07/10/2016 (día 7): vivimos una de las mejores experiencias de nuestra vida, vamos a un campamento de recuperación de elefantes a cuidarlos por un día
Nos levantamos a las 7h y bajamos a desayunar. Hoy tenemos prevista una jornada muy especial. Vamos a pasar la mañana en un campamento de recuperación de elefantes, cuidando a estos alucinantes animales por un día. Como os explicaba en los preparativos, contratamos el tour de hoy a través de la agencia de Pau, «Tu guía en Chiang Mai«.
A las 8,20h nos recoge la guía local Mong. Tras asegurarse que llevamos toallas, bañador, protector solar y repelente de mosquitos vamos hacia la furgoneta que nos espera. Nos presenta al conductor y a su hermana, Nian, que también es guía y nos acompañará. Nos ponemos en marcha y nos explican que aunque allí habrá más grupos, nosotros iremos solos con ellas.
Hacemos una parada a medio camino en un mercado a comprar comida para los elefantes: un par de sacos de pepinos, otro de cañas de azúcar, patatas… y también la comida para nosotros (la tenemos incluida en el tour).
Tras un par de horas de camino, el último tramo por carretera de montaña con unas curvas tremendas, llegamos a la zona del Chang Siam Camp. Cogemos la comida y bajamos hasta las casas de los cuidadores. Nos dan un pantalón y una camisa para ponernos encima del bañador y ¡ya estamos listos para la tarea! Desde sus casas ya podemos ver a los primeros elefantes en libertad y alucinamos.
Las chicas nos explican muchísimas cosas sobre los elefantes… Nos cuentan que pueden vivir hasta los 100 años. Procrean hasta los 40 y pico, el embarazo es de dos años y suelen tener un máximo de 5 crías. Los machos se juntan con varias hembras. Pesan hasta 2 toneladas y comen a diario aproximadamente el 10% de su peso… Su vida se resume en comer, evacuar, bañarse y dormir… Y una larga lista de más datos curiosos.
También nos explican que aquí tienen animales rescatados de otros «campamentos», zoos y exhibiciones. Por eso algunos tienen cicatrices, aquí les curan las heridas al llegar. Nos muestran a uno de los adultos que le falta un trozo de oreja por ejemplo. Pero que aquí los cuidan con mimo.
Los que nos conocéis, ya sabéis que para nosotros es muy importante saber que no se abusa ni maltratan a los animales. Algo desgraciadamente, muy común en muchos sitios turísticos. De hecho antes de contratar el tour, comprobamos que el campamento estuviera certificado. Y vimos que así lo estaba por varias ONG de protección a los animales, como FAADA.
Mientras nos explican todo ésto hay un momento en que un jovenzuelo casi nos arrolla… ¡qué sigiloso, ni lo oímos venir! La guía nos explica que los peques son muy alocados y ¡solo corren en busca de comida! No ven nada más que no sea comida 😀
El grupo que había dando de comer a algunos elefantes mientras nos explicaban las chicas ya se ha ido y ahora es nuestro turno. Los cuidadores traen a algunos elefantes para que los ayudemos a darles de comer. ¡Madre mía qué manera de comer, son unos ansias! Sus cuidadores nos muestran cómo darles la comida.
Se la puedes dar directamente en la boca dándoles una indicación para que suban la trompa. O ellos te la cogen de la mano usando su trompa, ¡menuda sensación!
Los cuidadores están a su lado en todo momento. La guía nos comenta que los colocan detrás de la barandilla porque si no sería fácil que nos pisaran mientras les damos de comer. Por lo visto cuando comen, no ven nada más.
Damos de comer a dos peques y a dos adultos, éstos últimos ¡son enormes! Cómo impresiona verlos de cerca… y por lo visto los asiáticos son bastante más pequeños que los africanos… ¡no quiero imaginar lo que será estar al lado de un elefante africano!
Tras la comida, nos explican cómo decirles a los elefantes que paren, que caminen o que giren. Nos dicen de subir a uno para ir a dar un paseo… por supuesto, sin sillas ni arneses. Sólo llevan una cuerda suelta por si el cuidador tuviera que parar al elefante en caso de emergencia. Mi marido monta y viendo su cara, yo decido que paso. Encantada de darles de comer o de lavarlos, pero subir ahí son palabras mayores.
Nos ofrecen ir a dar un paseo por la selva acompañados por un elefante. Eso me suena mejor y allá vamos. Mientras damos el paseo mi marido me convence para subir… y aun no se como accedo a ello… las chicas nos dicen que volvamos al campamento y después de comer daremos un corto paseo hasta el río.
Al llegar al campamento, nos sirven la comida: un bol de arroz tipo 3 delicias, pollo con verduras y piña, ¡está todo delicioso! Nos sentamos un rato a hablar con las guías sobre diferentes costumbres entre Tailandia y Europa. Nos preguntan cosas de nuestro país y nosotros a ellas sobre el suyo… Me encantan éstos momentos de compartir y aprender otras culturas. Éstos momentos de crecer con los viajes.
Tras un buen rato de charla, llega el momento de subir a uno de ellos. Uno de los cuidadores trae a un adulto bien grandote. Subimos a una plataforma y desde allí a los lomos del elefante… ¡madre mía qué impresión! No parecía tan alto desde el suelo… 😛 Damos un paseo de unos 10 minutos hacia el río. Mientras las chicas nos sacan un montón de fotos para inmortalizar el momento.
Es impresionante ir a lomos de un elefante. Habíamos montado a caballo anteriormente, y ésto es todavía más alucinante. Como os decía antes, no hay arneses ni sillas. Vamos sobre los lomos y por tanto, nos agarramos con las piernas como nos enseñan los cuidadores. Tan solo llevan una cuerda, totalmente suelta cerca del cuello por si el cuidador tuviera que detener al elefante en caso de emergencia. Pero durante el trayecto, no van sujetos a nada ni nadie.
Alucinamos al comprobar que los elefantes tienen pelo. Pero unos pelos como escarpias que pinchan un montón. Son de pocos centímetros de longitud pero muy tiesos. En broma le digo a nuestro elefante que a ver si nos depilamos 😛
Acabamos el corto paseo en el río. Allí bajamos al agua con ellos y ayudamos a los cuidadores a bañarlos. Nos explican que necesitan remojarse varias veces al día para no morir deshidratados y que una de las veces, aprovechan para cepillarlos en el agua y quitarles restos de barro e insectos.
Los elefantes nos sorprenden acariciándonos con sus trompas y tirándonos agua. Son muy juguetones y eso nos sorprende gratamente 🙂
Nos echan otro montón de fotos mientras lo pasamos en grande, ¡menuda experiencia! Sin duda el día de hoy pasará al top ten de los viajes 😀 Los cuidadores nos animan a subirnos a lomos de los elefantes para cepillarles bien la espalda y la cabeza. De verdad, menuda experiencia.
Tras más de media hora en el río con ellos, volvemos al campamento pero esta vez, caminamos a su lado. Al llegar, uno de los peques nos da unos besos con la trompa para despedirse de nosotros , ¡qué gracioso!
Nos proponen comprar un par de fotos imprimidas en unos marcos que hacen artesanalmente. Y aunque es la turistada del lugar, vemos que esta gente se gana la vida con ello. Así que accedemos a llevarnos dos (250 baths las dos). Así tendremos un recuerdo más del día de hoy. La experiencia de hoy acaba aquí. Nos da pena irnos porque ha sido espectacular, vamos hasta el cercado a despedirnos de ellos.
Nos secamos y nos vestimos con nuestra ropa y nos ponemos en marcha de vuelta a Chiang Mai. Tenemos la sensación de haber vivido uno de esos días que seguro recordaremos siempre.
Tardamos un par de horas en llegar a Chiang Mai de nuevo. Son las 17h y empieza a llover cuando nos dejan en el hotel. Las chicas nos dicen que esta noche nos dejaran en la recepción un dvd con las fotos y vídeos que nos han tomado, ¡qué monas! Nos despedimos de ellas con gratitud. Ha sido un placer compartir este día con ellas.
Necesitamos una ducha porque después de estar con los elefantes apestamos 😛 Tras la ducha, nos echamos un rato. Al levantarnos, llevamos la ropa sucia a una lavandería cercana al hotel. Nos dicen que mañana podremos pasar a buscarla. Allí nos lavarán, secarán y plancharán 3kg de ropa (200 baths). Son los trucos para viajar con poco equipaje cuando hacemos viajes largos, lavar ropa a mitad de viaje.
Decidimos ir a cenar al restaurante dónde comimos anteayer, el Aroy Dee. Situado frente al canal y muy cerca del hotel. Tomamos un par de platos de fideos, unos rollitos, una cerveza y un refresco (205 baths)… ¡todo delicioso!
Pasamos por un combini a comprar algunas provisiones, y regresamos al hotel. Entre el día tan intenso y el calor, estamos realmente agotados… Y antes de las 22.30h nos vamos a dormir con una sonrisa por el gran día.
Una gran experiencia sin duda!
Bonito post, gracias por compartirlo.
totalmente recomendable!