07/10/2013 (día 11): nos vamos con Sarubobo a Shirakawago y visitamos a los templos del norte de Takayama
Llega un nuevo día y con él avanzamos por el ecuador de nuestro viaje… Seguimos en Takayama y hoy iremos a hacer una excursión de mediodía a la bella Shirakawago. Hemos dormido bien en el “doble” futón que nos preparamos. Y digo doble porque siempre busco en el armario el futón de repuesto para que sea más mullidito 😛 Desayunamos en la habitación lo que compramos anoche en el kombini, y nos vamos hacia la estación JR Takayama dónde nos recogerá el bus del hostal J’Hoppers para ir a Shirakawago.
Shirakawa-go ( 白川村 ): región remota y montañosa entre Takayama y Kanazawa. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995 y famosa por sus tradicionales casas gassho-zukuri, algunas de las cuales tienen más de 250 años de antigüedad. Tiene un encanto rústico y ocupa un lugar especial en el corazón de los japoneses.
Para hacer la excursión a esta aldea hay tres opciones: alquilar un coche, usar los buses de la compañía Nohi Bus (4200¥/persona i/v) o ir con los buses que organiza el hostal J’hoppers en el que nos alojamos (3300¥/persona i/v si te alojas en él). Tanto por horarios como por precio, nos pareció mejor opción la tercera, y al poco de hacer la reserva del alojamiento, contratamos también la excursión con ellos. Hay dos turnos, uno por la mañana y otro por la tarde. Nosotros preferimos hacer la de la mañana y así aprovechar la tarde para pasear por Takayama.
A las 8,10h debemos estar en la estación, dónde nos recoge el bus con su guía, Yamamoto. Es un chico joven que habla bien inglés e incluso alguna palabra suelta de español y que durante la hora de trayecto hasta Shirakawago nos explica cómo se construyen las casas gassho-zukuri, cuántos habitantes hay en la población, cuáles son las casas más interesantes para visitar… e incluso nos hace una foto con la mascota de la región: ¡Sarubobo!
Tras 1h de trayecto, la primera parada es el mirador de Shiroyama. Situado al norte del pueblo, muestra unas vistas panorámicas de Ogimachi y sus bellos caseríos de estilo tradicional.
Nos encanta la panorámica hacia la pequeña localidad pero también del entorno natural en el que nos encontramos, en medio de los Alpes Japones. Hay un cartel que marca los principales picos y su altitud. Es curioso porqué parece que no sean tan altos, pero es que ya estamos a ¡unos 1000 metros!
A pesar de la altitud y que ya estamos en otoño, no hace frío. Traíamos las chaquetas y un jersey por si a caso pero con el jersey fino es suficiente. Hace un día despejado y luce el sol.
Entramos en unas tiendas que hay junto al mirador y compramos un imán para la nevera con un Sarubobo sonriente (450¥). También hay un puesto dónde te hacen fotos con el pueblo de fondo pero nos parecen caras y el guía ya nos ha hecho algunas fotos con nuestra cámara, así que pasamos de largo.
Tras unos 20 minutos aquí admirando las vistas, volvemos al bus y en unos 5 minutos llegamos al parking de la aldea. Este trayecto también se puede hacer a pie. Según las guías son unos 20 minutos.
Bajamos del bus y de nuevo, nos impresiona el entorno. Estamos rodeados de naturaleza y ¡nos encanta! Hay muchísimos buses aparcados y por tanto mucha gente, pero no da sensación de agobio. El guía nos dice que tenemos hasta las 11h para estar por el pueblo y visitar las casas que queramos.
El asentamiento central de la región es Ogimachi. En él viven 600 personas y hay 110 edificios gassho-zukuri. Muchas de las casas son ahora restaurantes, museos o minshuku, casas de particulares dónde se puede pasar la noche por un precio ajustado. Algunos caseríos de pueblos cercanos se han trasladado hasta aquí formando un museo al aire libre en un intento de evitar que fueran destruidos. Este museo, junto con la gran concentración de granjas y lugares de interés de la ciudad y el acceso a la zona hacen de Ogimachi el mejor lugar de Shirakawa-go y Gokayama para ver granjas gassho-zukuri. La aldea es pequeña (aproximadamente 1km de superficie) por lo que es fácil recorrerla a pie.
Cruzamos el puente y pasamos bajo una gran torii de piedra. La aldea está compuesta por varias casas gassho-zukuri pero también hay otras de madera sin los grandes tejados de cañizo. Todas las casas tienen huertos y muchas de ellas las han convertido en tiendas de artesanos. Hay alguna destilería de sake e incluso un templo.
Llevábamos apuntadas las casas más importantes a las que se puede entrar. Todas son de pago, la entrada cuesta 300¥ cada una. Decidimos ir hacia la casa y templo Myozenji (300¥ pp). Éste templo es el único que cuenta con techo de paja al estilo gassho-zukuri y está conectado a la casa de campo Myozenji-ke. Según las guías, el propietario de la casa habla inglés y enseña los edificios, sin embargo nos topamos con un tipo que no habla ni papa de inglés, un monje que tan solo nos mira y con señas nos manda al ático tras cobrarnos la entrada, eso sí.
Lo recorremos y vemos la forma de construcción del techo de paja por dentro. Aunque tienen algunas herramientas de campo expuestas, no recibimos ninguna explicación y los carteles solo están en japonés. Un señor nos ofrece por señas hacernos una foto con un Sarubobo, nos la hace con su cámara y con la nuestra, y sospechamos que luego nos querrán cobrar pero como no se saben explicar nos quedamos con la duda.
Bajamos al piso principal y allí por señas nos mandan hacia el templo al que podemos entrar para visitarlo. Su altar y sus paredes están decorados con pan de oro, y cuenta con unas bonitas puertas de papel pintadas. No sé si se puede hacer fotos o no, no veo ningún cartel en inglés y estamos solos, así que echo unas poquitas sin flash.
Tras visitar el templo, volvemos de nuevo a la casa y una chica nos dice que si queremos podemos comprar la foto. ¡¿Ah, ahora si me hablas en inglés, eh?! 😛 Como la llevamos en nuestra cámara también y la que nos ofrecen es cara, pasamos de largo con una sonrisa y un arigato…
Salimos de nuevo a la aldea y seguimos recorriendo sus calles y viendo las casas por fuera. Decidimos que no entraremos en ninguna más, ayer vimos muchas en Hida no Sato , y de todos los tipos, y además allí si estaba todo en inglés con buenas explicaciones mientras que aquí nos parece que solo van al negocio pero no hay nada de información en inglés para los turistas y nos sentimos un poco estafados. Por lo que decidimos recorrer la aldea y quedarnos con las vistas y el entorno.
En esta casa tenían matas calabacines enredados por el tejado junto a unas parras… como le caiga eso a alguien encima le puede hacer mucho daño, ¿eh?
Recorremos el pueblo hasta llegar al otro extremo, dónde hay un estanque lleno de nenúfares y unas bonitas vistas de las casas y de las montañas que rodean la aldea.
Nos compramos un helado de soja riquísimo (270¥ los dos) y luego entramos en algunas tiendas de artesanía y encurtidos mientras hacemos tiempo hasta las 11h para volver al bus. ¡Menudo calor hace, no parece que estemos en octubre en los alpes!
A pesar de que el entorno natural de este lugar es precioso, se respira mucha paz y la aldea en si es muy bonita, no nos acaba de gustar la excursión. Nos parece todo muy caro, tanto el llegar hasta aquí como la entrada a las casas, para que además tengas que verlas tú solo e intentar averiguar lo que pone en los carteles en japonés. No aprendes nada, ya que no te enteras ni de cómo las construían ni de cómo vivían allí y todo está enfocado a sacar dinero al turista (entradas, tiendas…). Así que la valoración general es negativa y recomendamos al 200% Hida No Sato antes que Shirakawago. Ahora, si dispones de días y no llevas un presupuesto apretado, haz las dos y podrás comparar 😉
Llegada la hora acordada, volvemos a Takayama. Llegamos a las 12h. Comemos unos ramen riquísimos en el mismo restaurante de ayer, y nos vamos al hostal. Necesitamos una ducha y una siesta con urgencia después del madrugón y la chicharrina que hemos pasado.
A eso de las 15,30h y con las pilas cargadas de nuevo, salimos dispuestos a visitar los templos de la ciudad. El primero es el Templo de Hida Kokubunji (entrada gratiuita). Construido en el año 764 por el emperador Shoumu, se encuentra a pocos minutos a pie del hostal.
Alberga una bonita pagoda de 3 pisos única en la región de Hida. Originalmente tenía 7 pisos, pero con los años y por catástrofes varias, fue disminuyendo de tamaño hasta quedar en 5. Tras una guerra, se quedó en los 3 que podemos ver ahora. Junto a ella, hay una piedra de 1,8m de diámetro que se cree que era la primera piedra de la antigua pagoda de 7 pisos. También aquí, encontramos un gran árbol de ginko milenario de 38 metros y considerado como Tesoro Nacional.
Lo que más nos llama la atención de este templo, es que las ofrendas de los fieles son ¡peluches de Sarubobo!
Nos gusta mucho este lugar, se respira paz y lo podemos disfrutar a solas. De aquí nos vamos por las calles comerciales Kokubunji, cruzando el puente de madera lacada en verde de Kaji-Bashi y siguiendo por la calle Yasugawa hacia el norte de la ciudad.
Llegamos al templo Takayama Betsuin, construido por la principal rama del budismo en Hida, Jodo Shinshuu. Originalmente se encontraba en Shirakawago y fue trasladado hasta aquí para transformarlo en el templo principal de los discípulos de esta secta budista.
Seguimos calle arriba y llegamos a la zona de templos de Higashiyama que cuenta con más de una docena de templos, un cementerio, un santuario en lo alto de la montaña y un parque. Hay unas bonitas vistas de la ciudad desde aquí. Durante una hora larga recorremos estas calles plagadas de templos prácticamente a solas.
Cuando ya estamos saturados de tanto templo, bajamos callejeando hasta llegar a la Biblioteca Municipal dónde hacemos una parada para tomarnos unos refrescos de unas máquinas que hay junto a un banquito, desdeel cuál vemos como el encargado de la biblioteca baja las banderas de Japón y de la ciudad de sus mástiles al son del himno de Japón. ¡Qué momento! Sin duda, esto es lo mejor de viajar por libre. Que puedes sentarte en un banco con una bebida fresquita simplemente a contemplar qué ocurre a tu alrededor y fijarte en las costumbres y formas de hacer de otros.
Bajamos de nuevo por las calles comerciales del centro hasta llegar a la estación JR Takayama. Nuestro objetivo era ir a relajarnos un poco a los baños de pies de la ciudad, pero sinceramente unos nos parecieron una cutrez… era básicamente una fuente en medio de la calle frente a un hotel, y para el otro teníamos 15 minutos más de caminata y ¡estábamos agotados!
Así que lo dejamos correr y buscamos un restaurante para cenar. Entramos en un pequeño local en el que tomamos una riquísima ternera de Hida para despedirnos de la región (lo siento, no recuerdo el nombre). Al salir, pasamos por un kombini a comprar el desayuno de mañana y unas chuches para el viaje, y nos volvemos al hostal. Llevamos más de 4h andando sin parar y estamos ko. Decidimos llenar la bañera de la habitación y disfurtar de un bañito para quitarnos el cansancio de encima Y ya relajados, a dormir que mañana toca madrugar de lo lindo, ¡¡otra vez!! ¿¡Pero no estamos de vacaciones?! 😛