06/10/2013 (día 10): conocemos un Japón más rural… visitamos Takayama y Hida no Sato. Y al fin, ¡¡compramos el barrilete de sake!!
Un nuevo día amanece en Japón y nosotros nos vamos al siguiente destino en nuestra ruta: ¡Takayama y Hida no Sato! Desayunamos en la habitación lo que compramos anoche, recogemos el equipaje y nos ponemos en marcha. Cogemos el tren directo a Toyama de la compañía Japan Railways de las 7,10h con los JRP, de esta forma acortamos el trayecto y a las 8h nos montamos en el JR Limited Exprés Hida al que mi marido bautiza como el “Shin-borreguero”. Es un tren diésel con velocidad punta de 81km/h y una velocidad media de 35km/h (medida con GPS) que en hora y media nos lleva a Takayama contaminando por un tubo pero mostrándonos paisajes de montaña muy chulos .
Llegamos sobre las 9,30h a Takayama. Pedimos un mapa de la ciudad en la oficina de turismo que hay en la misma estación y para nuestra sorpresa, nos lo dan ¡en español! Haremos una estancia de dos noches en la ciudad, y para ello escogimos el hostal J’Hoppers Hida Takayama por 12000¥ (los dos en habitación doble con baño privado). Vamos caminado hacia allá para descargar las mochilas. Tardamos unos 5 minutos a pie desde la estación.
Tengo que decir que las chicas que hay en la recepción son súper majas, una de ellas ha estado dos veces en Barcelona y nos dice que es su ciudad europea favorita, me cae bien esta chica… 😀 Nos guardan las mochilas, chaquetas y paraguas sin problemas hasta el mediodía que podremos hacer el check-in y nos explican en qué consiste el matsuri que se celebra aquí en dos días. Una pena porqué no hubo forma de cuadrar el itinerario para coger éste tampoco y ¡pinta muy chulo!
Takayama (高山): conocida por sus viejas tabernas, sus tiendas y sus destilerías de sake, es toda una rareza. Es una ciudad del S. XX (si bien, pequeña) que ha sabido mantener el sabor tradicional. Su encanto reside en sus animados mercados matutinos, sus templos en la colina y sus amables habitantes.
La idea para hoy es visitar la ciudad por la mañana sin ningún agobio y por la tarde acercarnos a Hida no Sato. Para mañana tenemos contratada la excursión que organiza el J’hoppers a Shirakawago y aún nos quedará otra noche… Cuando organizamos el viaje, preveíamos que este lugar nos gustaría, por lo que decidimos darle dos noches y aprovechar para aflojar un poco el ritmo que ya son 11 días desde que salimos de casa y no ¡hemos parado!
A otros 5 minutos a pie más o menos nos topamos con el puente Naka-bashi de madera lacada en rojo que cruza el río Miyagawa.
Justo al lado se organiza uno de los mercados matutinos, en los que venden básicamente fruta y verduras, encurtidos, conservas y alguna artesanía.
El mercado está enfrente de la casa gubernamental Takayama Jinya. Se trata del último edificio gubernamental del período del shogunato Tokugawa del período Edo.
El hermoso edificio de estilo tradicional japonés se construyó en 1615 como centro administrativo del clan Kanamori, pero los shogunes se lo arrebataron más tarde. La entrada principal estaba reservada a los altos cargos. El edificio actual data de 1816 y sirvió de Sede del Gobierno Local hasta 1969. Hoy día está abierto al público como museo. La entrada cuesta 500¥ por persona, y hay visitas guiadas en inglés gratuitas, pero tenemos que esperar más de 1h para el siguiente grupo y decidimos verlo por libre.
Todas las salas cuentan con carteles informativos en inglés y japonés que explican a qué estaban destinadas y un poco de historia de la ciudad.
Además de las oficinas, hay un granero dónde almacenaban el arroz de forma tradicional. El arroz en aquella época era usado como moneda de pago. Estos almacenes están considerados como los más grandes de Japón y uno de los más antiguos. Por ello, no dejan hacer fotos en el interior.
El edificio está rodeado de un bonito jardín zen. Y para sorpresa nuestra, cuenta con una sala de tortura en la que se explican los procedimientos al detalle. Decir que no me pareció demasiado «dura» después de haber estado en las salas de tortuta del Palacio de los Reyes Católicos en Córdoba que era de la Santa Inquisición, la del Palacio Ducale de Venecia o en el Museo de la Tortura de Carcassonne… Creo que los europeos de la época eran bastante más bestias que los japoneses.
En las distintas salas del edificio muestran objetos y documentos oficiales de los señores feudales del pasado, mapas antiguos de la región de Hida y planos de otras ciudades históricas. Nos parece una visita de lo más interesante y el edificio además es chulísimo. A la salida, nos tomamos un café de las máquinas para cargar un poco las pilas tras el madrugón.
Tras la visita al Takayama-Jinya, cruzamos el puente y nos adentramos en San-machi-suji o casco antiguo de la ciudad. El distrito cuenta con tres calles principales (Ichi, Nino y San-no-machi) y está lleno de restaurantes, tiendas tradicionales, museos, destilerías de sake… éstas últimas se distinguen por las bolas de cedro que cuelgan sobre sus puertas.
Muchos de los edificios de esta zona datan del periodo Edo (1600-1868) y es genial poder pasear por esas calles tan tradicionales imaginando cómo serían en aquél entonces…
Com conté en el diario del primer viaje, el día que nos íbamos, vimos en una tienda del Dutty Free del aeropuerto de Narita unos barriletes de sake como los que ofrecen en los santuarios y nos fastidió mucho no poder llevarnos uno porque sobrepasaban los 100 ml que marca la normativa de equipaje de mano. Teníamos muy claro, y más sabiendo que Takayama es conocida por ser una de las principales productoras de sake del país, que en este viaje caería uno 😀
Mientras paseamos por las calles y vemos las Old Private Houses, vamos entrando en las destilerías que vemos hasta ¡¡¡dar con el barrilete!!! Mi marido ni se lo piensa, compramos uno de 2,5 litros de sake, otro más pequeño de 1L y un jarrón de cerámica que también va relleno de 0,5L. No somos grandes amantes del sake pero los recipientes son chulísimos. Además nos compramos una botella de sake sin filtrar, algo muy raro de encontrar, y con un sabor de lo más curioso.
Cuando vamos a pagar, vemos que junto a la caja tienen la etiqueta de Yamato Transport, y se nos ilumina la bombilla… le preguntamos al dueño si es posible enviar los sake que hemos comprado al hotel de Tokyo (y así evitar ir cargados hacia Matsumoto y luego hacia Tokyo) y nos dice que gestionan el envío sin problema. Le damos la dirección del hotel y la fecha de llegada y nos calcula el precio en base al peso como “frágil y refrigerado”. Pagamos 8000¥ la mar de gustosos con tal de no ir cargados ¡¿he dicho ya que me encanta la practicidad de este país?!
Más contentos que unos niños con zapatos nuevos, decidimos ir hacia la zona de la estación JR Takayama a comer, así ya estamos allí para coger el bus hacia Hida No Sato después. Al llegar esta mañana, vimos un par de tabernas enfrente de la estación que nos llamaron la atención y vamos a mirar qué tal. Una solo la abren por la tarde, así que entramos en la otra dónde los carteles muestran unos ramen tremendos con carne de Hida asada. Por unos 1200¥ los dos, ¡nos ponemos hasta arriba de los mejores ramen que hemos probado nunca!
Tras la comida, cruzamos la calle hacia la estación de buses para comprar el pase combinado de bus ida y vuelta + entrada para Hida No Sato (900¥ pp). Lo compramos en las máquinas que hay fuera, puesto que dentro hay mucha cola. Tenemos que esperar una media hora larga ya que el bus acababa de pasar, pero aprovechamos el wifi de la estación para ponernos al día. Al fin llega el Sarubobo Bus… ¡¡vaya retrobus de categoría!!
Nos subimos al piso de arriba y en unos 10 minutos estamos en Hida No Sato. Casi llegando a allí nos llama la atención un edificio dorado enorme rodeado de árboles… Tiene pinta de secta :S
Cuando tenemos conexión a internet miramos qué es y vemos que se trata de la sede principal de una nueva religión nacida en Takayama, “La luz de la verdad”, basada en la creencia de que Cristo estuvo en Japón y no murió crucificado como dice el catolicismo si no de anciano en en el país del sol naciente. Sin comentarios… Os dejo enlace a su web y a Wikipedia por si os interesa saber más sobre ello.
Hida Folk Village o Hida no Sato, es un museo al aire libre que exhibe más de 30 granjas y casas tradicionales de la región de Hida, distrito montañoso de la Prefectura de Gifu. Las casas fueron construidas durante el Periodo Edo (1603-1867) y fueron trasladadas desde sus lugares de origen hasta aquí para crear el museo en 1971. Mantiene el ambiente de un pueblo de montaña.
Nada más entrar, vemos que el lugar pinta muy chulo…
El museo cuenta con varios edificios como la casa del ex jefe de la aldea, del leñador, de las teleras, almacenes y una serie de caseríos gassho-zukuri a cuál más impresionante.
La mayoría de las granjas tienen los techos de paja escarpadas que se asemejan a un par de manos unidas en oración («gassho«). Algunas fueron trasladadas aquí desde la cercana Shirakawago, donde las casas gassho-zukuri son reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Otras vienen de otras poblaciones de los Alpes Japoneses.
Lo bueno de este lugar es que todos los edificios exhibidos en este museo al aire libre están cuidadosamente preservados y abiertos al público por lo que puedes entrar en las diferentes casas y curiosear su arquitectura.
Esto es lo que más nos gusta de Hida, que además de poder ver las casas tradicionales de la zona puedes entrar en todas ellas, conocer cómo vivían y ver cómo se organizaban en estas aldeas. Todas las casas cuentan con carteles dónde explican la historia de la casa original, costumbres, cómo se construyó, etc. en inglés y japonés. Además muestran herramientas y utensilios usados en la vida cotidiana de la época y tienen una arquitectura de madera única. En algunas casas además imparten talleres de artesanías.
Takayama se encuentra en zona montañosa por lo que aquí los inviernos son duros y suele nevar. Aprendemos que las casas de la región tenían un hogar para calentar la casa, cocinar y secar la ropa. Sobre ellos, colocaban unas plataformas de hierro colgadas del techo que en caso de subir demasiado las llamas lo hacían caer sobre el fuego y lo apagaban, evitando así incendios.
También aprendemos cómo construían esos tejados capaces de aguantar varios metros de nieve sobre ellos.
Seguimos recorriendo el recinto y vemos que hay una gran campana traída desde un templo de la región. Dicen que si la haces sonar y pides un deseo mientras dura el eco, se cumple, así que allá va Carol-San a hacerla sonar… os diré que se cumplió
Entre los pinos, vemos plantaciones de setas shiitake. Estamos en una de las regions que más producen y a mi se me hace la boca agua solo de recordar su sabor y aroma 😛
En lo alto de una colina encontramos un pequeño santuario. Normalmente está cerrado al público pero tenemos la suerte de encontrarlo abierto con motivo del matsuri que celebrarán esta semana. Lo más llamativo son los dibujos pintados a mano en el techo del edificio.
Avanzamos y vemos dos grandes piedras redondeadas. Cada una de ellas pesa unos 70kg y por lo visto las usaban para medir la fuerza y concentración de los hombres de la aldea. Ya que además de levantar el peso debían ser capaces de evitar que les resbalara (por la forma que tienen). De repente, escuchamos un grito de mujer muy cerca y nos acercamos a ver qué ocurre. Encontramos un grupo de japoneses y a una japonesa corriendo de un lado a otro gritando súper asustada. Uno de los hombres del grupo nos dice en inglés que han visto una serpiente y por eso la mujer grita así. Nos acercamos un poco más y se trata de una pequeña serpiente de unos 30cm de largo que corre más asustada que la mujer a esconderse. Menudas risas tiene el grupo a costa del pobre bicho y de la pobre mujer…
Sorprendidos, seguimos con el camino de vuelta a la zona de la entrada al Museo al aire libre.
Junto al lago, vemos que hay unas casetas con juegos tradicionales japoneses. Nos pasamos un buen rato bien entretenidos…
¡Este lugar nos ha gustado mucho y lo recomendamos al 100%! Cumple con las 3 B (bueno, bonito y barato)
Salimos y cogemos el primer bus de vuelta a Takayama. Llegamos a la estación sobre las 16,30h. Estamos cansados por el madrugón y la caminata que llevamos ya… y decidimos volver al hostal, hacer el check-in y echarnos un rato de siesta. ¡Hoy toca probar el futón de nuevo!
Descansamos un rato y a las 18,30h nos ponemos en marcha de nuevo. Salimos a ver Takayama de noche. Paseamos por las calles comerciales cercanas al hostal y aunque teníamos pensado cenar en alguno de los restaurantes recomendados en el foro Los Viajeros, la taberna que hay frente a la estación y que a mediodía estaba cerrada, nos llama mucho la atención. Así que vamos hacia allá.
Entramos, y la mujer que hay en la recepción nos hace quitar los zapatos y dejarlos en unas taquillas junto a la entrada. Una vez descalzos, nos lleva por un largo pasillo con cubículos privados a lado y lado hasta el nuestro. Perdonad la calidad de las fotos, mi móvil de aquella época hacía lo que podía con poca luz…
Al principio nos rayamos un poco porqué pensamos que tendremos que estar arrodillados durante toda la cena frente a esas mesas bajitas que tan poco me gustan… pero disimuladamente miro cómo están los de los cubículos aledaños y veo que están sentados con las piernas en un hoyo que hay bajo la mesa, ¡uff! Ahora si, cómodos y más relajados, nos miramos la carta. Es una izakaya, por tanto puedes escoger menús cerrados que incluyen varias tapas, o bien coger platos sueltos. Nos decantamos por probar un poco de todo, después de tantas cenas de kombini nos apetece algo con un poco de categoría
El plato de wagyu nos gusta tanto que aunque es caro, repetimos… ¡está realmente deliciosa! Recordad que Japón cuenta con algunas de las carnes de ternera más premium del mundo. La más famosa es la carne de Kobe (que probamos en el ryokan de Hakone en el 1r viaje) y otra es ésta, la de Hida.
De postre pedimos un variado de dulces japoneses, con los que nos invitan a un chupito de shōchū riquísimo. Comemos y bebemos fenomenal por 3800¥ los dos. Es algo caro, pero de verdad que solo por probar esa ternera que se deshace en la boca ¡¡ya lo vale!!
Al salir, vemos un kombini y compramos desayuno para mañana (600¥). Lo dejamos en el hostal y nos vamos a dar un paseo por las calles principales para bajar un poco la cena y ver el ambiente tan tranquilo que se respira en esta ciudad.
Y tras el paseo volvemos al hostal. Hoy ha sido un día muy guay, de ésos que se recuerdan aunque pasen los años.