04/10/2013 (día 8): último día en Kyoto entre bosques de bambú… en Arashiyama, nuestro lugar favorito del mundo
Un nuevo día en Japón y el último en Kyoto. Nos va a dar mucha pena dejar esta ciudad y para despedirnos, volvemos a Arashiyama y pasamos el día entre bosques de bambú. Desayunamos en la habitación y nos ponemos en marcha.
Hoy pretendíamos ver primero el santuario Shimogamo y luego ir hacia Arashiyama, pero no nos acaba de quedar claro si el templo está en obras todavía o no, y estamos deseando visitar de nuevo la zona de Arashiyama, nuestro lugar favorito del mundo, así que nos vamos derechos a Arashiyama.
Para ir hay dos opciones, coger un tren JR o bien, el bus pero el trayecto hasta allí no entra en el bono diario (hay que pagar un suplemento), así que aprovechando que tenemos los JRP activados, vamos hacia la estación JR Kyoto. Cogemos el primer tren que pasa de la línea JR Sagano y bajamos en la estación JR Saga-Arashiyama. Y nada más salir a la calle, comenzamos a recordar lugares y edificios de nuevo
A pocos minutos a pie de la estación, se encuentra nuestro primer templo del día, el Tenryuji. Éste es el templo más importante del distrito de Arashiyama, ocupa el primer puesto entre los cinco grandes templos zen de la ciudad y está declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Fue el templo principal de su propia escuela, la secta budista Rinzai Zen y construido en 1339 por el shogun Takauji quién dedicó el templo al emperador Go-Daigo que acababa de fallecer. Los edificios del templo han sido reconstruidos en varias ocasiones ya que sufrieron daños en varios incendios y guerras pero los jardines se conservan de origen.
Se puede acceder a tan solo uno de los edificios del templo ya que los otros los están reconstruyendo pero lo que realmente nos interesa de este lugar son sus jardines, así que sólo pagamos por ellos (500¥ pp). Nada más entrar, rodeamos el edificio principal del templo que cuenta con un bonito jardín zen delantero.
Seguimos y nos encontramos con un impresionante lago rodeado por un bonito bosque otoñal.
Hay varios senderos que recorren el parque y algunos suben unos cuantos metros por la falda del monte ocn lo que tienes unas bonitas vistas sobre Arashiyama. Mientras recorres esos senderos vas encontrando lámparas de piedra, terreno cubierto de musgo y plantas y árboles de todo tipo. Así como algunas fuentes y “altares”.
Junto a los terrenos del templo se encuentra el bosque de bambú de Arashiyama y hay una salida del parque directo a él. Pero preferimos acabar de vistar el templo en forma circular y salir por dónde entramos.
Nos acercamos de nuevo a la zona del lago y vemos el interior del edificio principal desde fuera. Con sus famosas puertas pintadas a mano.
Salimos del templo y nos dirigimos de nuevo a la calle principal. Queremos volver a visitar nuestro templo favorito en la ciudad, poco recomendado en las guías de viaje y que descubrimos en el primer viaje gracias a un blog viajero. Pero antes nos tomamos unos refrescos. Aunque el día está medio nublado hay una humedad tremenda, con lo que de nuevo pasamos un calorazo terrible…
Seguimos con la ruta y cruzamos las vías hacia la famosa calle Saga-Toriimoto que conserva el estilo de la época Meiji, con edificios machiya tradicionales. Algo que nos encanta de Kyoto es que puedes encontrar templos y santuarios en cualquier lugar, en calles recónditas o en grandes avenidas y todos tienen su encanto.
Nos encontramos con el templo Seiryoji (de entrada gratuita) que ya conocíamos del primer viaje pero muy de pasada y del que no tenemos fotos porque me quedé sin batería en la cámara cuando visitamos esta zona. Así que decidimos entrar a verlo de nuevo, esta vez con más calma y cuál es nuestra sorpresa al encontrar a un grupo de monjes celebrando una ceremonia.
Los Nio o guardianes de Buda que suele haber a la entrada de los templos budistas son impresionantes…
Recorremos el recinto del templo de nuevo entre los cánticos de monjes…
Tras una media hora recorriendo el recinto del Seiryoji, salimos de nuevo para seguir subiendo la calle. Estamos a unos 5 minutos del templo al que nos dirigimos pero vemos que son las 14h y recordamos que por la zona no había apenas lugares para comer, por lo que decidimos parar en el primer restaurante que encontremos para que no se nos haga muy tarde…
Encontramos un restaurante chiquitín. Las fotos de los platos que tienen en la calle nos parecen bien y no está mal de precio, y entramos. El propietario nos mira algo extrañado al vernos pero muy amablemente nos indica una mesa. Cuál es nuestra sorpresa cuando nos trae la carta y … ¡todo está en japonés!
La verdad es que tampoco no supone un gran problema. En un segundo viaje no te agobias con ciertas cosas, y empiezas reconocer algunas palabras (soba es un tipo de fideo, ebi es langostino, sake es salmón, toro es atún, shiitake son setas, gohan es arroz…). Escogemos dos platos casi al azar, y los pedimos por señas… y a cruzar los dedos a ver qué hemos pedido 😀 Y e aquí…
Los dos platos están riquísimos y disfrutamos de una muy buena comida por 1400¥ los dos, acompañado por un té riquísimo que nos van rellenando, y hasta nos invitan a un chupito de sake al terminar 🙂
Tras una comida riquísima, seguimos recorriendo la calle hasta llegar a la callejuela que lleva a nuestro templo favorito en esta ciudad: el Gio-ji.
Nos fijamos que hay otro templo justo al lado que pone un cartel de “Museo” en la entrada, y decidimos entrar a ver qué encontramos (500¥ pp). El jardín del templo nos recuerda mucho al de Gio-ji, todo cubierto de musgo. Lo siento, no recuerdo el nombre del templo pero estaba justo al lado.
La señora de la taquilla nos pregunta si hablamos inglés y nos guía hasta el templo. Allí nos recibe un hombre que nos explica el significado de algunos símbolos budistas y nos invita a pasar a una sala donde tienen una especie de museo con piezas de varios templos pero sobretodo del Todaiji de Nara. Pero no nos enteramos de casi nada porque todas las explicaciones están solo en japonés… echamos un vistazo rápido, nos deleitamos un poco más con el jardín por amortizar algo los 1000¥ que hemos pagado entre los dos, y con mal sabor de boca porqué nos parece un poco robo, nos vamos, ahora sí, ¡al Gio-ji de nuestros amores!
Pagamos la entrada (500¥ pp) la mar de gustosos y entramos. Nos es inevitable alucinar. Si lo recordábamos bonito, ¡en vivo lo es más! Se trata de un pequeño templo con un Buda de Luz pero rodeado de un jardín espectacular de altos arces y cubierto de musgo junto al bosque de bambú de Arashiyama. Y como más vale una imagen que mil palabras, aquí tenéis algunas, aunque no hacen honor al vivo y en directo.
Recordamos que cuando estuvimos la primera vez había un gatito blanco que nos acompañó en toda la visita, vivía allí y era muy cariñoso. Nos extraña no verlo y mi marido dice que igual se ha muerto… cuando llegamos al pequeño edificio del templo vemos que hay un altar con fotos del gatito, juguetes y comida, y es que ¡se murió este verano! 🙁 Nos da mucha pena, la verdad, y echamos unas monedas en el altar del gatito. Quizá os parezca una chorrada, pero ese gatito formaba parte del encanto y del buen recuerdo del templo y ver que ya no está, nos apena.
Pasamos un buen rato sentados en el suelo de tatami del templo observando el jardín. Y tras casi 1h hora aquí y con mucho pesar, decidimos irnos para ir a ver alguna cosa más de la zona asegurando que volveremos a este lugar en nuestra próxima visita a Kyoto…
Bajamos de nuevo por la calle principal y recordamos del primer viaje que había un gran cementerio cerca del bosque de bambú pero no damos con él. Recorremos de nuevo el bosque de bambú. Es muy agradable pasear por ahí y hay una sombra que se agradece mucho después del día de humedad y calor que ha hecho.
Justo al llegar a las vías del tren, vemos que pasa el tren panorámico de Sagano Torokko que hace un recorrido entre Kameoka y Kyoto recorriendo la línea JR Sanin por las montañas de Kyoto. Os dejo un enlace al blog Japonismo dónde hablan de él por si os interesa.
Nada más cruzar las vías del tren nos topamos con un santuario del que no habíamos leído nada en las guías. Se trata del Nonomiya-jinja, dedicado a los dioses del sol y del fuego, y de entrada gratuita. Es un santuario realmente bonito y es espectacular ver el contraste de la madera lacada en rojo con el musgo del suelo y los bambúes 🙂
Vemos unas tablas Ema muy bonitas y decidimos comprar dos (500¥ c/u) para dejar nuestro mensaje en el santuario y llevarnos un deseo a casa en ellas: “siempre llevaremos Kyoto en nuestros corazones” y “por muchos viajes más”. Colgamos la primera junto a las demás siguiendo el ritual shinto, y la otra nos la llevamos a casa de recuerdo.
Aquí pasamos un buen rato y es bonito ver cómo va oscureciendo a través del bambú. Seguimos nuestro camino hacia la calle principal que lleva al Puente Togetsukyo que significa «puente que cruza la luna«. Este puente de madera, cuenta con más de 100 años de antigüedad.
Recordamos que la otra vez compramos unos helados muy ricos en una tienda y vamos a comprarnos un delicioso helado de soja para mi y de té verde para mi marido (300¥ c/u). Nos sentamos junto al río a comerlos mientras vemos caer el sol con la magnífica estampa del río Katsura y el Monte Iwatayama que visitamos también en el 1r viaje.
Me hubiera gustado acercarnos a Kobe tal y como teníamos pensado, pero estamos cansados y mañana toca madrugón, por lo que decidimos acabar nuestro día en Kyoto. Tras un corto paseo, cogemos el tren en la estación JR Saga-Arashiyama de vuelta a la JR Kyoto aprovechando los JRP activos y al llegar, reservamos los billetes del tren a Kanazawa para mañana y damos una vuelta por el centro comercial Big Camera que hay al lado.
Me miro de nuevo las réflex, cojo algunos precios de los modelos que más me llaman y nos vamos un rato a descansar al ryokan. De camino compramos unos dulces, unos refrescos y desayuno para mañana en un kombini (800¥).
Muy cerca del ryokan hay una tienda que venden souvenirs y que me miro su escaparate desde que llegamos a Kyoto. Finalmente hoy decidimos entrar y compramos unas figuras de unos Nio (protectores de Buda) por 800¥. Ale ya tenemos otro buda para casa
Vamos a la habitación a descansar un poco y nos tomamos los refrescos. Sobre las 18,30h, decidimos salir a dar una vuelta. Antes de irnos, hablamos con Matsubaya-San hijo para ver si nos gestionaría el envío de las maletas a Tokyo ya que a la zona de los Alpes iremos con mochila. El chico nos pide los datos del hotel de destino y nos dice que mañana al hacer el check-in nos recoge las maletas y se ocupa él. ¡Genial!
Cogemos el metro en la estación Gojo hasta Shijo (210¥ pp) para ir a la zona comercial de Teramachi. Echamos unas fotos de la zona y nos adentramos en las calles comerciales. Nos encanta ese contraste de tiendas, restaurantes con toriis de piedra y santuarios con lámparas de papel
Entramos en un par de ellos. En uno, hay una especie de marioneta que si le echas 100¥ te da un papel de la fortuna. Si es bueno te lo quedas y si es malo, lo atas en un árbol que hay junto a ella para que los dioses shinto te protejan. Como es buena nos la llevamos. Ale ya tenemos otra para la colección
Ya de por si, me encantan los farolillos que adornan los santuarios, pero iluminados por la noche ya me acaban de enamorar…
Decidimos cenar unas hamburguesas en una cadena que hemos visto en varios lugares, la First Kitchen por 1000¥ los dos, no están mal pero tampoco matan… Tras la cena, caminamos de vuelta a Shijo-Dori por las calles comerciales. A estas horas ya van cerrando muchos puestos.
Cogemos el bus nº 5 que nos deja a pocos minutos a pie del ryokan (220¥ pp). Una vez en la habitación preparamos las mochilas y cerramos las maletas. Nos damos una ducha, llamamos a los nuestros y a dormir que mañana cambiamos de zona 🙂