03/10/18 (día 8): hoy dejamos Kyoto y vamos a conocer otro de los grandes castillos de Japón, el de Himeji, antes de irnos a dormir a Okayama
Hoy llega un día muy esperado para nosotros y es que al fin, vamos a poder conocer el castillo de Himeji. Nos levantamos a las 7,30h y después de desayunar, cerramos las maletas y hacemos el check-out. En recepción entregamos las maletas junto a los formularios de Yamato Transport que rellenamos anoche.
Nos gestionarán el envío del equipaje hacia el hotel de Tokyo (1800¥ cada maleta), y nosotros nos llevamos la Tortuga para los siguientes 5 días. Así será más cómodo ya que en los próximos días tenemos que hacer múltiples trayectos y cambios de hotel.
Nos dirigimos hacia la JR Kyoto dónde a las 8,23h sale el Shinkansen para el que reservamos asientos hace un par de días, hacia nuestro siguiente destino: Himeji. Al igual que nos pasó en el segundo viaje, nos entra un gran pesar al dejar esta ciudad. Sin duda, nuestra favorita del mundo. El trayecto dura 1h y disfrutamos de nuevo de la experiencia de ir a bordo de un tren de alta velocidad en Japón 🙂
Dejamos la mochila en una consigna de la estación (300¥) y pasamos por la oficina de información turística dónde nos explican cómo ir al Mt Shosha. Deberemos ir a la estación de buses (justo enfrente de la JR Himeji) a comprar los tíquets combinados de bus y teleférico (1400¥ pp). En la estación de buses, nos dicen que el bus nº 8 (el que lleva hasta la parada del teleférico) se puede coger desde el andén 10 de la estación o desde las paradas de bus cercanas al castillo y al jardín. Una vez comprados los billetes, nos ponemos en marcha.
Himeji (姫 路): con medio millón de habitantes, es la segunda ciudad más grande de la prefectura de Hyogo después de Kobe, es famosa por su Castillo, considerado como el castillo feudal más bello de Japón.
Caminamos unos 15 minutos por Otemae-dori desde la salida norte de la estación. Nos dirigimos al punto más relevante de la ciudad mientras disfrutamos de esta tranquila ciudad. Himeji siempre ha quedado pendiente en los anteriores viajes porque durante años estuvo cerrado al público por obras de restauración. Justo las terminaron esta primavera, así que esta vez no podía faltar 🙂
Como ya he explicado en otras ocasiones, aquí decoran las tapas de alcantarilla con el logo o un símbolo que representa a la ciudad. Y debo decir que las de Himeji, ¡me gustan mucho!
El Castillo de Himeji, también conocido como La Garza Blanca por su elegante y blanca fachada, está considerado como el más espectacular de Japón. Tanto por su imponente tamaño y belleza, como su complejo terreno. Desigando Tesoro Nacional y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1993.
Está rodeado de un bonito foso con agua y debemos cruzar un puente de madera para llegar hasta su antigua puerta principal, la Puerta Otemon.
Este Castillo es uno de los 12 castillos originales del país, igual que el de Matsumoto que conocimos en 2013. Su origen se remonta a 1333, cuando el señor del distrito de Harima (actual región de Himeji) construyó un fuerte en la zona. En 1581, Toyotomi Hideyoshi construyó un castillo de tres pisos para defender la región de los conflictos en los terrenos del antiguo fuerte.
20 años después, Ikeda Terumasa (yerno del shogun Tokugawa Ieyasu), desmanteló la torre principal y construyó una nueva con cinco pisos de altura. Y utilizó los materiales originales para construir las torres menores del castillo. A partir de 1601, se convirtió en una importante sede del gobierno feudal durante el periodo Edo, y en cuartel del Ejército Imperial durante el periodo Meiji. En su web podéis encontrar toda la historia e información práctica.
Tras un poco de historia, seguimos con la visita. Al cruzar la Otemon, accedemos a un gran patio ajardinado desde el que ya vemos una buena panorámica del Castillo. Esta zona gratuita y hay unos bonitos jardines.
Cruzamos hasta el otro extremo dónde están las taquillas y compramos la entrada combinada del Castillo más el jardín (1040¥ pp), y accedemos a través de la puerta Hishi.
Conforme nos vamos acercando a la gran construcción blanca, nos vamos enamorando más de este lugar… Decidimos visitar primero la Nishinomaru, la antigua residencia de la princesa.
Podemos acceder a su interior. Pasillos de madera pulida y salas con suelos de tatami realmente bonitas. Desde aquí hay unas vistas impresionantes de la fortaleza de Himeji.
En el interior del edificio, también descubrimos las tácticas de defensa que tenía el castillo y cómo se desarrolló su construcción. Después, recorremos los jardines de la princesa bajo un sol abrasador, y eso que no es ni media mañana. Son bastante sencillos pero tienen unas vistas espectaculares. No podemos dejar de mirar a la garza blanca.
Decidimos ir hacia el Torreón principal y para llegar a él, debemos recorrer unos pasillos entre murallas que recuerdan a un laberinto.
El camino de acceso al edificio principal se construyó rordeado de murallas y múltiples puertas y giros, con la intención de dificultar la entrada a la torre. Lo que les daba algo más de tiempo para preparar la defensa.
La torre principal es espectacular. Se trata de una estructura de madera de 6 pisos de altura. Lo que más me gusta son los tejados, tan decorados y con todo tipo de detalle.
Entramos al edificio y vamos ascendiendo por estrechas y empinadas escaleras hasta lo más alto, mientras recorremos imponentes salas hechas de madera pulida con multitud de estancias, cada una destinada a algo concreto.
En todas las salas hay carteles informativos en japonés e inglés dónde explica la historia del lugar, de los samurai y a qué estaba destinada cada estancia. Al llegar al último piso podemos disfrutar de las vistas del recinto del castillo con sus laberintos y la ciudad de Himeji al fondo.
También desde aquí tenemos una buena visión de los shachihoko o shachi. Ese animal del folklore japonés, con cabeza de tigre y cuerpo de carpa que protege al castillo de los posibles incendios. Y el motivo es que en el antiguo Japón, se creía que este animal tenía el poder de provocar lluvias. Los shachi de este castillo son muy bonitos y en una de las estancias del castillo, guardan en vitrinas los antiguos shachihoko del periodo Edo y del Meiji.
Felices por haber podido disfrutar de este magnífico lugar, salimos hacia la explanda que hay frente la castillo desde dónde echamos unas últimas fotos de la fortaleza.
De camino a la salida, vemos unas tiendas y compramos un imán súper cuqui de Shiromaruhime, la mascota de Himeji (380¥). Y también unas bebidas fresquitas y algo de picoteo, que nos tomamos antes de salir del recinto.
A pocos pasos al oeste de la puerta principal del castillo, encontramos el Kokoen. Accedemos al jardín con la entrada combinada que compramos antes. Estos jardines fueron inaugurados en 1992 en el antiguo emplazamiento de la residencia oeste del señor feudal (Nishi-Oyashiki).
Se tratan de 9 jardines separados, amurallados, y diseñados en varios estilos del Periodo Edo, en los que podemos disfrutar del inicio del momiji.
Aunque los visitamos rápido, disfrutamos del lugar. Sin duda, ¡los japos si saben hacer jardines bonitos!
Tras aproximadamente una hora recorriendo los jardines, salimos a calle principal. Buscamos la parada de bus más cercana para ir al Mt Shosha.
Estamos en la parada de bus esperando, cuando un yayo se acerca a ofrecernos ayuda. El hombre habla un inglés bastante decente y se queda con nosotros charlando los 5 min que faltan para la llegada del bus nº 8. El tipo alucina cuando al preguntarnos si es nuestra primera vez en su país, nosotros le respondemos que es ¡la tercera!
Nos pregunta de dónde somos, qué lugares hemos visitado del país y qué es lo que más nos gusta. Él nos explica que si se tiene que quedar con un solo lugar, escogería Hiroshima, por toda su historia y por cómo a pesar del duro golpe, el pueblo siguió adelante.
Al llegar el bus nos despedimos del señor. Nos ha hecho la espera más amena 🙂 El trayecto son casi 40 minutos hasta la última parada, la Shosha Ropeway, junto al teleférico. Al llegar a allí, nos echamos una carrera porque vemos que sale uno ya, y si no tendremos que esperar 15 minutos al siguiente…
El primer teleférico del Monte Shosha se construyó en 1958, siendo ampliado en 1992 para conseguir una mayor capacidad. El trayecto dura unos 4 minutos y salva un desnivel de más de 200 metros.
En 10 minutos llegamos a la estación superior del teleférico, la Sanjo Station.
En Sanjo encontramos las taquillas de la zona monumental (500¥ pp) del Monte Shosha y nos adentramos en el recinto. Para llegar a la zona de templos se puede coger un minibús que te acerca en 5 minutos (500¥ i/v) o bien, hacer como nosotros y disfrutar de unos 20 minutos de caminata por un camino en medio de un bonito bosque.
Estamos en el Mt. Shosha, a 371 metros sobre el nivel del mar y el motivo de venir hasta aquí es visitar el templo Shoshazan Engyo-ji. Este templo con más de 1000 años de antigüedad considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y Tesoro Nacional, guarda una rica historia escondida entre un paraje natural fascinante. El lugar se hizo muy famoso, cuando se rodaron las escenas de la película “el Último Samurái» en 2003.
En unos 15 minutos llegamos a la antigua puerta Niomon. La primera que marca el acceso al recinto del templo. Y unos 5 minutos más nos encontramos frente a imponentes edificios de madera muy antiguos rodeados de cedros centenarios.

Pero antes de recorrer esta bonita zona repleta de templos, vamos a comer que son las 14h. Llevábamos apuntado que hay un pequeño local en el que sirven ramen vegetariano. Nos pedimos uno para cada uno y está realmente deliciosos. La abuelita que lleva el local, nos va sirviendo té verde fresquito conforme se nos va vaciando el vaso. Comemos realmente bien por 1000¥ los dos.
Tras una comida deliciosa entre locales, comenzamos a recorrer el gran recinto del Engyo-ji. Los edificios del templo están distribuidos en una amplia zona densamente boscosa en la cima de la montaña. Comenzamos la visita por el Maniden. Esta hermosa sala del templo construida sobre pilares de madera en una empinada ladera.
Tras encender unos inciensos aquí siguiendo los rituales budistas, nos caminamos 5 minutos más por un sendero en el bosque nos lleva a los tres enormes salones del templo de madera del Engyo-ji, conocidos como Mitsunodo.
Está conformado por el Daikodo o salón principal, el Jikido destinado al alojamiento y comedor, y el Jogyodo o gimnasio. Podemos acceder al interior del Jikido dónde exhiben antiguos tesoros del templo.
Estos edificios y sus alrederores se utilizan con frecuencia para el rodaje de películas. Como os decía, la más famosa rodada aquí fue la película de «El último Samurai» de Tom Cruise. Fue rodada parcialmente en la montaña que rodea el templo y algunas escenas se tomaron alrededor y dentro de los pasillos de Mitsunodo. Ya conocimos otro escenario de esta pelicula en el 1r y 3r viaje en Kyoto.
También nos acercamos a la Torre de la Campana y al Kongodo Hall pero ya nos da pereza llegar hasta el Kaizando Hall.
El Mt Shosha es un lugar poco visitado por los occidentales. La mayoría de los turistas que llegan a Himeji, visitan el castillo y siguen con la ruta hacia Hiroshima o Kyoto (según el sentido). La ventaja repetir viajes al país nipón es que puedes apartarte de la rutas tradicionales y conocer lugares tan fantásticos como éste, que visitamos prácticamente a solas.
Tras un buen rato admirando el lugar, hacemos de nuevo el paseo por el bosque hasta la estación superior del teleférico. Pero esta vez seguimos otra ruta en la que encontramos bonitas estatuas de Buda por el camino.
Son las 15,45h cuando llegamos a la estación y justo sale uno de vuelta a la falda del Mt Shosha. Una vez abajo, esperamos 3 minutos a que llegue el bus nº 8 que nos lleva de vuelta a la estación de buses, situada frente a la JR Himeji. Recogemos la mochila de la consigna y cogemos 1r shinkansen Hikari hacia Okayama.
Okayama (岡山): desarrollada como una ciudad con castillo durante el Periodo Edo (1603-1867). Conocida por el Korakuen Garden, considerado como uno de los tres mejores jardines paisajísticos de Japón.
Al llegar a Okayama, salimos de la estación y vamos hacia el hotel. Para la estancia de esta noche, escogimos el hotel Mitsui Garden (habitación doble pequeña, 11.880¥), situado a muy pocos pasos de la estación JR Okayama. El hotel cuenta con un sentō en la planta superior dónde poder relajarnos a estas alturas del viaje.
Hacemos el check-in en el hotel, y cogemos un tranvía (100¥ pp) desde la JR Okayama para ver castillo iluminado en la noche. Nos llama la atención que los tranvías son antiguos y llevan rotulados dibujos de Tama, la gatita jefa de estación JR Kishi en Wakayama, desde 2007 hasta 2015. Y nos fijamos en la destreza del maquinista…
Desde la estació del tranvía, caminamos unos metros a través de un paso subterráneo y luego por un paseo junto al río Asahi hacia el Okayama-jo. Construido en 1597, fue uno de los más grandes de Japón. Sede de 15 señores feudales consecutivos durante 3 siglos. Quedó destruido durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruido en 1966.
Echamos unas fotos desde el paseo y volvemos hacia la zona del hotel. Entramos en un restaurante para cenar pero nos ocurre algo muy curioso. La camarera nos trae la carta y no hace más que repetir algo en japonés que evidentemente no entendemos. Le intentamos dar el móvil con el Google Translate pero nos lo aparta y continua diciéndonos algo en japo.
Me acerco a la puerta a mirar los horarios del local, pensando en que quizá nos dice que están cerrando pero aún falta más de 1h y hay más locales cenando en el restaurante… al final, frustrados por no podernos entender con ella, salimos y vamos a buscar otro sitio.
Tenemos hambre y estamos cansados, así que no nos complicamos. Cenamos en un McDonalds (1300¥) en la misma JR Okayama y de vuelta al hotel compramos desayuno para mañana en un kombini.
Subimos un rato a relajarnos al sento y luego a dormir. Hoy ha sido otro de esos días que recordaremos siempre.
Si queréis saber más sobre la gatita Tama, os recomiendo leer a Japonismo.