11/07/2020: visitamos el Parc Samà en Tarragona, la primera obra del genio Antoni Gaudí.
Hacía tiempo que teníamos apuntada esta visita cerca de Cambrils (Tarragona). El pasado verano tras varios meses de confinamiento debido a la pandemia por el COVID19, finalmente pudimos hacerla. ¿Te vienes con nosotros a recorrer el Parc Samà?
Los orígenes del Parc Samà…
Estos terrenos de más de 14 hectáreas ubicados en el término municipal Vinyols i els Arcs, en la comarca tarraconense del Baix Camp pertenecieron a Salvador Samà i Torrents. Marqués de Marianao y de Vilanova y la Geltrú, y declarado como Grande de España. Era hijo de una familia catalana que se había lanzado a hacer las Américas, concretamente a Cuba. Su padre, se convirtió en un importante político llegando a ser Senador del Reino en Cuba. Salvador Samà hijo fue escalando posiciones en la alta sociedad catalana hasta llegar a ser alcalde de Barcelona, y miembro del comité organizador de las Exposiciones Universales de 1888 y 1929.
Fue un pionero en su época. Interesado por el arte y de espíritu abierto, cosmopolita y comprometido, tenía obsesión por la estética y la belleza. Siendo alcalde de Barcelona, tenía una estrecha relación con el famoso arquitecto Josep Fontserè i Mestres. En 1881 encargó a un famoso arquitecto francés que construyera una residencia de verano y a Fontserè, fue que la rodeara de jardines que evocaran el aire exótico de la vida en las colonias indianas y su recuerdo de Cuba.
Fontserè fue maestro de grandes obras como el Parque de la Ciutadella de Barcelona, y también maestro de grandes maestros. En aquellos momentos, había en Barcelona un joven que estaba revolucionando el mundo con sus ideas rompedoras y curvilíneas para las que buscaba inspiración en la propia naturaleza. Si piensas bien. Antoni Gaudí colaboró con Fontserè en la construcción del Parc de la Ciutadella y también, fue designado para la construcción del Parc Samà. De este modo, los jardines acabaron siendo una fusión entre la sensibilidad de Samà y la creatividad de Gaudí, apostando por el modernismo catalán que tomaba fuerza.
¿Comenzamos la visita?
Como os decía, hacía tiempo que teníamos esta visita apuntada pero por motivos varios nunca habíamos llegado a hacerla. Cuando levantaron las restricciones del confinamiento por el COVID19, estuvimos pensando en lugares que pudiéramos visitar que fueran exteriores. Y a su vez, que pudiéramos ir con el peque, que entonces tenía 7 meses, sin demasiadas complicaciones. Así se nos ocurrió hacer al fin esta visita aprovechando una escapada a la provincia de Tarragona.
Salimos temprano de Barcelona y al llegar, aparcamos en el parking gratuito del Parque. Compramos las entradas (10€ pp, el peque gratis) y accedemos al recinto. Os dejo la web del parque para que podáis consultar las diferentes tarifas y horarios que tienen. Se celebran eventos privados así que es mejor consultar con anterioridad si está abierto al público. La chica de la entrada nos dice que podemos comenzar a recorrer el jardín si queremos mientras se acaba de formar el grupo para la visita. La verdad es que viendo los campos de lavanda que tiene, ya nos dice que esto pinta bien 🙂
La visita se realiza guiada de la mano de un historiador al que se le nota que le encanta su trabajo. Lo bueno además, es que la visita se hace en exteriores y se aplican bien las medidas de seguridad contra el COVID19. Durante algo más de 1 hora vamos recorriendo el inmenso jardín de la familia Samà mientras conocemos su historia.
El marqués de Marianao entre otras aficiones, era un gran viajero y un gran amante de la naturaleza. Así que de sus muchos viajes, trajo consigo cantidad de animales, plantas y árboles para su residencia de verano. Comenzamos descubriendo el parque entre bosques formados por diferentes especies de palmeras. Y vamos conociendo más curiosidades del Sr. Samà, hasta llegar al punto más importante del parque del jardín: su lago.
El lago, con su canal y su cascada, forman el centro más atractivo del Parc Samà, con una superficie de 1 hectárea. Este lugar lo utilizaban para el baño y el ocio. Podemos ver diferentes accesos por escaleras simulando troncos y piedras, y algunos embarcaderos.
En él podemos ver también tres islas conectadas por puentes hechos con cemento imitando troncos de madera. En la isla central, sobresale una montaña realmente bonita conocida como la Gruta del pirata. Fue construida con grandes rocas que en su interior forman una gruta que alberga uno de los embarcaderos. Y sobre ella, un bonito mirador con templete que le pone la guinda al lugar.
Pero lo que más nos llama la atención del lago, es el gran ciprés de los pantanos (Taxodium Distichum) que habita en él. Esta especie originaria del sudeste de los EEUU mide unos 20 metros de altura. Está considerado como el árbol más exótico del parque. Su rareza radica en que sus raíces crecen y viven dentro del agua, lo que lo hace realmente curioso.
Seguimos avanzando entre hileras de altos árboles buscando la sombra hasta llegar al invernadero. En él, encontramos especies traídas de todo el mundo. Algunas de ellas muy curiosas y otras, realmente bonitas. Como curiosidad, este fue uno de los primeros invernaderos construidos en nuestro país.
El canal va a parar a una original cascada que abastece de agua todo el lago, caminamos hasta llegar a ella por un camino junto al canal. Proviene de una mina subterránea de 5 km de longitud construida especialmente con esta finalidad. La cascada cae por encima de la Gruta del Taxodium, un largo pasillo que permite la salida hacia el Bosque. Construida con rocalla y disimulando el mortero de las juntas con sulfato de hierro. La verdad es que si no me lo dicen, hubiera apostado a que la gruta era real…. Éste es el único puente de todo el parque que contaba con un sistema hidráulico interno que permitía “juegos de agua”.
La cascada también tiene la finalidad de proporcionar agua de riego a todas las especies botánicas del parque. El guía nos cuenta que en esta zona el canal apenas cubre, y era a donde enviaban a los niños con sus cuidadoras a bañarse y a jugar. Alejados de los padres que se divertían en otras partes del lago.
Seguimos avanzando junto al muro norte encontrando varios hoteles para insectos hasta llegar al Mirador del Bosque. Esta fue realmente la primera obra de Gaudí como maestro arquitecto, junto a la Casa Vicens Gaudí en Barcelona.
Aquí, pudo dar rienda suelta a su ingenio y construyó un bonito mirador desde el que poder observar todo el recinto. Mientras que en su planta baja, albergaba unas románticas estancias para el marqués y sus amigos en las que se lo pasaban bien alejados de miradas curiosas. Podemos ver como Gaudí trabajó el hierro forjado, la madera, el vidrio y la cerámica simulando formas y texturas de la naturaleza.
Junto al mirador, encontramos un recinto repleto de ciervos a los que se les puede dar de comer. Son la atracción de todos los niños y otros visitantes como el de la siguiente foto…
Se pueden adquirir galletas para alimentarlos. Nosotros nos acercamos para que los vea el peque y seguimos recorriendo el jardín. No nos gusta ver animales privados de su libertad y como atracciones turísticas, la verdad. Somos defensores del turismo responsable.
Continuamos la visita y junto a un pequeño puente, el guía nos dice que nos paremos a escuchar en silencio. Lo hacemos y luego cruzamos. Una vez en el otro lado, nos pide que hagamos lo mismo… Lo curioso de este lugar es que sólo cruzándolo, el sonido ha cambiado radicalmente. Increíble el efecto que provoca este muro.
El Marqués de Marianao, hizo construir diversos habitáculos y jaulas para albergar diferentes animales que traía de todo el mundo y así construir su zoo privado. Por lo visto el tipo tenía hasta ¡un oso! Situados en torno al recinto botánico y del mismo estilo que el resto del conjunto, todavía hoy podemos ver algunas aves exóticas en las jaulas.
Un paseo por la historia del Parc Samà…
Pero el Parc Samà también fue testigo de la Guerra Civil Española y en 1936 el parque tuvo un uso exclusivamente militar. El palacio y los jardines fueron confiscados por el Comité Antifascista de Cambrils y el recinto pasó a convertirse en un Centro de Instrucción Militar. Aquí los soldados pasaban unos días antes de ser destinados a las trincheras. Pasamos junto a un edificio en el que todavía podemos ver el rótulo de la cocina de intendencia y la entrada al refugio antiaéreo.
En 1938 el Parque acogió a los soldados de la «Quinta del Biberón» que, tras recibir instrucción militar de tan sólo tres días, fueron enviados a la línea del Ebro, del Segre o con el batallón alpino en los Pirineos de Lleida, a luchar en el bando de los republicanos. A finales del mismo año se instaló en el recinto del parque un hospital de campaña para los heridos de guerra.
Esto me llamó muchísimo la atención porque mi abuelo materno estuvo alistado en esa quinta durante la guerra. Es probable que pasara por el campamento militar y muchos años después, aquí estoy yo. Haciendo esta visita sin saber este trozo de la historia del lugar y recordando algunas historias contadas por mi abuelo cuando era niña. Me entristece no tenerlo para poder preguntarle si realmente estuvo aquí cuando era joven…
Como veis en el parque se funden historias, aventuras, viajes y piezas traídas de Cuba, Inglaterra, Francia o China. Además habitan en él más de 1.500 especies de fauna y flora. Algunos locales y otros muchos traídos de diferentes puntos del planeta por el propio Salvador Samà i Torrents. Fue anfitrión para grandes eventos políticos y de la sociedad burguesa catalana, y entre sus muros se hospedaron personajes importantes como el Rey Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia.
Seguimos caminando a través de hileras de árboles traídos de todo el mundo, parterres de flores y arbustos y algunas zonas de recuperación de animales como tortugas y faisanes, mientras seguimos conociendo la historia del lugar. Su nieto, Salvador Samà i Coll, fue el siguiente propietario del parque. Dicen que heredó la pasión por la belleza, la estética y por el parque construido con tanto cariño por su abuelo. Convirtió la finca de caza en una finca agrícola durante la postguerra, plantando olivos, viñedos y avellanos. Construyó una bodega y una prensa para elaborar vino moscatel y venderlo. Y como amante de la música clásica, albergó las primeras ediciones del Festival Internacional de Música Clásica de Cambrils , cediendo sus jardines a grandes músicos como Montserrat Caballé o Josep Carreras.
Acabamos la vista recorriendo la zona donde se encuentra la casa principal, construida por un arquitecto francés para los padres de Salvador a su regreso de Cuba. La casa todavía hoy está ocupada por Alfonso de Fontcuberta, VII Marqués de Marianao. Por donación de su madre, recibió el parque en 1981. Impulsó la finca agrícola reestructurando la finca, invirtiendo en maquinaria, plantando nuevos árboles como almendros y melocotoneros, y comercializando los productos obtenidos al por mayor. Puso riego por goteo en toda la finca y por todo ello recibió un premio del Instituto Agrícola de Catalunya como finca modelo.
Pero también entendió que el parque cuenta con muchísima historia y una belleza arquitectónica increíbles y que se había convertido en un lugar de referencia para el turismo de la zona. Así comenzó la comercialización del parque y las visitas turísticas convirtiéndolo en el 1r parque de ocio del país.
¿Hay mejor forma de acabar una visita que con un vermouth?
No llegamos hasta la Torre del Mirador porque pega toda la solana pero el guía nos invita a ir si queremos al acabar la visita. Volvemos al punto de inicio y entramos a visitar la antigua bodega. Y es que la visita incluye una cata de vermouth elaborado en la finca la mar de interesante. Aquí se fundaron las bodegas Yzaguirre en 1884. Hemos hecho catas de vinos y de cavas, pero nunca hasta ahora de vermut. El guía nos explica cómo lo elaboran y los diferentes tipos que tienen según las barricas, la uva y el tiempo de fermentación, y probamos 3 tipos. La verdad es que yo no soy nada de vermut, y los tres que probamos me parecen deliciosos. Unos más refrescantes, otros con más cuerpo… pero riquísimos todos.
Compramos una botella del que más nos gusta de los 3 probados y así nos llevamos un trocito del Parc Samà a nuestra «bodega viajera». Tienen una pequeña tienda donde podréis comprar otros productos como aceites, mermeladas, miel y dulces elaborados con productos de la finca.
Al acabar la visita y la cata, nos sentamos en un pequeño bar que hay a la entrada del parque y nos pedimos unos refrescos. Nos los tomamos a la sombra mientras le damos de comer al peque. Y luego, nos vamos a Cambrils a comer una buena paella frente al mar.
A pesar del calor de julio, hemos disfrutado de la visita y del lugar. Y es una actividad totalmente recomendada para todas las edades. Eso si, en verano, llevad repelente de mosquitos, ¡nos comieron! (por suerte al peque no).
Esta visita se puede combinar como hicimos nosotros con un paseo o un baño en Cambrils o Salou, o con más visitas culturales como a la Ermita de la Mare de Déu de la Roca en la cercana población de Mont-Roig del Camp.
Realmente una historia fascinante, lugar insólito y como siempre Gaudi destacándose en originalidad. No conocía de su primer obra, Gaudí tiene tanto por conocer. Desde Buenos Aires los felicito por su relato y fotografías
Muchas gracias por tu comentario Sonia. Gaudí era mucho Gaudí, y hay muchísimos lugares en los que dejó su huella 🙂