04/03/2018 (día 3): nos maravillamos con los vestigios que esconde Pompeya, la ciudad donde se detuvo el tiempo…
Hoy es un día importante en el viaje. Vamos a conocer Pompeya, la ciudad donde se detuvo el tiempo aquél 24 de agosto del año 79. Pero antes, Toni del B&B, nos deleita con un buen café italiano y otro baba napolitano. A la 10h nos ponemos en marcha. A pesar de que nos queda un poco más lejos, caminamos hasta la estación de Porta Nolana como nos ha aconsejado Toni.
Compramos billetes de ida y vuelta (2,2€ pp y trayecto), y cogemos el tren de la línea Circumvesuviana que está a punto de salir en dirección a Sorrento. Todo un acierto, porque aquí el tren va casi vacío y podemos escoger dónde sentarnos. Mientras que cuando llegamos a la estación de Garibaldi (la que nos queda más cerca del alojamiento), sube una avalancha de gente. Y por supuesto, la mayoría tiene que ir de pie.
En unos 35 minutos estamos en nuestra parada: Scavi Pompeii – Villa di Misteri. Si, vas bien… hoy vamos a visitar ¡Pompeya! Un nuevo sueño viajero que se ve cumplido 😀 En apenas dos minutos estamos en la entrada de Porta Marina. Aquí triunfamos mucho porque nos enteramos al llegar que el 1r domingo de mes la entrada es gratuita, con lo que ¡¡nos ahorramos 26€!! Pensábamos que al ser gratis habría más gente. Pero estamos en temporada baja, anuncian lluvia y la verdad es que hacemos la vista con poca gente y podemos disfrutar del lugar. Os dejo enlace a su web para que podáis organizar la visita.
Lo primero que vemos al dirigirnos hacia la zona de las excavaciones de Pompeya, es la silueta del Monte Vesubio, y en ese momento tomamos consciencia de la cercanía del volcán…
Qué decir de Pompeya… como os decía, parece que se detuvo el tiempo hace casi 2000 años y que todo sigue igual. Todo sigue como estaba en aquél momento… Con lo que puedes descubrir a la perfección las costumbres del Imperio Romano. La ciudad quedó dormida y perdida durante años bajo un manto de lava, ya que sus restos no fueron descubiertos hasta 1748. Fue el Rey Carlos III, quien impulsó las excavaciones arqueológicas. Conocemos otras ruinas romanas, como las de Roma o las que hay en Catalunya, pero hay una diferencia abismal: normalmente tienes que echarle imaginación para «ver» cómo eran las construcciones antaño. Aquí (igual que en Ercolano) no es necesario, solo tienes que mirar a tu alrededor.
Pasamos casi 6h recorriendo las ruinas de la ciudad de Pompeii que el Vesuvio sepultó en el 79 d.C. Puede parecer una barbaridad pero la verdad es que se nos pasa el tiempo volando.
¿Los edificios que más nos atraen? El Foro, el Teatro y el Anfiteatro. Pero aún así, recorremos la ciudad en su práctica totalidad.
Una de las primeras cosas que puedes ver al entrar por Porta Marina, es el Santuario de Apolo. Con sus altas columnas que nos recuerdan uno de los lugares de culto más antiguo de los pompeyanos, dedicado al Dios Apolo como su nombre indica.
Y justo a su lado encontramos el Foro Romano, donde se hacía la vida pública de la ciudad. Una gran explanada de tierra, con forma rectangular en la que quedan los restos de los pórticos que la rodeaban. Al fondo, presidía el templo de Júpiter, situado en eje con el Vesubio.
Visitamos las casas y calles más importantes. Entre ellas la casa de la fuente pequeña, el prostíbulo de Lupanar, muchas de las tabernas y hornos de la ciudad, la casa del poeta Trágico, la casa del Fauno, las termas, etc… a cuál de ellas más impresionante. No os quiero aburrir ni hacer demasiado spoiler, así que os dejo algunas fotos 😉

Recorriendo la ciudad, descubrimos que los romanos fueron los primeros en construir calles pavimentadas con pasos de peatones. En algunas además, se conservan las marcas de las rodaduras de los carros.
Como os decía, uno de los lugares que más nos impresionaron fue el Anfiteatro. Se trata del anfiteatro más antiguo del mundo romano, construido en el ¡¡70 a.C!! Para que os hagáis una idea, el Coliseo de Roma se construyó 140 años después.
Podía albergar hasta 20.000 espectadores. Por ese motivo, fue construido a las afueras de la ciudad, para evitar «atascos» para acceder a él, ya que a sus actos, acudían tanto pompeyanos como habitantes de ciudades cercanas.
Llama la atención que no es circular como la mayoría de los anfiteatros que se conservan, si no que tiene una forma ovoide. Estando en el centro del anfiteatro nos acordamos del concierto en vivo que grabaron aquí los Pink Floyd en los 70.
Pero para nuestra sorpresa, cuando vamos hacia la salida, vemos que en uno de los pasillos laterales podemos visitar de manera gratuita una pequeña exposición sobre ese concierto, para el cuál compusieron la canción Echoes Pompeii. Os dejo la primera parte del concierto que hicieron para que podáis verlo. La verdad es que llamadnos frikis, pero nos hizo ilusión 😀
Recorremos la exposición y luego algunos pasillos laterales dónde esperaban los «competidores» su turno. Y salimos hacia el centro de la ciudad de Pompeya de nuevo.
Seguimos avanzando por la ciudad, hasta llegar al Teatro. También llamado Odeion se usaba para representaciones teatrales. Sobre todo, obras de mimo que estaba muy de moda en aquella época en Pompeya. Pero también se hacían representaciones musicales o de poesía, entre otros actos.
Cabían unas 1.300 personas y estaba cubierto, con un tejado a cuatro aguas, lo que mejoraba la acústica del lugar. Las vistas de las gradas es espectacular, pero la vista que tenían los artistas desde el escenario, ¡lo es más!
Hacemos una pequeña parada para comer en el restaurante que hay en el recinto. Tomamos dos menús con pizza, patatas fritas y refresco (16,80€ los dos). Aunque es un restaurante de comida rápida, ¡la pizza está deliciosa!
Si queréis ir en modo más económico, vimos a mucha gente comiéndose un bocata traído de casa sentados en cualquier acera de la ciudad.
Con las pilas recargadas, damos un paseo por la zona norte del complejo. Casi a las afueras de éste, vemos unas naves en las que guardan objetos extraídos de las excavaciones. Aquí vemos varios moldes de personas y animales que quedaron sepultados por la lava. No son las personas en sí. Si no que al quedar la lava petrificada, quedaba el hueco de la persona/animal que había quedado atrapada en su interior. El ser se «esfumaba» por las altas temperaturas de la lava. Esto nos impresionó sobremanera. Aunque ya los habíamos visto en Ercolano, ver tantos aquí nos sobrecogió…
Vemos también que aquí restauran algunas piezas encontradas para después llevarlas al Museo Arqueológico de Nápoles, dónde las puedes ver expuestas. Nosotros visitaremos el museo mañana.
Seguimos caminando por las calles del norte de la ciudad completamente solos hasta llegar a la necrópolis de Ercolano (Ercolano y Pompeii compartían cementerio). Alucinamos al ver un nicho con una inscripción del año 12, ¡tiene 2006 años de historia!
A las 16h nos encaminamos hacia la salida totalmente agotados por la caminata de hoy. Pero felices por haber podido conocer este fabuloso lugar que ya nos fascinaba de pequeños cuando lo veíamos en los libros de historia y que hoy hemos podido recorrer.
Compramos un imán de recuerdo en las tiendecitas que encontramos junto a la estación (2€).
Una vez en la estación, recordad validar el ticket antes de ir al andén o la multa puede ser considerable. Lo recalco porque la máquina de validar está en la estación y el andén hacia Nápoles está al otro lado de las vías…
Cuando llegamos al andén, ya hay mucha gente esperando y aún faltan 20 minutos para el siguiente. Conforme se acerca la hora de llegada del tren, va acumulándose más y más gente. Una pasada, no os podéis imaginar la que se monta cuándo éste llega… Va lleno hasta la bandera, así que es imposible sentarse, este trayecto nos toca hacerlo de pie. Bajamos en la estación de Garibaldi y en 5 minutos estamos en el hotel, ¡necesitamos estirarnos un poco!
Después de una siesta decidimos que estamos demasiado cansados para salir a cenar. Además vemos que no hay nada abierto en los alrededores, por lo que nos vamos a preguntarle a Toni si conoce algún restaurante que sirvan a domicilio. Nos dice que no pero que puede llevarnos a alguna pizzería para que podamos traernos la cena al hostal. Aceptamos encantados, y nos lleva a su pizzería favorita, la Lucignolo Bella Italia. Situada en la Piazza National, es una de las más famosas entre los napolitanos. Pedimos dos pizzas margarita para llevar (7,80€), Toni desiste nuestra invitación de pedir otra para él a cambio del favor de traernos hasta aquí con su coche.
Mientras las hacen nos dice el secreto de porqué la pizza y el café napolitanos son los mejores del mundo: el secreto está en el agua. Por lo visto Nápoles tiene un agua corriente de excelente calidad que la diferencia del resto de ciudades de Italia. Y al usar el agua napolitana para hacer la masa de la pizza, le da ese toque exquisito. Nos cuenta que han hecho varios estudios usando los mismos ingredientes con masas iguales pero hechas con agua de varios lugares del país, y la mejor es la de aquí con diferencia. Y esa distinción es la que le ha hecho ganar un hueco como Patrimonio de la Unesco. Estos ratitos de charla y aprendizaje son los que más nos gustan y los que nos hacen crecer con los viajes 🙂
En menos de 10 minutos estamos de vuelta en el hotel. Tomamos las pizzas que somos incapaces de terminar a pesar de que están súper buenas porque son enormes.
Le damos las gracias de nuevo a Toni por el favor, y nos vamos a descansar. Mañana es nuestro último día en la ciudad y hoy ha sido un gran día.