11/10/2013 (día 15): descubrimos un Japón diferente en Nikko, lugar de templos pintorescos rodeados de bosques
Hoy toca hacer una excursión que nos quedó pendiente en el primer viaje, Nikko. Como sabéis, fuimos a Japón por primera vez dos meses después del tsunami de 2011, y realmente podríamos haber ido a Nikko pero para tranquilidad de los nuestros evitamos “acercarnos” a Fukushima. De modo que quedó pendiente para la siguiente ocasión. Y ahora llega el momento.
Nos levantamos bien temprano, desayunamos en el hotel y salimos hacia la JR Tokyo (tan solo tardamos 4 minutos desde JR Shimbashi) dónde a las 8,08h cogeremos el shinkansen hacia Utsunomiya. Es nuestro último día de Japan Rail Pass y ¡hay que aprovecharlo!
Decidimos no reservar los billetes para el día de hoy, ya que no sabíamos exactamente el rato que pasaríamos en Nikko y fue un error no reservar la vuelta… Mientras esperamos que arranque el tren, vemos en las pantallas que éste tiene parada en Fukushima. Grabo un vídeo para enviárselo a un compi del trabajo que me ha dado mucho la brasa (otra vez) con el tema de la radiación 😛
El trayecto dura unos 50 minutos. Al llegar a Utsunomiya, cogemos un tren local de la línea JR Nikko Line. Es un tren viejuno y ya suponemos que pasará por una vía del estilo a la que nos llevó a Takayama al tratarse de una zona montañosa. En 42 minutos de “shin-borreguero” -como bautizó mi marido a estos trenes- llegamos a Nikko.
Nikko (日光): belleza natural e importante emplazamiento de obras arquitectónicas en Japón. Forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1999. La mayoría de los edificios de los santuarios, así como numerosos elementos, han sido catalogados como Tesoros Nacionales o valioso patrimonio cultural.
Son las 9,54h y sé por la info que saqué del foro Los Viajeros que a las 10,01h sale un bus hacia las cascadas. Queremos empezar la ruta de hoy por esa zona así que a paso ligero vamos de la estación JR Nikko a la estación Tobu Nikko, separadas por unos pocos metros. Compramos los pases del bus (2000¥ pp -el pase de dos días-) y con ciertos problemas por lo mal indicado que está, conseguimos dar con el bus que sube hacia el lago y las cascadas ¡in extremis!
Aunque son solo 15km de trayecto, es una carretera de montaña con unas pendientes y unas curvas por las que cuesta creer que los buses vayan por ahí… así que se convierte en un paseo de 50 minutos. El bus nos deja en la terminal de bus de la zona norte de Nikko y en menos de 5 minutos estamos junto a la cascada Kegon (Kegon no Taki).
Con casi 100m de altura es una de las tres cascadas más bellas de Japón y la más bonita de esta zona. Es la única vía de escape de las aguas del lago Chuzenji. Vamos hacia la plataforma de observación gratuita y nos maravillamos con las vistas! Aunque ayer ya vimos otras cascadas en los lagos del Fuji, ésta nos gusta mucho.
Estamos a unos cuantos metros de distancia y aún así nos llega el agua que salpica al caer. Están rodeadas de unos precipicios alucinantes y de un bonito bosque entre las montañas que empieza a mostrar los colores del otoño.
Decidimos pagar para coger el ascensor (530¥ pp) para observarlas en el mirador que hay casi en su base. Aquí hace más frío que arriba, queda a la sombra y junto a la humedad del lugar necesitamos echar mano a las sudaderas. Las vistas desde aquí son aún más impresionantes.
Tras un buen rato de disfrutar de las vistas, de echar unas cuantas fotos y vídeos estrenando mi cámara nueva 🙂 cogemos de nuevo el ascensor para volver arriba. Nos compramos unas bebidas en las máquinas que hay junto a la taquilla, y luego vamos hacia el lago en un corto paseo de unos 10 minutos. Junto a él vemos una gran torii de madera, muy similar a la de Kyoto.
Según íbamos subiendo con el bus, vimos que la niebla se iba dispersando pero aquí aún queda algo de ella, aunque luce el sol. Se nota que estamos en zona montañosa y a una cierta altura porque hoy no nos sobran para nada las sudaderas…
El lago Chuzenji (Chuzen-ji-ko) es un pintoresco lago en medio de las montañas al norte de la ciudad de Nikko. Se encuentra a los pies del Monte Nantai, el volcán sagrado de Nikko. Una gran erupción bloqueó el valle, creando así el lago que se encuentra a 1269m de altura sobre el nivel del mar.
Vemos que hay barquitos con forma de cisne para dar un paseo por él, varios restaurantes y hoteles en su orilla y aunque sabemos que al otro extremo se encuentra el templo Chuzenji, no conseguimos distinguirlo a través de la niebla. Es tentador quedarse en esta zona y verla con calma, pero ambos tenemos dolor de cabeza (supongo que por la altitud). Así que decimos volver a la estación de buses y coger el siguiente autobús de bajada hacia el centro de Nikko. Son las 12,15h y tenemos unos 45 minutos de bajada. De nuevo nos impresiona sobremanera la carretera de Dios por la que pasa el bus.
Decidimos bajar en la parada de Nishisando con intención de ver el abismo. Pero antes hacemos un alto para comer. Nos decidimos por un pequeño restaurante-tienda de encurtidos cerca de la parada del bus. La señora que lo lleva no habla ni papa de inglés pero con las fotos de la carta y señas, nos entendemos a la perfección. Comemos un riquísimo bol de ramen con un buen té (2000¥ los dos) que nos va de perlas para entrar en calor.
Y a eso de las 14h, vamos hacia el abismo de Kanmagafuchi. Según la guía hay un paseo de 10-15 minutos a pie, aunque a mi me pareció algo más. Este pequeño barranco cerca del centro de Nikko fue formado por una erupción del cercano Mt. Nantai. Hay un bonito sendero junto al río por el que se puede dar un paseo rodeados de un bello paisaje.
Ya sabíamos por comentarios de otros viajeros, que lo de “abismo” le queda un poco grande… y aún así, una vez allí nos echamos unas buenas risas con el tema 😀 Desde luego si vas con la mentalidad de ver un abismo como los que tenemos por España, quítatelo de la cabeza. Eso si, me pareció un lugar fascinante.
El agua del abismo proviene del lago Chuzenji que acabamos de visitar y baja con fuerza. Al otro lado, encuentras una hilera de aproximadamente 70 estatuas de Jizo cubiertos de musgo
Tras un buen rato allí y después de tomarnos un café calentito de una de las máquinas que había en la zona, seguimos con la ruta.
Cuando planeamos la excursión de hoy pensábamos ver los principales templos de la zona pero en verano decidieron quitar el pase que incluía la entrada conjunta a todos ellos y cobrar por separado cada templo, incrementando considerablemente el coste… Luego además, supimos que habían cubierto el Rinnoji para restaurarlo, y además pensamos en que ya llevaríamos un par de semanas por Japón recorriendo templos y que posiblemente estaríamos empachados.
Por este motivo, decidimos descartar templos y quedarnos solo con el santuario Toshogu, uno de los más importantes de Nikko. Y ahí es a dónde nos dirigimos.
Tras unos 30minutos andando, llegamos a la zona de los templos. Enfilamos unas escaleras de piedra que llevan hasta el Rinnoji y el Toshogu y nos adentramos en el bonito bosque que los rodea.
En primer lugar pasamos junto al Rinnoji, el templo más importante de Nikko. Fue fundado en el año 766 por el monje Shodo Shonin, quien introdujo el budismo en esta zona en el S. VIII. El templo está totalmente cubierto por lonas ya que están realizando obras de restauración. Echamos unas fotos al Gomado Hall, el único edificio que queda descubierto y seguimos.
Llegamos hasta la gran torii de piedra que marca la entrada al Santuario Toshogu, considerado como la principal atracción de Nikko. Construido en 1636 como mausoleo de Tokugawa Ieyasu, fundador del shogunato Tokugawa que gobernó Japón durante más de 250 años (hasta 1868). Este santuario está dedicado a los espíritus de Ieyasu y a dos personalidades históricas muy influyentes en Japón: Toyotomi Hideyoshi y Minamoto Yoritomo.
Nada más cruzar la gran torii uno ya es consciente de que este complejo de templos es algo totalmente distinto a lo que estamos acostumbrados a ver en Japón, y aunque no es exclusivo de esta región será lo único de esta arquitectura que verás en un viaje “tradicional” a Japón.
El santuario está formado por más de una docena de edificios sintoístas y budistas y están envueltos por un bonito bosque. Destacan sin duda la gran variedad de colores así como los elaborados gravados de cada uno de los edificios que recuerdan más a un templo chino.
Junto a la torii hay una gran pagoda de cinco pisos en un llamativo color rojo que destaca entre el verdor del bosque. ¡Increíble!
Avanzamos hasta la taquilla dónde compramos el ticket que incluye la entrada a todos los edificios del santuario (1300¥ pp). No entraré en detalle en relatar cada edificio que visitamos aquí, pero si mencionar que si os gusta la naturaleza no os podéis perder la visita a este lugar.
Del santuario destacan tres cosas como “más importantes”. La primera es el templo que contiene los grabados de los tres monos de la sabiduría (conocidos popularmente por los monos del WhatsApp), que nos enseñan el tradicional “ver, oír y callar” al modo nipón. En este punto había un montón de escolares recibiendo las explicaciones por parte de sus maestros 🙂
Por otro lado tenemos la sala del Rugido del Dragón. No hablaré demasiado de ello porqué me pareció una turistada al 200%. Quizá si se esforzaran por dar las explicaciones previas al “rugido” me gustaría más…
Y por último, la escultura del Gato Durmiente… ¡que aquí ya me mataron! Se trata de un ascenso por unas empinadas escaleras de piedra -y no corto precisamente- para ver una estupa que se supone contiene al dichoso gato… si me lo cuentan antes, teniendo en cuenta el estado de mi espalda, no subo… ¡estuve a punto de hacerme el harakiri! Avisados quedáis, futuros viajeros
Y aunque leyendo mi último párrafo pueda parecer una chorrada ir a este santuario, ¡para nada! Los edificios son súper bonitos, algo distinto a lo que estamos acostumbrados a ver y con un entorno natural fantástico. Sólo por eso ya merece la pena su visita. Eso si, no os dejéis engatusar, sobretodo por ¡lo del gato!
Algunos edificios estaban cubiertos por obras de restauración, pero pudimos ver la gran mayoría sin problemas. Apunto del cierre del templo, decidimos seguir con la ruta. Compramos unos souvenirs, algunos a los mismos monjes del templo y otros, en las tiendecitas que hay fuera del recinto del Toshogu, cómo no… de monitos va la cosa 😀




Y para terminar la ruta de hoy, nos dirigimos al puente sagrado Shinkyo. Totalmente lacado en rojo, forma un bonito arco sobre el río Daiya. La leyenda cuenta que el ermitaño que dió origen a Nikko, atravesó el río a lomos de dos serpientes. Representadas en los brazos del puente. El puente está considerado como uno de los tres mejores puentes de Japón, y fue construido en 1636. En la época feudal, sólo el emperador tenía derecho a cruzarlo. Hoy en día hay que pagar para cruzarlo y lleva hasta un pequeño templo en la otra orilla del río.
Me dispongo a echar unas fotos cuando notamos que el puente dónde estamos y que queda frente al Shinkyo comienza a temblar. En un principio pensamos que es porqué está pasando un camión, pero el temblor continua bastantes después de haberse ido el camión… así que nos apartamos unos metros del puente y esperamos a que pase. ¡Vaya sitio de cogernos un terremoto! Pasados unos segundos cede y vamos a echar unas fotos del puente.
Estamos cansados y aunque hay solo unos 30 minutos a pie hasta la estación JR, decidimos esperar al siguiente bus aprovechando que tenemos el pase. Y en pocos minutos llegamos a la estación de trenes Tobu. De ahí, caminamos hacia a la estación JR Nikko. Miramos los horarios para volver a Utsunomiya y vemos que faltan 30 minutos para el siguiente tren. Nos tomamos un refresco de las máquinas y esperamos en un banco de la estación al tren de la JR Nikko Line.
Tomamos el tren y en unos 45 minutos volvemos a estar en JR Utsunomiya. Como no llevamos los billetes reservados, vamos hacia la zona de “no reservado” del andén y nos toca hacer una buena cola… aquí ya vemos que el shinkansen a Tokyo va a ir hasta los topes… y efectivamente, nos toca ir de pie una buena parte del trayecto. Recomendación: reservad los billetes del shinkanses de vuelta, y si luego lo tenéis que coger antes o después, podéis cambiarlos en la JR Nikko.
En el shinkansen me pasa algo curioso y que me desmonta bastante la visión de gente amable que tengo de los japoneses. Me llama la atención que la mayoría de hombres van sentados y las mujeres de pie, y ninguno es capaz de ceder el asiento. Ni siquiera a las señoras muy mayores
Cuando llegamos a la parada de Omiya, el señor que está sentado junto a mi (yo voy de pie en el pasillo) se levanta para bajar y un chico 3-4 años mayor que yo, intenta quitarme el sitio, cuando yo ya estoy sentada. Al ver que no me levanto, con muy mala cara me dice “¡gaijin!”. Ésa es la forma despectiva de llamar a un occidental en japonés. Yo no soy así, pero me dio tanta rabia que me empujara para que me levantara y su tono despectivo, que le pegué una mirada de mala hostia española que se giró de golpe y me dejó quedarme sentada. Me encontraba fatal y necesitaba sentarme o no hubiera llegado a Tokyo. A la siguiente parada se bajó el señor que estaba sentado a mi lado, y se pudo sentar mi marido. El tipo de antes no hizo ni amago
Al llegar a Tokyo, ya no tenemos fuerzas para nada… con lo cansados que íbamos, solo nos faltaba tener que viajar casi todo el trayecto a pie. Vaya último trayecto en Shinkansen. En la JR Tokyo, cogemos la JR Yamanote hasta Shimbashi. Compramos cena en un kombini cerca del hotel y nos vamos al hotel a descansar.
Nos pica la curiosidad por saber si el temblor que notamos en el puente era un terremoto de verdad. Lo buscamos por internet y efectivamente se trataba de un terremoto de 4,1 con epicentro cerca de Utsunomiya.
Éste ha sido nuestro último día de excursiones y nos quedan por delante 3 para disfrutar al máximo Tokyo antes de partir… qué impresión al darnos que solo nos quedan 3 días en Japón!
Después de cenar, pasamos un ratito viendo los trenes de todo tipo que pasan frente a nuestra ventana.
Y ahora si, ¡buenas noches!