03/10/2013 (día 7): visitamos grandes templos en Kyoto como el Tofukuji, el Nanzenji o el Santuario Heian, y por la tarde nos vamos de paseo a Osaka
A las 5,30h amanece un nuevo día, ¡horror es demasiado temprano! el ryokan no tiene persianas, tan solo unas puertas de papel correderas opacas que dejan entrar la luz, y como estamos en el país del sol naciente pues amacene temprano como podéis ver… Nos cuesta un poco dormir por la luz pero conseguimos echar un par de horitas más antes de ponernos en marcha, hoy haremos cultura en Kyoto por la mañana y ocio por la tarde en Osaka.
Esta noche hemos dormido bien en el “doble” futón que nos hicimos, la mar de cómodos. Desayunamos en el ryokan lo comprado el día anterior en el kombini y salimos hacia la estación JR Kyoto para coger un tren regular de la línea JR Nara Line (de los que paran en todas las estaciones), hasta la JR Tofukuji. Como llevamos los JRP activos, tan solo tenemos que enseñárselo al revisor de la entrada a la zona de vías de la estación y pasamos. Llevamos con nosotros los paraguas ya que el día empieza algo lluvioso y muy nublado…
Hoy vamos a visitar algunos de los templos considerados imprescindibles en Kyoto y que no visitamos en el primer viaje. El primero de la lista para hoy está a unos 10 minutos a pie desde la estación JR Tofukuji, pero decidimos tomar otro camino para ir viendo algunos de los templitos que hay por la zona. Empezamos encontrándonos con el Taiko-an, de la rama Rinzai del budismo.
A pocos pasos, se encuentra el Dojuin Temple. En el que se encuentran un montón de Jizo’s, ¿¡he dicho ya que me encanta este buda?! Es el protector de los niños pero también de los viajeros, ¿será por eso que me inspira simpatía? 🙂
Y tras unos pocos metros más, encontramos un camino cubierto de madera en medio de un pequeño bosque que nos adentra hasta el Templo Tofukuji.
Se trata de un conjunto de templos, fundado en 1236 a instancias del clan Fujiwara y su nombre es la combinación de los dos grandes templos de Nara: el Todaiji y el Kofukuji. Éste ha sido históricamente uno de los principales templos Zen de Kyoto, y es de los principales de la escuela Rinzai.
Hay varias partes del recinto que son de acceso gratuito. Algunos edificios datan del periodo Muromachi y son raros ejemplos de arquitectura zen superviviente de la época.
Sin embargo, hay dos zonas que se deben pagar para poder acceder a ellas: el jardín Hojo y el Puente Tsutenkyo, y el Kaisando Hall. En primer lugar, pagamos (400¥ pp) para acceder al puente de madera Tsutenkyo que conduce hasta el Kaisando Hall.
Este lugar que sirve como mausoleo del primer sacerdote principal del templo. El camino de piedra frente al Kaisando está flanqueado por impresionantes jardines a ambos lados. Un jardín de piedra seco a la izquierda y un estanque a la derecha. El Kaisando y sus jardines fueron reconstruidos durante el último período Edo (1603-1867).
Volvemos nuestros pasos y nos dirigimos al Hojo, (400¥ pp). Las antiguas dependencias de los sacerdotes, se encuentran rodeadas por unos jardines espectaculares que combinan agua, rocas, piedra y musgo. En el interior del edificio no se pueden hacer fotos, pero si en los jardines.
Salimos del Hojo y nos tomamos un café de las máquinas que hay a la entrada por 110¥ cada uno.
Cruzamos la gran puerta Sanmon, la puerta zen más antigua en su estilo. Tiene 22m de altura y data de 1425.
De camino hacia la estación JR, encontramos un par de templitos más, a los que solo nos asomamos y en menos de 10 minutos estamos de nuevo en el tren de la línea JR Nara de vuelta a Kyoto. Debo decir, que hay mucha gente que visita el Tofukuji aprovechando el camino a Nara, al igual que Fushimi Inari ya que caen de camino y es la misma línea de tren la que lleva a ambos. Nosotros en su día preferimos disfrutarlos con calma, por lo que los visitamos en días distintos.
Al llegar a la estación JR Kyoto, compramos el bono diario para el bus (500¥ pp) y tomamos la línea nº 5 para ir a los templos Eikando y Nanzenji, en la zona del sendero de la filosofía. Bajamos en la parada Nanzenji-Eikando-michi y en seguida empezamos a recordar que hace dos años y unos meses paseábamos por esta bonita y tranquila zona de Kyoto, en el barrio de Higashiyama.
Nos acercamos hasta el templo Eikando porque tenemos dudas de si lo visitamos en el primer viaje, y sólo con verlo por fuera ya nos queda claro que si lo vimos, así que seguimos caminando unos metros más por el sendero de la filosofía hacia el sur, y a pocos minutos llegamos al templo Nanzenji, otro de los grandes que nos faltaron la primera vez ya que estaba en obras de restauración.
Situado en la base de las boscosas montañas de Higashiyama, es uno de los templos zen más importantes de Japón. Fue construido como casa de retiro para el emperador Kemayama, convirtiéndose más tarde en el templo zen.
El Nanzenji está compuesto por varios edificios y un par de grandes jardines. El acceso al patio principal es gratuito, pero cada edificio tiene su entrada propia de pago así que decidimos que sólo entraremos a aquellos que realmente nos interesan. Lo primero que nos encontramos es la gran puerta de entrada Sanmon, construida en 1628 como homenaje a los soldados que murieron en el asedio del castillo de Osaka en 1615. La entrada son 500¥ para subir a lo más alto, pero nos conformamos con verla desde el suelo y disfrutar de cruzar a través de sus grandes columnas de madera.
Este templo cuenta con algo extraño de ver por estos lares: un acueducto de ladrillo, al más puro estilo romano, que cruza los terrenos. Fue construido durante la época Meiji (1868-1912), forma parte de un sistema de canales que se construyó para llevar agua y mercancías entre Kyoto y el lago Biwa, en la vecina prefectura de Shiga.
De ahí nos fuimos hasta el Hojo, la residencia del ex-jefe del sacerdote y la sala principal del Nanzenji. Famoso por su jardín de rocas, de las que se dice que se asemejan a tigres y sus cachorros cruzando a través del agua.
Pagamos su entrada (600¥ pp) y nada más acceder al edificio ya comenzamos a disfrutar de su arquitectura. Tiene unas bonitas pinturas de tigres hechas en pan de oro en las puertas correderas, sus suelos de madera y tatami.. y un fantástico comedor con vistas a un jardín zen que ya lo quisiera para mi.
Disfrutamos de sus jardines en los que se respira una gran paz. El delantero es un jardín zen seco con la representación de las rocas simulando los tigres. Debo decir que nosotros no fuimos capaces de ver esa similitud la verdad…
Después visitamos el jardín trasero que combina musgo con piedras rastrilladas y vegetación.
Son casi las 13h, así que decidimos desandar lo andado por el sendero de la filosofía y dirigirnos hasta la gran torii que marca la entrada al Santuario Heian. Pero no encontramos ningús bus ni metro que nos acerque a esa zona y nos toca caminar unos 20-30 minutos a pie. Se ha despejado el día y hace un calor y una humedad terribles, pasamos una buena chicharra durante el paseo.
Una vez junto a la gran torii, decidimos aprovechar el pase diario que llevamos y coger el primer bus que pase para acercarnos un poco a la zona de Pontocho para comer. Nos bajamos justo antes de cruzar el puente y entramos al primer bareto que vemos. En la puerta vemos fotos de unos sets de tonkatsu y domburi a buen precio y buena pinta, y allá que vamos. Al entrar, todo el mundo nos mira. Somos los únicos gaijin del local y está lleno de abueletes y trabajadores en su hora de comer.
La mujer que lleva el local nos acompaña a una mesa y nos trae una carta medio en japonés, medio en inglés pero que nos sirve para pedirle por señas lo que queremos. Comemos de fábula por unos 1500¥ los dos y ¡hasta nos invitan a un chupito de shochu! Este es uno de esos lugares que en el primer viaje no hubiéramos entrado por miedo a no aclararnos, pero que la veteranía de un segundo viaje te lo permite, y resulta ser de esos lugares en los que mejor comes y que años después aún recuerdas 🙂
Después, nos acercamos de nuevo hasta la torii en un paseo de unos 10 minutos, y de camino entramos a un par de templos que nos encontramos medio escondidos entre las casas.
Cruzamos el puente de madera lacada que cruza el río y nos maravillamos de nuevo con la vista de ¡¡la madre de todas las torii!!
Solo hay que fijarse en la altura de los coches o de los árboles que hay en la zona para valorar su inmensidad…
El Santuario Heian, pese a ser uno de los más importantes de Kyoto, no lo visitamos en el primer viaje, así que no nos podíamos ir de la ciudad sin disfrutar de su visita y sin cruzar “las zamburguesas” de sus jardines 🙂
Fue construido para celebrar el 1100 aniversario de la fundación de la capital de Kyoto y está dedicado a los espíritus de los primeros y últimos emperadores que reinaron la ciudad (Kammu y Komei). Heian es el antiguo nombre que tenía Kyoto. El acceso al santuario es gratuito. Y de nuevo, vemos a un montón de escolares por el patio interior…
Nos deleitamos con la arquitectura de las torres y sus tejados, ¡¡qué pasada!! Ese contraste del rojo y el verde hace pensar en templos de estilo chino…
Nos acercamos hacia la entrada a los jardines que si son de pago (600¥ pp) y nada más entrar ya se respira paz, mucha paz. A diferencia del santuario, aquí hay muy poca gente recorriendo el parque y hay sombra (¿¡he dicho ya que pasamos mucho calor?!). Y como una imagen vale más que mil palabras, ahí van algunas fotos de los jardines que sin duda no hacen honor a la belleza del vivo y directo…
Como anécdota contar que hubo una señora japonesa que casi se cae al agua al cruzar por las piedras. Era muy bajita y no llegaba de una piedra a otra, ¡pobre! lo pasó mal cruzando pero nosotros también por si la teníamos que rescatar 🙁 Finalmente pudo cruzarlas todas y sonriente llegó al otro lado 🙂
Y cuando me disponía a cruzar yo, un señor mayor que había haciendo fotos en el parque me pidió permiso para hacerme una foto cruzando. Así que una está entre las fotos de aquel buen señor…
Al salir de parque son algo más de las 16h y aunque la idea inicial era escaparnos a conocer Kobe, pensamos que la visita a Osaka del primer día nos supo a poco, así que decidimos volver y ver la zona comercial de Dotonbori y dejar Kobe para otra ocasión con más calma. Cogemos el bus nº 100 hasta la estación JR Kyoto y allí un tren local con el JRP que aún tenemos activo hasta JR Shin-Osaka.
Una vez en Shin-Osaka, tomamos el metro hasta Shinsaibashi (no recuerdo el precio del trayecto pero creo que fueron unos 200¥ pp) y nos adentramos por las calles comerciales de la ciudad dando un paseo. Entramos en algunas tiendas, nos miramos las cámaras y objetivos en otras, compramos alguna bebida y llegamos hasta los “iconos” de la ciudad, como el corredor de Glico y el pulpo de un restaurante de Takoyaki.
Llevamos un buen día de caminata y estamos cansadísimos. La idea era cenar en Osaka y luego volver a Kyoto, pero estamos tan ko que finalmente, decidimos caminar otros 5 minutos hasta la parada Namba del metro, volver a Shin-Osaka y coger el primer shinkansen que salga a Kyoto. Una vez en nuestra ciudad base, compramos cena y desayuno para mañana en un kombini (1500¥) y nos vamos al ryokan. Cena, ducha y ¡caímos rendidos en el futón, agotados pero super felices por todo lo visitado hoy!