04/10/2018 (día 9): visitamos la coqueta Kurashiki, recorremos uno de los 3 parques más bonitos de Japón en Okayama y nos movemos hacia Kobe
El plan para hoy es visitar el punto más importante de Okayama y ver la cercana ciudad de Kurashiki antes de irnos a Kobe, dónde pasaremos la noche. Desayunamos en la habitación y pedimos que nos guarden la Tortuga en recepción al hacer el check-out. Y a las 9h estamos en marcha a bordo del tranvía Tama camino del punto más importante de Okayama, su jardín.
Pagamos el trayecto con las ICOCA (100¥ pp). Volvemos a bajar en la parada Shiroshita, igual que anoche, y cruzamos de nuevo el paso subterráneo para seguir el camino hacia el Korakuen.
Pero esta vez bordeamos el río Asahi en dirección a la puerta principal del parque, cruzando el río por el puente Tsurumi. Accedemos al parque (500¥ pp) y nada más entrar, ya nos queda claro que este lugar nos va a gustar.
Considerado uno de los tres mejores jardines de Japón junto al Kenrokuen de Kanazawa que visitamos en 2013, y el Kairakuen de Mito. En 1687 Ikeda Tsunamasa, señor feudal de Okayama, ordenó la construcción del Korakuen como un lugar de entretenimiento para su familia y como lugar para recibir a sus invitados más importantes. Su construcción finalizó en 1700. Aunque era propiedad del feudo, se permitía la entrada al público en determinados días. De hecho, hay unas muy bonitas vistas del Castillo de Okayama desde el jardín.
En 1884, con el fin del periodo Edo, el parque pasó a ser propiedad de la Prefectura de Okayama y se abrió al público. El jardín sufrió daños por las inundaciones de 1934 y los bombardeos de la II Guerra Mundial. Pero siempre ha sido restaurado a su estado original gracias a los planos originales que se conservan. Os dejo su web para que podáis ampliar la información, tanto de su historia como de horarios y accesos.
Tiene una superficie total de 14,4 hectáreas, ¡es inmenso! Y en sus terrenos encontramos el jardín arboledas de ciruelos, cerezos y arces, campos de té y arroz, un campo de tiro con arco, un aviario de grullas, un santuario dedicado a Jizo, y hasta un onsen de pies donde relajarnos después de tanto turisteo.
Nos gusta ver los inicios del momiji en el parque, igual que lo vimos en su día en en Kenroku-en de Kanazawa 🙂
Disfrutamos del lugar, de las difentes zonas todas ellas tan zen, y de las vistas del Okayama-jo que hay desde el parque.
Tras casi 2 horas recorriendo el Korakuen, nos dirigimos a la salida sur que queda enfrente del castillo. La idea era visitarlo si teníamos tiempo, pero anoche vimos que varios blogs coincidían en que es una visita del todo prescindible ya que la estructura de 6 plantas está vacía y es una reconstrucción. Así que decidimos darle este tiempo a Kurashiki.
Cruzamos el puente de madera Tsukimi que separa los terrenos del Castillo de Okayama del parque y seguimos el paseo que bordea el río hasta la parada del tranvía. Cogemos el primero que pasa hacia la estación JR Okayama (100¥ pp).
No deja de sorprendernos que el tranvía esté tan decorado con la gatita revisora de la Japan Railways, Tama.
Al bajar del tranvía nos fijamos en que Okayama también tiene unas tapas de alcantarilla bien chulas 🙂
Sacamos dinero en el cajero de un Family Markt cercano a la estación, con nuestra Bnext, y entramos en la JR Okayama para coger tren JR Limited Express hasta Kurashiki.
Kurashiki (倉 敷): cuenta con una zona preservada del canal que data del período Edo (1603-1867), cuando la ciudad servía como un importante centro de distribución de arroz. «Kurashiki» se puede traducir como «pueblo de almacenes», en referencia a los almacenes donde se guardaba el arroz.
Tan solo tardamos 11 minutos en llegar. Son las 12h cuando llegamos a Kurashiki y alucinamos al ver ¡un robot Pepper en la estación ofreciendo asistencia turística! ¿Y cómo sé yo que se trata de un robot Pepper? Pues porque hace sólo 2 meses, nos enseñaron uno en el hospital para un proyecto que se está desarrollando de asistencia a pacientes para compañía y educación terapéutica 😉 No lo puedo evitar, y les envío un vídeo a mis compis 🙂
Caminamos por la Shopping Arcade, una calle comercial cubierta y nos encontramos con las bonitas tapas de alcantarilla que tiene Kurashiki, y su divertida mascota.
el Museo de Arte Ohara. Fue el 1r museo de arte occidental que abrió en Japón. Compramos la entrada (1300¥ pp) y accdemos a la Galería Principal. Aunque es algo caro, decidimos visitarlo por la peculiridad de ser el primero y porque tienen una obra de Jackson Pollock.
Mi marido es muy fan de este pintor estadounidense y hemos visto obras suyas en el MoMA de Nueva York y en el Pompidou de París. Él no sabía que aquí había una obra suya, hasta este mismo momento, así que ya os podéis imaginar la sorpresa que se lleva 🙂 Lo siento, no dejaban hacer fotos en el interior, por lo que no hay foto del momento.
El Museo Ohara fue construido por Ohara Magosaburo, el dueño de la empresa textil Kurabo con piezas traídas de todo el mundo por el también pintor Kojima Torajiro. Ohara fundó el museo en 1930 para conmemorar a Kojima, que había muerto el año anterior, exponiendo aquí todo el arte occidental que le había traido.
En la Galería Principal, también se exhiben obras de Picasso, El Greco, Monet y Renoir entre otros. Los artistas en la colección abarcan una amplia variedad de períodos y nacionalidades.
Al lado, encontramos dos edificios más que albergan la Galería de Arte Craft y la de Arte Asiático. El Edificio Anexo cuenta con obras de artistas japoneses, pinturas al óleo y esculturas. La Craft Art Gallery muestra cerámica, grabados en madera, teñido de estarcido y otras artesanías. La Galería de arte asiática incluye artefactos de Egipto y antigüedades de China.
El museo tiene otro edificio satélite, el Museo Kojima, a cinco minutos a pie en Ivy Square y está incluido en el precio de la entrada. Aquí se exponen las obras propias de Kojima pero decidimos no visitarlo. Preferimos recorrer la zona histórica de la ciudad.
Pasear por por el barrio histórico Bikan es como retroceder en el tiempo. Durante el Periodo Edo (1603-1867), Kurashiki fue un punto importante a lo largo de la ruta de distribución del producto más importante de Japón, el arroz. Grandes cantidades de arroz se almacenaban en depósitos en esta ciudad antes de ser enviados a Osaka y Edo (Tokyo). Debido a la importancia de la ciudad en el comercio del arroz, quedó bajo el control directo del shogunato. Algo muy similar a lo que ocurrió con Takayama y que descubrimos en el 2º viaje.
Los canales se construyeron para permitir que los barcos navegaran entre los almacenes de la ciudad y el puerto más cercano. Actualmente, podemos disfrutar de la sección central del antiguo sistema de canales de la ciudad. A lado y lado del canal, encontramos un bonito paseo con los antiguos almacenes de los mercades, convertidos hoy en tiendas de artesanía, de ropa, de dulces, etc. Los mercaderes en la era Edo, era la clase social de rango inferior a los samuráis, así que eran también, muy importantes.
Podemos ir cruzando de un lado a otro por bonitos puentes de piedra o de madera. Se respira una paz increíble aquí.
La idea era llegar hasta la plaza Ivy Square, un complejo de edificios que en su día albergaron las oficinas del magistrado durante el periodo de Edo y dónde en 1889, constituyeron el primer molino de algodón de Japón, el Kurashiki Bosekijo. Pero se nos ha hecho tarde con la visita al museo, y empezamos a tener, hambre.
Además, tenemos que volver a Okayama para coger un shinkansen hacia el siguiente destino y tampoco queremos llegar muy tarde a allí. Así que recorremos buena parte de la zona de canales, sin llegar a Ivy y luego volvemos hacia la calle comercial cubierta por la que vinimos antes.
Entramos en un pequeño restaurante en la calle comercial. Todas las mesas están como en pequeños cubículos para tener más intimidad. Pedimos un par de sets de karaage acompañados por arroz gohan, sopa de miso y un tofu marinado, ¡todo delicioso! (700¥ pp).
Volvemos a la estación y cogemos el 1r tren JR Local a Okayama que sale. Al no ser un Limited Express, tarda un poco más que antes, pero en unos 20 minutos estamos allí. Recogemos la Tortuga del hotel y volvemos a la estación JR Okayama para coger el primer shinkansen que pasa hacia Shin-Kobe.
Tomamos el Kodama de las 14,45h (sin asientos reservados), nos vamos al siguiente punto en la ruta: Kobe.
El viaje es tranquilo y tardamos poco más de 1h en llegar a Shin-Kobe. Allí, cogemos el metro hasta la parada de Sannomiya (210¥ pp). En Sannomiya cambiamos a la estación JR con el mismo nombre, que se encuentra a 5 minutos de la estación de la línea privada, y tomamos un tren de la línea JR Kobe hasta la estación JR Motomachi (incluido en el JRP).
Caminamos 4 minutos hasta el hotel. Para la estancia en Kobe, escogimos el Kobe Motomachi Tokyu Rei Hotel. La habitación doble nos cuesta 10.170¥. Se encuentra situado en pleno barrio chino y a muy pocos minutos a pie del Puerto.
Kobe (神戸): considerada como una de las 10 ciudades más grandes de Japón, su puerto fue uno de los primeros en abrirse al comercio exterior en el siglo 19.
Son las 16,45h cuando hacemos el Check-in en el hotel. Subimos a la habitación y nos echamos un rato. Hemos pasado tanto calor hoy de nuevo que estamos realmente agotados.
Tras recuperarnos un poco, vamos a descubrir la zona del puerto. Kobe se quedó en el tintero en el segundo viaje y le teníamos muchas ganas. Nos recuerda mucho a Osaka, tiene un cierto punto «gamberro».
Caminamos unos 10-15 minutos hasta llegar al Meriken Park. Construido sobre un afloramiento de terrenos ganados al mar, el parque es el hogar de algunos de los edificios más icónicos de la arquitectura contemporánea de la ciudad, como la Torre de Kobe o el Museo Marítimo.
Nos dirigimos hacia la Kobe Port Tower y subimos a su mirador (700¥ pp). Esta estructura única de acero de color rojo, es el símbolo del puerto y de la ciudad. Construida en 1963 con 108 metros de altura cuenta con un mirador en lo más alto desde el que disfrutar de una bonitas vistas de la ciudad y del puerto.
También aquí arriba podemos encontrar un restaurante y una cafetería giratoria, pero nosotros solo visitamos las 3 plantas del mirador.
Tras un buen rato disfrutando de las vistas de la ciudad iluminada, bajamos y nos dirigimos hacia el Meriken. Encontramos una escultura con el nombre de la ciudad, y desde ella, hay unas vistas muy chulas hacia la Kobe Tower y el Museo Marítimo.
En 1995, Kobe fue golpeada por el terremoto de Hanshin-Awaji, en el que murieron más de 5.000 personas y destruyó decenas de miles de edificios. En el parque, se encuentra un monumento conmemorativo a las víctimas. Conservan una zona de la costa dañada como un recordatorio de tremendo poder destructivo de aquel terremoto.
Caminamos hasta Chinatown y nos vienen recuerdos de nuestras vivencias por China y Hong Kong. El Nankinmachi o barrio chino se encuentra en el centro de Kobe.
Esta zona, fue desarrollada por comerciantes chinos que se establecieron cerca del puerto al abrirse al comercio exterior en 1868. Dos calles principales recorren el distrito, encontrándose en una pequeña plaza en el centro.
Sus calles están repletas de tiendas, restaurantes y puestos de comida. Sin duda, si te gusta comer en la calle, este es tu lugar.
A nosotros no nos va demasiado y preferimos comprar comida y llevárnosla al hotel. Estamos ko. Buscamos un kombini en el que compramos cena, desayuno para mañana y algo de picoteo (1300¥).
Acabamos de recorrer el barrio chino y volemos al hotel. Para nuestra sorpresa, la ducha de la habitación tiene chorros, ¡menudo relax! Después cenamos y brindamos con un Umeshu acompañado por unos mochi que hemos comprado.
Estamos contentos por un nuevo día vivido en Japón.