18/07/2016 (día 2): descubrimos el P.N. del Timanfaya, El Golfo y Los Hervideros y, pasamos la tarde de relax en el TI. ¿¡He dicho ya que me encanta Lanzarote?!
A eso de las 8h nos despertamos. Hoy empieza el turisteo por la isla, ¿acaso pensabas que estaríamos todo el día tirados como lagartos? Los que nos conocen saben que somos incapaces de estar todo el día sin hacer nada, por eso alquilamos el coche 😉 Hoy toca conocer el P.N. del Timanfaya, el Golfo y los Hervideros por la mañana y por la tarde, relax en el T.I del Sandos Papagayo.
Nos arreglamos y bajamos a desayunar. Madre mía ¡qué variedad de cosas hay en el bufet! Con las pilas cargadas, volvemos a la habitación a acabar de arreglarnos. Cogemos la mochila y vamos a buscar el coche de alquiler que tenemos en el parking del hotel. Tras unos 20 minutos de trayecto llegamos a la entrada al P.N. del Timanfaya.
En la caseta de la entrada compramos el bono para 6 atracciones de mayor relevancia de la isla (30€ pp, sólo aceptan efectivo). Os dejo la web de Turismo de Lanzarote dónde encontraréis más info sobre los diferentes bonos y atracciones a visitar en la isla.
Proseguimos hacia el parking. Empieza a haber coches en la zona, pero llegamos a punto. Podemos aparcar bastante cerca del punto turístico y nada más llegar, nos hacen subir a la guagua para el tour por la zona volcánica. Dura unos 40 minutos y una locución va explicando la historia del lugar. Tenemos suerte y como recomendaban en blogs y foros, podemos sentarnos en la parte derecha del bus desde la que hay mejores vistas 🙂
Con una extensión de 51,07 km² se trata de un parque de origen volcánico, siendo las últimas erupciones las producidas en 1824. En ella, hay más de 25 volcanes. La mayoría de ellos están «dormidos» por lo que en cualquier momento podrían volver a activarse. Los más emblemáticos son las Montañas del Fuego, la Montaña Rajada o la Caldera del Corazoncillo.
Es alucinante el paisaje que aquí se ofrece. Es increíble encontrar un lugar desértico, en el que sólo viven algunas especies vegetales y muy pocos animales. Y no hay más humanos que los turistas a bordo del bus del que no te dejan bajar para asegurar la preservación del lugar. Durante el trayecto descubrimos las calderas más importantes mientras la locución nos explica su historia y erupciones más importantes.
Vemos zonas con aspecto desértico que me llevan la mente Egipto y su desierto que tuve ocasión de ver en 2005.
Y pasamos junto a zonas dónde claramente se ver las lavadas de antiguas erupciones y placas de magma solidificado que a mi, gran amante de los volcanes, me dejan con la boca abierta.
Nos sorprende muchísimo descubrir esas paredes de piedra volcánica… es realmente increíble. Para mi, sólo por ver esto, ya ha merecido la pena venir a la isla. Ya me tiene enamorada 🙂
Desde luego el conductor del bus se merece la ola porque alucinas con el camino que sigue en el recorrido por el Parque, hay puntos en los que no entiendes ni cómo puede pasar por ahí un autobús…
Al finalizar la ruta, puedes visitar el restaurante “el Diablo”. Diseñado por César Manrique, cocinan con el calor de un pozo que viene del interior del volcán, a unos 300ºC.
En el P.N. del Timanfaya todavía hoy se detecta actividad volcánica. Existen puntos de calor en la superficie que alcanzan los 100-120ºC. Y hasta los 600ºC a 13 metros de profundidad.
Junto al restaurante y el Punto de Información, también se encuentra la zona de los experimentos. Aquí hacen un par de espectáculos de lo más curioso. En el primero puedes ver calderas naturales en las que prenden rastrojos con el calor que sale de la tierra.
Y en el otro, echan agua por unos agujeros y se forma un géiser. Es una turistada pero me parece de lo más curioso ver de lo que es capaz la tierra.
Desde aquí salen también rutas a camello. Cuestan unos 6€ por persona. Hicimos una en Gran Canaria en 2012 antes de ser conscientes del sufrimiento que suponen esas sillas metálicas que les ponen a los camellos y de la que en parte, nos arrepentimos. Recordad que cuanto más viajamos más pro turismo responsable somos.
Hace un calor terrible aquí, de modo que decidimos seguir con las visitas del día. Este lugar nos ha encantado. Las vistas son geniales, ver tanto cráter y tanta zona volcánica nos hace volar la mente hasta los recuerdos que tenemos. Sumamos este lugar a las experiencias en el Sakurajima (Japón, 2013) y en el Bromo e Ijen (Indonesia, 2014).
Hacemos parada en boxes y volvemos al coche, poniendo rumbo a El Golfo. Decir que es indispensable ir al parque a primera hora de la mañana para evitar colas y no morir de insolación. Fijaos en la fila de coches que había cuando nos íbamos intentando aparcar…
Desandamos el camino y llegamos a la salida del parque. Con pesar, nos despedimos de las Montañas de Fuego y proseguimos con la ruta. Este lugar lo recordaremos siempre. Seguro 🙂
Tardamos apenas unos minutos por una carretera bordeada por placas de magma solidificado en llegar al aparcamiento gratuito que hay junto a El Golfo. Aparcamos y vamos a visitar este famoso cráter volcánico situado junto a un acantilado. Se llega al mirador a través de un camino de tierra por unos bonitos acantilados.
Hay una pequeña playa de arena volcánica llena de barquitas de pescadores, y vemos a alguno sobre las rocas. No sabemos cómo pueden estar ahí con el vendaval que hace…
Seguimos un poco más el camino y llegamos al mirador de El Golfo. Es realmente bonito y es increíble pensar en el poder de la naturaleza. Conocido también como el Charco de los Clicos o laguna verde. Este lugar se formo como consecuencia de la continua erosión del mar sobre este volcán. Con el paso del tiempo el cráter se seccionó quedando aislado y formando una pequeña laguna conectada al mar por grietas subterráneas.
Ese característico color verdoso de la laguna se debe a la presencia de organismos en ella. Actualmente, la laguna se encuentra separada del mar por una playa de arena negra que ocupa parte del antiguo cráter. El acceso a la zona está totalmente prohibido. Tan sólo se puede disfrutar desde los altos acantilados que hacen de mirador.
Las vistas son geniales, el lugar es precioso entre acantilados pero hace una ventolera tremenda que imposibilita acercarse más a los acantilados, con lo que nos tenemos que conformar con esta panorámica que no está nada mal.
Tras una media hora aquí, volvemos al coche y nos dirigimos al siguiente punto. De camino paramos en otro Charco junto a una playa volcánica. Lástima que no hemos pensado en coger los bañadores porque aquí si se permite el baño 🙁
Aunque no es un punto turístico de la isla, nos parece un lugar muy chulo. Además, podemos tocar por primera vez la arena de playa volcánica, con ese característico color negro.
Volvemos al coche y seguimos unos minutos más hasta Los Hervideros. A simple vista parece un acantilado sin más, pero a la que recorres los caminos marcados entre las rocas, descubres los mil recovecos que componen el lugar.
Es un lugar en el que la lava al contacto con el mar se solidificó creando formas muy curiosas. Se conoce como Los Hervideros porque en los días de gran oleaje, el agua golpea fuertemente contra las rocas. Dando la impresión de que es agua hirviendo al salir por los agujeros en las rocas.
La pena es que hay poco oleaje hoy, con grandes olas rompiendo debe ser espectacular… aún así el lugar se merece una visita, es realmente bonito.
Tras un buen rato disfrutando de la formación rocosa que es el lugar y de las espectaculares vistas de los acantilados, volvemos al coche y ponemos rumbo de nuevo. De camino de vuelta al hotel pasamos frente a las Salinas de Janubio y decidimos parar un momento a echar un vistazo.
Con una extensión de 500.000 m2 son una de las salinas más importantes del mundo. Aunque en los últimos años tan solo producen sal para consumo canario. Se construyeron sobre la Caleta de Janubio, un charco que quedó aislado del mar en las erupciones de 1700. A través de acequias y molinos se bombea el agua marina hacia los parterres donde gracias a la acción del sol, se evapora el agua quedando la sal.
Es algo más de las 13h y decidimos volver al hotel para ir a comer. Así aprovechamos el todo incluido. Tardamos unos 30 minutos en llegar conduciendo a través de una carretera de largas rectas y paisajes alucinantes. Dejamos el coche en el parking del hotel y nos vamos directos al restaurante.
Después de comer subimos a la habitación. Nos damos una ducha que vamos de arena hasta las orejas con tanto viento y siesta time. Ya descansados, bajamos a merendar y después hacemos un rato de spa y piscina con un granizado de lima con ron miel. Le estamos cogiendo el gustillo a esta bebida que nos recomendó uno de los camareros ayer 😛
Sobre las 20h volvemos a la habitación. Nos arreglamos y bajamos a cenar. El resort tiene un par de restaurantes temáticos pero son bajo reserva. Al hacer el check-in nos asignaron un día para cada uno de ellos. Así que toca esperar al día que nos tocó. Mientras seguimos degustando las delicias que preparan en la zona italiana del bufet internacional. Otra cosa quizá no pero comer, estamos comiendo bien…
Después de cenar, bajamos a la sala de los billares. Echamos una partida acompañada por un mojito. Sobre las 24h y a punto de acabar la animación de la noche, volvemos a la habitación.
Echamos un último vistazo desde la terraza y nos vamos a dormir. Mañana seguiremos descubriendo la isla 🙂