10/10/2018 (día 15): disfrutamos de una excursión de mediodía a la bella Kawagoe y de nuevo, volvemos a Ikebukuro y Shibuya a disfrutar de sus tiendas y de una buena cena española.
Hoy al levantarnos decidimos ir a conocer la cercana localidad de Kawagoe en la prefectura de Saitama. Y a la vuelta a Tokyo disfrutaremos de los animados barrios de Ikebukuro y Shibuya que tanto nos gustan. Y os preguntaréis, Kawagoe, ¿cómo se da con ese sitio? Justo antes de este viaje, seguíamos a un par de youtubers españoles afincados en Japón desde hace años. Y uno de ellos, vive en Kawagoe… de ahí empezamos a conocer este nombre. Curiosamente, al empezar a mirar info de este lugar, vimos que la familia de Japonismo también lo conocían y recomendaban. Y como para el tercer viaje buscábamos lugares nuevos, pues la incluimos en la ruta 🙂
Así que después de levantarnos con calma y desayunar en la habitación, vamos a buscar el metro a Kawagoe. Aunque hay una línea JR que llega a aquí, la mejor opción para llegar desde Ginza (dónde estamos alojados), es usar las líneas privadas Tobu Tojo Line o la Shebu Shinjuku Line. Por este motivo, dejamos esta visita fuera de los días que teníamos el Japan Rail Pass (JRP) activo. Tomamos el metro y en unos 45 minutos estamos en Kawagoe-Shi, una de las 3 estaciones que tiene Kawagoe.
Kawagoe (川越): conocida como la pequeña Edo ya que durante el periodo de Edo fue ciudad de referencia para la capital, Edo (Tokyo). Desde aquí se distribuían la mayoría de mercancías necesarias en la capital. De modo que ganó gran relevancia comercial y estratégica. Por ello, el shogun construyó un bonito castillo para sus hombres más leales de modo que podía mantener una relación estrecha y de confianza con Edo. Hoy, aún conserva el encanto de la época y algunos lugares de interés que no puedes perderte.
Caminamos unos 15 minutos por calles con mucho encanto hasta llegar al primer punto de la ruta por Kawagoe, el Templo Kitain. Los edificios y la fuente de purificación que vemos nada más llegar al recinto, ya nos gustan.
Templo principal de la secta Tendai en la región de Kanto es además importante por albergar los únicos edificios que se conservan del antiguo Castillo de Edo. Pagamos las entradas (500¥) y accedemos a su bonito interior rodeados de escolares nipones de excursión 🙂
Construido en 830, junto a otros tres templos, Kitain se convirtió en el templo principal a finales del siglo XVII bajo el liderazgo de Tenkai. Persona de confianza de los 3 primeros shogun de la era Edo. Lamentablemente, en 1638, un incendio destruyó la mayor parte del templo. Pero el shogun Tokugawa Iemitsu ordenó el traslado de varios edificios del Castillo de Edo a Kawagoe para ayudar a su reconstrucción. Por ello, hoy son los únicos edificios sobrevivientes del Castillo de Edo ya que los edificios que quedaron en Tokyo fueron destruidos por completo durante el Gran Terremoto de Kanto (1923) y la II Guerra Mundial.
El lugar es realmente impresionante y saber la historia y lo que representa, aún lo hace más especial. Recorremos las grandes salas con suelos de madera pulida, tatami y pinturas y decorados.
En una de las habitaciones, se conserva la armadura de un general y se cree que es donde nació Iemitsu.
Podemos pasear por los porches de los edificios y un bonito puente de madera mientras observamos los fabulosos jardines del templo.
Cuando acabamos de recorrer el recinto, salimos hacia el patio que conserva las estatuas de Gohyaku Rakan. 540 estatuas de piedra de los discípulos de Buda, cada uno con su propia expresión facial.
Nos recuerda en cierto modo al Monasterio de los 10.000 Buda de Hong Kong.
Es de lo más curioso pasear entre las estatuas situadas en un pequeño patio separado en los terrenos del templo. Lo hacemos prácticamente a solas, bajo una agradable sombra que se agradece con el bochorno que hace hoy.
Volvemos hacia el patio principal del templo y cuando nos dirigimos hacia la pequeña pagoda de madera lacada en rojo, nos cruzamos con Razi, el youtuber que os contaba antes. Nos hace mucha gracia pero no lo molestamos ya que está trabajando en uno de sus guiados.
Este lugar tiene una particularidad más. Cuando el shogun Tokugawa Ieyasu falleció en Shizuoka, se transportaron sus restos a Nikko. Pero a modo de homenaje por lo que el shogun había hecho por el Kitain, durante el viaje hacia Nikko se celebró un servicio aquí también. Y de este modo, dio lugar el Santuario Semba Toshogu dentro de sus instalaciones. Por este motivo, los tres santuarios Toshogu más importantes de Japón son los de Shizuoka, Kawagoe y Nikko, respectivamente. Así que ya solo nos faltará conocer el de Shizuoka 🙂
Tras esta interesante visita, caminamos unos 10 minutos hacia el norte de la ciudad. Nos dirigimos al Honmaruo Goten o Kawagoe-jo. Compramos las entradas (100¥ pp) y accedemos al recinto. Honmaru Goten significa «el palacio en el círculo de defensa más interno» y, este es el único edificio que se conserva del Castillo de Kawagoe.
Construido originalmente en 1457, cuando Tokugawa Ieyasu se hizo cargo de su gobierno. Se tiene constancia de que a lo largo de Periodo Edo, fue ocupado por 21 señores que mantuvieron las relaciones con el shogunato como ciudad comercial y punto defensivo al norte de Tokyo.
Por lo que deducimos por la poca información en inglés que encontramos, el lugar conserva las puertas de origen, pintadas a mano con bonitos detalles. Como siempre, es un placer caminar por los suelos de madera pulida y de tatami de las diferentes estancias. En algunas salas además, encontramos pequeñas recreaciones de la vida en el Kawagoe-jo.
La estructura que actualmente se conserva, se añadió al castillo en 1848, poco antes del final de la edad feudal. Podemos disfrutar de la visita a los jardines desde las grandes habitaciones con suelos de tatami.
Y de un bonito jardín de estilo zen en el que sólo se escucha el agua de las fuentes correr y los pájaros cantar. Hay muy pocas personas visitando el lugar y es de lo más agradable. Una pareja de ancianos japoneses se sorprende al encontrarnos embobados mirando el jardín 😛
Cuando acabamos de recorrer el recinto, salimos hacia las calles comerciales del centro de Kawagoe. Conocidas como Warehouse o Kurazukuri no Machinami, es el distrito de los antiguos almacenes y conservan el aspecto del Periodo Edo.
Como os explicaba, Kawagoe era una ciudad con mucha actividad comercial ya que aportaba suministros a Tokyo. Muchos comerciantes ganaban tanto dinero que pudieron construir tiendas de estilo Kurazukuri además de los almacenes. Afortunadamente, algunos de estos edificios se conservan a día de hoy y podemos disfrutar de su vista. La mayoría de edificios son viviendas con tiendas o restaurantes en la planta baja. Y es en una de esos pequeños restaurantes dónde vamos a comer hoy.
Nos decantamos por un pequeño restaurante regentado por una señora mayor, en el que apenas hay 3 mesas. La señora nos explica como puede que sólo se puede escoger entre yakisoba y ramen. Hace un calor brutal, así que escogemos los yakisoba. Llevan panceta y pulpo y están realmente deliciosos, acompañados por un té que nos sirve de forma gratuita (1200¥).
Con las pilas cargadas, seguimos avanzando por las calles comerciales. La gran pega para nosotros, es que a diferencia de las calles comerciales que vimos en Takayama por ejemplo, aquí hay un tráfico brutal que obliga a los peatones a ir apretaditos por las estrechas aceras que hay. Como ya es costumbre siempre que visitamos una ciudad japonesa, nos fijamos en las bonitas tapas de alcantarilla.
Nos adentramos en el callejón de los caramelos o Kashiya Yokocho. Una calle estrecha repleta de tiendas de dulces, caramelos, galletas y mochis. Se sabe que a principios del Periodo Meiji (1868-1912) había más de 70 tiendas en esta calle. Actualmente, se conservan unas 25, que continúan produciendo al estilo tradicional.
Estamos súper llenos después de la comida pero todo tiene una pinta brutal, así que nos compramos un pack de mochis para llevar (500¥).
Cerca de la calle principal encontramos el antiguo campanario. Construido como símbolo de referencia, el reloj da las horas 4 veces al día , a las 6, 12, 15 y 18h. Sobre las 16,30h y con la mayoría de tiendas cerrando, decidimos dar por concluida nuestra visita a Kawagoe. Caminamos siguiendo la calle comercial hasta llegar de nuevo al metro. Otros 40 minutos de trayecto aproximadamente de vuelta a Tokyo, pero esta vez bajamos en Ikebukuro.
No es nuestra primera vez en este barrio tokyota, de hecho, es uno de nuestros favoritos 🙂 Al salir de la estación no podemos evitar acordarnos del diluvio universal que caía la primera vez que estuvimos aquí en 2011. Nos dirigimos por Sunshine-Dori hacia las tiendas de anime de la zona. Entramos en Animate y en Mandarake. Son súper grandes y pasamos un buen rato echando un vistazo a todo lo que tienen. Ikebukuro, para los que no lo sabéis, le llaman la «Akihabara de las chicas». Puedes encontrar las mismas cosas que en Akiba pero todo es como más relajado…
Entramos también en unas salas de recreativos de SEGA en las que pasamos un buen rato echando algunas partidas. No podemos evitar acordarnos de nuestro paso por el Joypolis en 2011, ¡cómo disfrutamos! Estos momentos friki en Japón nos encantan 😛
Entramos en Tokyu Hands, un súper centro comercial en el que encuentras de todo. Para este viaje he pensado llevarme algunos platos, boles, etc. ya que me encantan. Los que venden aquí son realmente preciosos, pero tienen unos precios muy elevados, así que me conformo con mirar. Nos acordamos que en las últimas plantas hay un neko café que visitamos en el 2º viaje y vamos hacia allá.
Los que nos seguís, ya sabéis que nos gusta visitar este tipo de cafeterías cuando visitamos Asia. A nosotros nos encantaría tener un gato en casa pero nuestros horarios y estilo de vida, son incompatibles con un animal de compañía. Somos grandes amantes de los animales y grandes defensores del turismo responsable. Algo que con los años viajando hemos aprendido. Así que siempre, siempre que hacemos alguna actividad en la que hay animales de por medio nos aseguramos del buen trato y cuidado de éstos. Ante la mínima sospecha de maltrato, salimos por patas y lo denunciamos a los cuatro vientos.
Este Neko ya lo conocíamos y sigue manteniendo el cuidado y mimo de los animales. Pagamos la entrada que incluye un par de bebidas (1400¥ los dos) y tras pedir unos frapuccino de té verde, y lavarnos bien las manos y quitarnos los zapatos, accedemos a la sala de los gatitos. Estamos unos 30 minutos disfrutando de su compañía y riéndonos de las ocurrencias de los mininos.
De vuelta en la calle, nos acercamos a la JR Ikebukuro y allí cogemos la línea JR Yamanote hasta Shibuya. ¡Volvemos al que fuera nuestro barrio en el 1r viaje! Buscamos un rincón de la 1a planta de la estación JR Shibuya que descubrimos también en el 2º viaje y desde el que se disfruta de una vista muy chula del paso de peatones más famoso, ¡y gratis!
Salimos a la calle y de nuevo pasamos frente al perro más fiel: Hachiko. Está atestado de gente y ya tenemos fotos de anteriores viajes, así que seguimos con el paseo. Conocemos bien esta zona pero no deja de alucinarnos verla por la noche una vez más.
Cruzamos de nuevo ese fascinante paso de peatones de Shibuya… el más transitado del mundo mientras sentimos ¡emoción máxima por volver a estar aquí!
Nos dirigimos hacia las estrechas calles de Center-Gai, el centro neurálgico de la cultura joven tokyota. Ya conocemos estas calles de los anteriores viajes pero aún así, nos encanta recorrerlas de nuevo.
Esta zona repleta de tiendas de moda, restaurantes y salas de recreativas tiene un ambiente brutal, sobretodo al caer la tarde.
Se acerca la hora de cenar y nos acordamos del restaurante español que visitamos tanto en el 1r como en el 2º viaje y decidimos acercarnos a ver si sigue abierto. Para nuestra sorpresa, ¡aún está abierto! Así que por los viejos tiempos, entramos 🙂 Pedimos un par de copas de vino y nos montamos un picoteo a base de patatas bravas, jamón, pan con tomate, champiñones al ajillo y un revuelto de setas marinadas con tomate. ¡Todo está delicioso! Aunque no es nada barato (4300¥) cenamos de coña. Nos llama mucho la atención lo vacío que está hoy el local. En las anteriores visitas estaba lleno hasta la bandera y nos quedamos un poco así… no sabemos lo que durará el lugar abierto.
Mientras comemos, el dueño del restaurante, y cocinero, se acerca a saludarnos. Cuando le explicamos que somos de Barcelona y que es nuestra tercera vez en su restaurante se alegra tanto que nos invita a otra copa de vino. Intercambiamos algunas palabras en español y hasta alguna en catalán 🙂 Y es que como os había explicado en otros diarios, se trata de un japonés que vivió un tiempo en Barcelona mientras aprendía nuestra cocina.
Después de una fabulosa cena y un buen rato de charla de intercambio cultural, nos despedimos del tipo y volvemos hacia la JR Shibuya. Cogemos un metro de la Ginza Line que en menos de 10 minutos nos deja junto al hotel (165¥ pp). Nos vamos derechos a dormir, estamos ko después de tanto andar hoy.