección 🙂 Las de Uji son bien bonitas.
Fichamos un par de sitios que pueden ser interesantes para comer y hacer compras. Y cruzamos el río para ir a visitar los santuarios de Uji y de Ujigami, considerados de los más antiguos de Japón y construidos para proteger al Byodo-in.
Comenzamos por el Ujigami, considerado el santuario más antiguo de Japón. Aunque no existe un registro oficial de cuándo se construyó, los expertos estiman que estaba bien establecido para el año 1060 y estrechamente relacionado con el Templo Byodo-in como su «santuario guardián». También fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
La sala principal está construida en el estilo arquitectónico nagare-zukuri, uno de los estilos de arquitectura de santuario más comunes.
Y a unos cien metros al sur, encontramos el pequeño Santuario Uji. También construido en el estilo nagare-zukuri. Se dice que ambos era un mismo santuario hasta que se separaron en el periodo Meiji (1868-1912).
Los santuarios quedan algo retirados de la zona del Byodo-in, y los visitamos completamente a solas. De vuelta a la calle comercial, disfrutamos recorriendo estas calles de Uji, con bonitas casas y jardines decorados que podemos ver desde la calle. Y con la tranquilidad que da el sonido del río Uji al correr junto a nosotros.
Son las 12h y decidimos comer antes de irnos al siguiente destino. En la calle comercial del Byodo-in, fichamos un lugar que anunciaba gyozas de matcha y decidimos ir a comer allí. Pedimos un par de ramen de matcha y unas gyoza (2700¥) que ¡¡nos saben a gloria!! De verdad que nadie puede imaginar lo feliz que me siento comiendo en este país 😛 Mi lema siempre es #simequiereshacerfelizdamedecomerjapones 😛
Después de comer, y de camino de vuelta a la JR Uji, compramos un paquete de té matcha para llevarnos a casa (540¥) y unas bolitas de mochi de matcha para merendar (540¥). Cogemos el primer tren local hacia Kyoto que pasa, y bajamos en la siguiente parada: Obaku.
Aquí se encuentra el templo Mampukuji, un templo de lo más particular y el único en Japón que alberga un Buda sonriente. Compramos las entradas (500¥ pp) y entramos al gran templo.
Considerado el templo principal de la secta Zen Obaku procedente de China, fue construido en 1661. Influenciados por el estilo arquitectónico de la dinastía Ming de China, conserva una apariencia mucho más china que otros templos budistas en Japón. En cierta manera, nos recuerda a los bonitos edificios de Nikko.
Los edificios principales del templo se presentan en línea recta, conectados por un camino de piedra rodeado de bonitos jardines y a edificios auxiliares por largos corredores protegidos. Llegamos a la majestuosa Puerta de Sanmon, el primero de los edificios principales del templo.
Continuamos el camino de piedra y llegamos al Tenno Hall, que alberga una llamativa estatua del Buda Hotei, también conocido como el Buda sonriente.
Y luego, seguimos hacia la sala principal del templo o Daio Hoden, que guarda un Buda histórico Shaka y los Dieciocho Rakan o discípulos de Buda. La verdad es que este estilo tan colorido, en Japón tan solo lo habíamos visto en Nikko en nuestro segundo viaje. Y llama muchísimo la atención. Además, visitamos el templo completamente a solas, lo que es un gustazo.
Decidimos quedarnos un ratito sentados en unos bancos a la sombra simplemente a contemplar. Es lo mejor de viajar por libre, que si en un momento dado te encuentras a gusto en un sitio, te sientas y contemplas. No hay prisas ni agobios de grupos que tiran de ti.
Mientras mi marido compra una bebida fresquita en unas máquinas, yo me acerco a un pequeño puesto de dulces a ver qué tienen. La señora que lo regenta se sorprende al verme y me ofrece a probar unos mochis caseros de azuki y de edamame y claro, ¡¿cómo voy a resistirme yo a unos mochis?! Y además, ¡¡están riquísimos!! Así que acabo comprando un par (320¥) y nos sentamos en un banco a comerlos.
Aquí vemos los primeros momiji del viaje, que aunque no es gran cosa, nos hace ilusión 🙂
Acabamos de ver el templo y volvemos a la estación para coger el siguiente tren local a Kyoto, y esta vez bajamos en la JR Inari. Si, vas bien… ¡volvemos a Fushimi Inari Taisha!
Situado al sur de Kyoto, es uno de los santuarios más conocidos, importantes y antiguos de Japón. Es el principal santuario dedicado a la deidad Inari de los aproximadamente 32.000 que hay en el país dedicados a este dios. Inari es el dios del arroz y patrón de los comerciantes.
Cuando vinimos a aquí en 2011 yo no estaba nada fina de la espalda e hicimos solo un tramo del largo camino de torii. Y de hecho, al planificar de nuevo esta visita, descubrimos que en realidad en 2011 nos desviamos del camino de torii sin saberlo, llegando a las cascadas Kiyotaki. Situadas a 200 metros en un camino de bajada, y que de haberlo seguido, hubiéramos llegado a los templos Tofukuji y Sennyuji en un camino totalmente diferente y espectacular.
Hoy el objetivo es hacer la ruta completa de torii y bajar una vez haya anochecido para verlo de otro modo. El top se encuentra a 332 metros de altura y el recorrido completo entre torii son aproximadamente 4km. En la web de Japonismo encontraréis todo el recorrido detallado para no perderos ningún detalle.
Cruzamos la puerta Romon, la puerta principal al santuario que fue construida en 1589. Y llegamos al salón principal Honden, dónde encontramos las 5 deidades del monte Inari.
Y tras pasar los edificios principales, llegamos de nuevo al camino las mil torii.
Este santuario es conocido por su largo camino de torii (puertas sagradas) o Senbon torii que ascienden a lo largo del monte Fushimi hasta llegar al santuario de Inari que hay en lo más alto. Las torii son donaciones de empresas y particulares para que el dios Inari les proteja y cuide de sus negocios, y la costumbre se inició en el periodo de Edo (1603-1868).
Es fabuloso subir de nuevo por ese mágico camino de torii y aunque hay bastante gente en la zona del santuario inferior, una vez comenzamos a coger altura, encontramos mucha menos gente… Y aunque ya conocemos el lugar, sigue impresionándonos la gran cantidad de torii que hay y lo juntas que están unas de otras. Tanto que parece que el camino esté techado.
Pasamos por los varios sub-santuarios que tiene el lugar, cada uno dedicado a una deidad. Lugares rodeados de torii y naturaleza, pura magia.
Pasamos junto al estanque Shin-ike, del cual cuenta la leyenda que si buscas a alguien, debes dar dos palmas a los pies del estanque y el eco te mostrará el camino a seguir para encontrarla.
Seguimos ascendiendo, cada vez cruzándonos con menos gente… lo que aún hace más mágico el lugar… caminar a solas por el camino flanqueado de torii y rodeados por los sonidos del bosque, de los pájaros y de las cigarras.
Pasamos junto a los santuarios de la primera y segunda cima, y llegamos a arriba del todo, al santuario Kamisha Shinseki. Situado en la cima Ichi-no-mine, a 233metros sobre el nivel del mar. Y nos sentimos felices de haber podido volver a este lugar y completar el peregrinaje.
Tras unos minutos en la cima, comenzamos a descender el camino de torii y llegamos al santuario Mitsurugisha, donde vemos la roca Kaminari o roca del trueno.
Y seguimos descendiendo mientras disfrutamos a solas del lugar.
Paramos en el mirador Kojin-mine y nos sentamos en un banquito a ver la puesta de sol mientras nos comemos los mini-mochi de matcha que compramos esta mañana en Uji con unas bebidas bien fresquitas. Es fabuloso disfrutar de la puesta del sol con Kyoto a nuestros pies. No podíamos escoger mejor lugar para despedirnos de esta ciudad que tanto nos gusta.
Aquí nos pasa algo curioso y es que una japonesa se nos acerca diciendo que nos ha hecho una foto de espaldas con la puesta de sol de fondo y nos pide permiso para guardarla y mandárnosla por mail si queremos 😀 Sorprendidos, le decimos que no hay problema en que la guarde y le paso mi mail porque ¡es realmente chula!
Estas cosas me fascinan, como de una forma totalmente casual puedes conocer a alguien con quien entablar conversación. Y e aquí la foto…
A las 17,45h cuando ya se ha escondido el sol, comenzamos a bajar el tramo de torii que nos queda.
Y se nos hace completamente de noche bajando hacia el Honden.
Es realmente impresionante bajar por las torii de noche… son alucinantes las sombras que se hacen con las lámparas encendidas cada x metros. Es una experiencia muy recomendable, vives otro Fushimi Inari totalmente diferente al de día.
Y tras un buen rato de descenso entre sombras, llegamos a la zona de los edificios principales del santuario. Nos encanta ver esos edificios de madera lacada en rojo iluminados en la noche.
Con cierto pesar, nos despedimos una vez más de este lugar. Estamos agradecidos de haber podido volver y de haberlo hecho de esta forma tan especial. Una vez abajo, pensamos en volver al barrio de geishas Miyagawacho que visitamos el otro día, y vemos que la línea de Keishei que pasa por Inari nos deja al lado. Así que pagamos 120¥ pp y en 10 minutos estamos allí.
Hoy no vemos a ninguna geisha, pero el lugar tiene mucho encanto y hay que decir que nosotros vamos dando un paseo por el barrio. No estamos haciendo guardia a ver si pasa alguna como hacen muchos… no vamos de caza. Si las vemos bien, y si no también.
Sobre las 19,30h estamos ko y decidimos volver al hotel. Caminamos de nuevo hasta la intersección de Shijo-dori con Kawaramachi, y cogemos el primer bus que pasa hacia la estación JR Kyoto. Y nos quedamos con la imagen de la Kyoto Tower iluminada como telón de fondo para esta visita a la ciudad, mientras recordamos que subimos a su mirador en lo más alto de la torre hace 7 años.
Al llegar al hotel preparamos las maletas para enviarlas mañana a Tokyo, y la Tortuga que viajará con nosotros los siguientes 5 días. Dejamos cumplimentados los formularios de Yamato Transport también, así mañana nos entretenemos lo mínimo con el envío del equipaje antes de salir hacia un nuevo destino.
Cenamos unos fideos UFO que nos quedaban en la habitación, ducha y a dormir. Caemos planos en la cama tras la caminata de hoy, aunque muy felices por los días tan chulos que hemos pasado de nuevo en Kyoto. Sin duda esta ciudad nos tiene profundamente enamorados 🙂