25/09/2017 (día 13): volamos hacia el siguiente punto en la ruta, la kárstica Guilin y disfrutamos de sus pagodas iluminadas en la noche y comemos la pizza más rara del mundo
Nos levantamos a las 7,30h con un sueño tremendo… Cerramos las maletas y bajamos a desayunar al Starbucks que hay frente al hotel (94¥). Después volvemos a buscar las maletas y hacemos el checkout. Hoy cambiamos de nuevo de destino, vamos a conocer la kárstica Guilin.
No tenemos ganas de dar vueltas con las maletas por el transporte público, así que cogemos un taxi. En media hora larga de trayecto (60¥), nos deja en la terminal 2 del aeropuerto de Chengdu.
Vamos a un mostrador de facturación de Air China y enseñamos los pasaportes. Nos facturan las maletas e imprimen los billetes. Luego pasamos el control de pasaporte y seguridad. Por lo visto aquí hay que pasarlos en todos los aeropuertos, aunque hagas vuelos internos.
Y tras toda la burocracia nos dirigimos hacia la puerta de embarque. No vemos ninguna cafetería para tomarnos algo mientras esperamos. Compramos un café y un Redbull en unas máquinas (12¥), y nos sentamos a esperar que llegue la hora de embarque.
El vuelo sale puntual y de nuevo vemos que obligan a apagar los móviles, nada de modo avión… La explicación está en que ellos hacen copias de copias, de copias de móviles 😛 Y se ha demostrado que aunque pongan el modo avión, siguen recibiendo y emitiendo datos. Así que por seguridad los hacen apagar a todo el mundo por si las moscas.
A mitad de camino nos sirven un plato de pollo con verduras y arroz que no está mal. ¡No nos lo esperábamos! Teniendo en cuenta que volamos con una low cost… y nos recuerda que en Indonesia también nos pasó.
Aterrizamos en Guilin a la hora prevista habiendo disfrutado del paraje tan bello que se ve desde el aire en la aproximación. Recogemos nuestras maletas que salen de una pieza. Y compramos los billetes del shuttle bus que sale hacia la ciudad cada hora en punto (20¥) y que está a punto de salir.
En apenas 15 minutos arranca y tras 45 minutos de trayecto llegamos frente al hotel Aviation Center. Aquí ya nos esperan un montón de piratillas ofreciendo taxi. Son súper duros regateando… No hay manera de bajar el precio y no nos queda otra que aceptar los 20¥ que piden por 10 minutos de trayecto.
Aquí vivimos una de esas situaciones desesperantes, y es que el taxista que nos coge no tiene ni idea de dónde debe llevarnos. El hostal está en la calle principal, le enseñamos la dirección en chino, marcamos el camino a seguir en el mapa, enseñamos nuestro GPS y un colega suyo le explica dónde es… y aún así no sabe por dónde tirar… ¡madre mía, qué torpe!
Le cuesta hasta programar su GPS… joé nos ha tocado el que no sabe hacer ni la o con un canuto 😀 Tras 5 minutos intentando programar el GPS (¡y no exagero!) arranca en la dirección que llevábamos 10 minutos diciéndole. Al fin, en apenas 10 minutos estamos frente a la puerta del hostal. Hemos tardado más en arrancar que en llegar 😛
Para el alojamiento de las siguientes dos noches, escogimos el hostal Guilin Sky Palace, situado en el centro de la ciudad. Hacemos el checkin sin problemas. Por suerte, las chicas de recepción hablan un inglés bastante decente.
Dejamos las maletas en la habitación y salimos en busca de un restaurante dónde comer. A lo tonto son las 15,30h y el arroz que nos sirvieron en el avión a las 12h ya está en los pies…
Vemos un centro comercial en la acera de enfrente, y entramos. En seguida encontramos un restaurante abierto y sin mirar demasiado, pedimos unos cuantos platos que no están mal (106¥).
Después de comer, volvemos al hotel y nos echamos un rato. Estamos realmente agotados después de varios días de non-stop y necesitamos bajar el ritmo.
Pero nos cuesta muchísimo dormir porque la habitación está en un primero que da a la calle principal. Y a los chinos como es típico en el sudeste asiático, les encanta dar bocinazos… China en general está plagada de motos, pero Guilin en particular, está atestada. Es increíble las «mareas» de motos que ves continuamente por la calle.
Al atardecer salimos hacia la calle peatonal y comercial Zhengyang Pedestrian Street que tenemos justo al lado del hostal. Al principio de la calle vemos un sitio dónde hacen zumos y batidos con buena pinta. Pedimos un par de ellos para refrescarnos (32¥). A pesar de que ya ha oscurecido, hace un calor húmedo tremendo y estamos sudando como pollos… otra vez.
Llegamos hasta el Riyue Shuangta Cultural Park. En el centro de este parque, encontramos el lago Shan Hu que alberga las pagodas del Sol y la Luna. Estas pagodas de estilo budista construidas en el centro del lago deben su nombre a la iluminación nocturna.
Decidimos rodear el lago mientras damos un agradable paseo por la zona ajardinada del parque. Apenas son las 8 de la tarde pero ya es noche cerrada. Y la verdad es que hay una bonita estampa de las pagodas iluminadas sobre el lago.
Además, como ya he comentado alguna vez, los chinos son de ponerle lucecitas a todo. De modo que también algunos árboles y plantas del parque están iluminados, lo que hace que el paseo sea de lo más agradable y curioso a la vez.
Existe la posibilidad de subir a una barca que te acerca hasta las pagodas. La verdad es que viendo lo llenísimas de gente que van, dan tanta grima que ni miramos el precio para cogerlas. ¡Éso vuelca seguro! 😛 Damos la vuelta completa al lago mientras disfrutamos de un buen paseo por el lugar.
Tras unos 20 minutos, llegamos de nuevo a la calle comercial. Son las 20,30h y buscamos un sitio dónde cenar. Vemos un restaurante que ofrecen pizzas, y cansados de tanto picante e irritante, entramos. Debo decir que una vez en el comedor situado en el 1r piso nos llama la atención que el local está completamente vacío. No hay ni una alma comiendo aquí a pesar de que la calle está repleta de gente…
Nos cuesta horrores explicarle a la camarera que no queremos pimiento en la pizza. Lo intentamos señalándole la palabra en la carta, buscando en la app Pleco la traducción en chino, y señalándole una foto en la que sale un pimiento en Google y diciendo no… Aún así la cara de la chica es un poema y lo dejamos estar encomendándonos a todos los santos que conocemos 😛
Finalmente llega la pizza… sin pimiento, sin salsa de tomate y ¡con zanahoria! Es la pizza más rara e insípida que hemos comido en la vida… nuestra cara debió ser un poema comiendo una masa de pan con zanahoria, cebolla, 2 trozos de bacon y mozzarella…
Dos «pizzas» y dos refrescos nos cuestan 118¥. Nada barto y aún flipando y lamentándonos por no haber desconfiado, volvemos al hostal. La verdad es que después de la siesta que nos hemos echado no tenemos sueño. El hostal cuenta con una zona común con terraza, sillones, juegos de mesa y billar. Y vemos que hacen cócteles y decidimos pedirnos un par de mojitos.
Cuando los probamos, llegamos a la conclusión que todo en China son copias malas… Es el primer mojito que nos bebemos en nuestra vida por compromiso, porque ¡está malísimo! Qué fiasco de día llevamos con la comida… 😛
Los chicos que llevan el hostal nos invitan a echar una partida de billar con ellos mientras nos tomamos las «copas», y aceptamos. Pasamos un buen rato charlando mientras echamos un par de partidas con ellos, ¡son la mar de majos! A lo tonto, son más de las 24h cuando subimos a la habitación. Tras un día de lo más raruno, nos vamos a dormir, mañana conoceremos un poquito más de Guilin.