Reflexiones del segundo viaje a Japón en 2013…
Hace unos años que volvimos de nuestro segundo viaje a tierras niponas… y no hay día que no recuerde algo visto o vivido en aquél fascinante país. Por ello quiero compartir mis reflexiones del segundo viaje a Japón en 2013.
Cuando volvimos del primer viaje en 2011 pensábamos que Japón nos había enamorado por el hecho de haber disfrutado de nuestra luna de miel allí. En parte nos daba miedo que nos defraudara en un segundo viaje. Que no fuera para tanto lo que recordábamos. E incluso pensábamos que quizá tendríamos un recuerdo distorsionado. Miedos sin fundamento. Tras pasar 35 días en tierras niponas (entre los dos viajes), y tener tiempo para analizar y digerir todo lo vivido, puedo decir que no fue una ilusión ni un efecto óptico, fue real.
Japón nos caló hondo la primera vez, y mucho más a fondo la segunda. Es un país que nos llama la atención. Nos enseña que hay formas muy diferentes de vivir fuera de nuestras fronteras. Que un país basado en el respeto, la educación, las buenas formas y la moral, existe. Un lugar en el que combinar practicidad, modernidad y tradiciones a la vez. Japón te abre la mente.
Pero tampoco es el país idílico. Como todo país, también tiene sus fallos y cosas que no nos gustan. Y fue la serenidad del segundo viaje, la que nos permitió ver más allá de todas las cosas que tanto llaman la atención de aquél que pone los pies por primera vez allí.
En este viaje, nos dimos cuenta de que son una sociedad algo reprimida en ciertos aspectos. Solitaria y con una presión social enorme. Tan grande que lleva a muchos al suicidio por no soportar la deshonra sociofamiliar. Pude vivir en primera persona lo machistas que pueden llegar a ser, lo superiores que se sienten algunos sobre las mujeres (ojo, aquí también hay mucha gente así, aún…). Es la calma de un segundo viaje, la que te deja mirar más allá, con más detenimiento. Y en más de un momento se nos oyó decir: “vaya país de oligofrénicos”.
Recuerdo que cuando planeábamos este viaje, pensábamos en visitar aquellas cosas que nos llamaban la atención y que no pudimos disfrutar en el primer viaje y “cerrar” el país. A medida que planeábamos el viaje, vimos de nuevo que nos costaba horrores acotar la ruta. Hay mil lugares que nos llaman la atención y que nos fascinan… pero aún así, íbamos con la mentalidad de un segundo y final viaje a Japón. Nos bastaron 4 días para empezar a pensar en “quiero volver” y apenas una semana para decidir “habrá un tercero”.
En el segundo viaje, visitamos una zona de Japón poco conocida por los turistas occidentales. Un Japón más puro por decirlo de algún modo, y que esconde verdaderos tesoros. Kyushu nos enamoró. Aún flipamos en mil colores cuando recordamos la experiencia vivida en Sakurajima, estoy segura que nunca más podremos sentir algo así. Tan difícil de explicar con palabras.
Takayama fue otro de los lugares que nos encantaron. Ya tenía papeletas antes de visitarla y tras pasar dos días allí, lo puedo decir a ciencia cierta. Nikko nos enamoró por sus fantásticos parajes, esos templos llamativos escondidos entre bosques de pinos y encinas… Qué decir de los lagos del Fuji, fue otro de los momentos top del viaje. Aún se me encoge el alma al pensar en Aokigahara y los secretos que esconde, de la magia que se siente junto al Fuji…
Tokyo nos sorprendió de nuevo y nos mostró algunas de sus bellezas y de sus extravagancias. A mi marido aún se le ilumina la cara al pensar en el DeLorean, y aún se nos ponen los pelos de punta al pensar en el templo de los 47 Ronin y la experiencia vivida allí. Y por supuesto, no me olvido de Kyoto que de nuevo nos maravilló. Es la ciudad que más nos gusta en el mundo (de todos los lugares visitados). Después de muchos viajes, podemos decir que el barrio de Arashiyama, es nuestro nº1 sin dudarlo.
En el viaje de 2013 pudimos disfrutar de lugares que ya conocíamos, y descubrir nuevos rincones. Y lo mejor es que podríamos organizar un viaje de 1 mes solo a Kyoto y sabemos que no nos defraudaría, hay maravillas en cada esquina.
El lema del viaje en muchos momentos fue “es muy friki pero mola”. En más de una ocasión nos quedamos con la boca literalmente abierta y con los pelos de punta. Emociones en estado puro.
Volvimos cargados de recuerdos. No hay un rincón de mi casa que no me recuerde a esos días vividos por tierras niponas. No hay día que no piense en Japón. Está en mi día a día.
No sabemos cuándo, pero si sabemos que habrá un tercer viaje. Como ya dije, Japón te cambia la mentalidad. Te cambia la perspectiva de lo posible y lo imposible.
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