18/11/2017 (día 3): nos despedimos de Lisboa visitando la cuna del fado en Alfama y La Baixa, y alucinamos con el interior del Convento do Carmo.
Hoy es nuestro último día en la ciudad y nos despediremos de ella conociendo la cuna del fado, los barrios de Alfama y La Baixa. También hemos pensado en conocer el interior del Convento de Carmo que vimos por fuera el 1r día con el free tour, todo un acierto.
Nos levantamos con toda la calma del mundo y desayunamos un zumo y unos dulces en el apartamento. Antes de dejarlo, llamamos al responsable del alojamiento para preguntar si podemos dejar aquí las maletas ya que nuestro vuelo no sale hasta la noche. Pero no nos inspira mucha confianza su respuesta. Nos dice que tendremos que llamarle para recogerlas y que no nos asegura estar disponible más allá de las 17h (el vuelo sale a las 21h).
Como habíamos buscado información de las consignas que hay en la estación de Rossio, y no son caras, decidimos no arriesgarnos e ir allí a dejarlas. Pagamos 1,5€ (en efectivo e importe exacto) por cerrar la taquilla y a la hora de la recogida pagaremos en base al tiempo que estén. La verdad es que están genial porque las dos maletas de mano caben en una sola taquilla mediana.
Una vez «liberados» vamos al Starbucks que hay en la planta baja de la estación a por un buen café. Estando aquí decidimos contratar el tour en español por el barrio de Alfama que ofrecen los chicos de Sandemans (14€ pp ,3h de tour). Compramos desde la web y así nos aseguramos plaza en el tour de esta tarde.
Ascendemos desde La Baixa hasta Chiado para visitar el Convento do Carmo (4€ pp) que nos recomendó el guía del free tour que hicimos el primer día. Y la verdad es que el lugar ¡es impresionante! Ver una iglesia sin techo te deja sin palabras y te haces una idea de lo que debió ser aquél 1 de noviembre de 1755 cuando el suelo de Lisboa se tambaleó a lo grande…
Visitamos también una exposición de objetos encontrados en excavaciones en la zona. Entre ellos hay un sarcófago y un par de momias, y cuentan también con una gran colección de libros antiguos.
Al salir callejeamos hasta llegar a la Plaza del Comercio. Son las 13h y el tour comienza a las 14,30h y aunque no tenemos demasiado apetito, buscamos un sitio dónde picar algo por la zona. Foursquare nos recomienda La Pambolina, un pequeño bar dónde pedimos un par de bocatas vegetales la mar de gustosos con una birra, un refresco y unas chips (10€).
Con las pilas cargadas, a las 14,15h vamos de nuevo a la Plaza del Comercio dónde ya se están formando los grupos para los tour de esta tarde. Nos toca de nuevo con Vlado, el argentino que nos enseñó el centro de la ciudad en el free tour que hicimos el 1r día en Lisboa. El chico se alegra de tenernos de nuevo en un grupo y nosotros también estamos encantados. Al tipo se le da bien 🙂
Alfama es el barrio más antiguo y carismático de Lisboa, cuna de su canto, el fado. Fue la única parte de la ciudad que sobrevivió al terremoto de 1755 y está formado por callejuelas, escaleras y genuinos rincones que le mantienen ese espíritu de la Lisboa de antaño. El tour que hemos contratado dura algo más de dos horas y media, y se hace a pie. Vlado ya nos avisa que vamos a trabajar glúteos porque Alfama es cuesta arriba todo el tiempo, desde el mar hasta el Castillo de San Jorge.
Arrancamos el tour accediendo a la falda de Alfama por una antigua entrada a la ciudad amurallada. Caminamos hasta la puerta de la Fundación José Saramago. Aquí Vlado comienza a explicarnos la historia del lugar y de la gran labor por la defensa de los derechos humanos que realiza la Fundación.
Comenzamos a subir unas buenas cuestas hasta llegar a Santa Maria Maior de Lisboa o Sé, la Catedral de la ciudad. Sus orígenes se remontan a tiempos visigodos en el S. IV d.C cuando se fundó la primera diócesis en la ciudad y construyeron el que hoy sigue siendo el edificio más antiguo que queda en pie. Posteriormente la ciudad fue conquistada por los musulmanes y se mantuvo bajo control árabe desde el siglo VIII hasta el siglo XII. Aunque se permitía a los cristianos vivir en Lisboa y los alrededores.
Posteriormente llegó a la península la época de la Reconquista. Y fue entonces, en 1147 cuando se construyó el primer edificio de la que hoy es la Catedral sobre los restos del templo que existía aquí. Por ello, en sus muros, se puede observar piedras, muros y tipos de construcción de muchas épocas, estilos y culturas.
Accedemos al interior dónde el guía nos explica un poquito de la historia de Portugal. Así aprendemos que la catedral fue escenario de bodas y bautizos reales así como de coronación de reyes. Cuántas historias habrá vivido este lugar a lo largo de los años…
Salimos del edificio y nos acercamos a las puertas del Museo de la Libertad y de una tienda de souvenirs que hay al lado, construida sobre las antiguas caballerizas de la catedral. A pesar de la restauración y la conversión en tienda, es muy curioso ver cómo han mantenido algunos detalles del interior. Se puede ver por ejemplo, los antiguos abrevaderos restaurados. Vemos un par de imanes que nos gustan mucho y que no son caros, y los compramos para la colección de imanes viajeros.
Seguimos subiendo calles empinadas hasta llegar a las ruinas del antiguo Teatro Romano de la ciudad.
Seguimos cuesta arriba, hasta llegar a las murallas del Castelo de Sao Jorge. Restauradas para la Expo en tiempos del dictador Salazar. Las murallas son lo único que quedan de este antiguo castillo. Los restos encontrados en el lugar indican que el asentamiento en Lisboa comenzó en el siglo VI a. C con los fenicios.
Seguimos caminando por empinadas callejuelas mientras descubrimos rincones de este barrio de bohemios con mucho encanto, así como la calle más estrecha de Lisboa. En ella los vecinos pueden pedirse la sal por la ventana… Y no exagero, ¡mirad la foto! 😀
Tras un par de horas de caminata, el guía propone una parada para tomar unas birras que aceptamos encantados. Nos dejamos llevar a un bar de barrio, de esos con pinta de ser de toda la vida, dónde tomamos un par de imperales (así llaman a la caña aquí) y unos pasteis de nata, ¡¡menudo vicio!! (5€).
Tras un rato de charla con el grupo (cómo me gustan estos momentos en los viajes), acabamos el recorrido por el barrio más antiguo de la ciudad subiendo unas interminables escaleras hasta el mirador de Santa Luzia. Desde aquí nos despedimos de la ciudad con una fabulosa puesta de sol sobre el río Tajo y los tejados lisboetas.
Son las 17,40h cuando nos despedimos de Vlado tras una buena tarde repleta de historias y charlas. De camino hacia la estación de Rossio pasamos frente a la Catedral justo cuando pasa uno de los antiguos tranvías. De modo que nos quedamos con una última foto de Lisboa de lo más típica pero que a nosotros nos vale como despedida 🙂
En apenas 10 minutos estamos en la estación dónde tenemos las maletas guardadas en una consigna. Pagamos 3,5€ más (en total 5€) por habernos «librado» de las maletas todo el día y haber podido aprovecharlo al máximo. Ya con el equipaje, salimos a la calle y entramos al metro Restauradores (línea azul) agotando así el saldo que nos quedaba en las tarjetas recargables Viva Viagem. En la parada Sao Sebastian hacemos transbordo a la línea roja, que en 35 minutos nos deja en el aeropuerto.
Entramos a la terminal 1, pasamos los controles de seguridad y aprovechamos para cenar en la hora y media que queda para el embarque. Nos decidimos por un restaurante llamado Cocktail que anuncian tapas y hamburguesas con buena pinta pero que resulta ser la peor comida que hemos probado en tiempo… No lo recomiendo para nada. Hubiéramos cenado mejor en el McDonalds o en el KFC, ¡sin lugar a dudas! Por suerte no es excesivamente caro (23€).
A las 20,15h anuncian nuestra puerta de embarque, y 30 minutos después ya estamos despegando rumbo a casa. El vuelo transcurre tranquilo, y aprovechamos para dormir un poco y descansar las piernas. Tras la caminata cuesta arriba por las empinadas calles de Alfama, estamos fundidos. El vuelo dura menos de lo previsto, lo cual se agradece. Son las 23,30h cuando llegamos a Barcelona.
Sin pensarlo, cogemos un taxi hasta casa dando por finalizada esta corta escapada. Hemos hecho una primera incursión por tierras portuguesas, y hemos disfrutado muchísimo… amenazamos con volver 😉