19/05/14 (día 3): conocemos el Palacio Imperial, el Castillo de Nijo y subimos al Monkey Park Iwatayama
Hoy no madrugamos excesivamente ya que visitaremos el Palacio Imperial de Kyoto y tenemos reservadas las entradas para las 10,30h. Si quieres visitar alguno de los edificios reales que hay en Kyoto debes reservar entrada con mucha antelación a través de su web, os aviso que ¡vuelan en seguida!
Para el día de hoy compramos el pase diario del metro (600¥) y usamos este medio aquí por primera vez. Nada más entrar nos llama la atención que ¡hay aire acondicionado en la estación! Tras 4 paradas, llegamos al centro de Kyoto. Decidimos desayunar en una cafetería de estilo americano cercana al recinto del Palacio. Pedimos unas tortitas con café y zumo. Antes de ir hacia el Palacio voy al baño y cuál es mi sorpresa cuando veo un lavamanos con jabón, agua y secador ¡todo en el mismo aparato!
Esto hoy en día quizá pueda parecer una chorrada, pero en 2011 no habíamos visto algo así hasta llegar a Japón. Practicidad ante todo.
Hacia las 10h nos vamos acercando al Palacio Imperial y alucinamos con la inmensidad del recinto. Hay una zona de parque abierta a todo el mundo que es impresionante, literalmente enorme.
Y luego hay una zona a la que sólo se puede acceder reservando la entrada en la Oficina del Palacio Imperial (online o in situ), nosotros como os decía, reservamos por internet para asegurarnos sitio con el grupo en inglés.
Al llegar a las taquillas nos pasa algo muy curioso, y que a día de hoy todavía no hemos comprendido. Resulta que cuando reservamos por la web, nos llegó un correo de confirmación que debíamos presentar en taquilla dónde nos lo cambiarían por las entradas para acceder al recinto. Y teóricamente, la entrada debíamos pagarla en ese momento según ponía en el mail. La cuestión es que nosotros (las dos parejas) presentamos el papel y el tipo le dio 4 vueltas. Yo creo que los miró hasta del revés… Dijo algo en japonés, luego entendimos «English», dijimos que si y nos hizo pasar sin cobrarnos la entrada.
No sabemos si es que al estar en papel en inglés no entendió que no estaba pagado. Si es que lo que dijo en japonés era algo al respecto que no supimos descifrar o es que como había solo 4 personas más esperando para el tour en inglés (recordad que fuimos 2 meses después del tsunami y, cuando veías a un occidental por la calle casi que te alegrabas de encontrarlo y todo…), pasaron a entrada gratis. O yo qué sé que pasó. Si a alguien más le ha ocurrido esto, agradezco que me explique su experiencia. La duda me corroe y quizá le deba 2 entradas a la Casa Imperial japonesa…
Como os iba contando, tras el momento de incertidumbre con el tipo de la taquilla, cruzamos una gran puerta de madera lacada en rojo y entramos al recinto privado del Palacio Imperial de Kyoto. Éste fue uno de los últimos palacios construidos en la antigua capital imperial que fue Kyoto, y data de la época Edo.
Recordad que en 1869 se estableció el periodo Meiji en Japón y con él, se trasladó la capital a Tokyo. Así que los emperadores también se mudaron de Palacio, trasladándose al nuevo que se construyó en Tokyo. Sin embargo, los actuales emperadores nipones fueron coronados aquí, quizá como acto simbólico o de reconocimiento a la ciudad de Kyoto.
Comienza el tour y la guía nos va explicando detalles de todos los edificios y puertas que se conservan del antiguo palacio. Yo la verdad es que estoy tan maravillada, que solo puedo hacer fotos y no presto demasiada atención a las explicaciones.
A pesar de que no se puede entrar al interior de los edificios, la visita en sí vale igualmente la pena. Aunque si tiene algo realmente espectacular y que hace que la visita a este lugar sea un imprescindible en Kyoto, son los jardines imperiales. Una verdadera maravilla basada en la cultura zen. Súper acogedores y relajantes.
Además, si algo tiene la primavera en Japón es que todo huele fenomenal y estos jardines especialmente. Tras un buen rato recorriendo el recinto, el tour llega a su fin y salimos. Hay otra buena caminata hasta llegar a una de las calles que bordean el recinto imperial.
Junto a la salida del Palacio hay un parque repleto de estudiantes. Nos sentamos un poco a la fresca porque hace muchísimo calor y nos tomamos algo fresquito de una máquina. Nuevamente por 100-150¥, mi marido prueba bebida nueva, esta vez ¡Fanta de mora!
No sé si os lo he comentado ya, pero en Japón tienes máquinas de bebidas en cada esquina. Son baratas y encuentras bebidas que aquí no se comercializan. Algunas también tienen bebidas calientes. Mi marido en cada máquina que parábamos a «repostar» se compraba una bebida diferente, ¡yo no sé la cantidad que llegó a probar! 😀
Tras una breve pausa, y de ser por un rato el centro de atención otra vez de todos los estudiantes que hay allí concentrados, decidimos ir a una especie de grandes almacenes de telas japonesas en las que hacen kimonos que recomiendan en una guía. Nos arrepentimos un poco de ir porque hay más de 30 minutos andando desde el Palacio. Hace un calor insoportable y además a mi se me han deformado las bambas, así que un poco mal…
Tiene a destacar que puedes ver los telares con los que hacen los kimonos de una forma bastante artesanal y puedes comprar los kimonos que producen. Lo que no pone en la guía que recomienda la visita es que un buen kimono puede costar fácilmente más de 1000€ y allí solo venden kimonos buenos…
Lo bueno es que hay un desfile de kimonos, y al menos podemos ver lo bonitos que son.
De allí, de nuevo un largo paseo a pie hasta el siguiente punto del día. Tras la caminata, llegamos al Castillo de Nijo o el Nijo-jo. Y por lo que vemos desde fuera, ya nos queda claro que este sitio nos va a gustar.
El castillo fue construido por Tokugawa Ieuyasu, fundador del Shogunato Edo, como residencia para él y sus sucesores. El edificio del palacio ahora conocido como “castillo secundario”, fue terminado en 1603. Mantiene su forma original y es famoso por su arquitectura Momoyama. Cuenta con puertas correderas decoradas y suelos que crujen cuando alguien camina sobre ellos (una medida de seguridad contra intrusos). Y a nosotros ya nos veis andando de puntillas para ver si así no cruje, tal como si fuéramos ninjas 😛
El castillo está declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. Iemitsu también añadió el Honmaru incluyendo una torre de 5 pisos. La construcción original fue destruida por un incendio en el siglo 18 y la estructura que se muestra actualmente fue traída desde el Palacio Imperial en 1893.
A pesar de llamarse castillo no tiene la configuración típica como los castillos de Himeji, Matsumoto u Osaka por ejemplo. Si no que está formado por distintos edificios rodeados por un gran jardín y a su vez por unas murallas altísimas. Protegidas por un foso de unos cuantos metros de ancho y profundidad.
Lo bueno de viajar a final de primavera es que los verdes son muy verdes y las flores están en pleno esplendor. Lástima que el hanami o floración del cerezo es antes, para marzo-abril. Los contrastes que encontramos son preciosos.
Aquí descubrimos que muchos jardines los cuidan jubilados… Por lo visto para ellos es una deshonra cobrar sin trabajar por lo que cuando se jubilan, para cobrar honradamente su pensión, se dedican a cuidar a niños en guarderías, jardines, etc.
En una zona del parque hay unos chamizos dónde sentarse un poco a la sombra, máquinas de bebidas y lavabos. Nos cogemos una bebida fresquita, ¡qué calor hace! Y al entrar al lavabo conozco por primera vez el baño tradicional japonés. Con su correspondiente botón de alarma por si necesitas ayuda, y las instrucciones del buen uso del baño. No vaya a ser que te coloques del revés y la líes…
Anonadados recorriendo la belleza de jardines del Nijo-jo se nos hacen las 14,30h, así que decidimos salir a buscar dónde comer. Nos decantamos por un sitio de ramen que hay al lado del castillo. Siempre que en entres en un restaurante en el que haya esta máquina a la entrada, debes hacer lo siguiente: selecciona lo que quieres comer y paga en la misma máquina. Entrega el ticket en la barra y te asignarán mesa. Y cuando tu plato esté listo, te lo traerán a la mesa.
Nos tomamos unos ramen que aunque hace un calor tremendo y una sopa caliente como que no apetece, es lo único que vemos claro en la máquina. Todo está en japo y no tenemos muy claro lo que llevan los platos por la mini-foto que hay. Pero la verdad es que están riquísimos y nos encanta poder comer dieta local. Súper barato, y súper rápido, por cierto.
Allí decidimos separar nuestra ruta de la de la otra pareja. Ellos tienen un día menos en Kyoto y quieren aprovechar al máximo. Mientras que nosotros preferimos disfrutar con calma de cada lugar, y de volver al país en otra ocasión a ver lo que en este viaje no nos dé tiempo… Como veis ¡solo necesitamos 3 días en el país del Sol Naciente para tener clarísimo que volveremos! 😀
Así que tras comer, cogemos un metro para volver a Arashiyama a ver si hoy nos da tiempo a visitar el Monkey Mt.
Ayer ya nos llamó bastante la atención esta zona de la ciudad. Parece un pequeño pueblo adherido a una gran capital… y la gente aquí lleva un ritmo más tranquilo. A orillas del río Katsura hay zonas de estar dónde poder tomarse un helado o barquitas para poder recorrer el río. Seguimos caminando, desde el metro hay un paseo de unos 15-20 minutos hasta la entrada al Monkey Park.
Junto a la entrada hay un pequeño santuario sintoísta dónde poder bendecirse antes de emprender el ascenso a la cima del monte Iwatayama.
Son las 15,30h y podemos entrar sin problemas, cierran a las 16,30h. Se trata de un parque que va siguiendo una ruta de ascenso por la montaña y la verdad es que es una maravilla de lugar, todo un remanso de paz en medio de una gran capital.
El ascenso es un poco cansado porque hay que subir unos 140 metros pero a lo largo del camino te vas encontrando con macacos que corren de un lado a otro del camino y que trepan por los árboles. En la taquilla nos han dado un papel con las normas y por el camino también encontramos algunos carteles recordándotelas. No les puedes mirar a los ojos, ni tocarlos ni darles de comer fuera del lugar indicado porque pueden atacarte. Te recuerdan que son animales salvajes y que tengas cuidado de no hacer el indio con ellos.
En un momento dado nos encontramos con un mono grandote justo en medio del camino. Nos paramos a unos metros de él a ver si decide apartarse, pero el bicho está entretenido hurgando en el suelo. Así que con precaución y sin tocarlo, pasamos por su lado y seguimos con el ascenso.
Al llegar a la cima, hay una caseta en la que desde dentro le puedes dar de comer a los monos. Y como buenos turistas, pagamos 100¥ por la bolsita de cacahuetes y nos acercamos a las rejas a darles de comer. Son la mar de graciosos y en cuanto te ven con la bolsa ya te ponen la mano.
Son unos ansias de mucho cuidado y algunos se pelean entre ellos por coger primero el cacahuete… Lo más curioso de todo es que normalmente tenemos enjaulados a los animales y en este lugar, son las personas las que se meten en la jaula para darles de comer a los animales que se encuentran en libertad. Me gusta, al fin y al cabo eres tú quién «invade» su espacio natural.
En la cima hay un mirador con unas vistas espectaculares sobre la ciudad de Kyoto. Cuando oía hablar de Kyoto, con tanto templo y tanto patrimonio cultural, no sé porqué me imaginaba una ciudad pequeña o un pueblo incluso. Pero al estar aquí arriba realmente tomas consciencia de ¡la gran ciudad que es Kyoto!
Uno de los cuidadores nos ve que nos hacemos una auto-foto, y se nos acerca a hacérnosla él. Cuál es nuestra sorpresa cuando empieza a tirar cacahuetes al suelo, junto a nuestros pies para que uno de los monos se siente delante para salir en la foto también, ¡qué majo! Le damos las gracias con un domo arigato y nos vamos. Hay que bajar todo lo que hemos subido, y yo ya no aguanto más las bambas, ¡me están matando!
Esta vez, tomamos un tren JR en la estación JR Arashiyama hasta JR Kyoto aprovechando que tenemos el JRP activo. Nos llama la atención ver en el andén señales que indican dónde paran los vagones exclusivos para mujeres. Habíamos oído hablar de ellos, vagones dónde solo pueden subir las mujeres para evitar problemas de acoso. Muy triste…
Al llegar a la JR Kyoto, nos vamos directos al centro comercial que se encuentra en las plantas superiores, más concretamente a la sección de calzado. ¡Necesito comprarme unas bambas nuevas! Tengo cierta dificultad porque los números de mujer aquí llegan hasta el 38 y yo hago un 41… Aquí me ocurre algo que no olvidaré jamás. Tendríais que haber visto la cara de la dependienta cuando le dije mi número de pie. Me miró con cara de alucine total a la cara y a los pies sucesivamente unas cuantas veces Cuando consiguió reaccionar, me envió directa a la sección de hombres 😀 Por suerte, encuentro unas bambas de chico bastante unisex y no dudo en comprarlas.
El precio de las deportivas es similar al que encontramos en España, solo que me puedo desgravar las tasas. Una vez hecho el trámite me voy a lavabo directa y me las cambio, ¡no aguanto más las otras! Y allí mismo las tiro, ¡qué descanso!
Y aquí me llama la atención algo, y es que en los baños hay sillitas para dejar al bebé mientras tú haces pipí. Los cubículos cuentan con espacio suficiente para entrar con un cochecito o una silla de ruedas sin ninguna dificultad.
Son las 19,30h, y estamos agotados, así que decidimos cenar ya. Esta vez vamos a un restaurante en la misma estación dónde nos tomamos unos set de sopa de miso, arroz y tempura que nos sabe a gloria. Y tras la cena, cruzamos la estación y nos vamos al hotel, estamos cansadísimos.
Edito: me comentan desde hace un tiempo es gratis entrar al Palacio Imperial, aunque para cuando yo hice la reserva todavía ponía precio, tanto en la web como en el voucher. Quizá para cuando fuimos a visitarlo ya lo habían puesto gratuito y eso fue lo que nos dijo el señor de la taquilla…
Lo que me gustó Nijo!!! es diferente al resto de las visitas creo yo, y además lleno de historia.
Lo smonos…mejor no se lo recuerdo a Jordi xDDD
un saludo!!