01/10/18 (día 6): tras el Trami visitamos los espectaculares santuarios del norte de Kyoto
Nos levantamos a las 8h con un sol radiante. Hoy vamos a seguir con la ruta, visitando los principales santuarios del norte de Kyoto. En Kyoto el tifón pasó solo como una buena tormenta de verano y no hubo más complicaciones. Pero en otras regiones del país ha habido verdaderos destrozos e incluso heridos…
Desayunamos en la habitación y nos ponemos en marcha, dispuestos a seguir redescubriendo esta maravillosa ciudad que nos tiene enamorados desde el primer día que pusimos los pies aquí en 2011. Compramos un par de bonos diarios de bus (600Y pp) y tomamos el bus nº 205 que va hacia el sur de la ciudad.
En unos 15 minutos llegamos al To-ji. Construido en el año 796 y declarado Patrimonio de la Humanidad. Fue uno de los tres templos budistas que permitieron construir en Kyoto durante el periodo Heian (cuando la ciudad era la capital del país). Guardaban la entrada sur de la ciudad.
Actualmente es el único que sigue en pie. Compramos las entradas (500¥ pp) y accedemos al recinto rodeados de escolares.
El Kondo o salón principal es uno de los edificios más importantes y grande del recinto del templo. Aunque fue destruido por un incendio en 1486, se reconstruyó a comienzos del periodo Edo. Alberga una gran estatua de madera del Buda Yakushi, flanqueada por los Bodhisattvas Nikko y Gakko.
A su lado, encontramos el Kodo, añadido en el 825, sirvió como salón de lecturas. También fue destruido por el incendio y reconstruido después siguiendo el estilo original. Alberga 19 estatuas importadas por el sacerdote Kobo Daishi de China. Dispuestas según un mandala con el buda Dainichi en el centro, y rodeado de otras figuras de budas, bodhisattvas y los reyes temerosos y guardianes. No permiten hacer fotos del interior per es realmente fabuloso. Entre las bonitas estatuas talladas al más mínimo detalle, la estructura de madera tan antigua y ese olor a incienso… ¡me encanta!
Después de visitar ambos edificios, recorremos el jardín que rodea el recinto, con su bonito estanque hasta llegar al punto más importante del templo, la pagoda de 54,8 metros.
Con 5 pisos es la estructura de madera más alta de todo Japón. Fue construida en 826 y se considera uno de los símbolos de la ciudad. Lástima que no permiten la entrada al público en su interior.
Tras acabar de recorrer el jardín del To-ji, volvemos a la misma parada de bus. Cogemos de nuevo el nª 205 vía Shijo Kawaramachi, hasta la parada Shimogamo Jinjazen (230¥ pp). Recordad que, como os explicaba en la anterior entrada, esta línea son en realidad dos, con recorridos diferentes. Una recorre la ciudad de sur a norte por la parte este y otra por la parte oeste. Según el templo al que os queráis dirigir, deberéis escoger qué ramal de la línea cogéis. En nuestro caso, tomamos éste que es más directo. Aún así tardamos unos 45 minutos ya que cruzamos la ciudad por completo, y es que vamos a visitar los santuarios del noreste de Kyoto.
El siguiente punto de la ruta es el Santuario Shimogamo. Nos quedó en el tintero en el 2º viaje porque lo estaban restaurando. Cuando preparábamos el viaje, vimos que recientemente habían acabado las obras. De modo que esta vez si, podríamos disfrutar de este fabuloso lugar.
Junto al Santuario Kamigamo conforman el conjunto de santuarios Kamo. Reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Son dos de los santuarios más importantes y antiguos de Kyoto.
Construidos en el año 679, son anteriores incluso al establecimiento de la ciudad como capital del país en el año 794. Lugar frecuentado por la Corte Imperial, dónde acudían para rezar por la protección y la prosperidad de la ciudad, durante los casi 1000 años que Kyoto fue la capital de Japón. Ambos están dedicados a los dioses de la cosecha.
La entrada al recinto es gratuita. Cabe decir que no sé qué nos gusta más. Si los edificios del santuario o el paraje natural en el que se encuentra entre los ríos Takano y Kamo y rodeado por el Tadasu no Mori. Ese bosque de arces que comienza a enrojecer y que cuenta con árboles de más de 600 años de antigüedad.
Un lugar realmente hermoso por el que dar un paseo a la sombra de sus árboles. Algo que agradecemos con el calor que hace hoy. Al sur del bosque, encontramos un pequeño santuario secundario en el que vemos a un sacerdote de alto rango acompañado por otros dos de «categoría superior «, celebrando una ceremonia.
Por respeto no hay fotos del momento, pero os quedamos un rato escuchando sus rezos… Fue bonito poder disfrutar de algo así en directo. Éstas son las cosas que más me gustan de viajar por libre. Pararte a disfrutar de momentos únicos cuando quieras, simplemente contemplar lo que te rodea.
Volvemos a la parada del bus 205, y esta vez lo cogemos para ir a visitar a un viejo conocido. El que fue nuestro 1r templo en Japón en nuestro 1r viaje al país del sol naciente: el Kinkaku-ji.
Compramos las entradas (500¥ pp) y accedemos al que es sin duda, uno de los templos más bonitos de Kyoto. Justo a la entrada, igual que en nuestra 1ª visita, nos asaltan unos estudiantes japoneses que piden hacernos un cuestionario para el instituto. Vienen de Tokyo, y a cambio de nuestro tiempo nos ofrecen un detalle y nos piden una foto de grupo.
La verdad es que nos hace mucha gracia revivir este momento y aceptamos contestar a sus preguntas. Cuando nos preguntan si es nuestra 1ª vez en su país y les decimos que es la 3ª, alucinan en colores 🙂
Y después del «asalto», accedemos a la zona que bordea el gran estanque y que nos ofrece esa fantástica vista del pabellón dorado.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994, y Monumento histórico de la antigua Kyoto. El nombre oficial del templo es Rokouon-ji. Fue construido en 1397 como villa de descanso del shogun Ashikaga Yoshimitsu. Se convirtió en templo zen de la secta Rinzai en 1408 (tras la muerte del shogun). Funciona desde entonces como shariden. Es decir, como recinto donde se guardan las reliquias de Buda.
Este lugar es conocido porque tiene recubiertas de pan de oro las paredes exteriores de las dos plantas superiores de su edificio principal.
Como es decía, nos acercamos al estanque llamado Kyoko-chi o espejo de agua. Repleto de islas, piedras y pinos de estilo japonés que representan capítulos del budismo japonés. Disfrutamos de la fabulosa vista que ofrece el impresionante templo de oro junto al estanque. Echamos 3000 fotos intentando captar de nuevo la belleza del lugar. Qué maravilla poder estar aquí de nuevo, 7 años y medio después de nuestra luna de miel.
Vamos recorriendo los jardines del templo que mantienen su diseño original desde el siglo XIV.
Llegamos de nuevo al punto dónde se encuentra el cuenco de la fortuna y dónde todo el mundo prueba suerte. Yo acerté en el cuenco metálico en el primer viaje. Vuelvo a probar suerte esta vez, pero fallo. Mi marido en cambio, consigue acertar la moneda en el cuenco de piedra.
Seguimos avanzando recordando aquél primer viaje, e intentando grabar en nuestra memoria cada detalle de este lugar al que tanto cariño le tenemos. Llegamos al altar principal en el salón Fudo que contiene la estatua protectora de Fudo Myoo. Aquí compramos de nuevo una vela por la felicidad de nuestro matrimonio (50¥). Y siguiendo el ritual, la prendemos de nuevo a modo de «renovación de votos». Quizá pueda parecer una chorrada, pero a nosotros este gesto nos emociona.
Antes de salir del recinto nos compramos un par de helados. Hoy vainilla con té verde y otro de sésamo (350¥ c/u) y un botellín de agua (110¥). Nos los tomamos sentados a una sombra, mientras comentamos lo contentos que estamos de poder volver a estar aquí.
Tras la pausa, volvemos a la parada del bus. Esta vez cogemos el nº 102 exprés (市営102), que nos lleva al siguiente punto en unos 15 minutos. Son casi las 14h y los pocos restaurantes que vemos junto al santuario o son carísimos o están a punto de cerrar. Decidimos ver primero el santuario y luego ya pensaremos dónde comemos…
Visitamos otro de los grandes santuarios de la ciudad que hoy comienza su matsuri: el Kitano Tenmangu. Por ello lo vemos vestido con cintas y banderines lilas que le dan un aire muy festivo.
La entrada principal está cerrada en este momento porque están entrando cosas para el festival que comenzará aquí esta tarde. Nos dirigimos hacia el barrio de geishas o hanamachi de Kamishichiken. Tras recorrer su calle principal prácticamente a solas, accedemos al santuario por una puerta lateral.
De entrada gratuita, el Kitano Tenmangu Jinja está dedicado al político, poeta y estudioso Sugawara Michizane. Exiliado injustamente por el clan Fujiwara. La leyenda le atribuye varios desastres, producto de su espíritu vengador al llegarle la muerte en el exilio (como plagas, terribles tormentas o hasta terremotos).
Construyeron el santuario en el año 947 para calmar su alma vengativa. En el 986 Sugawara fue deificado en el dios sintoísta de la educación. Ya visitamos un santuario Tenmagu en Dazaifu en nuestro 2º viaje, pero éste es el principal dedicado al dios de la educación.
Al acceder al recinto, encontramos multitud de pequeños santuarios, salas de oración y edificios varios. Algunos edificios están cubiertos por lonas ya que los están restaurando. Y a otros no podemos acceder por los preparativos del Matsuri. Aún así nos parece un lugar precioso y en el que se respira muchísima paz.
Al final, encontramos la puerta central o Sanko-mon, repleta de dibujos de soles, lunas y estrellas. A través de la cual cruzaremos hasta el salón principal del santuario o Honden, construido en 1607 por Toyotomi Hideyoshi. A los lados, encontramos los salones de la música o Gaku-no-ma. Construidos siguiendo la arquitectura yatsu-mune-zukuri del periodo Momoyama, que ya vimos también en Osaka al inicio del viaje.
Seguimos avanzando en orden inverso al habitual hasta llegar la puerta de acceso principal del santuario, protegida por dos koma-inu o perros-león.
Como os comentaba, hoy cobra especial relevancia la visita a este templo ya que, del 1 al 4 de octubre, se celebra el Zuiki Matsuri del santuario. Este festival se celebró por primera vez durante el periodo Heian (794-1192). Se organiza para agradecer a los dioses las buenas cosechas.
Lo que comenzó como una simple ofrenda de frutas y verduras a los dioses del santuario, es hoy un gran desfile de mikoshi o altares portátiles y gentes vestidas con trajes tradicionales de la era Heian. Los desfiles tienen lugar el día 1 de octubre desde el Kitano Tenmangu hasta el santuario temporal Otabisho. Y el 4 de octubre de vuelta al Kitano. Nosotros sólo vemos los preparativos ya que el desfile se ha movido a mañana a causa del tifón que azotó ayer el país… así que de nuevo, nos perdemos un matsuri.
Y ahora si, salimos del complejo a través de un camino repleto de lámparas de piedra, dioses protectores budistas, y cruzamos las dos grandes torii de piedra.
Frente a la entrada principal del templo, vemos un pequeño restaurante que ofrecen sets con muy buena pinta y bien de precio. La verdad es que pedimos lo que parece un domburi (bol de arroz) con algo pero como la carta está en japonés pues vamos a ciegas…
Resulta ser un restaurante vegano especializado en tofu. Lo que nos sirven es una bandeja con encurtidos, nato, tofu marinado y un domburi de tofu y shitaake que ¡está delicioso! Todo acompañado por té tostado. Nos cuesta 1700Y los dos, y comemos de maravilla un buen menú vegano 😛
Ésta es una de las cosas que te da el haber estado varias veces en Japón, que al final, aunque no entiendas la carta pides y sabes que comerás genial 🙂
Con la panza bien llena, volvemos a la parada de bus. Esta vez, cogemos el nº203 que nos acerca a la zona de Gion. Allí cambiamos al bus 100 hasta la parada Kiyomizu-michi. Y desde allí caminamos calle arriba por la concurrida Sannenzaka hasta la entrada principal del Kiyomizu-dera.
Esta vez no volvemos a entrar (ya lo visitamos en el 1r y 2º viaje), pero si echamos unas fotos desde aquí de otro de los santuarios más bonitos de la ciudad. Nos sorprende ver que el edificio principal está tapado por una lona. Aquellos que lo visiten actualmente se pierden lo más chulo del santuario…
Volvemos a bajar por Sannenzaka y disfrutamos entrando a sus tiendas de artesanías y dulces. En una de ellas, vemos unas bonitas kokeshi de madera hechas a mano. Compramos una muñeca y un samurai (2800¥ c/u) junto a un peluchito de Doraemon para una amiga. Compramos kokeshi para nuestros padres en el 1r viaje pero nosotros aún no teníamos ninguna. Nos hacía especial ilusión comprarlas en Kyoto…
Bajamos las escaleras hacia Ninenzaka y entramos a un Starbucks de lo más molón.
Éste local es famoso por su decoración al más puro estilo nipón, con su jardincito y sus suelos de tatami. Pedimos un par de frapuccino (1100¥) y nos sentamos en el tatami a disfrutar del lugar mientras merendamos.
Tras merecido descanso, continuamos recorriendo estas bonitas calles con ese aire tradicional. De nuevo, nos vienen a la mente recuerdos de los otros viajes en que también estuvimos paseando por aquí.
En Kiyomizu-michi cogemos el bus 100 hasta la estación de Kyoto. Pasamos por un Lawson a sacar dinero del cajero, y compramos desayuno para mañana. Volvemos al hotel mientras cae el sol…
Descansamos un rato en la habitación tras todo el día de caminata. Sobre las 20h bajamos al Centro Comercial Porta que hay bajo la estación de buses a cenar. Nos decantamos por un restaurante de tonkatsu, dónde tomamos una cena riquísima por 3100¥.
Tras la cena, volvemos a la habitación y después de una ducha, nos relajamos por hoy. De nuevo, ha sido un bonito día que recordaremos siempre…