05/03/2018 (día 4): en nuestro último día en Nápoles, visitamos el Museo Arqueológico, el Castel Sant’Elmo y acabamos de recorrer sus callejuelas antes de volver a casa.
Hoy es nuestro último día en Nápoles y hasta las 22h no sale nuestro vuelo, así que aprovecharemos para acabar de visitar la ciudad. El plan para hoy es visitar el Museo Arqueológico y el Castel Sant’Elmo, además de conocer algunas calles más del centro histórico de Nápoles. Nos levantamos sobre las 9h y vamos a tomar el desayuno que como cada día nos prepara Toni, el gerente del B&B. Hoy nos deleita con otro cornetto de crema y frambuesa realmente delicioso.
Tras un poco de charla con él, nos ponemos en marcha. Vamos a Garibaldi a coger la línea 1 del metro para ir hasta la parada Muzeo. Compramos dos billetes de un día (3,5€ pp) y bajamos al andén, dónde alucinamos en colores al ver el gentío que hay, ¡que ni cabe en el andén!
Milagrosamente y todavía no sé cómo, conseguimos subir todos en el primer metro que pasa. En pocos minutos estamos frente al Museo Nacional Arqueológico. Compramos las entradas (12€ pp) y plano en mano, nos dirigimos a ver aquellas salas que más nos atraen del lugar. Pasamos casi 2h entre bonitas piezas de arte y esculturas de mármol.
Una de las zonas que más nos gusta, es la que expone piezas recuperadas de Pompeya. Vemos también una maqueta de la antigua ciudad con la que tomamos consciencia de la distribución que tenía y de su extensión. Aquí podemos ver desde vasijas y platos, hasta pinturas y dibujos recuperados de la lava.
La otra sala que me encanta (como siempre que encuentro una) es la egipcia 😀 Encontramos expuestas un par de momias y mi cabeza se va de nuevo al que fue mi primer gran viaje: Egipto hace ya ¡13 años!
Si disponéis de tiempo en la ciudad, os recomiendo esta visita, es un buen complemento al recorrido por Pompeya 😉
Tras la visita, volvemos al metro pero esta vez cogemos la línea 2 hasta Montesanto dónde hacemos transbordo al funicular que sube hasta lo más alto de la ciudad. El billete está incluido en el pase diario que compramos antes.
Una vez arriba y paraguas en mano nos encaminamos al Castel de Sant’Elmo. Compramos las entradas (5€ pp) y podemos recorrer toda la muralla desde lo más alto de ésta.
Esta fortaleza excavada en la roca, fue construida en 1343 y reconstruida en 1537 sobre la colina del Vomero. Es una visita interesante si se cuenta con tiempo de sobras en Nápoles. Eso si, intentad coger un día soleado 😛 Podéis ascender por pasadizos cavados en la roca hasta la terraza superior y bordear toda su muralla mientras contempláis la ciudad por completo.
Esta fortaleza militar construida en lo alto de Nápoles ofrece las mejores vistas de la ciudad, la bahía y el Vesubio. La pena es que al llover esa vista panorámica es bastante gris. Aún así merece la pena.
Sobre las 14h nos pica el hambre, así que nos encaminamos hacia Piazza Fuga para coger el funicular de vuelta al centro. Justo delante vemos una hamburguesería con muy buena pinta, la Ham Bell’ Burgheria, y viendo las horas, no dudamos en entrar. Pedimos dos cheese burger con un refresco y una cerveza que nos saben a gloria (25€ los dos). Es un local con un ambiente muy chulo además.
Una vez recargadas las pilas, cogemos el funicular central hasta Augusteo, junto a la Via Toledo. Ha dejado de llover, y aprovechamos para un último callejeo por Nápoles y comprar algunos souvenirs. Intentamos entrar de nuevo en la Iglesia de Gesú Nuovo pero esta vez la encontramos cerrada, de modo que nos iremos de la ciudad sin poder verla…
Recorremos parte de Vía Toledo y luego nos adentramos en el casco histórico de nuevo hasta la Via San Genaro o calle de los belenes. Y es que aquí hay varios puestos dónde venden belenes y panderetas artesanos.
Compramos un imán para nuestra colección viajera, y un regalito artesano para mi sobrino en unos puestecillos que encontramos.
De camino a Via di Tribunalli pasamos frente al bar dedicado a Maradona, y es que el futbolista a día de hoy todavía levanta pasiones entre los napolitanos…
La idea era continuar el paseo a lo largo de la tarde, pero cerca de Garibaldi vimos cómo robaban a la pareja que llevábamos delante. Se nos puso tan mal cuerpo que decidimos volver al hotel hasta que fuera la hora de irnos. Os aseguro que fue una situación muy desagradable. No nos robaron a nosotros porque los vi a tiempo y me aseguré que se percataran de ello. No pudimos hacer nada por alertar a la otra pareja porque eran varios tipos y muy bien organizados.
Solo os puedo decir que en Nápoles roban (como en muchas otras ciudades europeas) pero que allí la camorra está detrás y se nota en la organización que llevaban los 6 tíos involucrados (dos controlaban, dos estaban preparados para despistar si hacía falta, otro metió la mano en la mochila hasta 6 veces mientras se lo iba pasando a otra persona…), así que tened cuidado si visitáis la ciudad 🙁
Tras el incidente, aceleramos el paso hasta el hotel. Al llegar, Toni nos ofrece un café y mientras nos lo tomamos compartimos un buen rato de charla con él. A pesar de que sólo habla italiano, nos apañamos bien con las 4 palabras que sabemos nosotros y el esfuerzo que hacemos todos por entendernos. Alucinamos cuando antes de irnos, nos regala un belén y una pandereta artesanas como agradecimiento por nuestra estancia. La verdad es que el tío se lo curra…
A las 19h nos lleva al aeropuerto en su coche y rechaza que le paguemos por ello. Nos despedimos de él agradecidos por su hospitalidad.
Pasamos el control de pasaportes sin problema y nos sentamos a esperar la hora de embarque de nuestro vuelo. Esta vez si, sale puntual y en un par de horas llegamos a Barcelona, acabando así esta escapada de 4 días que nos ha llevado a conocer un trocito más de Italia.