05/10/2018 (día 10): visitamos al robot Tetsujin-28-go en Kobe y cogemos un Shinkansen a Nagoya dónde comenzamos a descubrir la ciudad visitando su castillo y la zona de Sakae
Nos levantamos sobre las 8h y salimos a desayunar al Starbucks que hay junto al hotel, necesitamos un café de verdad después de 10 días en Japón 😛 Hoy visitaremos un lugar muy chulo en Kobe y luego, cogeremos un Shinkansen a Nagoya para comenzar a descubrir esta ciudad que hace tiempo queremos visitar.
Después de desayunar, volvemos al Kobe Motomachi Tokyu Rei Hotel y hacemos el check-out. Hemos estado muy a gusto en este alojamiento y está muy bien ubicado, así que lo recomiendo si visitáis la ciudad.
El primer punto del día es un momento friki. Vamos a ver al robot Tetsujin. Para ello, vamos a la JR Motomachi y cogemos un tren de la línea JR Tokaido-Sanyo hasta la parada JR Shin-Nagata. Bordeamos la estación hacia el Parque Wakamatsu, cerca del CC Daimaru, y allí nos topamos con el Tetsujin 28-go (鉄人28号).
Se trata de un robot de 18 metros de altura y 50 toneladas de peso que nos hace ir la mente directos al momento en que vimos el Gundam de Odaiba en 2013 😀 Tetsujin 28-go fue creado por Mitsuteru Yokoyama y es el protagonista de un popular manga que se publicó por primera vez en 1956 . Yokoyama nació en Kobe por eso, la estatua de su robot se encuentra en esta ciudad.
El Tetsujin 28-go fue la primera serie del género japonés mecha (robots gigantes) que dejó huella en el mercado del manga y anime. La estatua costó aproximadamente unos 135 millones de yenes, y fue financiado por los comercios locales, formando parte del proyecto artístico para revitalizar y ayudar a atraer más visitantes a la zona de Nagata en Kobe. Ésta fue una de las zonas más afectadas por el Gran Terremoto de Hanshin de 1995.
Aquí también nos fijamos en lo bonitas que son las tapas de alcantarilla de Kobe. Ya os he explicado en otras entradas que cada ciudad las decora con una imagen o símbolo que identifica a la ciudad. En este viaje, la verdad es que les hicimos fotos a casi todas 😛
Tras el momento friki del día, decidimos adelantar la llegada a Nagoya ya que se acerca el tifón nº 25 y parece que el sábado habrá tormenta por allí. Había algún punto más de la ciudad que nos interesaba pero preferimos intentar adelantar visitas en Nagoya, y adaptar la ruta por si el sábado nos tenemos que quedar de nuevo en el hotel como nos pasó en Kyoto con la llegada del Trami.
Consultamos en la app de Hyperdia y vemos que sale un Shinkansen hacia allá en 45 minutos. Decidimos ir hacia la JR Shin-Kobe cogiendo el metro desde aquí que es más rápido y directo que con JR+ metro. Tan solo nos cuesta 60¥ más de lo que costaría el tramo de metro si cogemos la JR y ganamos mucho tiempo (270¥). Por ese motivo, no dejamos la mochila en la consigna del hotel si no que la llevamos con nosotros 😉
Llegamos a la JR Shin-Kobe justo a tiempo de coger el tren de las 10,29h. Como no hemos reservado asiento, nos vamos a los vagones indicados para ello. La verdad es que aquí el tren va casi vacío y podemos sentarnos sin problemas. Dónde se llena de lo lindo es en Shin-Osaka y Kyoto. Tras 65 minutos de trayecto, llegamos a Nagoya.
Nagoya (名古屋): con más de 2 millones de habitantes, es la 4ª ciudad más poblada de Japón. Capital de la prefectura de Aichi y la ciudad principal de la llanura de Nobi, una de las tres grandes planicies y centros metropolitanos e industriales de Honshu. Nagoya es la cuna del monozukuri, literalmente “fabricar cosas”, y es que, a lo largo de su historia, la ciudad ha destacado por su ánimo trabajador, su iniciativa e innovación.
En la inmensa estación JR Nagoya hacemos transfer a la línea Sakuradori del metro hasta la parada Hisayaodori (200¥). Y caminamos unos 8 minutos hasta el Hotel Androoms Nagoya Sakae. Nuestro hotel para las próximas 2 noches, se encuentra en la zona de Sakae en el centro de la ciudad. Las 2 noches en habitación doble estándar cuesta 27.945¥ y, también cuenta con baños públicos en la planta 12 en los que poder relajarnos al acabar el día 🙂
Hasta las 15h no podemos hacer el check-in pero pedimos que nos guarden la Tortuga hasta entonces. Más descargados, caminamos unos 15 minutos hasta el Nagoya-jo, su castillo. Compramos las entradas (500¥ pp) y accedemos al recinto.
Construido al inicio del Periodo Edo como sede de una de las tres ramas de la familia gobernante Tokugawa, era uno de los castillos más grandes del país. La mayoría de los edificios del castillo fueron destruidos en los ataques aéreos de 1945, y fue restaurado en 1959 a base de hormigón y hierro.
Sabemos que la torre principal del castillo está cerrada por obras de restauración hasta al menos 2020 pero aún así, decidimos visitarlo ya que es uno de los castillos japoneses que se conservan de origen. Están haciendo un gran trabajo para mejorar esa restauración de 1959 devolviéndole al castillo su estilo y aire original, reconvirtiéndolo en madera para 2022.
Los terrenos del castillo son extensos y está rodeado por una enorme muralla de piedra. Vemos los andamios que cubren prácticamente la totalidad de la torre principal del castillo. Aún así, merece la pena hacer la visita. Es muy bonito.
Bordeamos la torre principal, rodeada por un gran foso.
Y nos dirigimos al palacio del castillo (Honmaru Goten). Reconstruido por completo utilizando materiales y técnicas tradicionales de construcción. Fue abierto al público recientemente, así que aún «huele a nuevo».
No solo han restaurado los exteriores si no que también el interior de sus salas y pasillos con suelos de tatami. Encontramos salas para reuniones, recepciones, para la ceremonia del té… con pinturas en sus puertas de papel (fusuma) y paredes realmente bonitas.
El recinto, alberga también un museo sobre la historia del castillo, armaduras y pertenencias diversas de los señores feudales. Y podemos ver los muebles de la época totalmente restaurados.
Este lugar nos ha gustado mucho y anotamos un castillo japonés más a la lista de visitados. Al salir, nos damos cuenta que las tapas de alcantarilla aquí, tienen el Nagoya-jo.
Son casi las 14h cuando acabamos la visita. Vemos que junto al castillo hay una pequeña calle comercial, la Kinshachi Yokocho, con restaurantes y productos típicos.
Echamos un vistazo a los restaurantes que hay y vemos uno que nos llama mucho la atención. En él sirven Miso Katsu, una especialidad de Nagoya y como tiene una pinta tremenda, entramos a probarlo… ¡y menudo acierto!
Cuando nos sirven las bandejas alucinamos. El tipo nos echa una salsa de miso rojo hirviendo por encima del tonkatsu que todavía humea servido sobre una plancha de hierro que aún chisporretea.
Está realmente bueno. De los mejores platos que hemos probado a lo largo de estos 3 viajes por Japón. Aunque es un poco caro (2500¥) comemos de maravilla.
Tras una fabulosa comida, caminamos de vuelta al hotel y vamos a descansar un rato. Hacemos el check-in y nos informan que tenemos la Tortuga en la habitación esperándonos. Nos echamos una siestecilla la mar de reparadora y salimos a seguir descubriendo esta ciudad.
Caminamos unos 10 minutos hacia la zona de Sakae, el centro de ocio y restauración de la ciudad. Aquí, en el centro neurálgico de Nagoya se encuentra la Nagoya TV Tower y Oasis 21.
La Nagoya TV Tower fue construida en 1954 como la primera torre de televisión de este tipo en Japón. Tiene una altura de 180 metros y cuenta con una plataforma de observación a 100 metros. La verdad es que nos recuerda muchísimo a la Tokyo Tower que visitamos en 2011… El acceso a ésta nos parece caro (700¥) para la altura que tiene, así que nos conformamos con unas fotos desde su base.
Seguimos caminando unos metros más y llegamos a la futurista estación de buses de la ciudad, y centro de ocio y comercial, el Oasis 21. Inaugurado en 2002, alberga multitud de tiendas, restaurantes y la terminal de autobuses de Nagoya.
Subimos a la planta superior de la estación, conocida como la «Plaza de la Vía Láctea«, desde la cuál hay unas bonitas vistas. Tanto de la plaza como de Sakae.
El suelo de esta planta, ofrece a las plantas inferiores el techo conocido como «Nave Espacial de Agua«. Es de lo más curioso de ver, tanto desde arriba como desde abajo.
Este centro comercial con una parte subterránea que se puede ver desde la calle, nos recuerda al que visitamos en Chengdu en nuestro recorrido por China en 2017.
Tras esta visita, recorremos la concurrida zona de Sakae y entramos a algunos centros comerciales a cotillear lo que tienen. De muchas tiendas ¡me lo llevaría todo!
Para cenar decidimos acercarnos al hotel. De camino, vemos un bar especializado en Hot Dogs y cervezas de importación. La verdad es que después de tantos días, nos apetece una buena cervaza y entramos. El tipo que lo regenta se queda flipado de ver a dos occidentales en su local, pero nos atiende a las mil maravillas. Tanto los bocatas como las cervezas nos saben a gloria (1800¥).
Pasamos por un 7/11 antes de volver al hotel a comprar guarradas varias para desayunar y picotear.
El hotel cuenta con rotemburo en la planta superior y allá vamos. Siguiendo su protocolo, pasamos un buen rato en remojo relajándonos después de varios días de trote.
De vuelta a la habitación, nos terminamos el licor yumeshu que compramos en Kobe anoche y a ¡descansar!